THE OBJECTIVE
Ilustres olvidados

Ángel Sanz Briz y el resto de 'ángeles' que salvaron a miles de judíos del Holocausto

Repasamos la historia de un puñado de diplomáticos españoles que arriesgaron sus vidas para salvar la de los demás

Ángel Sanz Briz y el resto de ‘ángeles’ que salvaron a miles de judíos del Holocausto

Ángel Sanz Briz. | .

Steven Spielberg detrás de la cámara, una niña con un abrigo rojo y el desgarrador violín de Itzhak Perlman. Son los ingredientes perfectos para que el nombre de Oskar Schindler se haya grabado a fuego en el imaginario colectivo. Este empresario alemán afiliado al Partido Nazi fue responsable de salvar la vida de unos 1.200 judíos durante la Segunda Guerra Mundial, librándolos de los campos de exterminio. Su historia quedó inmortalizada en la película La lista de Schindler, ganadora de siete premios Oscar.

Pero, sin quitarle ningún mérito a Schindler, este personaje no fue el único que rescató a judíos de las garras de la Shoah, y tampoco el que en mayor número lo logró. En este capítulo, brilla con luz propia el nombre de Ángel Sanz Briz, llamado también el Ángel de Budapest. Su figura es injustamente desconocida para muchos, si bien una creciente minoría ha empezado en los últimos años a saber de su hazaña y a difundirla. Pero resulta que Sanz Briz no es el único español que participó en este arriesgado rescate.

Con todo, empecemos por él. Ángel Sanz Briz nació en Zaragoza en el año 1910 en el seno de una familia pudiente. Tras licenciarse en Derecho por la Universidad Central de Madrid, ingresó en la Carrera Diplomática en 1933, en una época políticamente turbulenta en España. Fue así como, meses después de iniciarse la Guerra Civil, fue apartado del servicio diplomático por el Gobierno de la República después de haberse alistado en el bando sublevado. Sin embargo, al año siguiente, el mando franquista le restituyó y le envió a Egipto como encargado de negocios de la Embajada española.

El Ángel de Budapest

Fue en su siguiente destino donde Sanz Briz hizo su más importante contribución a la historia. El diplomático español llegó a Budapest en 1942, en un momento en el que Hungría ya era un país simpatizante del Tercer Reich, pero que aún mantenía cierta independencia. Esa situación cambió en marzo de 1944, cuando Alemania invadió Hungría y colocó un gobierno títere. Comenzaron entonces una serie de políticas de creciente hostilidad hacia la comunidad judía de Budapest.

En esos meses, llegaron a oídos de la Embajada española rumores de lo que los nazis estaban haciendo con los judíos en las cámaras de gas. En ese momento, el entonces embajador, Miguel Ángel de Muguiro, ideó junto con Sanz Briz un método para sacarlos del país. Ambos echaron mano de un real decreto ya extinto, que se remontaba a la dictadura de Primo de Rivera, que permitía otorgar pasaportes españoles a judíos de origen sefardí. Sólo una minoría cumplían con este requisito, pero ambos se propusieron —dando su aprobación el Gobierno franquista— que el mayor número de judíos posible escapasen. La conducta sospechosa del embajador acabó por enfadar a las autoridades húngaras, por lo que Muguiro tuvo que abandonar el país, dejando a Sanz Briz al cargo de la operación de rescate.

Este no sólo continuó con esta labor, sino que la extendió a cada vez más judíos. En un principio la Embajada española había conseguido permiso para emitir doscientos pasaportes, pero Sanz Briz consiguió que fueran destinados para doscientas familias en vez de para doscientas personas, multiplicando así el número de los que se salvaron. No contento con eso, fue añadiendo letras detrás de los números, de forma que el pasaporte número 122 se subdividía en el 122A, el 122B, el 122C y así sucesivamente. El diplomático, además, metió a cientos de judíos en edificios alquilados bajo bandera española, incluida la propia Embajada, por toda Budapest y colocó carteles que indicaban que esos inmuebles eran propiedad extraterritorial, pertenecientes a la legación. De igual forma, pidió a la Cruz Roja Internacional que colocase banderas de España en hospitales, orfanatos y clínicas de maternidad donde se refugiaban cientos de judíos.

A finales de 1944, el Gobierno ordenó a Sanz Briz salir del país ante la inminente llegada del Ejército Rojo a Hungría. Pero su labor no terminó, sino que siguió en manos de un fascista italiano llamado Giorgio Perlasca, que se hizo pasar por él y continuó sacando judíos. En total, unos 5.200 judíos se salvaron.

Otros ‘Justos entre las Naciones’

Pero, como decíamos al inicio, el caso del Ángel de Budapest no fue el único de un español librando judíos del Holocausto. A modo de simple enumeración, otros héroes fueron José Ruiz Santaella, agregado en la Embajada española de Berlín; Bernardo Rolland de Miota y Eduardo Propper de Callejón, respectivamente cónsul general y primer secretario en la Embajada española de París; Julio Palencia Tubau, ministro de la Embajada de España en Sofía (Bulgaria); Juan Schwartz Díaz-Flores, embajador de España en Austria; y Sebastián Romero Radigales, cónsul general de España en Atenas. Entre todos ellos salvaron a miles de judíos de la muerte.

También todos ellos, junto a Ángel Sanz Briz, son considerados con el título de Justos entre las Naciones, un reconocimiento del Estado de Israel para honrar a aquellos extranjeros o no judíos que, con riesgo para sus vidas, prestaron ayuda de manera singular a las víctimas del Holocausto.

Tras la guerra, Ángel Sanz Briz continuó su carrera diplomática en lugares como Guatemala, Perú, La Haya o Bruselas. Además, fue el primer embajador español en la China de Mao. Terminó su carrera en la Embajada más antigua del mundo, la de España ante la Santa Sede. Murió en Roma en 1980. La mayoría de sus reconocimientos en nuestro país le llegaron póstumamente.

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