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Cultura

Xabier Anduaga, tenor de ópera: «Ya no soy una joven promesa, soy una realidad»

El cantante donostiarra atiende a THE OBJECTIVE unos días después de hacer un bis en la prestigiosa Ópera de Viena

Xabier Anduaga, tenor de ópera: «Ya no soy una joven promesa, soy una realidad»

El tenor donostiarra Xabier Anduaga. | EFE

Con sólo 28 años, el tenor Xabier Anduaga (San Sebastián, 1995​) se plantó el pasado 3 de mayo ante una abarrotada Wiener Staatsoper, la Ópera Estatal de Viena, y —en términos taurinos— salió a hombros. El joven cantante donostiarra cautivó al público austriaco con su interpretación de la romanza Una furtiva lagrima, una de las más populares del género operístico y perteneciente a L’elisir d’amore, de Gaetano Donizetti. Los portamenti y los pianissimi de Anduaga encandilaron al público de tal manera que este no pudo sino rogar un bis para la historia.

A pesar de su edad, seguir calificando a Anduaga de joven promesa empieza a ser cansino. Aparte de en el Teatro Real de Madrid y en el Liceu de Barcelona, el tenor vasco ya ha cantado en la Metropolitan Opera de Nueva York, en la Ópera de Berlín, en el Teatro Colón de Buenos Aires o en el Teatro San Carlo de Nápoles. Ahora, atiende a THE OBJECTIVE cuando acaba de volver de Londres, donde ha cantado Lucía de Lammermoor en la Royal Opera House y donde recibió la felicitación del rey Carlos III en persona.

La próxima temporada está previsto que actúe en Madrid y Barcelona en el papel de Alfredo en La Traviata y, también en el Liceu, como Elvino en La sonnambula.

PREGUNTA.- ¿Cómo fue ese bis en Viena y qué supone algo así para usted?

RESPUESTA.- Fue un momento entre especial y duro, porque el papel de Nemorino se pasa toda la ópera en el escenario y esa aria está al final de la ópera, por lo que estaba cansado. Hubo un par de minutos de aplausos y no parecía que nadie fuese a pedir bis, pero la gente empezó a emocionarse. El público pidió, yo miré al director y él me sonrió. No me lo esperaba y menos en un teatro como Viena que tiene trescientas funciones al año, así que están muy acostumbrados a ir a la ópera.

Es una emoción muy grande y es complicado gestionar las emociones en una situación así. Además, me puse una presión añadida porque quise hacer algo diferente, que es algo que nos pasa a los artistas cuando nos toca repetir, darle algo distinto al público. Todo esto del bis me ha supuesto algo que no me esperaba y es que mucha gente que no tiene nada que ver con la ópera se haya enterado y, a raíz de esto, haya escuchado algo, aunque sea este aria, y le haya interesado un poco este mundo.

P.- ¿Qué puede hacerse para que el gusto por la ópera se extienda?

R.- En España tenemos bastante suerte, hay bastante público y cada vez más público joven, lo he visto mucho sobre todo en Madrid. Esto es gracias al buen trabajo de los teatros, que están apostando por entradas más asequibles, que es de lo que muchas veces se quejan los jóvenes, sin ir más lejos mis amigos. Pero al final es caro lo que no quieres pagar; si voy a un restaurante con estrella Michelín, ya sé que no va a ser barato.

Entonces, ¿qué podríamos hacer? De entrada, seguir ofreciendo entradas más asequibles. Ahí también tienen su papel las instituciones, que deben dar ayudas para que los jóvenes puedan ir a los teatros. Por mi parte, intento mostrar en redes sociales que la ópera no es para señores mayores ni algo clasista.

«La ópera no es para señores mayores ni algo clasista»

P.- ¿De dónde le vino el interés por la música? ¿Cuándo se dio cuenta del talento que tenía?

