Rafael Cadenas y la poesía como forma de vida
El poeta venezolano, que ha recibido el Premio Cervantes 2022, ha otorgado su vida al lenguaje
Este jueves 10 de noviembre el poeta venezolano Rafael Cadenas ha recibido el Premio Cervantes 2022. El galardón ha sido entregado por el ministro de Cultura y Deportes, Miquel Iceta, quien ha leído los motivos que han hecho otorgarle la distinción al autor: «Por su basta y dilatada obra literaria, el jurado reconoce la transcendencia de un creador que ha hecho de la poesía un motivo de su propia existencia y la ha llevado hasta alturas de excelencia en nuestra lengua. Su obra es una de las más importantes y demuestra el poder transformador de la palabra y es llevada al limite de sus posibilidades creadoras».
Rafael Cadenas recibe la noticia del premio en su casa en Caracas, afirmando en un audio de WhatsApp que la noticia le ha llegado como «quien recibe un rayo», ya que es el primer autor del país sudamericano en recibir el galardón.
El poeta, nacido en la ciudad de Barquisimeto en 1930, lleva toda su vida ocupándose del lenguaje y, a sus 92 años, es uno de los poetas más aclamados de la lírica latinoamericana, teniendo en su haber varios premios internacionales como el Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances, otorgado por la Feria del Libro de Guadalajara en 2009, el Premio Internacional de Poesía Federico García Lorca en 2015 y, el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana en 2018; además, en 1986, recibió la Beca Guggenheim.
Perteneciente a la generación venezolana de 1960, Cadenas formó parte del grupo Tabla Redonda, junto con Dario Lancini, Arnaldo Acosta Bello, Ángel Eduardo Acevedo, José Barroeta, Jesús Sanoja Hernández y Jesús Guédez. En 1952 fue desterrado a la isla de Trinidad por su militancia comunista y, en 1958, a la caída del régimen del dictador Marcos Pérez Jiménez, regresó a Caracas, donde reside actualmente.
Rafael Cadenas también ha sido profesor universitario, traductor de poesía inglesa y cuenta con una gran obra de ensayística que ha sido referencia del pensamiento literario contemporáneo en español. En ella destacan sus libros En torno al lenguaje y los Apuntes sobre San Juan de la Cruz y la mística. En su país ha recibido el Premio Nacional de Literatura (1985), el Premio Internacional de Poesía Pérez Bonalde (1992), además de doctorados honoris causa de la Universidad Central de Venezuela y la Universidad de Los Andes.
Entre sus obras se encuentran Cantos iniciales (1946), Una isla (1958), Los Cuadernos del destierro (1960), Derrota (1963), Falsas maniobras (1960), Anotaciones (1973), Intemperie (1977), Memorial (1977), Amante (1983), Dichos (1992) y Gestiones (1992). En el año 2000, la editorial Fondo de Cultura publicó su Obra entera. Poesía y Prosa y, posteriormente, fue reeditada por la editorial Pre-Textos en España. Su último libro, Contestaciones, publicado en 2018, ha sido editado por la editorial Visor.
Cadenas no ha dudado en romper con los géneros, las formas y los discursos más frecuentes de la poesía moderna, algo que ha sido alabado a lo largo de su vida y, además, también ha reflexionado -como afirmaba el ensayista y crítico literario, Julio Ortega- «sobre la suerte civil del lenguaje denunciado los usos y desusos de la lengua pública en su país» desde lo político, donde la lengua franca comunicacional «parecía poner en peligro, cuando no en duda, la razón no utilitaria de otros decires tradicionales».
La impronta de Rafael Cadenas en Venezuela va desde su críticas hacia los gobiernos, pasando por que su obra es estudiada en la educación secundaria, hasta tener un concurso nacional de poesía con su nombre para promover la escritura entre jóvenes poetas.
