María Moro: «La extracción de piedras preciosas puede ser una labor sostenible»
«Hay gobiernos que explotan sus minas, que no tenemos idea cómo están haciendo las cosas»
La diseñadora de la firma de joyas Oona, María Moro, prepara un viaje por distintos continentes buscando la joyería más sostenible y ética de nuestros tiempos. El registro quedará plasmado en una serie de documentales que mostrarán los paradisiacos lugares y yacimientos donde se extraen las gemas más preciosas del mundo, de manera responsable.
María llegó por primera vez a Sri Lanka después del tsunami que remeció el Océano Índico en el 2004. «Llegué en una época en la que Colombo seguía militarizada. Continuaba la guerra. Pero también conocí el paraíso. Por eso decidí producir mis joyas ahí, hasta el día de hoy. Cada vez que vuelvo, me siento como en casa». La historia moderna de Sri Lanka, también conocida como la antigua Ceilán, siempre se ha narrado desde la dicotomía entre su exótica belleza y su casi ininterrumpida inestabilidad política. Las protestas de julio de este año, llevaron a la dimisión del presidente Gotabaya Rajapaksa, luego de que este pidiese asilo político en Singapur.
«Fue una etapa muy dura, en la primavera de 2022 el país se declaró en bancarrota. Luego de la pandemia, el gobierno no podía hacer frente a importaciones básicas, como medicinas o petróleo. La situación era extrema. Los manifestantes llegaron a tomar la residencia presidencial, donde permanecieron varios días hasta que el presidente, ya en el exilio, hizo pública su renuncia. Sri Lanka siempre ha sido un país complicado. Estuvo treinta años en guerra civil. Tuvo que permanecer prácticamente cerrado al mundo. Luego del tsunami, se empezó a recuperar poco a poco con la llegada del turismo. Llegaron a tener dos millones de turistas al año. Después sucedieron los trágicos atentados de 2019 y luego llegó la pandemia. Por el precario sistema sanitario del país, se creó una política de confinamiento muy estricto. Solo se podía salir una vez por semana», señala María.
El país volvió a tomar impulso durante las pasadas Navidades, cuando empezó a llegar un incipiente turismo. María nos cuenta que actualmente la situación es bastante ambigua, porque si bien los turistas tiene acceso a todo lo necesario para pasar una buenas vacaciones, la gente local sigue sufriendo la escasez de suministros. «Aún hay largas colas en las gasolineras, cortes de luz y faltan productos básicos, pero si eres turista casi no lo notas y los locales entienden la situación porque necesitan del turismo para recuperarse».
A partir de la pandemia, María decidió empezar a investigar sobre el comercio justo de las gemas y las piedras preciosas a nivel mundial: «Yo desde el principio decidí hacer joyería sostenible, por eso vine a Sri Lanka. Antes había estado en la India y pese a las maravillas de recursos que tienen, también logré ver que en la minería y en los talleres muchas veces las cosas no se hacían bien y de producir ahí, sentía que pasaría a ser parte de la injusticia». En Sri Lanka, pese a los inestables gobiernos y conflictos internos, se ha logrado una política ética en la explotación de minas, que ha llevado al país a ser un ejemplo a nivel mundial.
«Las regulaciones laborales son respetuosas tanto con la comunidad como con el medio ambiente. No existe la explotación infantil. Todos los niños están escolarizados y los derechos laborales se cumplen. Por temas geológicos, la isla tiene las mejores minas del mundo y de gran variedad. Se habla mucho de las consecuencias y del impacto negativo que tiene la fast fashion con el medio ambiente, pero no se habla de los estragos que está haciendo la extracción de gemas y piedras preciosas que llegan al mercado a precios más «accesibles». Por esto surgió la idea de mapear los lugares donde se estaba trabajando bien, haciendo las cosas de manera ética, para poderlo contar y darles visibilidad.
