‘Bailando hasta el apagón’, un directo de Vetusta Morla
El grupo madrileño Vetusta Morla estrena una crónica audiovisual de su concierto celebrado el pasado 24 de junio en el estadio Metropolitano de Madrid
Veintitrés años dando guerra en los escenarios no es moco de pavo. Más bien es tirando a esputo de T. Rex. Habiendo superado los años de vida de Sid Vicious sobre las tablas, los muñequitos predilectos del indie nacional, Vetusta Morla, están en lo más alto de su carrera. Quienes creyeron que acabarían decorando baretos pijoprogres de la capital se han llevado un chasco. Tras ponerle banda sonora original a la película La Hija, de Manuel Martín Cuenca, en septiembre del año pasado, meses después volvieron a dar la campanada con un nuevo álbum.
Renacieron así, como un fénix, invocando milagros en Cable a Tierra, título del disco, con el que invocaron una adoración a la calidad con temas como «La virgen de la humanidad», que si no está crucificada y resucitada; ya ve sobrevolar las palomas de la adoración popular. Por si fuera poco, los vetustos indies sacan el venazo con «Te lo digo a ti», un tema destinado a convertirse en su pesadilla pues, una vez despachado, apunta a ser uno de los nuevos himnos de la banda. Los hijos de La historia interminable (novela que inspira su nombre, para quien no lo sepa) dan y pulen cera con maestría durante sus directos a todos los temas que han marcado su carrera. Es más, no es otra cosa sino un directo lo que nos trae a estas palabras. Concretamente, el que tuvo lugar el 24 de junio en el estadio Wanda Metropolitano de Madrid. Una gran noche de la que se hizo una crónica audiovisual, el directo Bailando hasta el apagón, que ve la luz al gran público este viernes.
¿Por qué merecía la ocasión un registro tan exhaustivo, más artístico que rememorativo? Son múltiples las variables de esta decisión. En primer lugar, las 35.000 personas que poblaron el estadio. Además, los de Tres Cantos, que presentaban ese último disco, han fisgoneado sonidos nuevos. Reclamos de tiempos pasados que merecen ser azuzados en el presente. Por eso, no contentos con la magnitud demográfica, también era de recibo captar la esencia de la velada por el tracklist de casi cuarenta temas a los que se enfrentó la banda. ¡Atención!, y con banda no me refiero sólo a Vetusta Morla. Importados desde Palencia, los caprichitos del indie español trajeron a su vera a El Naán, y desde Galicia, a Aliboria. Ambas agrupaciones, bien pandereteras, parieron un aquelarre de etnicidad tradicional con el que los Vetusta encontraron una privilegiada comunión, muy ad hoc a su metafórico estilo alternativo. Si no me creen, vayan, vayan y busquen el adelanto de la película en YouTube. Concretamente, la canción «Los Días Raros» que logra, entre poesía y puñetazos sobre una mesa de cocina, poner los pelos de punta a cualquiera.
Habrá, seguro, quien se pregunte ¿por qué ‘bailando hasta el apagón’? Podría ser una simple coincidencia con el estribillo de la canción «Valiente», pero no… Hay, mejor dicho, hubo, una razón determinante para este título. Como si algún puñetero hubiera decidido hacer una broma pesada o, ¿quién sabe?, con la idea desde la organización de convertir en épica la velada, al inicio del concierto se produjo un apagón de cuatro minutos. Sin duda, un suspiro, salvo para quien está encima de un escenario frente a 35.000 personas. Lo más sorprendente, nada de abucheos, insultos o botellazos como los de un concierto de los Sex Pistols en Texas. El incidente fue parecido a cuando un joven, y narcotizado, Bruce Springsteen olvidó una de sus letras en un recital y recibió, por parte del público, el caluroso abrazo de miles de voces recordándosela. Lo mismo ocurrió con Vetusta Morla. Vistiendo el silencio como si los fans presentes fueran la propia banda, decenas de miles de personas corearon la letra de la canción víctima del apagón, lo que no sólo inspiró la confianza del grupo el resto de la velada, sino que quedó grabado como un documento inmortal de la pasión que despierta el conjunto madrileño en su ciudad.
