Los mejores libros de 2023, según Ricardo Cayuela
El editor y colaborador de THE OBJECTIVE ofrece una selección de sus lecturas favoritas a lo largo de este año
Arcadi Espada, Vida de Arcadio (Península)
Vida de Arcadio es un reportaje íntimo, escrito en segunda persona, que tiene como asuntos coincidentes la juventud del autor y la juventud de la democracia española.
La lucha por hacerse un hombre, detallada sin pudor ni contemplaciones, se cruza con las mentiras de su tiempo y con la primera y principal: que la juventud sea el almacén de los sueños perdidos. Aunque esta indagación sobre lo íntimo que el autor acomete con la voluntad de verdad que usa en su oficio para narrar la vida de los otros es también una celebración alegre y sensible de muchos momentos inaugurales de la experiencia.
Anna Pazos, Matar el nervio (Random House)
«La turbulencia de en medio es difícil de explicar. Queremos pensar que las decisiones irracionales las toman los demás y que nosotros actuamos con entereza, lucidez y amor propio. Después nos encontramos en medio del ciclón y el mundo se pone del revés. Lo que desde fuera parece una profanación imperdonable tiene ahora una explicación plausible. La decisión recta y evidente ahora resulta cobarde y la que habríamos dicho que implicaba negación y abyección denota generosidad y grandeza de espíritu».
Matar el nervio es la descarnada revisión de una juventud que busca su final. Es el lugar de expiación de una década vital, la de los veinte, ansiosa por obtener respuestas. Son fragmentos de una autobiografía sin secretos donde la literatura se funde con la vida.
Un nervio indómito, huidizo, caprichoso, conducirá a la autora a Grecia, Israel, Turquía y Estados Unidos para finalmente sumergirse en la historia de su propia familia. Su atracción por los personajes extremos hará el resto.
Juan Villoro, La figura del mundo (Random House)
«¿Hasta dónde podemos recuperar una memoria ajena? ¿Es posible entender lo que un padre ha sido sin nosotros? Ser hijo significa descender, alterar el tiempo, crear un desarreglo, un desajuste que se subsana con pedagogía, a veces con afecto o transmisión de conocimientos».
Juan Villoro relata en La figura del mundo algunos pasajes memoriosos en torno a su padre, el pensador mexicano-catalán, Luis Villoro. Sin el afán de escribir una biografía en estricto sentido, Juan evoca aquí la vida singular de quien fuera filósofo, luchador social, zapatista y autor de una obra fundamental. En este libro hace una aproximación a una figura a la vez íntima y pública, adentrándose en las complejidades de cualquier vida, narrando con maestría instantes que se desdoblan para entender el ubicuo presente.
Ricardo Dudda, Mi padre alemán (Libros del Asteroide)
«Mi padre nació en 1940 y yo en 1992. Nos llevamos cincuenta y dos años. En su larga vida ha sido muchas cosas más que mi padre. Es padre de otros. Fue marido de una mujer que no es mi madre. Amante de mujeres que ya olvidó y que lo olvidaron, a las que abandonó o que le abandonaron. Hijo de unos padres a los que nunca conocí. Refugiado de un país que ya no existe.»
En Mi padre alemán, obra finalista del II Premio de No Ficción Libros del Asteroide, Ricardo Dudda investiga y reconstruye la infancia y juventud de su padre, que abandonó su hogar en Prusia tras la segunda guerra mundial y sobrevivió en campos de refugiados durante una década. Una apasionante historia en la que el autor combina la biografía, el ensayo y la no ficción narrativa, y que es también una larga conversación entre un padre y un hijo sobre el pasado, el desarraigo, la culpa, la vejez y la muerte.
Rob Riemen, El arte de ser humanos (Taurus)
Nuestra verdadera identidad se encuentra en una serie de valores universales: la capacidad humana para vivir en la verdad, para hacer justicia, para amar, para crear y apreciar la belleza. Lo que distingue a unas personas de otras y a menudo las divide (sexo, raza, religión, origen, nacionalidad, aspecto físico) es secundario frente a esos valores universales.
