THE OBJECTIVE
El purgatorio

Carmen Mola: «Poner un nombre de mujer en la portada no garantiza el éxito»

Los tres autores detrás de la exitosa escritora se muestran ajenos a la autocensura, «nuestra libertad está en los libros»

Era mi primer trío y estaba nervioso. Carmen Suárez y Víctor Ubiña, guardianes silenciosos de la imagen de este periódico, se encargaron de atemperar el set para que cupieran los tres, y resultó un rato agradabilísimo. Carmen Mola está delante. O sea, Jorge Díaz, Antonio Mercero y Agustín Martínez, los tres hombres detrás del seudónimo de una mujer. Se proclaman orgullosos autores comerciales, venden libros como Sánchez cede competencias a Cataluña. Ininterrumpidamente. Vienen a presentar su sexta novela, El Infierno. Llevan tanta coordinación que nunca se pisan al hablar, son ya un trío coordinado hasta para las entrevistas. Mola.

PREGUNTA. – Nunca pensé en comenzar a hacer una entrevista, pero es mi primer trío. Al menos ustedes tienen un trabajo previo hecho para que no hablen los tres a la vez.

RESPUESTA. – (Antonio Mercero) Sí, eso lo tenemos. Ahora no hemos ordenado nada y no hemos previsto quién empezaba a hablar. Y por transferencia mental me he dado cuenta de que era yo (ríe).

P.- ¿Es cansado hacer entrevistas? Pueden decirlo aquí abiertamente, para que no vamos a engañar.

R.- (Jorge Díaz) Pues es agotador. Al principio va todo muy bien y tal, pero cuando ya llevas muchas, hay veces que tienes que concentrarte para escuchar la pregunta.

P.- Y que nos repetimos mucho los periodistas, preguntamos muchas veces lo mismo de siempre.

R.- (Agustín Martínez) Hay una pregunta que nos cae absolutamente siempre, que es, ¿cómo se escribe a seis manos? De hecho nos cae una multa, al que le caiga la pregunta paga 10 €.

P.- Carmen Mola me parece un ejercicio de concordia. En un país enconado, dividido, hay tres personas que se han puesto de acuerdo para escribir un libro.

R.- (A. Mercero) Me gusta la palabra concordia. Sí, un ejercicio de concordia, un ejercicio de generosidad, de disfrute del talento de tus compañeros. Esa es la clave. De muchas cosas y, sobre todo, de autoridad colectiva, que defender la autoridad colectiva en esta vida tan individualizada cada vez más está bien, se puede poner esto en valor también.

P.- Pero aunque sea un ejercicio de ejercicio de concordia, entiendo que discuten en la preparación de la novela.

R.- (A. Martínez) Discusiones claro que se producen, es la esencia de Carmen Mola. Levantar una novela, se levantaba a base de discusión, de estar peleándonos por las ideas, pero no nos vamos enfadados a casa. Suelo ganar todas las discusiones y entonces ya nadie da un portazo. Nunca nos hemos mandado a la mierda ni hemos roto puertas.

R.- ¿Nunca han dicho en una reunión, «pues esto me parece una gilipollez»?

R.- (J. D) Hombre, claro. Muchísimas veces.

R.- (A. Mercero) No se sienten ofendidos, esa es la clave, eso puede ofender a la gente que tiene la piel muy fina. Nosotros tenemos ya la piel endurecida, estamos curtidos, nos han dicho «esto es una gilipollez» muchas veces a lo largo de nuestra vida.

P.- Carmen Mola ha trabajado en guiones de televisión, entiendo que entonces es muy habitual que os dijesen «esto es una mierda, lo quitamos de en medio». Que se lo diga un compañero y un amigo, pues duele menos.

R.- Lo que pasa es que suele tener más razón el compañero y el amigo, lo otro es un ejecutivo que no tiene idea de nada.

P.- Carmen Mola tiene nuevo libro, El Infierno, y ahora hablaremos de él. Sabrán los lectores que Carmen Mola se hizo famosa, aunque ya llevaba un éxito literario anterior, pero con el Premio Planeta todo se desparramó. Además, un Premio Planeta que ese año se daba justamente un millón de euros como premio. ¿Jode más cuando se dan un millón de euros y hay que repartirlo entre tres?

R.- (J. D) Jode, pero preferimos repartir un millón que 600.000 euros.

P.- Se hicieron famosos al descubrirse quiénes se escondían detrás de Carmen Mola, tres hombres, ¿os sigue preguntando la gente sobre ello?

R.- (A. Mercero) Sí nos sigue preguntando la gente sobre ello, porque parece ser que Carmen Mola genera mucha conversación. De hecho, en muchas entrevistas hemos hablado de todo menos del libro, por todo el tema que hay alrededor de Carmen Mola. Sí que nos preguntan, pero lo llevamos muy bien. Esa polémica nos sorprendió un poco, eso sí, pero tampoco nos cambió demasiado la vida ni nos hizo sufrir. Y los que se cabrearon no eran lectores.

