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Adam Nathaniel Furman: «Los lugares 'queer' son espacios donde se forman hermandades»

«El libro Queer Spaces lo hemos hecho porque la realidad ha cambiado y las definiciones usadas para referirse a los colectivos gays, ya no cuadran»

Adam Nathaniel Furman: «Los lugares ‘queer’ son espacios donde se forman hermandades»

Conversamos con Adam Nathaniel Furman desde su estudio en Londres. El aclamado arquitecto acaba de publicar Queer Spaces: Un atlas LGTBQIA+. Lugares & historias, el primer gran compendio que intenta abarcar todos los espacios queer del mundo. Lugares que han servido de refugio, de familia o contención emocional durante décadas a personas apartadas y rechazadas por la sociedad. El libro además cuestiona el academicismo y el canon arquitectónico establecido.

P. Tienes descendencia japonesa, argentina, y has vivido toda tu vida en Inglaterra… ¿De dónde te sientes?

R. Para mí Londres es mi hogar, mi territorio. Cuando era niño en casa se hablaba español, japonés, yidis e inglés. A mi me costaban mucho los idiomas, así que me quede con el inglés. Tuve problemas de dislexia desde muy pronto, creo que por eso empecé a dibujar. En el colegio siempre fui muy malo. En 2001 fui a hacer unos cursos a Central Saint Martins, en esa época aún no enseñaban arquitectura. Por eso estudié en la Architectural Association School of Architecture de Londres, yo no tenía buenas notas, me aceptaron por otras aptitudes, creo que fue por una profesora que creyó en mí a quien le debo mi ingreso. En la adolescencia pintar se volvió mi principal refugio y forma de expresión.

P ¿Cuál fue el primer espacio público en el que recuerdas haberte sentido acogido?

R. Salí del armario a los 16 años, era una muy mala época para ser gay en Inglaterra, había leyes que impedían hablar del tema en los colegios, me hicieron mucho bullying. No había lugares donde me podía sentir aceptado, hasta que tuve la suerte de conocer un bar gay, a donde iba a estudiar.  A partir de ahí empecé a conocer más gente que estaba en mi misma situación y entré en contacto con ese mundo, también empecé a diseñar flyers para distintos locales.

P. ¿Cuál fue tu primer contacto con la arquitectura?

R. Es curioso, porque desde niño me costó mucho hacer amigos, siempre estaba solo, y recuerdo que los edificios empezaron a ser una suerte de compañía en mi imaginario. Eran algo que mirar, sin encontrar un retorno negativo, pasaron a ser una especie de amigos. Desde entonces me empecé a obsesionar con ellos, los visitaba y leía mucho, mis padres me compraban libros de arquitectura y yo podía pasar los fines de semana enteros leyéndolos. Todas estas historias y textos pasaron a ser parte de mi mundo personal.

P. ¿Quiénes fueron tus primeros referentes para abordar la arquitectura desde perspectivas sociales?

R. El mejor amigo de mi padre era arquitecto y su mejor amiga, Paula, pintora, una gran feminista de los años setenta. Ambos me incentivaron mucho, el libro se lo dedico a ella. Me enseñó a tomarme en serio absolutamente todo lo que hiciera.

P. Actualmente estás haciendo mucho diseño en espacios monumentales…

R. Sí, son comisiones que me piden para lugares específicos. También estoy haciendo instalaciones de arte, interiorismo, escultura, productos, un poco de todo. Las intervenciones de monumentos públicos cada vez generan más interés. En Melbourne he participado junto a Sibling Architecture en la NGN Triennial 2020, creando la instalación Boudoir Babylon. El proyecto se ubicaba justo en la entrada de la feria, celebraba la estética queer a través de una serie de volúmenes muy coloridos, que creaban diferentes espacios para socializar. En Kings Cross hice la instalación Proud Little Pyramid. Fue el resultado de una residencia artística de seis meses. Hice una pirámide de mucho color que pretendía levantar el ánimo, celebrar la llegada del verano y de nuestro regreso a la ciudad después de meses de encierro por la pandemia. En Birmingham diseñé el pabellón Babs Baldachino, como parte de la celebración de los Juegos de la Commonwealth. Fue expresamente hecho para reflexionar sobre el mundo LGTBTQIA+ y su implicación en estas competiciones.

