Camba: el mundo cabe en un artículo de periódico
La Biblioteca Castro reúne en un volumen todas las crónicas de viaje que Julio Camba escribió y publicó como libros
Autodidacta, anarquista, humorista y bon vivant, Julio Camba dejó su Galicia natal y desembarcó en la Argentina, donde empezaría a escribir unos panfletillos anarquistas que le costaron su deportación a España. Dos años después, en 1906, sería detenido tras el atentado frustrado de Mateo Morral contra Alfonso XIII el día de su boda. Fue entonces cuando dejaría el anarquismo para ganarse la vida escribiendo en diversas publicaciones: Diario de Pontevedra, El País, España Nueva o los Lunes de El Imparcial, hasta su debut como corresponsal en Estambul para La Correspondencia de España.
Tras su paso por Turquía, viajaría como redactor de El Mundo a París, Londres y Múnich, escribiendo lo que para Francisco Umbral era «un periodismo costumbrista, sociológico y literario que iba bien para los suplementos dominicales», un «psicólogo de las grandes urbes que se servía de la paradoja incesante para explicarnos el alma de los sitios que visitaba».
Viviría en Berlín hasta el comienzo de la Primera Guerra Mundial, donde escribiría desde 1913 para ABC, convirtiéndose en uno de los periodistas más leídos y mejor pagados de España. Durante los años veinte recorrería los Estados Unidos y buena parte de Europa, acrecentando su fama de gourmet exquisito reflejado en su libro La casa de Lúculo o el arte del comer.
Edición colosal
La Biblioteca Castro acaba de publicar un colosal volumen que reúne todas las crónicas de viaje que Camba escribió y publicó como libros. Son seis títulos: Playas, Ciudades y Montañas (1916); Londres (1916), Alemania (1916), Un año en el otro mundo (1917), Aventuras de una peseta (1923) y La ciudad automática (1932). El volumen cuenta con la edición de Francisco Fuster, responsable de gran parte de las reediciones de las obras de Camba publicadas en los últimos años y al que debemos agradecer que el gallego vuelva a ser leído tras décadas de olvido.
Playas, Ciudades y Montañas está compuesto por sesenta y nueve artículos que conforman un gran libro de viajes entre su Galicia natal, París y las montañas suizas, un volumen en el que destaca su característico humor gallego con el que analiza paisajes y personajes.
Londres son ochenta y cuatro crónicas pertenecientes a sus dos etapas como corresponsal en la capital británica: «Si estos ingleses no tienen imaginación en la cabeza ¿cómo van a tenerla en el estómago? Desde un tiempo inmemorial los ingleses vienen comiendo el roast beef porque todavía no se les ha ocurrido comer otra cosa. El roast beef representa una falta de capacidad imaginativa».
Alemania recoge las noventa crónicas escritas en diversas estancias en dicho país, mientras Un año en el otro mundo hace lo propio, en cincuenta crónicas, narrando su estancia en los Estados Unidos desde mayo de 1916 a abril de 1917, centrándose especialmente en la vida cotidiana de los habitantes de Nueva York.
Aventuras de una peseta son setenta y tres crónicas que reflejan el viaje de la peseta española por Alemania, Gran Bretaña y Portugal, mientras que La ciudad automática, reúne cincuenta y seis crónicas sobre su segunda estancia en la ciudad de los rascacielos.
Cronista de su tiempo de total actualidad
Camba sufría la maldición de reducir el mundo a la superficie literaria de 150 centímetros. El artículo era para él la medida de todas las cosas, unos artículos breves y amenos en los que abundaban las descripciones y con los que se podía hacer filosofía o geopolítica partiendo de cualquier anécdota cotidiana, como aquella columna en la que compara las camas inglesas, hechas para dormir, las francesas y las españolas: «Nosotros consultamos nuestros asuntos con la almohada, dormimos en la oficina y nunca estamos ni completamente despiertos ni completamente dormidos».
En 1949 se retiraría a la habitación 383 del hotel Palace de Madrid, «el solitario del Palace» lo llamaría César González- Ruano, estancia que habitaría hasta su muerte en 1962. Durante esos años, ya sea desde Madrid o desde cualquier ciudad europea, Camba siguió cultivando ese género híbrido entre la información y la opinión, en el que encontraba la forma perfecta de expresión. Cronista de su tiempo, uno de los más populares de la primera mitad del siglo XX, sus textos siguen hoy más vivos que nunca pues, a pesar del tiempo transcurrido, sus historias han resistido el paso del tiempo porque, al fin y al cabo, entre anécdotas e historias aparentemente intrascendentes, se refleja la verdadera condición del ser humano.