Alicia Borrachero: viaje al centro de la ironía más amarga
La actriz protagoniza la obra ‘Un delicado equilibrio’, la ácida crítica de Edward Albee a la burguesía de EE UU de los 60
Todo vuelve. Edward Albee ganó el Premio Pulitzer de 1967 con Un delicado equilibrio, cumbre del teatro estadounidense de la época. Hoy, la crítica inteligente a aquella burguesía exquisita, tan autosatisfecha de su progresismo cool, sigue desatando una tensión punzante, agotadora incluso, que mantiene maravillosamente incómodo al espectador en los por otra parte gozosamente mullidos sillones del Teatro Fernán Gómez, del Centro Cultural de la Villa. Dos horas después, exhausto pero consciente de que ha sido testigo de algo muy especial, el público se pone en pie y aplaude a rabiar.
Enfrente no tiene nada demasiado espectacular. El escenario es tan minimalista como elegante y efectivo: un gran salón diseñado según los cánones de la clase pudiente del EE UU más próspero, orgullosa de su poderío intelectual y con mucho, pero mucho alcohol siempre a mano, incluso por la mañana, y más de un cigarrillo. Qué tiempos…
Circulan por él un puñado de personajes que no dejan de hablar, hilando interminables diálogos repletos del vitriolo inteligente que los triunfadores exquisitos insisten en arrojarse para matizar (¿perdonarse?) el evidente bienestar material de una cotidianidad con mucha clase: nada de batas de guatiné, sino mucho color pastel en prendas de un relax muy confortable pero siempre al borde de otra cosa, de una especie de autoboicot permanente. Se supone que forman un hogar, pero la puñaladas y los sarcasmos sugieren demasiado a menudo un campo de minas. Y, sin embargo, parece que se quieren. Pese a todo.
Porque son una familia… aunque en un muy delicado equilibrio, siempre a punto de explotar. El matrimonio formado por Agnes y Tobías dirige el tráfico de una constelación de personajes magníficos. De hecho, los actores que los interpretan, Alicia Borrachero (Madrid, 1968) y Ben Temple (Nueva York, 1969), pareja en la vida real, se han encargado también de traducir la obra al español y adaptarla a los tiempos.
Se nota. Ambos lo bordan, pero sobre todo Borrachero despliega una presencia soberbia que puntúa el tempo como un metrónomo pleno de clase y fuerza. Cara popular por sus ficciones televisivas, venía demostrando su talento sobre las tablas con cosas como Tierra del fuego, Perfectos desconocidos o Las criadas. El personaje de Agnes se antoja una vuelta de tuerca en su carrera.
Culta y mordaz
Nos lo cuenta desde dentro: «Es una madre, esposa y mujer que sostiene a una familia tras haber vivido un asunto muy trágico hace años. Es una mujer que se ha ocupado de salir adelante y, sobre todo, de mantener la idea que ella tiene de esa familia, por encima de todo. Se ha cerrado completamente al dolor y tiene dentro bastante violencia, bastante necesidad de herir y un sentimiento de rabia hacia el mundo y hacia la vida».
Un episodio, que apenas se menciona, pero queda flotando como una nube negra, le proporciona una densidad de loba herida. Aunque su expresión incluye momentos de delicioso humor negro: «Todo esto bañado con una gran ironía. Ella es muy elocuente, muy culta, muy mordaz, como lo es toda la función». Respiraderos para la tensión que se va apoderando de la trama: «Todo lo que ella quiere sostener y mantener, ese equilibrio, se derrumba según va pasando la función. Empieza ya agrietado y se va derrumbando cada vez más con los demás personajes y por una visita inesperada de sus mejores amigos».
Unos secundarios fabulosos van añadiendo combustible. Joan Bentallé y Cristina de Inza son Hary y Edna, los amigos intrusivos que introducen el elemento más surrealista y un toque fatalista, mientras que Anna Moliner se luce con Julia, la hija tarambana y mimada, mezcla de ingenuidad y rabia. Manuela Velasco, por su parte, lo borda en el contrapunto deslenguado y elástico que aporta Claire, la hermana alcohólica de Agnes.
Desafío
Todos comparten ese aire sofisticado de la alta burguesía americana, pero con una verdad que puede trasladar el inconsciente del espectador a alguna (más o menos terrible) cena de Navidad familiar, por ejemplo. «Como todo gran texto –esta obra tiene el premio Pulitzer–, la vigencia es inmensa. No caduca. Los grandes temas son universales y atemporales», sostiene Borrachero. «Albee trata muchos temas en esta obra. Muchas preguntas sobre por qué y para qué nos juntamos. Se ponen en cuestión los vínculos más íntimos; vínculos familiares, de sangre, y también elegidos, con los amigos. ¿Hasta dónde nos queremos? ¿Qué es quererse? ¿Dónde están los límites? ¿De qué tenemos miedo?»
La interpretación de Agnes, además, ha sido un desafío muy personal: «El personaje está bastante alejado de mí. He tenido que hacer más construcción que en otros casos». Pero ha contado con un entrenamiento privilegiado: «La traducción del texto original nos ha tenido siete meses inmersos en Albee y en estos personajes». Con el reto extra de la personalidad de Agnes: «Me ha gustado mucho poder hacer un personaje que tenga tanta destreza con la palabra».
Borrachero tiene ahora en marcha el estreno, el viernes, de la serie de Netflix El caso Asunta, producida por Bambú y en la que comparte elenco con Candela Peña, Tristán Ulloa, Javier Gutiérrez, Francesc Orella, María León, Javier Blanco… Un alto en el camino de la gira de Un delicado equilibrio. Y, ya después del verano, «algún proyecto más de cine». Habrá que seguirla de cerca.