Metallica, siempre inmensos, y una feliz primera jornada de retorno del Mad Cool
Metallica protagoniza la primera jornada de la 5º edición de Mad Cool Festival, un ‘sold out’ que congregó a 70.000 personas en Madrid
Había muchas ganas de festival. No cabe duda. A pesar de los sempiternos problemas organizativos del festival más multitudinario de la capital la gente desbordaba entusiasmo y expectación, quería música alta, quería distensión, quería aglomeración, quería eso que fuera el opuesto exacto a la distancia social. La gente quería gente. Y la tuvo, 70.000 personas, según los organizadores del festival. Una primera jornada sold out que para muchos fue el retorno a los grandes eventos musicales y para unos cuantos «Metallica virgins» fue la bienvenida a la familia.
Porque sí, además de los fieles al Mad Cool, que no son pocos, este miércoles la gente iba a lo que iba: Metallica. A pesar de que no existe en el recinto de Valdebebas un centímetro cuadrado que no esté patrocinado por un alguna marca, las pulseras del Banco Santander, el lounge de Iberia, el Music Bar de Johnnie Walker, el escenario de Iberdrola… la única marca que era posible ver en todos lados, desde camisetas a tatuajes era una sola: Metallica.
«El mejor sonido del mundo»
The Ecstasy of Gold de Ennio Morricone fue el llamado a la congregación. El sol cayendo, la banda lista, es hora de comenzar. Puntualmente los de California empezaron remontándose a 1983 con Whiplash, primer sencillo de Kill ‘Em All, de ahí avanzaron hasta Creeping Death y luego aterrizaron en Enter Sandman, de su popularísimo álbum negro. Tres temas, tres clásicos. En ese momento James Hetfield aprovecha para saludar al público «este es el mejor sonido del mundo», dice, «me refiero a vosotros»: la familia de Metallica, como recalcó varias veces a lo largo del performance.
El set de dieciséis canciones se extendió por algo más de dos horas e incluyó muchos temas icónicos como Ride the Lighting, Nothing Else Matters, Sad But True, For Whom the Bell Tolls, Seek & Destroy y Whiskey in the Jar. En un momento, Hetfield quiso saber qué pensaba la gente de St. Anger, ¿pulgar arriba o pulgar abajo? Él ya conoce la respuesta, pero asegura con humor que «ya le está empezando a gustar a la gente».
Al terminar Fade to Black, la primera power ballad que publicó la banda en 1984, Hetfield aprovechó para recordarle a la gente que el suicidio, tema central de la canción, es «una solución permanente a un problema temporal» y que si alguien está luchando con pensamientos oscuros debería hablar con alguien porque no está solo, «es parte de la familia». Es curioso como esta canción, bastante odiada al comienzo por los fans más hardcore de la banda es ahora uno de sus himnos más potentes, de hecho, fue la última canción que tocó Jason Newsted antes de partir hacia nuevos rumbos musicales. Las baladas, si son de Metallica, también hacen bastante escándalo.
Para los bises, y antes de cerrar con mucho fuego, como es costumbre, Hetfield, acompañado de un Kirk Hammet silente pero espectacular (con un par de guitarras más espectaculares, la de la foto que encabeza esta crónica y otra con el dibujo de una ouija), un Robert Trujillo más sólido que nunca y el potente y energético Lars Ulrich, interpretaron otros tres clásicos ochenteros de la banda: Damage Inc, One y Master of Puppets. «¿Os habéis divertido esta noche?». Sí, James. Por supuesto que sí.
Apagado el fuego, literalmente, muchos emprendieron el (largo) camino a casa y otro tanto se quedó a disfrutar de Twenty One Pilots, la extraña elección que junto a Metallica encabezaba el cartel de esta primera jornada y de los escoceses Chvrches.
«Mi nombre es Brian y el nombre de mi grupo es Placebo»
Es destacable la actuación horas antes de Placebo, la banda londinense de Brian Molko y Stefan Olsdal, quienes hicieron a sus fans regresar a los 90s y los 00s con temas icónicos como Special K, For What It’s Worth, The Bitter End y que para cerrar se fueron un poco más atrás con el cover de la resucitada Kate Bush, Running Up That Hill (A Deal with God), que ha acumulado millones de escuchas recientemente gracias al fenómeno Stranger Things. Pura nostalgia.
Otros performances relevantes fueron el del estridente Yungblud que hizo vibrar el escenario principal a fuerza de punk y gritos destemplados para animar a Madrid porque «España is loco»; la actuación de Creeper, en el Stage 5, el hip hop de Hard GZ, «abriendo» para los icónicos SFDK, y los ya tradicionales y siempre sólidos Wolf Alice.
Una lastima que Glass Animals se solapase completamente con Metallica. Es una banda cuyos directos prometen y The Loop es uno de los escenarios menos susceptibles a tener problemas de audio interferido en la explanada de Valdebebas.
Entre las colas, un universo de logos gigantes que nos hacen sentir ya en una especie de metaverso comercial (¿hay otra clase de metaverso?), estamos muy lejos de esos primeros festivales que pretendían ser unas Zonas Temporalmente Autónomas, espacios efímeros en donde las reglas del mundo exterior no aplican sino las de una especie de alma colectiva que sabe de que va todo sin tener que precisarlo… y sin embargo, a fuerza de buena onda y de mejor voluntad, esta primera jornada de Mad Cool fue una experiencia feliz en la que no había más pospandemia, distancia social, guerra, inflación, peleas ridículas en Twitter, solo buena música, disfrute colectivo y gente que quiere gente.
El Mad Cool tendrá cuatro jornadas más —sí este año están ambiciosos— entre las que destacan los esperados performances de grandes bandas y artistas como Muse, Deftones, St. Vincent, Foals, Florence and the Machine, Pixies, Nina Kraviz, Kings of Leon, Nathy Peluso y Jack White entre muchos otros. ¡Nos vemos en la pista!