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Cultura

‘El hijo predilecto’: el libro que destapa el muro machista de Japón

Impedimenta publica una novela de la célebre escritora japonesa Yuko Tsushima por primera vez en español

‘El hijo predilecto’: el libro que destapa el muro machista de Japón

Imagen de la portada del libro. | Impedimenta

El célebre escritor japonés Osamu Dazai, con obras como El ocaso o Indigno de ser humano, se suicidó en 1948 a los 38 años junto con su amante, dejando atrás a su esposa y tres hijos en una situación económica muy precaria. Una de sus hijas, Yuko Tsushima (1947-2016), tenía un año, y nadie sabía que se iba a convertir en una de las escritoras más consagradas y rompedoras de la literatura nipona. Ha ganado los principales premios literarios de Japón durante su carrera, incluyendo el Premio Izumi Kyōka de literatura, el Premio Noma de Literatura o el Premio Tanizaki.

Hasta ahora, la autora era desconocida por los españoles, pero la editorial Impedimenta ha empezado a recuperar su obra en nuestro idioma con traducciones de Tana Oshima. En 2020 se publicó Territorio de luz, la novela más importante para entender el pensamiento de Tsushima y ahora han apostado por El hijo predilecto, su segunda novela, publicada originalmente en 1978. 

Yuko Tsushima
Yuko Tsushima. | Impedimenta

Las dos novelas exploran temas similares –mujeres aisladas y divorciadas que crían solas a sus hijos en el Japón heteropatriarcal de los años setenta–, son sólidas y están bien construidas. Sin embargo, El hijo predilecto es más fatigosa y desalentadora. Mientras que Territorio de luz es la historia apacible de una joven que lucha por criar a su hija de 3 años, El hijo predilecto cuenta la historia de Kōko, una mujer de 36 años que cría a su hija de 11, Kayako. Los conflictos se perciben de una manera más clara al tratarse de una niña adolescente que tiene su propio carácter. 

Esta historia de madre e hija no es lo que parece, sobre todo al principio. En cada párrafo se esconde una segunda historia; en cada capítulo, otra más. La de su exmarido, la de su amante, la del padre de su futuro hijo, la de su infancia. «Todos los casos tienen un denominador común: una relación disfuncional de la mujer con los hombres», escribe. La prosa es elusiva, aunque concisa. En la superficie, una madre duda de sí misma, de su elección de un padre para su hija, de su elección de criar a una hija como mujer divorciada. En la profundidad, se esconde una sociedad convencional en la que se encuentra encerrada. Su hermana, la «perfecta», cría a su hija por ella, en un hogar biparental, y la envía a colegios privados. Mientras tanto, ella bebe, enseña arte, tiene amantes y vive una vida que la etiqueta de marginada. 

Lucha interior

Además, no sabe si está embarazada, lo que le provoca más dudas y más lucha interior. Y más adelante, esto le supone una encrucijada entre el parto y el aborto. «Tres personas. A Kōko le fascinó la repentina sensación de equilibrio que le transmitía esa cifra. Ni dos ni cuatro, sino tres. Un triángulo. Una forma madura y bella. El cuadrado estaba bien, pero el triángulo era la base de todas las formas. Era dominante, do, mi, sol, un acorde. […] Con solo dos personas era muy difícil darle forma a una familia. Una adulta y una niña no podían estar unidas más que por una línea recta. Y, además, en esa línea, un punto estaba muy arriba y el otro demasiado abajo. Era una diagonal», escribe. El hipotético hijo sería una segunda oportunidad para ella, pero no percibe que la sociedad lo usará en su contra y la dejará fuera de los márgenes de lo establecido socialmente. 

Al principio de la novela, Kayako abandona el pequeño apartamento de su madre y se va a vivir con su tía y sus primos. Kōko sólo ve a su hija una vez a la semana. A medida que avanza la novela, queda claro que Kōko está sola y aislada y de cómo su infancia –en particular la relación con su hermano mayor, que murió a los 12 años– ha dado forma a la persona en la que se ha convertido. 

La novela se basa en la realidad de la sociedad nipona y retrata de una manera fiel cómo se trataba a las mujeres en aquella sociedad. «En aquella época, una mujer de esa edad era considerada socialmente demasiado mayor para el amor», escribe la autora en una nota al final del libro. Juzgada por todos, aislada de los círculos sociales, como una mala madre, irresponsable. Entremezclados con la narración presente aparecen recuerdos de su infancia y retrospectivas de su relación con el padre de Kayako. Rápidamente se hace evidente para el lector que la familia de Kōko (y la sociedad) han contribuido en gran medida a moldear la persona en la que se ha convertido: aunque es alguien que quiere abrirse camino en el mundo, Kōko se siente desesperadamente insegura de sí misma y determinada por las personas dominantes y entrometidas de su vida.

Fracaso social

Kōko es un personaje que le puede encantar al lector y frustrarle a la vez. Su obstinación y su lucha constante para salir adelante contra la familia que la oprimía desde la infancia y contra los hombres que no la tomaban en serio, es inspiradora. Sin embargo, su constante reincidencia, su aparente incapacidad para tomar una postura por sí misma, para tomar una decisión y mantenerla, para hacer las cosas comunes y cotidianas que afirmarían su independencia. Ese limbo difícil entre el «quiero, pero no sé si seré capaz» frustra la situación.

Y es normal que lo haga porque la posición en la que se encuentra Kōko no es para menos. Está atrapada en su realidad: ser mujer en el Japón de la posguerra no era tarea fácil. Menos todavía ser madre soltera. Y luego, encontrarse embarazada, inesperadamente. Sus dudas sobre su fracaso social son como una rueda que no para de dar vueltas durante las páginas. Sus pensamientos no encuentras descanso y eso hace que la historia sea verosímil y la convierta en cercana. Yuko Tsushima nos ha regalado una heroína muy real. No rendirse ante la oposición es todo lo que tiene Kōko. Comete errores. Se equivoca. Y más que nada, quiere su hija a su lado.

Esta novela, publicada por primera vez en 1978, refleja una conciencia femenina cambiante y explora la «presión social contra la maternidad en solitario». Koko tiene 36 años en una época que se considera «mediana edad en Japón» y una edad que sería una «vergüenza» para una madre primeriza. Yuko Tsushima se adentra tanto en el feminismo como en la discriminación por edad; irradia las complejidades de la relación madre-hija y las acusaciones sociales que recaen sobre dicha relación.

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