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Historias de la historia

Ochenta años del día más largo

«El 6 de junio de 1944 tuvo lugar el desembarco de Normandía, un hecho de los que cambian la Historia»

Ochenta años del día más largo

Una de las pocas fotos que Robert Kappa hizo antes de huir de la playa Omaha. | Robert Kappa

«Será el Día más largo», dijo el mariscal Von Rundstedt, jefe de todas las fuerzas alemanas en Europa Occidental refiriéndose a la jornada del desembarco de Normandía. El Día D se convertiría en el hecho histórico sobre el que más se ha escrito y grabado. La transcendencia del acontecimiento lo justifica: en la Operación Overlord, nombre clave del desembarco, los Aliados se jugaban el desenlace de la Segunda Guerra Mundial. 

Un fracaso en la mayor operación anfibia de la Historia  -5.000 barcos, 1.200 aviones y 160.000 hombres lanzados a la invasión en un solo día- dejaría a ingleses y americanos fuera de juego durante mucho tiempo. Alemania podría retirar tropas de Europa Occidental, y llevarlas al Frente del Este para frenar a los soviéticos. Seguramente no lo conseguiría y solamente lograría prolongar la guerra un año más, pero la alternativa era casi peor. La Unión Soviética habría conquistado toda Alemania y luego tendría Europa inerme ante sí. Los tanques del Ejército Rojo habrían llegado hasta los Pirineos, incluso a la costa atlántica de Portugal y nuestra Historia habría sido distinta.

¿Cómo no va a sobrecogernos lo que pasó en el Día más largo? Por eso historiadores, periodistas, escritores, guionistas de cine y televisión han desmenuzado a lo largo de estos 80 años lo que sucedió en aquellas 24 horas del 6 de junio de 1944. Así hemos llegado a conocer detalles como lo que declamaba teatralmente, en la barcaza que le llevaba a la playa, el mayor C.K. King, jefe de una compañía del regimiento East Yorkshire. Para levantar el ánimo de sus hombres, o para disimular su propio miedo, o simplemente por la excentricidad propia de un inglés de clase alta, el mayor King se había llevado un ejemplar del Enrique V, de Shakespeare, y recitaba a voz en grito la arenga que el rey inglés lanza a sus escasas tropas antes de la batalla:

«Vosotros pocos, felices pocos, banda de hermanos, porque el que derrame hoy su sangre será mi hermano, por villano que sea hoy se convertirá en noble; y los caballeros que duermen en sus camas en Inglaterra se maldecirán por no haber estado aquí…».

El soldado Heinrich Severloh

También sabemos el número de balas de calibre 7’92 que disparó el soldado Heinrich Severloh con su ametralladora MG42: fueron 13.000 proyectiles. Severloh servía en la 352 División de Infantería, la única de todas las que defendían el área del desembarco que podía considerarse una auténtica división de combate. El resto de las divisiones estaban formadas con reservistas de edad madura o enfermos -había una en la que todos los soldados tenían úlcera de estómago; el rancho era comida de régimen-. La División 352 en cambio estaba formada con combatientes del Frente del Este muy fogueados, a los que se había llevado a un sitio tranquilo como Normandía como un premio, para que se recuperasen de lo que habían sufrido en Rusia.

La 352 tenía sus posiciones en la playa llamada en clave Omaha, pero conocida desde el Día más largo como «Omaha la Sangrienta», por la matanza que los alemanes hicieron sobre los americanos de las dos divisiones que tuvieron la desgracia de desembarcar en aquel sector. Desde las 6 de la mañana, Heinrich Sverloh comenzó a disparar su ametralladora, colocada sobre un trípode para que el soldado pudiese disparar cómodamente sentado. A esa hora saltó a la playa desde su barcaza el primer soldado americano, Sverloh le apuntó al cuerpo y apretó el gatillo; no le dio en el pecho, sino en la cabeza, y vio saltar su casco.