R.-  (A. Martínez) Es verdad que luego hay gente en las presentaciones y tal que de repente te sale y te dicen que se enfadó, sí, pero se le pasó muy rápido, como el primer arreón.

P.- ¿Creéis que el hecho de que fuera una autora femenina y no masculino os benefició? Por el que fuera una novela negra escrita por una mujer.

R.- (J. D) No, pero yo creo que no nos perjudicó y tampoco la polémica nos perjudicó. O sea, le dio dimensión a todo eso. No sé, nosotros hemos salido en el New York Times y eso a lo mejor no salen todos los autores del planeta.

R.- (A. Mercero) Pero vamos, yo creo que hay muchas mujeres que están ya y estaban ya escribiendo novela negra con su nombre perfectamente femenino. Algunas venden más o menos bien, otras no, pero es decir, no es que se te despliega la alfombra del éxito por poner un nombre de mujer en la portada. Ojalá fuera tan fácil.

P.- Hay muchos autores, incluso en vuestra industria, que tiene como resquemor a la gente que vende libros y dice «son autores comerciales».

R.- (J. D) Es que nosotros somos autores comerciales, y no lo rechazamos, no lo ocultamos. Y quien dice eso es porque no venden, los celosillos.

R.- (A. Martínez) Pero la gente en general sabe que se alegró mucho antes de ser Carmen Mola. Tenemos nuestras propias novelas individuales. Habíamos estado en festivales y conocíamos a muchos escritores y nos consideraban unos escritores miserables, como todos los escritores. Y entonces, cuando descubrieron que estábamos detrás de Carmen Mora, la mayoría de la gente se alegró mucho por nosotros. Llevamos un montón de tiempo escribiendo y ya habíamos fracasado convenientemente.

Los tres escritores tras Carmen Mola – Víctor Ubiña

P.- Eso está muy bien para los premios, la fama, el éxito, veníais maleados por la vida. Y está bien, porque si os hubiese llegado el éxito con veintipocos años, a lo mejor os volvéis imbéciles.

R.- (J. D) Bueno, no te digo yo que no nos esté pasando. (Ríe)

P.- Pero la fama, la vanidad, todo esto que en la juventud siempre es mucho más efervescente, a vuestra edad está más calmada.

R.- (J. D) ¿Nos está llamando viejos?

P.- Maduros.

R.- (A. Mercero) Nosotros tenemos un currículum magnífico de fracasos y siempre decimos que deberíamos llevarlo por delante, que nos presenten diciendo «escribió esta serie que se pegó un castañazo tremendo, esta otra que era un bodrio insufrible». Porque tenemos más fracasos que éxitos, sin duda.

P.- ¿Cuál ha sido vuestro mayor fracaso?

R.-  (J. D) Yo una vez dirigí un programa 15 minutos. Me lo dieron e inmediatamente me destituyeron. Era un programa de televisión que estaba haciendo otra persona que no iba a salir y que entonces me llamaron y me dijeron esto a las 09.00. «A partir de este momento eres el director», y a las 09.15 me dijeron que la cadena había suspendido el equipo. Pero lo viví como un alivio.

R.- (A. Mercero) Recuerdo la serie Lobos, había mucho interés puesto en esa serie y muchas expectativas, y llevaba yo los guiones. Era un proyecto que ya casi lo llevaba yo en primera persona y se pegó una hostia de campeonato. Eso fue terrible. Y mi primera novela, creo que conozco los nombres y los apellidos de todos los lectores que la compraron. De todos. O sea, bueno, son cosas que contrastan porque por un lado te hace mucha ilusión, pero por otro lado es un fracaso que no se puede esquivar.

R.- (A. Martínez) Hay muchas series que fueron un desastre. Me acuerdo de una que hicimos Jorge y yo, que es El don de Alba y que aparece en los rankings de las peores series españolas de la historia, suele aparecer ahí como colocada y como en disputa con otras, pero yo creo que terminaremos venciendo por abajo.

«Es absurdo que los españoles pidamos perdón por lo hicimos hace 200 años»

P.- El infierno es la sexta novela de Carmen Mola. Está Cuba y España, siglo XIX, hay amor, ¿qué es el infierno?