P. Para muchos es complejo determinar lo que es un lugar queer. ¿Cómo los describirías?

R. Es cierto y siento que a muchas personas les desagrada que los llamemos a ciertos lugares «queer». Suelen decir que el espacio es un espacio, que no debería tener más definición. Pero mi vida entera me la he pasado dialogando con este tipo de gente o de argumentos. El libro Queer Spaces lo hemos hecho justamente porque las cosas han cambiado mucho y las definiciones que se han estado usando para referirse a los colectivos gays ya no cuadran, no corresponden con la realidad. Queremos mostrar que lo queer pueden ser espacios muy diversos, pero tiene sobre todo que ver con el encuentro de personas, que hacen posible que se cree el lugar. Es como una Sinagoga, los judíos tienen una idea muy particular de su espacio religioso, la Sinagoga no es la edificación, es el rezo de once personas que se reúnen para orar. Ni siquiera se necesita el edifico, es el acto de reunirse en la oración, el espacio sagrado que se crea de esta unión. Los lugares queer son iguales, son espacios donde se forman hermandades, pueden ser dos personas  que se juntan para poder sentir que pueden ser ellas mismas, sin ser juzgadas. Algunas veces pueden ser edificios, un deposito en un barrio, un castillo en Alemania, o un hotel, por sólo dar algunos ejemplos.

Autor: Category Is Books

P. ¿Por qué crees que la idea general de lo queer genera rechazo?

R. Creo que porque no es algo binario, la gente entiende más la idea de los gays o las lesbianas porque lo entienden y por lo tanto creen que lo pueden definir. Lo queer es mucho más abierto y fluido, mucha gente ha quedado en shock con el libro, porque no entienden que no hayan definiciones claras.

P. ¿Qué caracteriza o describe los espacios queer?

R. El espacio queer siempre tiene algo de refugio, de morada porque participa gente que no es aceptada. Te da la oportunidad de sentir que psicológicamente puedes existir y eso es muy sanador. Hasta siendo un arquitecto queer que trabaja en temas de arte, no puedes ser totalmente tu mismo. Hay gays que dicen que son aceptados, y que todo está bien con la sociedad, pero quienes los dicen viven una vida muy privilegiada, provienen de burbujas de privilegios, de buenas universidades y de trabajos dignos. En muchos lugares del mundo la gente LGTBTQIA+ sigue sobreviviendo a la hostilidad. Hay muchos lugares en Medio Oriente y Europa del Este que nos hubiera encantado incluir en la publicación, pero no era seguro para la gente mostrarlo, ni para los lugares. Estos espacios existen y deben seguir existiendo, de otro modo las personas se aíslan, deprimen o mueren.

P. ¿De dónde parte el interés por publicar Queer Spaces?

R. Vengo estudiando el tema desde hace más de veinte años, desde la universidad. Hacía trabajos relacionados con el mundo queer y había compañeros con los mismo intereses, pero los fueron borrando para poder encajar en la norma académica. Teníamos muchos cánones y lineamientos que seguir, siempre con los mismos libros de los grandes arquitectos. Yo estaba en una constante pelea o crítica con los académicos porque nadie quería hablar ni investigar lo queer. Tampoco había bibliografía, ni teníamos referentes, así que teníamos que inventarlo todo. Siempre quise que existiera un compendio como Queer Spaces, para poder debatir el tema. Haberlo logrado publicar con el sello de The Royal Institute of British Architects nos ha dado mucho reconocimiento porque es un gran una autoridad. La nueva generación puede ahora tener una visión amplia, que no encasille los espacios sólo por lo bien edificados que están o por su gran tecnología, sino que también incluyan más componentes sociales. Seguimos recibiendo presentaciones de alumnos de arquitectura con nuestro libro abierto y ese creo que ha sido el mayor logro.

P. Han mapeado  noventa y cinco lugares al rededor de mundo. ¿Cómo lograron identificarlos?

R. Y hay muchísimos más que no hemos podido incluir. Contacté con Joshua Mardell, coautor del libro, desde el comienzo porque es doctor en historia arquitectónica. Quería que el libro sea accesible a todo el mundo pero que también tenga un enfoque académico y él  trajo consigo esa perspectiva. Los lugares fueron apareciendo en la investigación y los debates que teníamos eran casi siempre sobre cómo lograr que el proyecto impacte a nivel histórico en la arquitectura. Me interesaba que la publicación sea muy internacional, abarcar el mayor territorio geográficamente posible.

P. ¿Por qué dices que el libro también destruye muchos de los cánones arquitectónicos?

R. Por el enfoque. La arquitectura y los arquitectos le dan mucha significancia a quiénes hay que copiar o a repetir los mismos referentes. Queer Spaces intenta insertar una nueva narrativa, mostrando muchos aspectos que fueron dejados de lado por la arquitectura académica. Nosotros consideramos que esta forma de entender los espacios es parte del canon, aunque no se haya considerado y que es un lineamiento que debe ser incluido. Creo que por eso el libro ha causado tanta polémica.

