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Cultura

Un ensayo biográfico bucea en el Mediterráneo de Serrat

El periodista y escritor Juan Ramón Iborra retrata una época de España a través de la vida del artista

Un ensayo biográfico bucea en el Mediterráneo de Serrat

Joan Manuel Serrat. | Libros Cúpula

Es el símbolo, como lo llaman en América Latina, la memoria y el temblor sublime de la voz, la sensibilidad indiscutible que ha rendido a generaciones tras generaciones. Ahora lo pinta, tan poliédrico como es, Juan Ramón Iborra, el periodista que lleva cruzándose con él media vida. El biógrafo empezó a escribir esta memoria cuando el cantante dejaba de cantar, al comienzo de su última gira, titulada El Vicio de Cantar 1965-2022. Ambos se conocieron en el año 73, en la plaza de toros de Valencia, por mediación de un amigo del padre de Juan Ramón. Y de todo ese roce nace este A propósito de Joan Manuel Serrat (Libro Cúpula) basado en hechos y en palabras del biografiado, pues son muchas las entrevistas que recogen textualmente estas páginas.

Portada de A propósito de Joan Manuel Serrat

Juan Ramón Iborra dice, del noi de Poble Sec, que tiene «un don para la creación de canciones bien resueltas, de modo autodidacta en el principio de los tiempos, de mayor elaboración técnica en su madurez, pero siempre con una intensidad de valores que provienen de una sólida educación familiar». Y en esa educación familiar entra a bucear bien pertrechado de oxígeno.

Por ejemplo, cuenta cómo su madre salió huyendo de un Belchite en guerra en el que sus padres y hermanas fueron asesinados en un mismo día. Ángeles, la madre de Serrat antes de serlo, caminó sin descanso hasta Barcelona y allí encontró al que luego sería el padre del artista. El ensayo recoge las palabras de Joan Manuel sobre ellos: «… Creo que la cosa vino más o menos por un tacón de zapato roto en un momento determinado, a la salida de un cine. Vete tú a saber si fue fortuito. Creo que fundamentalmente debió de venir por la gran soledad en que aquellos dos personajes se encontraron en aquel momento».

Primera guitarra

Aun con las estrecheces que siempre cargaron (su padre era empleado de la Catalana del Gas y la Electricidad y, como tantos españoles, trabajaba en otro lugar después de su primera jornada) esos progenitores le dieron alas, y algo más importante: su primera guitarra a los 15 años. Y aquel pillastre despierta con ella no sólo a la música, sino también a la vida que se le mostraba, cuando menos, opaca: «…Cuando uno ya tiene 19 años y tiembla cuando ve pasar cosas bonitas por delante suyo, que siempre le son inaccesibles, en un momento dado descubren que toca la guitarra, canta una canción y le escuchan. Le escuchan y entonces las entradas son siempre más fáciles».

Juan Ramón Iborra

La voz clara de Joan Manuel no deja de alumbrar canciones, y su poesía, de envolverlas. Es Salvador Escamilla, el presentador del programa Radioscope en Radio Barcelona quien le da su primera oportunidad llevándolo a cantar regularmente a su estudio, y presentándole a los primeros sellos musicales que apostarán por el artista. A partir de ahí, la historia es de sobra conocida: el anchuroso mundo se abre ante el catalán, que nunca ha dejado de reconocer que ésa siempre ha sido la principal ventaja que le ha visto a su oficio, tal como decía en una entrevista concedida al biógrafo y periodista Iborra, y aquí recogida: «…el conocer las tierras en directo, el conocer a las gentes, los paisajes, las comidas, las sensualidades del mundo, de esta cosa un poco maravillosa y etérea que es estar todo el día volando como un pájaro de un sitio a otro, curioseando…. Esa es la parte tremenda. Yo a eso no estoy dispuesto a renunciar».

En catalán y castellano

Pero, como todo artista que deja encendidas luces largas en su público, Serrat ha tenido que convivir también con su reverso de sombras. En su caso, se le ha afeado en los últimos años que cantara en catalán fuera de su tierra, y en español en ella. El ensayo de Iborra recoge uno de esos momentos, sucedido durante la gira Mediterráneo da capo, en diciembre de 2018 en el auditorio olímpico del Fórum, y también la respuesta sensata y sardónica que el autor dispensa: «En un momento dado del concierto, mientras comienzan a identificarse las primeras notas de Aquellas pequeñas cosas, alguien entre el público le espetó a Serrat muy claramente: ‘¡¡¡Que estás en Barcelona, canta en catalán!!!’. Entonces, muy tranquilamente, Serrat mandó, primero, detenerse a sus músicos. Luego dijo (…) esto es un espectáculo que trata de repasar unas canciones de un disco que se grabó en el año 1971 y que integra diez canciones, todas escritas en castellano (…). Estoy, probablemente, desde antes que usted en Barcelona, y desde antes que usted estoy trabajando por esta ciudad y por hacer cosas; por tanto, le pido que me deje hacer mi espectáculo tal y como está diseñado. Le aseguro que es la primera vez que este espectáculo, yendo por todo el mundo, encuentra a alguien que dice esto. Se lo digo para que se pueda sentir orgulloso. Muchas gracias».

Dice Juan Ramón Iborra que su mayor afán con este ensayo es llegar a los lectores más jóvenes, de quienes, dice, «ahora andan por otros mundos musicales y, en general, por otros planetas». Y ciertamente puede que sea más complicado que se acerquen a este libro de primeras, pero no es descartable que recalen en él si algún día la voz del cantor les susurra aquello de que todo pasa y todo queda, pero lo nuestro es pasar y que, mientras no pasamos, somos jóvenes de un modo irrefutable. La vida es la esperanza, Iborra, no la perdamos.

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