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El escritor de los hilos de Twitter que leen ocho millones de personas

La ‘tuiteratura’ de Salvador Gutiérrez Solís cautiva a millones de personas, que siguen con avidez sus historias

El escritor de los hilos de Twitter que leen ocho millones de personas

Salvador Gutiérrez Solís. | Cedida por el autor

Salvador Gutiérrez Solís (Córdoba, 1968) estuvo tres años en el dique seco, sin escribir nada. Entre 2016 y 2019. «No pulsé una tecla, salvo por motivos profesionales, para el periódico y nada más», nos cuenta al teléfono el periodista y escritor, artífice de la saga de la inspectora Carmen Puerto, personaje que fue tanto su salvadora como su ticket a los infiernos, ya que en en 2016, cuando se publicó la precuela Los amantes anónimos en la editorial Stella Maris fue tal su suerte que la editorial quebró a los pocos meses. Así, no sería hasta 2020 y de la mano de la editorial Almuzara que no continuaría la historia de Carmen Puerto con El lenguaje de las mareas. Y fue precisamente el éxito de esta segunda entrega lo que posibilitó la recuperación (y la reescritura) de esa primera historia, que publicaría también Almuzara en una segunda edición. 

Para lo que nos interesa aquí, sin embargo, es ese ínterin lo que nos llama; son más bien esos tres años de la travesía del desierto, en los que a Salvador Gutiérrez Solís se le desecó la literatura. Por una razón, porque el periodista y escritor, tras finalizar esos tres annus horribilisse autoimpuso dos cosas: «Una, escribir todos los días algo relacionado con la escritura y dos, hacer también, todos los días, algo creativo relacionado con las palabras», nos dice Gutiérrez Solís. Y añade: «Porque entiendo que la imaginación, que la creatividad, también es un elemento que tenemos dentro de nosotros y que si tú no le das juego, no lo ejercitas, ése músculo se va aburriendo. Y yo quiero tenerlo activo». Con ello, el escritor cordobés se dio cuenta de que los hilos le ayudaban  «muy fácilmente a mantenerme creativo».

Todo comenzó el 1 de mayo del 2020, justo el día antes de que se relajaran las restricciones a la movilidad y la actividad económica postpandemia, cuando se permitió a los españoles salir a pasear o a realizar una actividad física diaria. Ese día, Salvador Gutiérrez Solís cayó en la cuenta de que sus vecinos de abajo se habían marchado y «se les olvidó apagar el despertador, entonces todos los días a las siete y ocho minutos era una hora pitando del despertador». No es que el escritor no fuese consciente de que no les había sucedido nada a sus vecinos, ya que en otras ocasiones se había dado la misma situación; pero, sin embargo, en su cabeza comenzó a bullir una idea: ¿Y si, en verdad, los vecinos no se han ido? De ahí surgió el primer hilo.

Y lo pensó como un hilo de Twitter, Salvador Gutiérrez Solís, porque le gustaba la fragmentación de la red social. El hecho de que «si lo hilas bien pues meter una idea en cada tuit»; cosa que el autor piensa podría enganchar con la audiencia. Aunque se muestra modesto el autor sobre el hallazgo, nos dice: «Pensándolo, en verdad, no deja de ser un storytelling vuelto en un hilo de Twitter, no he inventado nada nuevo». Una cosa que sí le gustaba era que cada hilo de Twitter te permite «colocar imágenes apoyando la historia, mis propias fotos del móvil». La suerte estaba echada.

El azar de la inspiración

A día de hoy, después de casi dos años y medio de la escritura del primer hilo, Gutiérrez Solís sigue manteniendo una misma rutina: primero escribe el texto y luego selecciona las imágenes. Lo hace primero tomando notas en el móvil o con audios de voz. No sucede que se siente delante de la página en blanco y tire, sino que se le ocurre, de repente un primer tuit y, a partir de ahí, continúa. Sucede que nunca tiene claro cómo va a seguir la historia o cómo va a acabar; las más de las veces, nos dice, «son idas de cabeza, y me digo por aquí y por allá».

