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Cultura

Dimensiones Ocultas: exportando terror

Dimensiones Ocultas es una editorial de terror con menos de un año de vida que ya ha conseguido convertirse en referente. Entrevistamos sobre su fórmula al editor Roberto Carrasco

Dimensiones Ocultas: exportando terror

Roberto Carrasco. | Cedida

Una sensación curiosa pero no inocua recorre la espina dorsal del lector de terror cuando encuentra cruzando una línea roja a un nuevo autor o autora. Cine, rol y series de horror se alimentan de dicha sensación. Sin embargo, esa situación no ha impedido que literariamente sea ese un género a menudo desatendido del que no nos llegan tantas traducciones. La editorial Dimensiones Ocultas busca encargarse de esa importante brecha.

El ecosistema editorial independiente español es sumamente frágil y, aunque haya otras alternativas como la editorial Biblioteca de Carfax, la realidad es que los lectores celebran cada título. Por eso pronto ha calado el catálogo de Dimensiones Ocultas que cuenta en su catálogo con diversos tipos de terror, desde el misterio hasta el horror extremo representado por ganadores del Splatterpunk Award como Daniel J. Volpe, Donnie Goodman o, próximamente, Khristopher Triana. 

Es agosto, aunque el editor Roberto Carrasco parece rodeado de trabajo por hacer: como ejerce como profesor de inglés durante el curso aprovecha este mes para avanzar trabajo de la futura temporada de autores. Nos reunimos para charlar del que ha sido su desembarque en el panorama editorial y me cuenta cómo pasó de la edición a la docencia para retornar años más tarde, con ánimo de que las cosas eran más sencillas de lo que le parecían antaño: «Me di cuenta que no había que montar tanto drama, eso se hacía así y así, en julio puse la editorial en marcha y en noviembre apareció el primer libro».

Carrasco parece muy contento con la recepción de los lectores: «Cada vez voy a proyectos más ambiciosos por el ánimo que me da la recepción de la gente». Cuenta como ha conseguido en un año lo que se propuso en cuatro en su plan inicial y que ello se debe en parte a la comunidad de escritores y lectores que se ha formado en redes sociales.

Hay algunas editoriales que deben cultivar un imaginario de expectativas para los lectores y otras que van con el trabajo hecho. Una primera impresión podría hacernos pensar que ya hay mucho terror en las películas, sin embargo Roberto aclara su propio miedo: «En el cine hay ciertas líneas que no se atreven a pasar, por eso tenía miedo con algunos títulos, pues hay autores como Irons que parecen inocentes con aura juvenil pero resultan muy gore». 

El catálogo de Dimensiones Ocultas.

En la misma línea están las dudas sobre la recepción de Edward Lee (publicado también por Pathosformel) pero las respuestas del público están siendo muy positivas. Le pregunto si hay problemas con la clasificación por edades y aclara: «Si le pones una etiqueta echas para atrás posibles lectores a los que les va a encantar».

Roberto Carrasco me explica la relación afectiva que tiene con algunos de los títulos que lo hacía, por ejemplo, querer publicar una novela de vampiros sí o sí y optara finalmente por El don de la muerte en lugar de por Lost Souls de Poppy Z. Brite que ya ha sido publicada dos veces. El buen trato con las agencias ha hecho que le ofrecieran títulos que en EE.UU serán publicados por HarperCollins.

«Yo quiero sacar uno o dos nacionales al año para cuidarlos y mimarlos pero la verdad es que un español para vender lo mismo que un extranjero debe ir a presentaciones, ferias del libro, Sant Jordi, etc»

Entramos en terreno polémico entre editores al encarar el tema de los autores locales, si son la esencia de una editorial o si, por el contrario, suponen un riesgo. Lo que ambos tenemos claro es que hay una aura de exotismo o colonialismo que hace que siempre se vendan mejor los autores extranjeros. Carrasco añade: «Yo quiero sacar uno o dos nacionales al año para cuidarlos y mimarlos pero la verdad es que un español para vender lo mismo que un extranjero debe ir a presentaciones, ferias del libro, Sant Jordi, etc».

En definitiva alude a que, sin que tenga nada que ver la calidad de la obra, es más difícil mover autores nacionales, ese es el motivo por el que prefiere ir con calma en ese aspecto para poder ofrecer atención total. Hablamos también, a raíz de esto, de malas praxis ya que ambos somos también escritores, sobre lo fácil que es encontrar una editorial de la que no recibas ningún tipo de comunicado después del lanzamiento.

Señala la necesidad pues de las maniobras de marketing necesarias para vender un libro de un autor de aquí, y por ende la transparencia que se exige del editor con las liquidaciones. Está claro que se nota mucho cuando un editor ha sido previamente autor. 

Terminamos charlando sobre el trabajo que tiene pendiente este verano, cerrando ya contratos de la tercera temporada para a la vuelta de las vacaciones de verano de 2023. Es un ejemplo más de esa casta de editores con tanto trabajo a las espaldas que logran generar nuevas brechas entre tendencias culturales. 

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