Riemen explora las dos grandes preguntas de Sócrates («¿Cómo vivir?» y «¿Qué es una sociedad justa?») a partir de cuatro ejes: en primer lugar, reivindica la memoria para poder reconocer y hacer frente a las fuerzas del mal; en un segundo momento nos alerta de la estupidez y la mentira, que dejan fuera de juego a la inteligencia; a continuación, recurre a Zola para invocar la figura del intelectual e insistir en la necesidad de que intervenga con coraje en la esfera pública; y, por último, nos trae la voz de la esposa de Mijaíl Bulgákov para situar el amor profundo en el centro de la nobleza de espíritu, la que debe hacernos verdaderamente humanos.
Richard Malka, El derecho a cagarse en Dios (Libros del Zorzal)
«Lo nuestro es reír, dibujar, gozar de nuestras libertades, vivir con la cabeza muy alta frente a los fanáticos que querrían imponernos su mundo de neurosis y frustraciones, en conjunto con universitarios cebados de comunitarismo anglosajón e intelectuales, herederos de aquellos que apoyaron a algunos de los peores dictadores del siglo XX, de Stalin a Pol Pot».
«Lo nuestro es pelear […] para seguir siendo libres. Nosotros y los que nos sucederán. Esto es lo que se juzga hoy. Y seguir siendo libres implica poder seguir hablando libremente sin ser amenazados de muerte, asesinados por un Kalashnikov o decapitados».
Este libro es el alegato de Richard Malka, abogado de Charlie Hebdo, en el juicio por los atentados del 7 de enero del 2015 en los que fueron asesinados muchos de los integrantes de la revista. En su intervención en este juicio histórico, el autor describe el camino del mal y las ideologías que lo alimentan. Cada palabra pesa, golpea o aporta dulzura cuando evoca el nombre de los desaparecidos, sus plumas y sus pinceles. Más que un alegato, este libro es un elogio de la vida libre, alegre y esclarecida.
Claudio Lomnitz, Nuestra América (Galaxia Gutenberg)
En Nuestra América, el antropólogo e historiador Claudio Lomnitz cuenta el exilio de sus abuelos, desde Europa del Este hasta América del Sur, y cómo, establecidos en Lima en 1924, se implicaron intensamente en el ambiente intelectual de izquierda peruano y se esforzaron por vincular el pasado indígena con un internacionalismo emancipador que incluía la cultura y el pensamiento judíos.
Fueron amigos de José Carlos Mariátegui, posiblemente el pensador radical más destacado de América Latina, y mantuvieron correspondencia con Freud y los premios Nobel Rómulo Gallegos y Gabriela Mistral. Sus abuelos lucharon siempre por el compromiso intelectual, incluso cuando trabajan desesperadamente para sobrevivir. «Esta es la historia de mi familia, que es también la mía», señala Lomnitz.
Teresa Giménez Barbat, Contra el feminismo (Pinolia)
La RAE define feminismo como «principio de igualdad de derechos de la mujer y el hombre». ¿Es por esa igualdad real y efectiva por la que aboga en la actualidad el movimiento feminista hegemónico? ¿Sigue siendo una lucha necesaria en los países occidentales o el feminismo ha perdido el rumbo? En una sociedad polarizada, condicionada, y amenazada por la cancelación, la escritora y política Teresa Gimenez Barbat se declara beligerante contra ese feminismo.
A partir de la biología y la naturaleza humana, a través del estudio pormenorizado de los factores que influyen en nuestro comportamiento la herencia genética (nature), la educación o el estatus socioeconómico (nurture), la autora desmonta y denuncia las falacias de la llamada «ideología de género» con conclusiones rotundas cargadas de sentido común: «Las mujeres no somos víctimas; los hombres no son el enemigo».
Frank Dikötter, Dictadores. El culto a la personalidad en el siglo XX (Acantilado)
A ningún dictador le bastan el miedo y la violencia para gobernar: estas estrategias pueden resultar indispensables para alcanzar el poder e incluso para mantenerlo durante un tiempo, pero no suelen ser efectivas a largo plazo. La paradoja del dictador moderno es que debe crear la ilusión del respaldo popular, pues sólo un tirano cuyo gobierno es capaz de inspirar idolatría en el pueblo conseguirá perpetuarse.
En Dictadores, Frank Dikötter examina ocho de los cultos a la personalidad más efectivos del siglo XX: aquellos que, mediante estrategias que van desde los desfiles militares coreografiados al detalle hasta el establecimiento de una férrea censura, fueron plenamente conscientes de la imagen que querían proyectar y fomentar.