Oliver Stone reincide en su cruzada por revelar las incongruencias del 'caso JFK'
El director actualiza la madre de todas las teorías de la conspiración en un documental que indaga en nuevos archivos desclasificados
Cuando en 1991, Oliver Stone (Nueva York, 1946) estrenó JFK: caso abierto, la conmoción por el magnicidio presidencial despertó de su inquieto letargo. Casi dos décadas después del traumático asesinato en Dallas del presidente Kennedy, el director revelaba a la opinión pública un sinfín de encubrimientos de pruebas, contradicciones y polémicas entorno al proceso desarrollado por la Comisión Warren en noviembre de 1963. La investigación oficial concluyó que el crimen había sido cometido por un solo hombre, Lee Harvey Oswald, y que ni su acto criminal ni su posterior asesinato bajo custodia por parte del empresario de la noche y destacado miembro del hampa Jack Ruby tuvieron que ver con conspiración alguna.
Eran tantas las dudas, tan inverosímiles muchos de los razonamientos, que el campo estaba abonado para que la indignación social rebrotara al calor de la cruzada personal de Stone hecha cine. La película fue tan controvertida como aclamada, con espaldarazo incluido de la Academia, que la galardonó con dos Oscar, a mejor fotografía y montaje, y su onda expansiva alcanzó al Congreso, que en 1992 aprobó la Ley de Recogida de Registros del Asesinato de John F. Kennedy, donde se exhortaba a desclasificar todos los archivos antes de octubre de 2017, cuando en origen, iban a permanecer ocultos a la opinión pública hasta 2029. A instancias de Donald Trump y Joe Biden, por consejo del FBI, la CIA y otras agencias de seguridad nacional, la revelación se fue postergando, postergando.
Una vez desbloqueados, el realizador ha vuelto a arremeter contra la tesis oficial, pero esta vez en formato documental. Su nueva propuesta, JFK: caso revisitado, funciona como una minuciosa, exhaustiva y, por momentos, reiterativa secuela de la anterior. Llega a los cines el 20 de mayo.
«Han tratado de desacreditarme en muchas ocasiones porque hay mucho en juego»
En el pasado Festival de Cannes, Stone era muy consciente del azote mediático que le aguardaba tras el estreno en su país. «La prensa estadounidenses se va a alinear contra este documental y va a preguntar ‘¿qué hay de nuevo? No hay nuevas evidencias’. Pero sí las hay, muchísimas, lo que sucede es que siguen repitiendo la treta que aplicaron en los años sesenta. A gente como Mark Lane (abogado y activista de derechos civiles) le cuestionaban en un tono cínico y aburrido si tenía nuevas evidencias, pero Lane fue lo suficientemente inteligente como para responderles, ‘¿qué tienen de malo las viejas?’ Han tratado de desacreditarme en muchas ocasiones, porque hay mucho en juego. Es muy grave revelar a los lectores que en los años sesenta se les hurtó de su presidente ilegalmente y que su sucesor revirtió la mayor parte de sus decisiones concernientes a asuntos exteriores, incluida la retirada de Vietnam. Esta publicación implicaría que el presidente de Estados Unidos no puede controlar ni al Ejército ni al servicio de inteligencia».
Allen Dulles deletreado
En su versión original, el documental está narrado por Whoopi Goldberg y Donald Sutherland, a cuyas voces acompañan los testimonios de forenses, expertos en medicina y balística, historiadores y testigos. La trama va enumerando las sucesivas incongruencias que rodearon la investigación de la muerte de uno de los líderes más relevantes del mundo: las ausencia de custodia en la cadena de las pruebas, la trayectoria anómala de un proyectil que ha pasado a la historia como la bala mágica, las dudas sobre el paradero de Oswald el 22 de noviembre de 1963, las chapuzas en la autopsia…
JFK: caso revisitado no resuelve todas las dudas, pero apunta a la política exterior de Kennedy como su sentencia de muerte y señala al primer director civil de la CIA, Alen Dulles, como instigador.
«Hay 40 personas que señalan que el disparo vino desde detrás y las fotos y las evidencias lo confirman. ¿Quién lo hizo? Desde luego, alguien que estaba en el poder»
«Es muy difícil que un día se sepa toda la verdad, porque hay muchísima controversia. Siempre habrá gente que diga que la Comisión Warren lo hizo bien, pero es ridículo. ¿No es suficiente que la autopsia fuera un desastre? ¿Dónde está el cerebro de Kennedy? Hay 40 personas que señalan que el disparo vino desde detrás y las fotos y las evidencias lo confirman. ¿Quién lo hizo? Desde luego, alguien que estaba en el poder. ¿Y quién era el miembro más poderoso de aquella comisión? Dulles, un enemigo de Kennedy, que lo había cesado de la CIA, y que sin duda estaba en una posición idónea para controlar el movimiento que sucedía a su alrededor. No puedo ser más claro. No sé si voy a tener que deletrear su nombre», se exaspera el director, que para la escritura del guion ha contado con James DiEugenio, uno de los investigadores más respetados sobre los asesinatos políticos de los años sesenta y autor de los libros Destiny Betrayed y The JFK Assassination: The Evidence Today.
La fijación del cineasta con el atentado contra el presidente entronca con su obstinación con la guerra de Vietnam. A los 21 años, Oliver Stone se alistó voluntariamente como soldado en el conflicto bélico en el sureste asiático. De aquella experiencia surgió una trilogía formada por las películas Platoon (1986), Nacido el cuatro de julio (1989) y El cielo y la tierra (1993), además de un arrepentimiento que no le abandona.
«Obviamente fue un error, pero aprendí de ello, de no haber ido, no hubiera experimentado el mundo de la manera en que lo hice. Era creyente. Mi padre era republicano. Fui educado en posiciones conservadoras, de derechas. Cuando era joven pensaba que Kennedy y Castro eran malos, porque así me lo dijo mi padre, pero cuando sales al mundo y vives la guerra en primera persona, ves el sinsentido que es, la carnicería… Vietnam fue un punto de inflexión. En los años setenta parecía que hubiéramos aprendido la lección, pero luego llegaron Reagan y Bush y volvimos. Ahí está la invasión de Grenada, la primera guerra de Irak, que fue una barbaridad, y la segunda de Irak que estuvo basada en la falsa existencia de armas de destrucción masiva, como hicieron en Vietnam».
Hamlet no va a resucitar
Stone desecha, en cambio, las teorías que apuntan a una conspiración tras la muerte del hijo de Kennedy, John F. Kennedy Jr., fallecido en un accidente de avioneta el 16 de julio de 1999, y cuya «resurrección» reunió en noviembre del año pasado a adeptos a la teoría Qanon en Dallas, que creían en una reaparición del heredero para sumarse a la campaña para la reelección de Trump en 2024. Según los fanáticos, John-John fingió su propia muerte.
«Lo conocí, era un joven muy amable… Trabajé en su revista, George Magazine. Era curioso, pero temeroso, políticamente podía haberse presentado a la presidencia, pero dudaba. Tenía las cualidades de Hamlet. Las teorías sobre su muerte son un disparate: John se quedó atrapado en la niebla, era una muy mala noche para volar».
En estos tiempos de vulnerabilidad y descrédito, donde se vive con la sensación de no poder confiar en la información porque todo está copado de fake news y teorías de la conspiración, Stone aconseja medios digitales independientes para dilucidar la verdad como The Grayzone, Consortium News y la web del abogado constitucionalista estadounidense, escritor y periodista Glenn Greenwald, «neutral e independiente».