R.- (A. Martínez) El Infierno sigue la senda de La Bestia. Es un thriller histórico, finales del siglo XIX, 1866. Cuenta la historia de Mauro, que es un medio médico, un estudiante de medicina revolucionario, y Leonor es una bailarina, una suripanta, como se llamaban en la época, una corista de un teatro que se van a cruzar en una amanecida en Madrid, en plena revuelta y por culpa de algo que sucede hay un asesinato. Por un lado se van a enamorar y por otro lado van a tener que salir huyendo de España y van a recalar en Cuba, donde van buscando un paraíso para los dos y terminan encontrando un infierno. Eso es fundamentalmente en esta novela

P.- Escribió Italo Calvino aquello de que «el infierno de los vivos no es algo que será; hay uno, es aquél que existe ya aquí, el infierno que habitamos todos los días, que formamos estando juntos».

R.- (A. Martínez) El infierno, en la novela en algún momento lo decimos, el infierno es el hombre, el diablo es el hombre, el infierno lo compone el hombre con sus semejantes. Y en la novela hablamos, además de muchos infiernos, porque cuando llegan a Cuba se encuentran con que allí todavía rige la esclavitud. España, es una cosa que se sabe poco, fue el último país de Europa en abolir la esclavitud, el penúltimo del mundo occidental. Solo le gana en esa triste clasificación Brasil. Y entonces hay esclavos, pero no solo hay esclavos africanos o chinos, que es algo que se sabe, sino que hay esclavos españoles que llevan a españoles y les tienen como esclavos allí. Entonces eso es un infierno y es eso, el infierno de los vivos.

P.- ¿Cuál es el infierno que más teméis?

R.- (A. Mercero) En la vida que me rodea, el infierno de la guerra, el infierno de la desigualdad social, el de la injusticia en general. Eso en la vida que me rodea como ciudadano del mundo es lo que me preocupa. A mí me preocupa en mi vida personal, la soledad, la locura, la ceguera, es un infierno que también siempre me ha aterrado.

P.- Habláis de la desigualdad en esta novela. Eso me parece interesante que cada vez más vuestras novelas sean más sociales, más pegadas a temas de la calle. 

R.- (A. Martínez) Sí, poco a poco Carmen Mola se ha ido volviendo una escritora social de manera inevitable. Supongo que por las tramas que vamos montando. Nos interesa el tema de la desigualdad. Nos parece como la injusticia más palmaria, más evidente que se da en el mundo es la de nacer rico o nacer pobre. Y lo que eso significa a continuación y las posibilidades de vida que eso te genera. En la España del siglo XIX era muy evidente lo que estaba pasando.

Los ricos podían vivir bien mientras el país se estaba muriendo de hambre porque había habido muy malas cosechas y había una hambruna generalizada. Y entonces la gente en el campo, en los pequeños pueblos, se estaba muriendo de hambre. Pero es que eso al llevártelo a Cuba se multiplicaba por mil, porque ya no hablabas de ricos y pobres, sino que estás hablando de hombres libres y esclavos. Por eso nos interesaba mucho también ese viaje de un sitio a otro.

Antonio Mercero, Jorge Díaz y Agustín Martínez posan en la sede de THE OBJECTIVE – Víctor Ubiña

P.- Si tuvierais que hacer un tema, una novela actual, sobre un tema de desigualdad que os preocupe, ¿sobre qué tema lo haríais?

R.- (J. D) Yo lo tengo claro, sobre la migración, los de los países pobres de África o donde sea, que tienen que venir a Europa, muchas veces jugándose la vida en el Mediterráneo, en el Atlántico, llegando a Canarias en unas embarcaciones miserables. Y todo por intentar vivir mejor.

R.- (A. Mercero) Sí, no sé si el principal drama, puede ser que sí, de nuestra era, y además presente constantemente. Es que incluso todos aquellos que quieren mirar para otro lado y meter debajo de la alfombra los problemas. Actitud cómoda y muy extendida, no pueden hacerlo porque, como decía Jorge, ahora mismo es que los tienes en el telediario todos los días a los inmigrantes, naufragios con muertos o playas llenas de inmigrantes, de gente que viene de un mundo peor y que no encuentran acomodo en esta vida que buscan.

P.- Habláis de esclavitud en El Infierno. España fue una potencia de la esclavitud. Entendéis a quienes aún exigen, especialmente desde Latinoamérica, que España deba pedir perdón, no sé muy bien quién, igual es lo mejor es la figura del rey. ¿Entendéis a quienes todavía exigen ese perdón de España por lo que hizo en el pasado hace siglos?

R.- (A. Martínez) Que pida perdón el rey emérito, que se le da bien. (ríe)

R.-  (J. D) Nos han pedido hasta a nosotros que pidamos perdón. Los países no tienen que pedir perdón, que en su momento pasaron cosas que en otros sitios han pasado, otras que yo creo que cada país es responsable ya a estas alturas de su peso, de su estatus.