Luego siguió disparando y disparando. Cuando la ametralladora se calentaba, cogía su fusil Mauser y disparaba de forma más pausada, porque era un arma no automática, y a cada disparo tenía que montarla de nuevo a mano. Aún así disparó 400 balas de fusil. Se mantuvo en su puesto fortificado más de ocho horas, hasta que se acabó la provisión de 13.000 balas de ametralladora, y según cuenta Sverloh, mató o hirió gravemente a un millar de americanos. Esto ya es pura fantasía, como cuando un pescador dice que ha pescado un salmón de metro y medio, porque el total de bajas americanas en Omaha la Sangrienta fue de unas 3.000, y había 7.000 alemanes disparando. Pero lo que nos interesa es que Sverloh nos transmitió detalladamente su experiencia del Día más largo en una autobiografía publicada el año 2000.

Un día de cine

De la batalla de Waterloo, otro de esos acontecimientos que en unas horas cambiaron la Historia, tenemos miles de testimonios por las cartas o los diarios de los soldados que participaron en ella, pero del Día D tenemos mucho más que las cartas a casa: crónicas y fotografías de los corresponsales de guerra que estuvieron allí -por cierto, Hemingway dice que estuvo, pero es mentira, no llegó a desembarcar-, declaraciones a los periódicos de los protagonistas, intervenciones de los combatientes en documentales y series de televisión, libros que estudian todos los aspectos militares o históricos, libros a base de testimonios personales, películas y series de televisión, desde Día D, Hora H, película americana de 1950 de bajo presupuesto, hasta Salvar al soldado Ryan, una superproducción de Spielberg de 1998, protagonizada por Tom Hanks.

Una secuela del éxito de Salvar al soldado Ryan fue que Spielberg y Hank produjeron en 2001 Hermanos de Sangre, cuyo título original Band of Brothers (banda de hermanos) está sacado de la arenga de Enrique V a la que nos hemos referido antes. Band of Brothers es la mejor serie de televisión de tema bélico jamás rodada, en donde los apasionantes episodios -uno de ellos dedicado al Día D- van precedidos de las rememoraciones de los protagonistas reales, miembros de una compañía de paracaidistas lanzados sobre Normandía en la madrugada del Día más largo, muchos de los cuales todavía vivían al inicio de este siglo.

Pero la película canónica sobre el desembarco de Normandía sería The longest Day, El Día más largo, producida por Darryl F. Zanuck en 1961. Un equipo de cinco guionistas adaptó el libro del mismo título, obra de Cornelius Ryan, corresponsal de guerra en la II Guerra Mundial, que había entrevistado a un millar de antiguos combatientes de ambos bandos y civiles testigos del Día D. Fue una película épica coral, en la que aparecían identificados 80 de los protagonistas del libro de Ryan, y Zanuck decidió hacer el mayor despliegue de estrellas de la historia del cine, pues de los 120 papeles que tenía el film, más de treinta eran nombres famosos de Hollywood o del cine inglés, francés o alemán, ya que todos los personajes fueron desempeñados por actores de la misma nacionalidad, hablando su propio idioma. Hicieron falta cinco directores de cine para realizar este film ciclópeo, y naturalmente resultó la película en blanco y negro más cara de la Historia.

Zanuck se planteó por primera vez no contemplar el Día más largo como una historia de malos y buenos, exponiendo los puntos de vista de ambos bandos. Abrió así un benéfico camino que culminaría en la foto del 75 Aniversario del Día D, en 2019, donde aparecían juntos y en armonía la reina de Inglaterra, el presidente de Estados Unidos y la canciller alemana Angela Merkel.

Quizá en esta línea de reconciliación, Zanuck le dio un papel a Arletty, una actriz francesa que había sido la estrella más popular antes de la Guerra Mundial, pero que durante la ocupación alemana de Francia se hizo amante de un coronel alemán. Al final de la guerra fue procesada por colaboracionista, y para defenderse le dijo al juez: «¡Mi corazón es francés, pero mi coño es internacional!». Naturalmente la mandaron a prisión y su carrera se truncó, hasta que El Día más largo la redimió.

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