Las Cortes de León, el primer parlamento moderno del mundo
Frente a la creencia popular, las Cortes de León de 1188 son anteriores y más democráticas que la Carta Magna inglesa
Una de las máximas que ha regido siempre es aquella de que «la historia la cuentan los vencedores». Pero podríamos darle la vuelta al dicho para afirmar que, para vencer, hay que contar la historia. En otras palabras, si una nación quiere ser conocida por algún hito o aportación, debe asegurarse de contarlo a los cuatro vientos. Claro que, en esos ejercicios de propaganda, el rigor histórico a veces queda aparcado.
Pues bien, si hay un país que es número uno en proclamar sus propias loas, ese es sin duda Inglaterra. Los ingleses son expertos en hacer marketing de sí mismos, en ocasiones con poco apego a la verdad. En este sentido, tal vez les suene que los británicos inventaron el parlamentarismo moderno y poco menos que la democracia. Para sostener este rimbombante título, los anglosajones proponen como hito de la humanidad la Carta Magna de 1215 y la posterior puesta en marcha del Parlamento inglés. La función de este órgano consistía básicamente en permitir a los nobles limitar el poder del rey. Dicho sea de paso que ni el monarca Juan sin Tierra ni los 25 barones que firmaron aquel solemne acuerdo cumplieron después con sus promesas.
El caso es que el inglés no fue ni el primer parlamento moderno ni, según nuestros estándares actuales, el más democrático. El honor, en cambio, le pertenece a nuestro país, concretamente al Reino de León. Y no lo dice este plumilla ni un grupo de publicistas españoles, sino la UNESCO, que, en 2013, reconoció a las Cortes de León de 1188 como «el testimonio documental más antiguo del sistema parlamentario europeo» en su Programa Memoria del Mundo.
En efecto, con tan solo 16 años de edad el rey Alfonso IX acababa de heredar la corona de León tras la muerte de su padre, Fernando II. Sin embargo, su hermanastro Sancho Fernández le disputaba el trono. La respuesta de Alfonso no fue iniciar una sangrienta guerra civil, tan habituales en la Edad Media, sino convocar a los notables del reino en unas Cortes que se celebraron, en la primavera de 1188, en la basílica de San Isidoro de León. Allí, el rey acordó una serie de importantes leyes y fueros con los principales estamentos de la sociedad y de paso se granjeó los apoyos necesarios para consolidar su llegada al trono.
Volviendo a los ingleses, estos también suelen presentar la Carta Magna como el primer órgano político que produjo textos legislativos. Sin embargo, las Cortes de León promulgaron muchas y muy importantes leyes que fueron muy novedosas para dar seguridad jurídica a los súbditos de la Corona. Entre ellas, destacan la protección que se brindó a los ciudadanos contra las arbitrariedades del poder real y eclesiástico, la inviolabilidad del domicilio y del correo, o la obligación para el rey de convocar Cortes para declarar la guerra. Y, fíjense, tan relevante fue este conjunto de leyes que en ocasiones se ha denominado… la «Carta Magna leonesa». Sí, cuando aún faltaban 27 años para que se firmase la Carta Magna. El marketing inglés de nuevo en acción.
También desde el punto de vista de su representatividad las Cortes de León son superiores al Parlamento inglés. Las Cortes que convocó Alfonso IX estaban formadas no solo por el propio rey, por el clero y por los nobles, sino también por delegados de las ciudades. Esto implica, por tanto, que la sociedad civil estuviera presente. El Parlamento inglés, sin embargo, sólo contó inicialmente con el rey y con un grupo de barones descontentos. No fue hasta 1295, más de cien años después de las Cortes de León, cuando el órgano británico incluyó a otros nobles, a obispos y a representantes de los condados y ciudades de Inglaterra.
Sólo en los últimos años, la historiografía académica anglosajona ha empezado a reconocer el precedente leonés como anterior al suyo propio. Por ejemplo, el historiador J.C. Holt afirma sin tapujos que «la Carta Magna estuvo lejos de ser única, ni en su contenido ni en su forma». Por su parte, el historiador australiano John Keane, formado en la Universidad de Cambridge, dice lo siguiente: «En la historia de la democracia, el nacimiento del parlamentarismo fue un evento sin precedentes. Un nuevo tipo de institución para manejar el poder de forma no violenta a través de la representación. Pero ¿dónde nació? Según la mayoría, en Inglaterra. El Big Ben es su símbolo. Un regalo incomparable de los ingleses a la civilización mundial. Pero, de hecho, la evidencia histórica es contraria a esa visión. En cambio, el primer parlamento, las Cortes, tuvo lugar en la primavera de 1188 en la ciudad de León, en el norte de España, cuando el rey Alfonso IX reunió a representantes de los tres estamentos para constituir el primer parlamento del mundo».
[¿Eres anunciante y quieres patrocinar este programa? Escríbenos a [email protected]]