La travesía europea de los zapatistas
El periodista mexicano Diego Enrique Osorno dirige el documental ‘La montaña’, que grabó durante su viaje al cruzar el Atlántico con miembros del EZLN
Diego Enrique Osorno (Monterrey, México, 1980) se ha convertido en uno de los periodistas y documentalistas más comprometidos y reconocidos de América Latina. Sus libros y crónicas abordan temas sociales, políticos y criminales como el cártel de Sinaloa, las desapariciones forzadas en Cohauila y la violencia del narco en el norte de su país. No quiere entrar en detalles, pero su trabajo no ha estado exento de malos tragos. Sin embargo, ha descubierto una nueva forma de temor en su último proyecto. Un miedo tanto físico como emocional. El reportero y director de cine se embarcó en 2021 a bordo de un velero junto a una delegación de siete zapatistas rumbo a Europa. Osorno no sabe nadar ni estaba en buena forma física, pero poco le importó. Tampoco el compromiso de trabajo que había contraído con una productora de Hollywood.
«Era un pavor que nacía de la responsabilidad, pero no dudé porque todo lo que hacen los zapatistas está marcado por la rigurosidad y un compromiso no solo muy vehemente y admirable, sino también con mucho corazón. Tenía claro que cualquier cosa era sacrificable con tal de acompañar y tratar de colaborar con ellos dejando este registro», nos confiaba estos días el realizador durante el Festival de Róterdam, donde su documental, La montaña, ha sido estrenado en la sección Harbour.
La película acompaña al escuadrón 421, integrado por cuatro mujeres, dos hombres y una persona no binaria, en su misión en busca de aliados en su lucha política para construir un mundo mejor.
Lecturas adolescentes en una fundición de aluminio
Si el veterano reportero ha vivido el encargo con ansiedad ha sido por el vínculo emocional que tiene con el movimiento político gestado en Chiapas. Cuando en 1994 se produjo el levantamiento de un grupo armado de indígenas y campesinos en pro de sus derechos fundamentales, Osorno tenía 13 años y trabajaba en una fundición de aluminio de su ciudad natal. En las horas de descanso empezó a leer los comunicados del EZLN, que fueron fomentando en él un sentido crítico con la realidad.
«Me sentí identificado no solo con sus exigencias de democracia, justicia y libertad, sino también con su prosa. Desde ese momento me politicé», rememora.
El 2 de mayo de 2021, el velero de bandera alemana y más antiguo que el Titanic levaba anclas desde Isla Mujeres hasta Galicia. El documental recoge la travesía como si se tratara de una bitácora de viaje. En el metraje se intercalan las voces de las generaciones que han tomado el relevo de aquella rebelión con extractos de imágenes de archivo de los años noventa ilustrados con voz en off. En una serie de conversaciones íntimas se van desvelando el pasado, el presente y las aspiraciones para el futuro, que pasan por difundir el mensaje de que para cambiar el mundo, antes hemos de cambiar la forma en que lo vemos.
«Nosotros no vamos a ir a matar ni a saquear, sino a dejar una semilla de vida, una semilla de lucha. No será fácil, porque el capitalismo avanzó un chingo, pero es posible hacer otro mundo, unidos. No decimos que todos se vengan a hacer zapatismo, sino que cada quien se organice, que cada pueblo luche a su modo, que se resista», argumentan el grupo de indígenas durante el documental, que se ha titulado con el nombre con el que se bautizó el barco, «una montaña navegando a contrapelo de la historia».
El objetivo del escuadrón ha sido romper la parálisis en la que la crisis sanitaria sumió a los movimientos sociales. Al hacer este viaje buscaban la presencialidad, desactivar la confusión, el miedo y el individualismo. «Emprendieron un viaje que iba en contra de la lógica política, en sentido inverso de la perspectiva colonial: son pueblos originarios yendo a Europa», distingue el realizador.
Consignas políticas que son humor y poesía
Los comunicados del Subcomandante Galeano han formado ética y estéticamente a Osorno. No en vano, tiene un hijo llamado Marcos. Sin embargo, su película muestra el nuevo zapatismo. La cámara registra sus reflexiones actuales, que van más allá de la selva Lacandona para adentrarse en el mar y en otros continentes, que deja atrás la parte armada en pos de la concienciación civil.
No obstante, ha reservado tres guiños a otras tantas figuras históricas del movimiento. Además de la voz del Subcomandante, se escucha la de la actriz Ofelia Medina, muy comprometida con la defensa de los derechos humanos, organizadora de las elecciones en el territorio zapatista y miembro del grupo de la Sociedad civil en el Diálogo de Paz en Chiapas. Completar este reconocimiento la canción El viento, de Manu Chao, «porque representa el colectivismo internacional que recibió el zapatismo».
La voz del Subcomandante Marcos detalla las suspicacias y relaciones interesadas que despertó el movimiento: «Había quien se acercaba con el afán de usarnos, de mirar hacia atrás, sea con la nostalgia antropológica o con la militante. Para unos éramos comunistas, para otros trotskistas, anarquistas, maoístas, milenaristas… Si me permiten un consejo deberían cultivar el sentido del humor, no solo por salud mental y física, también porque sin sentido del humor no van a entender el zapatismo. El que no entiende juzga, y el que juzga, condena».
Al decirle a Osorno que le presuponemos sentido del humor, el periodista ríe. «Desde sus primeros comunicados han estado hablando con mucha verdad, diciendo cosas que no se dicen, pero con respeto por el lenguaje. Hay humor y poesía, lo que en la militancia tradicional ha estado mal visto», nos aclara.
Al finalizar el estreno de la película en Róterdam, un señor se acercó al director conmocionado. Le repetía que las aspiraciones de los tripulantes del velero eran simples y grandes al mismo tiempo, algo muy serio y un juego, e impelía a Osorno a explicarle lo que había visto. Le respondió que juzgara por sí mismo, aunque con THE OBJECTIVE profundiza: «Esta iniciativa no concluyó con ese viaje ni con la delegación aérea La Extemporánea, sino que es una campaña que va a seguir varios años por los cinco continentes, con el objetivo de despertar a la gente. En un momento en el que todos estábamos recluidos y teníamos miedo de hablar con el otro, generaron una sacudida. Sus efectos los iremos viendo. Creo que terminaremos de entender la trascendencia de esta iniciativa zapatista dentro de una década. Este gran gesto es una simiente modesta, pero al mismo tiempo muy poderosa».