R.- En el País Vasco hay una enorme tradición de coros y yo cantaba en el Orfeón Donostiarra. Cuando tenía unos 16 años me di cuenta de que me gustaba cantar solo y entré en el Conservatorio. Fue tirarme a la piscina sin agua, sin saber qué podía pasar, pero me arriesgué y poco a poco tuve la oportunidad de recibir masterclasses de gente del calibre de Alberto Zedda. Eso me llevó a debutar en Italia con 20 años y hasta hoy.

P.- En un tenor profesional, ¿cuánto hay de talento y cuánto de trabajo? ¿Y de suerte?

R.- Talento tiene que haber, al menos en una proporción del 30-40%, si no es imposible. Como en todo, tiene que haber talento. Dicho esto, el esfuerzo y, sobre todo, esas cosas a las que hay que renunciar son mucho más grandes de lo que la gente se puede imaginar, digamos un 60%. La suerte tiene un porcentaje, pero en casi todos los casos no es muy importante; puedes tener suerte porque alguien te escuche o porque ganes un concurso, pero al final hay que subir al escenario, dar el nivel y dar el callo. Sólo con suerte duras un día o dos.

P.- Habrá escuchado y leído mil veces que es usted la gran joven promesa de la ópera española. ¿Se considera como tal o se siente ya un tenor consagrado?

R.- Si me lo hubieras preguntado hace dos o tres años, te habría dicho que una promesa, pero ahora ya llevo ocho años de carrera. Así que, si no un tenor consagrado, al menos ya siento que soy una realidad, aunque suene raro y me cueste decirlo. He debutado en todos los grandes teatros y ya me siento con la fuerza de decir que las cosas van bien y que tengo que seguir por este camino. No sé cuántos años hay que tener para que dejen de llamarte «joven», pero al menos lo de «promesa» ya no vale. Dicho esto, las etiquetas no me gustan.

«He debutado en todos los grandes teatros y ya me siento con la fuerza de decir que las cosas van bien y que tengo que seguir por este camino»

P.- Hasta el momento, se ha especializado en un repertorio belcantista. ¿Cree haber encontrado su sitio o no quiere cerrarse puertas?

R.- Me siento un tenor belcantista. A veces nos cerramos en la terminología de tenor lírico o ligero, pero belcantista está bien expresado. Dentro del canto, estoy explorando hacia Verdi y hacia la ópera francesa. Pero no me voy a ir de donde estoy ahora, creo que he encontrado mi sitio.

P.- ¿Hacia dónde ve transitar tu carrera? ¿Qué objetivos y qué sueños se marca?

R.- Mi objetivo siempre es el mismo y que, cuando canto una ópera, poder afrontarla bien, con todas las de la ley, y no pasar desapercibido. También es importante saber aceptar los papeles en el momento adecuado. Una cosa que me gustaría es repetir bastantes títulos de los que he hecho hasta ahora para encontrar cosas nuevas. Veo mi voz y mi cabeza en la ópera francesa (con títulos como Werther, Romeo y Julieta o Fausto) y también en los Verdis jóvenes. No me marco objetivos más allá de ir a un teatro, hacerlo bien y que me vuelvan a llamar; es lo que me ha pasado ahora en Londres: acabo de cantar allí y me he traído contratos para volver. 

P.- La temporada que viene cantará La Traviata en el Teatro Real, donde alternará escena nada menos que con Juan Diego Flórez, seguramente el mejor tenor de los últimos tiempos. ¿Es un sueño cumplido?

R.- No, te soy muy sincero. Para mí no es un objetivo compartir cartel con Juan Diego Flórez, porque con él lo que me gusta es ir a escucharlo. A lo mejor lo interesante habría sido poder ensayar con él o compartir escena. Por supuesto, para mí es un ídolo cuando empecé a cantar, pero lo que es más un sueño es cantar La Traviata en Madrid. El otro día estaba repasando el calendario del año que viene con mi mujer e ir al MET, a Londres o a París es una pasada, pero la verdad es que me hacen más ilusión Barcelona y Madrid. No lo digo por quedar bien, sino porque el cariño que siento allí no lo siento en otros sitios.

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