R.- (A. Martínez) Sí, yo creo que en eso no hay que pedir perdones. Es que me parece un poco absurdo estar pidiendo perdón sobre algo que pasó hace 200 años prácticamente, pero eso no significa que estemos blanqueando nuestra participación en la colonización o como funcionó España en Cuba, por ejemplo, como contamos nosotros en mi tierra. Una cosa es retratar los hechos históricos sin que eso implique que nosotros andamos pidiendo perdón por lo que pasó allí.

«Si tuviéramos que hacer una novela sobre un drama actual, sería sobre la migración»

P.- ¿Por qué Carmen Mola decidió situar la novela en Cuba?

R.- (A. Mercero) Elegimos Cuba, sí, pero la elegimos por una razón, porque la historia que nosotros estábamos contando en España, el retrato que estábamos haciendo de esa desigualdad en España y ese espíritu revolucionario que iba a terminar en La Gloriosa con la expulsión de los Borbones de España, es que nos parecía que Cuba creaba un espejo muy bueno. Que amplificaba todo lo que sucedía. En ese mismo año 68, en Cuba es el grito de Yara, que es el primero de la primera rebelión independentista en un ingenio de esclavos.

Es el primer chispazo de lo que luego será la independencia. En el 66, cuando nosotros llegamos a Cuba, hay también un runrún revolucionario todo el rato abolicionista por un lado de la esclavitud e independentista por otro. Son movimientos que se parecen mucho a lo que está pasando en España y lo que está pasando en Cuba. Y además, cuando descubrimos que todavía había esclavos y que había esclavos españoles, nos pareció irresistible. Había que llevar la historia hasta allí

P.- Hay violencia en la novela, ¿habéis visto violencia alguna vez real?, ¿habéis visto alguna vez un cadáver?

R.- (J. D) He visto cadáveres, pero nunca un cadáver de una muerte violenta. He visto cadáveres de muerte accidental, sí, pero de un asesinado, nunca he visto uno.

P.- ¿Qué os interesa de la violencia cuando escribís?

R.- (A. Martínez) A nosotros nos interesa la violencia porque existe la violencia, porque existe el mal en la sociedad. Bueno, esto que estábamos hablando miras a tu alrededor y hay casos terroríficos pasando todos los días y te preguntas porqué sucede eso. Y entonces a la hora de explorarlo y a la hora de escribirlo, lo que no somos es paternalistas. Si yo te estoy hablando sobre la violencia y alguien mata a alguien, te voy a contar cómo lo mata. Siempre hacemos la comparación con las novelas eróticas. Si estoy escribiendo una novela erótica de sexo, cuando los personajes se van a la cama, no me voy a llevar la cámara a la chimenea a ver el fuego. No, tengo que contar la escena de sexo.

P.- ¿Qué es más difícil?, ¿escribir sobre sexo o sobre violencia?

R.- (A. Mercero) Hombre, sobre sexo tiramos de experiencia propia y nos sale facilísimo (ríe). En cambio, violencia como no somos violentos, como hay concordia, y no hay violencia, aquí tenemos que imaginar. Pero el sexo es verdad que da más pudor o hay algo más pudoroso en el escritor, al menos a mí me pasa a la hora de escribir una escena de sexo que de violencia.

P.- Para ir cerrando, como autores de éxito, ¿cómo lleváis el fenómeno o qué pensáis del fenómeno de la cancelación? ¿Tenéis ahora mucho más cuidado en expresar opiniones?

R.- (J. D) Voy a contar una cosa que no debía. Pero en Twitter una vez salió un tweet que dijo Carmen Mola saca una novela más. Estamos cancelando fatal. (ríe)

R.- (A. Mercero) Son tiempos duros para mantener la libertad creativa. Hay muchos escritores que se están autocensurando por el riesgo de ser cancelados o de sufrir un linchamiento. Evitan ciertos temas, evitan ciertos pronunciamientos. Te metes en el tema, pero de una manera un pelín lateral, de puntillas. Son malos tiempos. Entonces creo que es muy importante mantener la libertad en todo lo alto y escribir sin miedo, con valentía. Creo que nosotros lo hacemos.

R.- (A. Martínez) Sí, nosotros no somos carne de redes sociales, ninguno de los tres, somos bastante desastre con el mundo digital. No tenemos una red social de Carmen Mola, tampoco somos de estar opinando en Twitter y este tipo de cosas. Nuestra libertad está en los libros y en los libros escribimos lo que nos da la gana. Ahí no tenemos ninguna cortapisa. Y era lo que teníamos al principio, cuando estábamos escondidos, cuando estábamos detrás del seudónimo que nadie nos podía decir nada. Entonces hicimos lo que nos dio la gana y ahora pues intentamos conservar eso, no perderlo.

P.- La autocensura la lleváis bien, entonces.

R.- (J.D) No, no hay autocensura de verdad. Hacemos lo que nos parece. Si ya con lo que tuvimos seguimos adelante.

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