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Cultura

Enarbolar la bandera

Ladera Norte coincide con González y Guerra a la hora de reivindicar la tradición humanística y democrática europea

Enarbolar la bandera

Ilustración de Alejandra Svriz.

Apenas separados por 24 horas, la pasada semana se celebraron en Madrid dos actos de gran trascendencia. El primero tenía lugar en la Fundación Carlos de Amberes, donde el intelectual neerlandés Rob Riemen presentaba la nueva editorial Ladera Norte. El segundo, se celebraba en el Ateneo, donde dos artífices de nuestra democracia, Felipe González y Alfonso Guerra, presentaban el libro de este último, La rosa y la espinas (La Esfera de los Libros).

Estos dos actos tenían en común el hecho de tratarse de presentaciones de libros y de desarrollarse en dos marcos históricos, auténticos templos del debate intelectual. Además, y esto es lo fundamental, tenían en común algo mucho más importante. Siendo cierto que uno tenía un carácter marcadamente cultural y el otro un carácter esencialmente político, primaba sobre todo lo demás una gran coincidencia: en ambos se enarbolaba la bandera de la tradición humanística y democrática.

A esa bandera se refirió Riemen en su intervención. Esa bandera se la había transmitido a él el violonchelista húngaro superviviente del Holocausto János Starker. El músico judío había emigrado a Estados Unidos, donde enseñaba música, pero no sólo. Seguía la tradición educativa del bildung (formación en alemán): «La enseñanza de la búsqueda de valores espirituales como la verdad y la belleza; la consciencia de que la estética y la ética van de la mano, y de que la plena expresión de una obra maestra de la música requiere no solo perfección técnica, sino también compromiso, entrega».

En el último encuentro de Riemen con Starker, ya próxima su muerte, el violonchelista le agarró de la mano con fuerza, le miró fijamente a los ojos y le dijo:  «Rob, carry the flag» (Rob, enarbola la bandera). Y eso hizo y sigue haciendo. Fundó el Nexus Instituut «con la ambición de hacer accesible la tradición del humanismo europeo, cosmopolita, su patrimonio cultural y artístico y sus valores espirituales y morales».

Valores democráticos

Un día más tarde, en el Ateneo de Madrid, el foro democrático que ordenó cerrar el dictador Primo de Rivera nada más llegar al poder, el expresidente del Gobierno y su primer vicepresidente, Felipe González y Alfonso Guerra, izaron otra bandera, la de la Transición, para defender los valores democráticos y la Constitución del 78.

El expresidente del Gobierno, Felipe González, y el exvicepresidente del Gobierno, Alfonso Guerra. | Jesús Hellín (Europa Press)

Ambos líderes, que coincidían por primera vez en 30 años, aparcaron sus considerables diferencias para poner en valor sus más relevantes coincidencias: reivindicar los «valores históricos del socialismo», destacar la idea  de que de todos los españoles somos iguales frente a la insolidaridad de los nacionalismos y recordar que la Constitución de 1978, aprobada por un 90% de ciudadanos, es nuestro marco de convivencia.

Ideas que seguro comparte Rob Riemen, infatigable luchador en pro de los valores de la tradición cultural europea que el siglo pasado quisieron destruir precisamente los nacionalismos. Y también hubiera compartido George Steiner, «arquetipo del intelectual europeo», quien, pese a haber nacido en París, se definía como extraterritorial. Ambos son dos de los autores cuyos textos conforman el primer título de la editorial Ladera Norte, así llamada porque la Norte siempre suele ser la ladera más difícil de subir.  

Nuestras palabras: Educación, mundo clásico y democracia
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