La investigación la realizó acompañada de un grupo de geólogos que mapearon las zonas que lograban cumplir con los requisitos fundamentales para poder ser consideradas extracciones éticas y sostenibles: «Hay un largo eslabón que hay que revisar y cumplir para lograr un trabajo ético, sostenible y socialmente responsable. Desde el aspecto de la sostenibilidad, es necesario conocer el concepto de la ‘transparencia’, que se refiere al compartir abiertamente la información sobre cómo, cuándo y a quién se debe comprar las piedras«.
Para esto es necesario lograr una trazabilidad que señale la cadena de suministro, haciendo un seguimiento desde el origen y recorrido del material, hasta su venta final. Las gemas deben ser tratadas desde un comercio transparente y trazable. Asimismo, el material debe ser puro, no tratado artificialmente. La extracción de la mina debe realizarse intentando lograr su mínima manipulación. Si se hace de forma manual, el impacto es mínimo, contrariamente a lo que hace la maquinaria pesada. Y por supuesto, es fundamental que se respeten los derechos y condiciones laborales».
La explotación de minas para la financiación de conflictos bélicos tuvo la mayor repercusión internacional durante la guerra civil que vivió Sierra Leona entre 1991 y 2002, por los denominados «brillantes de sangre». En 2005 mediante el llamado proceso Kimberley, la ONU conjuntamente con el sector del diamante, presentó un texto para certificar el origen legítimo de estas piedras y los estándares que se deben cumplir para su explotación y comercialización. Pero a pesar de los acuerdos y leyes que se promueven para regular la industria, es prácticamente imposible abarcar todos los territorios. «Hay gobiernos que explotan sus minas, y que no podemos tener idea cómo están haciendo las cosas. En Afganistán por ejemplo, hay yacimientos con las piedras más alucinantes del mundo, pero ahora mismo están controladas por los talibanes. No se puede saber a dónde va el dinero recaudado ni para qué se esta utilizando».
El primer documental previsto para ser estrenado en 2023, se titula Un viaje a nuestro origen y recorrerá yacimientos por un territorio de más de quinientos kilómetros de Sri Lanka. El viaje parte de Galle al suroeste de la isla hacia la zona de Okkampitiya, donde se encuentran importantes depósitos de gemas y los yacimientos con los mejores zafiros del mundo. «Esta piedra la encontramos en esta zona de distintos colores, los hay amarillos, blancos, azules, o naranjas, que son muy especiales por su escasez en el mundo. Al lugar es peligroso acceder por los elefantes, los lugareños y mineros tienen casas en las copas de los árboles por si llegan de improvisto y tienen que subir a resguardarse. Muchas veces pasan horas arriba de los árboles hasta que los elefantes deciden retirarse. También hay que tomar en cuenta las épocas de monzón, muchas veces por la inundaciones el acceso se vuelve imposible».
Desde la sostenibilidad es necesario conocer el concepto de la «transparencia»: compartir información sobre cómo, cuándo y a quién se debe comprar las piedras
En Sri Lanka operan dos organismos reguladores donde los pequeños mineros artesanales cuentan con el respaldo de leyes laborales justas y de cuidado del medio ambiente. «Los permisos de licencia de minas, en comparación con otros países, se renuevan anualmente para verificar que se estén cumpliendo todas las normativas. Es esperanzador ver cómo un país que está en una situación política tan precaria, pueda a su vez tener tan bien regulado otros sectores».
Este proyecto será el primero de una serie de documentales, que mostrarán otros lugares del mundo en busca de la extracción y comercialización ética de piedras preciosas. Desde México, en Veracruz nos llevarán a conocer la extracción de las famosas amatistas en la localidad de Piedra Parada. En Colombia la comunidad de Muzo mostrará su comprometida labor con las esmeraldas, al igual que Brasil con sus turmalinas en el estado de Paraíba. Finalmente el viaje nos llevará a conocer el proyecto de gemas de Moyo en Tanzania y en el Congo y Botswana mostrarán distintas comunidades que se dedican a la extracción sostenible de diamantes.