The Limboos atacan con los sonidos de los 60
La banda, referencia del rhythm and blues español, regresa con un disco en el que beben de las bandas sonoras clásicas
La banda, de origen gallego, ha sido desde el lanzamiento de su primer LP Space Mambo (Penniman Records, 2014) uno de los referentes patrios en R&B y en rock’n roll, digamos, años 50. Pero su nuevo álbum, Off The Loop (Penniman Records, 2024), aterriza partiendo la pana en un alunizaje que por luminoso, o estroboscópico, no despista una armonía propia.
Un lenguaje, para entendernos, que bota del pop barroco a los sonidos mosca, la atmósfera cinematográfica, el cuelgue lisérgico y, huelga decir, el rock’n roll. The Limboos se confirman así, siendo ya costumbre en ellos, como unos aventureros Indiana Jones; clásicos y geniales
Para saber más sobre los pormenores de este álbum, en THE OBJECTIVE nos hemos dado cita con dos de sus integrantes: Roi Fontoira (vocal y guitarra) y Sergio Alarcón (guitarra, piano, maracas).
PREGUNTA.- Existe una clara evolución musical del anterior disco a este. ¿Por qué dicho cambio?
RF.- Gracias a la pandemia pudimos parar las rotativas. Pero yo creo que es algo que ya veníamos notando. Había ganas de salirnos un poco del R&B y, digamos, sus hijastros. Abrir el abanico sin mesura, ¿sabes? Sin ningún pliegue.
SA.- La banda tenía, y tiene, una identidad. Eso lo hemos visto muy claro. Pero nosotros, como músicos, tenemos una base de rock’n roll muy variado, y bastante multigénero. Eso nos ha dado nuestra solidez hasta ahora en el estilo. Así que, desde ahí, sólo hemos tenido que ampliar y abrir el espectro.
P.- Ya lleváis carretera, claro. ¿Era hora de evolucionar?
RF.- En verdad, tampoco ha habido tanto cambio. Sí, es decir, hay una evolución desde los primeros discos, pero vamos, The Limboos es la misma banda, haciendo la misma música, salvo que con más matices.
Referencias
P.- Desde luego, son claras referencias a Dan Auerbach, o el rollo lounge del Tranquility Base Hotel & Casino, de los Arctic Monkeys, que no se veía en otros discos.
SA.- Diría que ninguno éramos fans de Arctic Monkeys, en absoluto. Yo es que nunca me había parado a escucharlos. Pero cuando sacaron el Tranquility Base, que curiosamente los fans lo repudian más, los iluminamos como un faro. Porque recuerdo que había oído que tenía muy buenas referencias. Muy Serge Gainsbourg. Como dices, muy lounge, y eso despertó mucho mi curiosidad. Y sí, desde luego, lo hemos tenido muy presente.
P.- ¿Y alguno clásico por ejemplo que, de repente, os hayáis sorprendido escuchando?
SA.- Hemos descubierto mucho las bandas sonoras. Todo el tema de los 60-70, ahí empezamos a investigar. Y hay compositores italianos, o franceses, como François de Roubaix, que son peña que nos podían sonar pero en los que, para este disco, hemos profundizado mucho. También, personalmente, conocía a Gainsbourg, pero me he parado a desvestirlo bastante más y ha sido sorprendente.
P.- Antes erais R&B de nicho. Ahora tenéis un sonido más amplio. ¿Creéis que ya habéis encontrado vuestra voz?
RF.- Creo que cuando ya dices, tengo un sonido propio, es como que ya te has pasado el juego. Tener esa verdad me parece raro, y un poco cretino también. Es como: «Ala, ¡ya tengo mi sonido y a facturar!»
SA.- En la búsqueda de sonido está lo divertido. En la evolución. Porque si dices: «No, yo ya he llegado a mi sonido. Ya está. Me siento identificado con esto y de aquí no me voy a mover», la emoción se apaga.
RF.- Nuestro sonido igual es no tener un sonido. No tener nada cerrado. Sentir el horizonte siempre abierto para que todo cambie, y visualizar nuevas latitudes.
P.- Dogmáticos, entiendo, no sois…
RF.- No. Nunca. Siempre hemos partido de una base sólida, que lo que quería era hacer R&B, no mezclarlo con reguetón, ni nada de eso. Y había que ceñirse a unas bases. Ahora con este disco hemos ido hacia otros frentes, ¡pero eso no significa que no vaya a haber R&B nunca más!
P.- ¿Veis más calor hacia vuestro tipo de música, R&B, rock y sus miles de vástagos, ahora que cuando empezasteis?
RF.- A medida de ir tocando ves que se va añadiendo público. Claro. Hay una relación y mucho cariño de por medio. Ahora, por el tema de las modas, no sé…
SA.- Creo que la gente se puede mover mucho por las tendencias, pero siempre habrá una parte que busque el cuidado de la calidad musical. Cosas que no sean sencillamente una base en una discoteca. ¡Que me parece muy bien! Pero creo que resiste un mercado de amantes de la música que huya del Auto-Tune, y busquen algo más clásico. Y hay un abanico de bandas de la hostia que se lo van a dar.
RF.- Para mí lo importante es conectar con la gente más joven. Con este tipo de música es lo más complicado, y el terreno donde se va a jugar, por así decirlo, que esto tenga margen de continuación y crecimiento. Y para eso es básico ir enganchando a la gente joven. Que en todas las pandillas de colegas caiga un melómano y vaya tirando de sus amigos. Porque, al final, es eso, el boca a boca.
Búsqueda
P.- Me interesa, para acabar, saber el proceso que tenéis de composición, y si hay algo que os molaría conseguir con este disco.
RF.- En este disco ha habido más inversión en las letras. Sinceramente, nunca nos hemos parado mucho a pensar en ellas. A mí me daba bastante pereza hacer letras. Pero en este disco he hecho varias y, sinceramente, me he divertido. Porque siempre lo había delegado. Me interesaba más la melodía y la canción en su conjunto. Para estas letras me he parado mucho en películas. Por ejemplo, partí de la película El desprecio, de Jean-Luc Godard, y metí una frase que me moló. Aunque luego no tenga nada que ver con la canción. Pero como que de repente te inspiras en las cosas menos imaginables.
P.- Digamos que sois una banda que prioriza la energía de la música y el sonido en su conjunto, antes que el significado profundo de las letras.
SA.- Sí. No recuerdo ninguna canción del disco en la que la letra estuviera hecha de antes. Somos bastante de generación espontánea.
RF.- Y para responder a la otra pregunta, a mí me encantaría rular por Estados-Unidos. Nunca he estado y sería genial.