La agonía de Occidente
Una profusión de libros señalan el colapso de nuestro modelo. La cuestión es si existe la voluntad de cambiar de rumbo
Si hay un concepto que ha acompañado como una sombra toda la historia de España ese ha sido, sin duda, el de decadencia. Desde Quevedo («Miré los muros de la patria mía») hasta Ortega y Gasset («de 1580 hasta el día cuanto en España acontece es decadencia y desintegración»), la convicción de vivir en pendiente abajo, conjugada con todas sus variantes o matices (ocaso, dolencia, postración, anemia, fracaso) ha llenado de congoja las reflexiones sobre la nación ibérica hasta convertir en tópico ampliamente asumido el dictamen de Gil de Biedma: «De todas las historias de la Historia la más triste sin duda es la de España».
¡Cosas del pasado!, plantearon algunos, arguyendo que el signo de los tiempos cambió radicalmente con el fin del franquismo y la llegada de la democracia. A estas alturas, sin embargo, nadie puede dudar de que se lanzaron las campanas al vuelo de forma prematura. El marco de la Constitución del 78 nos proporcionó sin duda los mejores años del siglo XX y aun de nuestra trayectoria contemporánea –despegue económico, modernización, convergencia con nuestros vecinos europeos-, pero el nuevo milenio nos devolvió a una realidad menos complaciente. Nuestro flamante edificio institucional, del que tanto presumieron propios y extraños, da señales alarmantes de aluminosis desde hace tiempo: hoy se ha convertido para muchos en «régimen del 78», concibiendo el sintagma con toda la carga peyorativa que acarrean de consuno la memoria histórica y el desdén de la Transición.
Si tanto se insistió en un pasado que parece remoto en la diferencia española, en la actualidad podríamos aseverar que no hay mayor especificidad en el concierto de las democracias avanzadas que esta realidad hispana –reconozcámoslo, guste o no- de cientos de miles de españoles (¿millones?) cuyo mayor objetivo político es dejar de serlo. Todo un síntoma. Pese a ello, no es momento de insistir en esas diferencias que tanto placen a los ensayistas patrios (Eduardo Manzano: España diversa. Claves de una historia plural). Estamos donde estamos: la geografía manda, como ha teorizado Robert D. Kaplan (La venganza de la geografía) y ha recordado Josep Piqué en una recopilación de artículos póstumos (La geografía siempre está y la historia siempre vuelve). Por más que se empeñen, no es fácil convertirnos en la Venezuela de este rincón del mundo, porque esto no es el Caribe, ni Europa ni EEUU lo permitirían. Por una vez –digámoslo claro-, afortunadamente.
Por ello, pese a nuestra tendencia secular al ensimismamiento y mirarnos el ombligo –vicio que la deriva autonómica ha llevado a la patología: el freudiano narcisismo de las pequeñas diferencias-, lo cierto es que el porvenir de España se dirime muy lejos de nuestras fronteras y poco tiene que ver con las tenaces diatribas de campanario que nos entretienen cotidianamente. Nuestro lugar está en el ámbito occidental y más pronto que tarde vamos a correr la misma suerte, con los matices diferenciales que se quieran, del resto de las naciones occidentales. Asentados sobre esas premisas, hallamos el rasgo más característico de nuestra época desde la perspectiva hispana: nuestra pretendida decadencia, entendida secularmente como diferencia o contraste con los otros, se ha convertido en inserción en un declive más amplio que afecta a Occidente en su conjunto.
Aunque no tanto como en el devenir hispano, el concepto de decadencia aplicado a Occidente tiene también una larga tradición, hasta el punto de que algún gracioso podría parapetarse con talante escéptico en el clásico «los muertos que vos matáis, gozan de buena salud». Desde la insoslayable aportación de Oswald Spengler (La decadencia de Occidente), que tiene ya más de un siglo, son incontables los ensayistas o pensadores que han vislumbrado signos indudables de inminente zozobra. Hasta hoy… En cualquier caso, resulta incuestionable que a lo largo del siglo XX el Occidente reductivamente entendido como Europa pierde su posición preeminente en el mundo. Nos salvaba, sin embargo, el amigo americano… Hasta ahora.
«El modelo europeo que se mantiene desde la Guerra Fría da síntomas evidentes de agotamiento»
Hasta ahora, esa Europa menguante, potencia roma, incapaz de ejercer su liderazgo ante los nuevos desafíos del escenario internacional, se había acostumbrado a depender de la ayuda que llegaba desde el otro lado del Atlántico. Un modelo que se mantiene desde la Guerra Fría pero que da síntomas evidentes de agotamiento. No solo porque ese patrón no podía mantenerse de manera indefinida –y más con el cambio de un mundo bipolar a multipolar- sino porque el propio sistema norteamericano emite alarmantes señales de fin de época. La posibilidad de una auténtica guerra civil en su seno, que hace dos décadas habría movido a risa, ahora resulta materia de elucubraciones y películas (Civil War, de Alex Garland).
Más seriamente, un historiador tan riguroso como Niall Ferguson defiende la tesis de que Estados Unidos en la actualidad son como la URSS antes de la implosión de 1991 («We’re All Soviets Now», The Free Press, 18-06-2024): un sistema lastrado por el déficit galopante, la incompetencia política y la gerontocracia dirigente. Otro historiador que tampoco se anda con medias tintas, Victor Davis Hanson, publica un libro cuyo título exime de glosa alguna, The End of Everything: a todas las grandes civilizaciones, desde Roma a nuestros días, les llega su final, como a los cerdos les llega su San Martín. Y aludo adrede a la comparación –aparentemente chusca- porque en uno y otro caso, la caída de los imperios y la muerte del animal, el proceso suele tener lugar mediante un baño de sangre. Avisados estamos.
