J Dose: la defensa del rap sin barreras
En ‘Caprichos’, su último disco en solitario, el rapero fusiona el género con el jazz, el funk, el soul , la salsa o el flamenco
J Dose es el nombre artístico de Javi, rapero también conocido por formar parte del grupo Los Chicos de la Lluvia —grupo salmantino que, partiendo del rap, ha fusionado el género con sonidos propios del jazz, la salsa, el bolero, el funk o el soul, y que en el pasado ha publicado trabajos como Planes (2013) y Cross (2015)—. Caprichos, su último disco en solitario, hereda este sonido y lo lleva al extremo, conformando un proyecto pulido y compacto que, desde la primera escucha, ya llama la atención por su cuidado a diferentes niveles: concepto, voz, letras, estética, bagaje cultural y experimentación. En alguna ocasión, el rap más ortodoxo ha pecado de purista respecto a las fusiones; sin embargo, J Dose es —al igual que otros raperos como C. Tangana o Gata Cattana— de los que ha elegido remar en favor del riesgo.
Este álbum, compuesto de 15 temas, dejó ver su semilla con la pegadiza El huracán, publicada en 2022 junto a Antonio Narváez, conocido por acompañar al granadino Dellafuente en muchos de sus proyectos. Tras la intro, este tema ha sido el escogido para abrir el disco, seguido por Inmortales junto a Alberdi, una colaboración donde el rap se mezcla con el R&B propio de la artista canaria. No hay nada nuevo —junto a Juan Arance y Scandaloso Xpósito— abraza el blues a la vez que abarca cierta crítica social: «Siento nostalgia de mi juventud mientras suben el precio de la luz. Mi vida siempre ha sido como un blues, recuerdo aquella gira por el sur».
NNM es una canción junto a Rico Rosa, con quien ya colaboró en la serie de videosingles Fugitivo, donde el productor ha dado voz a artistas importantes del panorama como ILL Pekeño y Ergo Pro. NNM, siglas de No Necesito Más, habla del paso del tiempo mediante el amor («Dime cómo hacemos pa’ dejar que nos devore el tiempo, si estoy a tiempo, dame una señal»). Zapatillas a estrenar, tema que sigue, es una colaboración junto a los productores de hiphop Lupita’s Friends, y uno de los que más deja entrever su vinculación con el rap. Además, abarca el tema de la muerte, también clave dentro del disco: «Algo se muere aquí dentro y fuera pujando por quién da más, quieren llevarse mis restos, buitres han dejado de volar […] Quemar literatura, rezar a una pantalla, huir de la cultura, reír con la metralla, puta telebasura».
G-SUS freestyle, por su parte, juega a mezclar ritmos del hiphop en modo freestyle con sonidos del jazz, con una letra que ahonda en la reflexión existencial («¿Quién nos salva de nosotros cuando el horizonte es negro? ¿Quién le dio un juego de llaves a San Pedro? […] No entiendo nada, pero dudo de todo»). Además, también muestra su gusto y afición hacia el flamenco («Haciendo volteretas con fandangos de fondo, sonamos a puretas pero estamos en forma […] No es cante jondo, sólo drama desde el fango»). De paso —junto al grupo catalán La Sra. Tomasa— es uno de los temas fuertes del disco, que cuenta la historia de cómo cada persona encuentra su lugar en el mundo: «De paso va un emigrante y calle abajo camina errante, estaba de paso, las cosas vienen y van, pero uno sigue adelante, de paso, cruza tu puerta y entre tus brazos despierta».
Azúcar para tres Skit, una colaboración junto a Astrid Canales, guarda un guiño al mítico coplero Miguel de Molina («Na’ te debo, na’ te pido, te separas de mi vera, pero, aunque quiera, no olvido») en una letra que trata el desamor de una manera radicalmente contemporánea («Hoy me levanté, preparé un café, taza para uno, azúcar para tres, un hielo al vaso por kilómetro que separa tu culo de mis ganas de comértelo»). En la oscuridad, junto a Queralt Lahoz —catalana que mezcla sonidos urbanos con elementos del flamenco— trata de nuevo ese tema, esta vez emparentado con la inmensidad de la gran ciudad («Ya no me interesa si vienes o si vas, dónde te has perdido de la gran ciudad, quién es al que besas en la oscuridad»).
Orígenes humildes
En Ensayo y error, esta vez en solitario, J Dose nos muestra su faceta más personal, reivindicando sus orígenes humildes: «Nací preso en una familia guerrera clase media baja castellana y cómo no soñar ahí fuera, dos padres que lo han dado todo y me crio la abuela». Además, trata de una manera interesantísima la emancipación frente a esos orígenes: «Aquí soñamos con ser libres, como el viento que hoy parece que sopla a mi favor, con una fuerza mayor, soñamos con que lo imposible se hace real en nuestras manos a costa del sudor, siempre en ensayo y error».
I Pray, junto a Saske, rapero mallorquín, reflexiona sobre la religión con un sonido de rap más ortodoxo, dándole así un matiz distinto al proyecto: «Siendo ateo me acostumbro a cargar con la cruz […] Rezo por los que se quedan fuera del salseo, rezo por todos los que están, rezo por los que se fueron, rezo porque nunca me hagan la de San Judas Tadeo […] Rezo por todos los hermanos sin opciones en la vida». Champagne, además, reflexiona sobre la fama mediante un guiño a la de Rosalía junto a The Weeknd: «Es mala amante la fama y no va a quererte en la vida, es demasiado traicionera y tal y como viene, se pira».
El disco termina con Un Superpoder junto al gallego DL Blando, más pop, y de un ritmo pegadizo que sonaría en cualquier garito de moda, mediante sonidos alegres que, de nuevo, se contrastan con el desamor («Si tú te vas, mi dolor no hay quien lo pare»). Otra de las canciones claves del álbum que realza esa parte bonita de la nostalgia, ese optimismo frente a lo que, en el fondo, siempre se intuye que volverá. La outro Sin miedo —junto al productor D3llano— pone el broche final al disco, reforzando esta idea: «¿No ves que hasta lo eterno se termina? Quizá no estamos hechos pa’ querernos otra vez. Todo lo bueno se acaba y vuelve pa’ empezar mañana, si miras por tu ventana siempre hay algo nuevo ahí fuera».
Así, se teje este recorrido personal que, partiendo del rap, abarca el tema de los orígenes, el desamor, la reflexión existencial y la vocación de experimentar tanto a nivel de composición como de letras. Mediante samples y otros recursos como el freestyle, J Dose no duda en zambullirse en otros géneros sin miedo y, además, valiéndose de la colaboración con artistas tanto consagrados como emergentes. En sus propias palabras: «Es un álbum que busca experimentar sin límites, sin ataduras ante los géneros, es música porque sí, pero sin perder el norte. Es experimentar con sentido, pasión y respeto por cada uno de los estilos que lo componen […] No es una cuestión de versatilidad, es un álbum que nace de la curiosidad y de la pasión, es las ganas de hacer, de probar y de crear. Porque así deberíamos hacerlo siempre todo, desde la inocencia y el respeto, como si fuéramos niños que quieren salir a jugar todo el rato».