Cinco poemas de Rafael Cadenas
Derrota (1963)
Yo que no he tenido nunca un oficio que ante todo competidor me he sentido débil que perdí los mejores títulos para la vida que apenas llego a un sitio ya quiero irme (creyendo que mudarme es una solución) que he sido negado anticipadamente y escarnecido por los más aptos que me arrimo a las paredes para no caer del todo que soy objeto de risa para mí mismo que creí que mi padre era eterno que he sido humillado por profesores de literatura que un día pregunté en qué podía ayudar y la respuesta fue una risotada que no podré nunca formar un hogar, ni ser brillante, ni triunfar en la vida que he sido abandonado por muchas personas porque casi no hablo que tengo vergüenza por actos que no he cometido que poco me ha faltado para echar a correr por la calle que he perdido un centro que nunca tuve que me he vuelto el hazmerreír de mucha gente por vivir en el limbo que no encontraré nunca quién me soporte que fui preterido en aras de personas más miserables que yo que seguiré toda la vida así y que el año entrante seré muchas veces más burlado en mi ridícula ambición que estoy cansado de recibir consejos de otros más aletargados que yo («Ud. es muy quedado, avíspese, despierte») que nunca podré viajar a la India que he recibido favores sin dar nada en cambio que ando por la ciudad de un lado a otro como una pluma que me dejo llevar por los otros que no tengo personalidad ni quiero tenerla que todo el día tapo mi rebelión que no me he ido a las guerrillas que no he hecho nada por mi pueblo que no soy de las FALN y me desespero por todas estas cosas y por otras cuya enumeración sería interminable que no puedo salir de mi prisión que he sido dado de baja en todas partes por inútil que en realidad no he podido casarme ni ir a París ni tener un día sereno que me niego a reconocer los hechos que siempre babeo sobre mi historia que soy imbécil y más que imbécil de nacimiento que perdí el hilo del discurso que se ejecutaba en mí y no he podido encontrarlo que no lloro cuando siento deseos de hacerlo que llego tarde a todo que he sido arruinado por tantas marchas y contramarchas que ansío la inmovilidad perfecta y la prisa impecable que no soy lo que soy ni lo que no soy que a pesar de todo tengo un orgullo satánico aunque a ciertas horas haya sido humilde hasta igualarme a las piedras que he vivido quince años en el mismo círculo que me creí predestinado para algo fuera de lo común y nada he logrado que nunca usaré corbata que no encuentro mi cuerpo que he percibido por relámpagos mi falsedad y no he podido derribarme, barrer todo y crear de mi indolencia, mi flotación, mi extravío una frescura nueva, y obstinadamente me suicido al alcance de la mano me levantaré del suelo más ridículo todavía para seguir burlándome de los otros y de mí hasta el día del juicio final.
Ars Poetica (1977)
Que cada palabra lleve lo que dice. Que se a como el temblor que la sostiene. Que se mantenga como un latido. No he de proferir adornada falsedad ni poner tinta dudosa ni añadir brillos a lo que es. Esto me obliga a oírme. Pero estamos aquí para decir la verdad. Seamos reales.Quiero exactitudes aterradoras. Tiemblo cuando creo que me falsifico. Debo llevar en peso mis palabras. Me poseen tanto como yo a ellas. Si no veo bien, dime tú, tú que me conoces, mi mentira, señálame la impostura, restrégame la estafa. Te lo agradeceré, en serio. Enloquezco por corresponderme. Sé mi ojo, espérame en la noche y divísame, escrútame, sacúdeme.
Historia (1977)
Abro la ventana y veo un ejército que recoge sus víctimas. Espectros que llevan en sus brazos espectros, y adonde camino descubro sus bocas. La penuria de sus trajes no es nada frente a la de sus ojos, y al pus del heroísmo, ¿qué decir de todo eso? Cuerpos transparentes al sol, con tejido de fantasmas. Si olvido, aún sé que siguen recogiendo víctimas —apenas comienzan— y no hay fin, durará hasta la noche y todas las noches y mañana y pasado mañana y después y siempre. Dentro, cinco, nueve, cincuenta, doscientos años abriré nuevamente la ventana y la escena no habrá variado. Los espectros serán los mismos otros, pero ella no se alterará, no habrá modificación, una corrección de última hora.
Fragmento de Amante (1983)
Cuanto hiciste fue para propiciar el encuentro. Aparta pues de ti la espera. Ahora. Sólo hay aquí, ya, un aquí embriagado en un ya de oro. Te encontrarás de bruces ante ella. La vida a quemarropa. Por fin. En tu cuerpo. La flor inmediata, la única, te esperó siempre.
Las pases (1988)
Lleguemos a un acuerdo, poema. Ya no te forzaré a decir lo que no quieres ni tú te resistirás tanto a lo que deseo. Hemos forcejeado mucho. ¿Para qué este empeño en hacerte a mi imagen cuando sabes cosas que no sospecho? Líbrate ya de mí. Huye sin mirar atrás. Sálvate antes que sea tarde. Pues siempre me rebasas, sabes decir lo que te impulsa y yo no, porque eres más que tú mismo y yo sólo soy el que trata de reconocerse en ti. Tengo la extensión de mi deseo y tú no tienes ninguno, sólo avanzas hacia donde te diriges sin mirar la mano que mueves y cree poseerte cuando te siente brotar de ella como una sustancia que se erige. Imponle tu curso al que escribe, él sólo sabe ocultarse, cubrir la novedad, empobrecerse. Lo que muestra es una reiteración cansada. Poema, apártame de ti.