A veces ha fantaseado con realizar experimentos de escritura en directo, para ver lo que sale, «pero la escritura es un proceso y esto de los hilos tampoco es una pelea de gallos en plan traperos, por lo que tienes que presentar el material y ofrecerlo de la mejor manera posible», sentencia. No obstante, sí que se permite algunos juegos. Y es que últimamente le gusta ofrecer finales dobles. Se le ocurrió con uno de sus hilos de más éxito, #númerooculto, publicado este pasado 2 de abril. «Me gusta mucho ofrecer el doble final porque muchísima gente me pide que le explique el hilo, que le cuente el final, pero no voy a explicarlo; cada quien que lo interprete como quiera», nos dice Gutiérrez Solís. Como todo, este final doble también fue fruto de una intuición. Se dijo el escritor: «Este hilo está redondo y está coherente, pero qué tal si le metemos una guindita más al pastel, le voy a meter este segundo giro a ver cómo queda». Y, mientras lo estaba tuiteando, temió cagarla. Pero funcionó. A la gente le encantó.

Respeto a la regularidad de la publicación, todo el mundo cree que el autor publica los hilos los sábados por la mañana, pero es un bulo que corre por Internet. En verdad fue tan solo el pasado mes de abril que se ciñó a esta norma. Por lo general, los hilos le salen cuando le salen y los publica pues ídem.

Lectores internacionales

Puerto Rico, Honduras, México, Colombia, Argentina. Pero también Nueva Zelanda o Australia; la audiencia de Salvador Gutiérrez Solís se ha multiplicado exponencialmente. El más exitoso de sus hilos, #Suena el teléfono, acumula más de ocho millones de views, #HilodeWhatsapp, más de cuatro millones y hay dos más, el de la #Estacionantasma del metro y #NúmeroOculto, que superan (con creces) los tres millones de lecturas. «Nunca había pensado que se dispararía de esta manera, había pensado que los hilos podrían gustar y que servirían para entretener y demás, pero tanta repercusión nunca llegue a pensar que podrían tener», nos confiesa Gutiérrez Solís.

Respecto a si esto es o no literatura, el escritor cordobés lo tiene claro: «Sí, lo entiendo como literatura, estoy convencido». Y nos cuenta que una de las cosas que más le emocionaron del libro de Irene Vallejo, El infinito en un junco, es cómo va explicando a lo largo del libro el modo en el que la palabra se ha ido adaptando a los distintos soportes con los que se ha ido encontrando con el correr del tiempo. «Hoy en dia tenemos las pantallas, y las pantallas también son un elemento de difusión de la literatura, de la palabra», afirma. A Gutiérrez Solís, además, le encanta el concepto de tuiteratura para definir lo que hace. «Lo que yo hago es una propuesta literaria, acompañada de imágenes, pero, en el fondo, es una propuesta literaria», nos dice.

El pacto tuiteril

A diferencia de otros hilos narrativos en twitter, en particular el celebérrimo y seminal hilo de Manuel Bartual del 21 de agosto de 2017, hilos que se basaban en la confusión de autor y personaje y en la de realidad y ficción, los hilos de Salvador Gutiérrez Solís funcionan ya en una clave ficcional; se ha fundado, pues, un pacto tuiteril, según el cual tuiteros y autor aceptan de facto que se trata de una invención imaginativa, de un producto literario de ficción. Para los más distraídos, empero, el autor siempre introduce detalles para que el lector desprevenido entienda que es una ficción; por ejemplo, con el uso de hashtags, «para que la gente se dé cuenta de que al ver un hashtag piense que esto muy real no va a ser, sino que es ficción». Amén de esto, Gutiérrez Solís siempre ha tenido clarísimo que quería evitar cualquier localización precisa, y así si menciona una ciudad puede ser cualquier ciudad, una comunidad de vecinos son todas las comunidades de vecinos, en el empeño de que «la acción puede pasar en cualquier lugar», para que así «cualquier lector se sienta cómodo y lo pueda relacionar con su propia ciudad, su barrio, donde sea». La no localización aumenta la sensación de ficción, porque «si tú localizas puedes transmitir una sensación de más realismo, pero si no localizas, pues es más fácil hacer entender que se trata de una ficción». Así, para Gutiérrez Solís sus hilos son como capítulos de una novela, secciones que, todas juntas, pueden tener una segunda vida afuera de Internet. ¿La forma? Pues todavía no lo tiene claro el autor cordobés. Editores, se aceptan propuestas.

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