¿Alarmismo? Hay quien considera que no estamos hablando del futuro, sino de un presente que nos negamos a contemplar. El historiador francés Benoît Pellistrandi considera que «ocurra lo que ocurra» en Francia, la democracia está herida (¿de muerte?): «En Francia, el accidente democrático ya ha tenido lugar», Letras Libres (18-06-2024). De Gran Bretaña, enredada en su laberinto del Brexit, poco nuevo puede decirse. Alemania bastante tiene con lidiar con el auge neonazi y el agotamiento de su modelo. En su discurso al recoger el Premio Europeo Carlos V (14-06-2024), el italiano Mario Draghi no se andaba con medias tintas a pesar de lo protocolario de la ocasión: en esta nueva era, los viejos paradigmas europeos están desapareciendo. Reinventarse o morir.
No debe sorprender que se hable de extravío. El concepto figura en el último libro de Amin Maalouf (El laberinto de los extraviados. Occidente y sus adversarios). La primera frase que hallará el lector es esta: «La humanidad pasa hoy por uno de los períodos más peligrosos de su historia». Y el epílogo se titula «Un mundo por reconstruir». Lo subrayo para dejar bien claro que pretendo reflejar un extendido estado de ánimo. Una disposición tan pesimista que el peligro estriba precisamente, desde mi perspectiva, en cargar en exceso las tintas. Lo hace Eduardo Olier en La debacle de Occidente, por cuanto da casi por hecho que vamos de modo indefectible hacia el abismo. Y otro tanto podía decirse del último libro de Emmanuel Todd, La derrota de Occidente.
«La cuestión no es si estamos abocados al colapso, sino si queremos hacer algo por evitar la hecatombe»
El libro del intelectual francés merece párrafo aparte. Dejando aparte las acusaciones de estar al socaire de los intereses del Kremlin, lo que más sorprende en su argumentación no es tanto que pronostique la segura derrota occidental en su pulso con Rusia por la cuestión de Ucrania como que parezca desearlo con todas sus fuerzas. Todd es el paradigma del intelectual occidental que necesita flagelarse por los pecados pasados, presentes y futuros de este artero y detestable Occidente: ese falso mundo libre que merece ser arrastrado por los suelos por cualquier enemigo, pues este siempre será menos perverso y culpable que él. Sin llegar a ese punto, Naoise Mac Sweeney (Occidente. Una nueva historia de una vieja idea), reduce Occidente a una arbitraria construcción cultural.
Llegados aquí, la cuestión no es si estamos abocados al colapso sino si queremos hacer algo por evitar la hecatombe. Sabemos que nuestro modelo –al menos como ahora lo concebimos- es inviable a medio plazo (un máximo de medio siglo) en el mundo globalizado del nuevo milenio. Sabemos también qué deberíamos hacer en natalidad, productividad, defensa, cohesión y competitividad. En esos aspectos, casi todo está inventado. El problema estriba en saber si en estos tiempos de hedonismo y relativismo, aún tenemos voluntad y fuerza para cambiar el rumbo. O, si por el contrario, tienen razón quienes pronostican El suicidio de Occidente (Alicia Delibes) o El suicidio occidental (Federico Rampini). Quizá las grandes civilizaciones mueran de éxito. O quizá mueran porque están hastiadas de su éxito. Pero mueren, al fin y al cabo.
Referencias
Delibes, Alicia: El suicidio de Occidente. La renuncia a la transmisión del saber, Encuentro, 2024.
Draghi, Mario: «Una estrategia industrial para Europa», El Grand Continent, 14-06-2024.
Ferguson, Niall: «We’re All Soviets Now», The Free Press, 18-06-2024
Hanson, Victor Davis: The End of Everything. How Wars Descend into Annihilation, Basic Books, 2024.
Kaplan, Robert D.: La venganza de la geografía, traducción de Laura Martín, RBA, 2017.
Maalouf, Amin: El laberinto de los extraviados. Occidente y sus adversarios, traducción de Mª Teresa Gallego y Amaya García, Alianza, 2024.
Mac Sweeney, Naoise: Occidente. Una nueva historia de una vieja idea, traducción de Fernando Borrajo, Paidós, 2024.
Manzano, Eduardo: España diversa. Claves de una historia plural, Crítica, 2024.
Olier, Eduardo: La debacle de Occidente. Las guerras del siglo XXI, Sekotia, 2023.
Pellistrandi, Benoît: «En Francia, el accidente democrático ya ha tenido lugar», Letras Libres, 18-06-2024.
Piqué, Josep: La geografía siempre está y la historia siempre vuelve, Debate, 2024.
Rampini, Federico: El suicidio occidental. El error de revisar nuestra historia y cancelar nuestros valores, traducción de Sira Casariego, Ladera Norte, 2024.
Spengler, Oswald: La decadencia de Occidente, traducción de Manuel García Morente, Austral, 2011 (primera edición en español, 1923).
Todd, Emmanuel: La derrota de Occidente, traducción de José Weissdorn, Akal, 2024.
Civil War, film de Alex Garland (2024).