P. ¿Y cómo se van creando estas estéticas, cuál es proceso de formación de un espacio queer

R. Creo que tiene que ver con la necesidad de formar una familia. La gente queer nace sin sentirse parte de una comunidad, es como si estuviésemos desposeídos culturalmente y nos tenemos que encontrar. La mayoría de veces, además, tenemos que encontrarnos primero a nosotros mismos, porque no sabemos lo que somos. Es como si nacieras solo y te tienes que encontrar en un proceso muy solitario. Tomando en cuenta que la mayoría de veces tu propia familia no te acepta, encontrar un lugar donde puedes ser tu mismo es crear un sentido de pertenencia, donde escapas de ese espantoso sentimiento de soledad. Esto se puede manifestar de muchas maneras, puede ser creando un cúmulo de objetos que crean una historia personal y aunque ésta sea una ficción, es algo que te pertenece. Pero también puede venir de manera colectiva como es el caso del Hotel Gondolín en Buenos Aires, donde se formaron muchas comunidades que sirvieron de refugio, creando redes de viviendas para grupos de personas, en su mayoría travestis, que habían sido expulsadas de la sociedad. En estos espacios la gente empieza a crear familias alternativas que los protegen de la soledad. Además la gente LGTBTQIA+ no suele tener pasado, es muy fácil que cada generación queer pierda todo al morir, porque no hemos tenido hijos, no hemos tenido una generación posterior a la cual transmitir o transferir. Ello felizmente está cambiando.

P. ¿Detrás de toda historia queer está también la de la opresión? 

R. La historia queer se inscribe en la opresión y sobre ello hay mucha literatura.  Queer Spaces intenta mostrar justamente el otro lado, ser una celebración de la existencia. A pesar de que la opresión coexiste en nuestra cotidianidad y no se puede obviar la gente que ha logrado a través del tiempo saberse manejar en la hostilidad y ser resilientes en las peores circunstancias.

P. ¿Por qué decidieron dividir el libro en los ámbitos de lo doméstico, lo comunitario y lo público?

R. Es un patrón que también divide el mundo, también son categorías arquitectónicas o escalas de vida. Cada ejemplo doméstico a su vez se puede extrapolar a lo público o comunitario. El primer ejemplo de espacio doméstico del libro ocurre en un tren camino de Premià de Mar a Barcelona. El vagón representa una especia de umbral entre la constante amenaza del pueblo natal del individuo al anonimato resucitador de la llegada a la ciudad. El tren se convirtió en un espacio de transición y transformación estética, en el que subía un hombre vestido como tal y llegaba como la mujer que sentía ser. Muchos componentes de esta historia particular los encontramos repetidamente en las experiencias que se narran en cada apartado del libro.

P. ¿Qué espacio te ha tocado de manera más personal?

R. Es muy difícil responder a esta pregunta, porque para mi toda la investigación ha significado algo muy intenso. Hubo demasiados lugares que me llamaron mucho la atención que no hemos podido incluir para protegerlos. Es cierto que por mi bagaje personal sentí una conexión muy fuerte con el proyecto del Bachillerato Mocha Celis en Buenos Aires, creo que Argentina tiene mucho que enseñar al mundo sobre cómo ha evolucionado respecto al colectivo LGTBTQIA+.

R. ¿Quienes han sido los referentes que te han acompañado a lo largo de tu vida?

R. Tengo muchos, en literatura creo que Proust y Balzac son los principales. Proust describe muy bien la soledad de Londres, y sus contraste entre la riqueza y la suciedad de sus calles. En Balzac también reconozco una estética profundamente queer. Olivia Lang y su libro Lonley City es uno de mis favoritos, creo que me cambió la vida. Narra a la perfección a gente dislocada de la sociedad por no ser aceptados, por ser quienes son. Muestra muy bien esa melancolía de la que no puedes escapar pero que sí puedes convertir en algo bello o bueno. Ese estado no es solo queer pero es muy queer. La vida te puede quebrar de muchas maneras, pero también se puede encontrar belleza en la tristeza. De música escucho mucho a The Magnetic Fields, a Belle and Sebastian, Sufjan Steven o Joni Mitchell, creo que todos transmiten desde su arte, belleza y melancolía, cualidades que también intento buscar en cada uno de mis proyectos.

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