Algunas grandes fortunas ahora crean museos
De esta forma se aseguran de cuidar eficientemente su patrimonio y de ganar prestigio y mejorar su reputación
Entre 2016 y 2022 se han inaugurado más de 100 museos privados en el mundo. El top 5 de países con museos privados lo encabeza Alemania, con 60. Le sigue Estados Unidos, con 59. En Corea del Sur hay 50, y China e Italia completan el listado con 30 espacios cada uno.
Aunque allí se concentren la mayor parte de los museos privados, la dinámica del sector es mucho más amplia y está generando importantes movimientos en países donde las grandes fortunas han decidido invertir en mecenazgo o, incluso, en crear instituciones museísticas de relevancia mundial.
Abrir un museo no solo requiere tener un poder adquisitivo potente, sino también una colección significativa, algo que exige tiempo además de dinero. Además, la diversificación de las categorías de museos amplifica las opciones para que las grandes fortunas cuenten con diferentes espacios expositivos.
¿Por reputación o filantropía?
La reputación, el mayor indicador de valor intangible de una empresa, es muy sólida en los museos, que disfrutan de un alto índice de reconocimiento, credibilidad y respeto. Según el informe «Why do people love museums so much?» («¿Por qué la gente ama tanto los museos?»), entre un 70% y un 90% del público afirma confiar plenamente en la integridad de estas instituciones.
De ahí que las fortunas del mundo prefieran invertir en este tipo de organización que las vincula con entidades muy respetadas por el público. Así mejoran el posicionamiento de sus negocios y proyectos.
Además, el contenido de los museos puede casar con conceptos positivos como belleza, estética, exclusividad, innovación, disrupción o futurismo, que se alinean con las estrategias de negocio de sus impulsores.
Otra consideración es que, con la creación de un museo, estos poderosos se aseguran mantener sus colecciones privadas dentro de su patrimonio a la vez que lo exhiben, dando fuerza al concepto de democratización de la cultura. Y, por si fuera poco, aprovechan muchas oportunidades de negocio (visitas privadas, tiendas de museos, cafés, restaurantes, eventos, etc.) para lograr una unidad de negocio sustentable.
Por ejemplo, una visita a puerta cerrada al Museo del Prado o al Reina Sofía, ambos de carácter público, puede significar entre 1.200 y 4.000 euros por hora, una cifra nada despreciable, entendiendo que el mantenimiento de estas instituciones requiere grandes flujos de capital. Las grandes empresas, muchas veces patronas de los museos, utilizan este formato de visitas privadas (y mejoran su reputación entre sus invitados). También artistas y celebridades han usado este formato para sus visitas a los museos españoles.
Con sus museos, las grandes fortunas se aseguran de cuidar eficientemente su patrimonio y de ganar prestigio y mejorar su reputación ante el público.
Titanes del lujo
Un ejemplo claro es la Fundación Louis Vuitton. Tras haber apostado por el mecenazgo desde 1990, en 2014 decidió crear su propio museo, con ayuda del arquitecto Frank Gehry, el mismo que diseñó el Museo Guggenheim de Bilbao.
La fundación pertenece al grupo empresarial LVMH, dueño de las casas Christian Dior, Bvlgari, Givenchy y Dom Pérignon, entre otras grandes marcas. Liderado por Bernard Arnault, LVMH también compite en materia de coleccionismo de arte con su archirrival del mercado del lujo, el grupo Kering.
François Pinault, propietario de Kering (Gucci, Balenciaga, Alexander McQueen, Puma, Botega Venetta e Yves Saint Laurent entre otras marcas de lujo), también ha hecho cambios en el mundo del arte a través de la Pinault Collection, con sedes en París y Venecia. Tadao Ando transformó para Pinault el edificio de la Bolsa de Comercio de París en un museo de arte contemporáneo, donde se exhibe una parte importante de su colección privada.
Este museo –cercano al Louvre, el Musée d’Orsay y el Centre Pompidou– se suma a los otros dos centros expositivos del grupo: Palazzo Grassi y Punta della Dogana, en Venecia.
Coleccionismo latinoamericano
Latinoamérica tampoco escapa al fenómeno de los museos privados y el patronazgo. Las grandes fortunas de la región han formalizado espacios expositivos de relevancia. En México, Carlos Slim (uno de los hombres más ricos del mundo) inauguró en 2011 la futurista sede del Museo Soumaya.
Junto a este espacio, la empresa mexicana Jumex abrió su propio museo, dedicado al arte contemporáneo. Ambas instituciones han convertido a la zona de Nuevo Polanco, en Ciudad de México, en un gran eje cultural de la ciudad.
En Montevideo, Uruguay, la familia Gurvich creó, a través de la fundación que dirigen, el Museo Gurvich, un espacio que concentra gran parte de la obra de José Gurvich y que también alberga, de forma itinerante o efímera, exposiciones de otros artistas del mundo.
Miami acoge, desde 2013, el Perez Art Museum Miami (PAMM), financiado por el empresario Jorge M. Pérez. La sede fue diseñada por la firma de arquitectura Herzog & de Meuron. Su vecino, The Phillip and Patricia Frost Museum of Science, era, en principio, el Junior Museum of Miami, fundado en 1949. Para su nueva sede, los Frost hicieron un aporte económico de casi 50 millones de dólares.
Arte para jóvenes
Tras más de dos décadas de compra y conservación de arte moderno y contemporáneo, los coleccionistas y galeristas holandeses Lionel y Kim Logchies abrieron primero en Ámsterdam, en 2016, el Moco Museum –de MOderno y COntemporáneo–. Y en 2022, una nueva sede en Barcelona.
Esta apuesta museística está orientada a los jóvenes, normalmente ajenos al concepto tradicional de museo, que encuentran en él espacios instagrameables. Jean-Michel Basquiat, Banksy, Kaws o Yayoi Kusama son algunos de los artistas del museo.
Compartir gastos
Sea cual sea la categoría de museo o centro expositivo, durante los últimos años no han dejado de aparecer museos privados por todo el mundo. Las grandes fortunas, que por mucho tiempo han acumulado obras, apuestan ahora por crear espacios innovadores para atraer visitantes que contribuyan a sufragar los gastos generados por sus colecciones.
Así, esta tendencia se afianza y promete seguir revolucionando el mundo de los museos.
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.