La presentación de Bailando hasta el apagón tuvo lugar en los cines Paz de Madrid. Allí los integrantes del grupo hablaron del concierto, de las sensaciones vividas y de las recordadas gracias al audiovisual. En cuanto al famoso apagón, Pucho (voz) afirmó: «El apagón resulta mucho más impactante en las imágenes de cómo yo lo viví. Cuando estás ahí arriba, estás a lo que estás. Lo que sí fue sorprendente es que la gente siguiera cantando la canción. No hubo abucheos ni nada parecido. Todo el ambiente fue muy festivo». Por su parte, David García (batería) nos confiesa: «Para mí fue un jarro de agua fría. Me dije: ‘¿Qué coño está pasando?‘. En cuanto tomé conciencia, pensé: ‘Vale, ahora esto hay que sacarlo. Lo tenemos que remontar tocando lo mejor que sepamos’». Y, casi sin temor, se puede asegurar que así lo hicieron.
Preguntados por el concierto en sí, Juan Manuel Latorre (guitarra) aseguró: «Al principio, cuando nos lo ofrecieron, mi primer impulso fue de rechazo. ¿Cómo íbamos a darle vida al disco y la propuesta con El Náan y Aliboria en un gran escenario? La mayoría de los instrumentos no son eléctricos y tienen una disposición técnica muy complicada; panderetas, una mesa de comedor… Al final, nos envalentonamos. Logramos esa conexión de la raíz, lejos de lo etnológico como tal, pero con nuestra esencia que es el rock».
Porque, sin duda, introducir a las bandas gallega y palentina tuvo su riesgo, tanto que Álvaro Baglietto (bajo), entiende la introducción de ambas como «la creación de otro grupo. Un nuevo conjunto que trasciende lo que era originalmente Vetusta». Y, dicho sea, no sólo el folclore español pasó a formar parte del concierto. Como expuso Guillermo Galván (guitarra): «Teníamos una pregunta. ‘¿Cuál es nuestro folclore?’. Nuestro folclore es una mezcla de lugares que no podía ser un ejercicio de taxidermia. Por eso abarcamos tanto el folclore de nuestro pasado, como el que será el folclore del futuro, la música urbana». Y ¿por qué dice esto Galván? Pues porque durante la interpretación de «Consejo de Sabios» hizo su aparición Wos, uno de los raperos de estilo libre más importantes del mundo. «Lo cierto», prosigue el guitarrista, «es que tuvimos algunas dudas porque nos presentó lo que iba a hacer durante la prueba de sonido. Y, además, hizo tres versiones distintas a cada vez. Pero eso es parte de su magia. Ahí encontramos otro ritual compartido».
Rituales, folclore, anacronismos modernizados, revisión de liturgias y ceremonias: Vetusta Morla se decidió por una velada con la que romper, al menos en parte, su etiqueta de modernos. A este respecto, preguntamos a David García por el auge de esta vuelta a la nostalgia, al sonido primigenio. El batería nos responde: «Creo que estamos viviendo años con muchos problemas y que la globalización está tocando techo en algunos aspectos. Sencillamente vemos un proceso de localización y entonces, potenciado por hechos tan relevantes como la pandemia, te das cuenta de que las cosas se restringen a tu ámbito cercano y familiar. Puede que haya razones políticas para que, hasta ahora, se haya desestimado pero, seguramente, tenga más que ver con una cuestión heredada de la posguerra y de las clases sociales que tocaban estas músicas. Y, ahora, ya ha llegado el momento de revisarlas».
Para rematar, solo queda saber qué les espera ahora al conjunto madrileño. Todos afirman que no tienen planes, solo presente. Latorre, en cuanto a los directos, dice con contundencia: «Hay que salir al escenario con el testamento hecho. Sin vuelta atrás». Todo día llega a su fin y todo concierto puede ser el último. Más vale entonces vivirlo con un buen cable a tierra y disfrutarlo incluso hasta el apagón.