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Historia Canalla

Terrorismo catalán: Batista i Roca y EPOCA

En ‘Historia Canalla’, Jorge Vilches repasa la trayectoria de aquellos personajes que tuvieron una vida truculenta

Terrorismo catalán: Batista i Roca y EPOCA

Ilustración de Alejandra Svriz.

En 2018 el gobierno de Pedro Sánchez, presionado por el PNV, comenzó la desclasificación de documentos del servicio de inteligencia depositados en el Archivo General militar de Ávila anteriores a 1968. En esa desclasificación quedó al descubierto que hubo un nacionalismo catalán, dirigido por Josep Batista i Roca, que comenzó a trabajar desde 1964 en la formación de un grupo terrorista al que llamó Ejército Popular Catalán (EPOCA), que cometió su primer asesinato, ya en democracia, en 1977.

Hoy en Historia Canalla vamos a hablar de un episodio olvidado de la década de 1970, el protagonizado por un grupo terrorista catalán, el Ejército Popular, que perpetró asesinatos atroces y acabó ingresando en una organización terrorista mayor vinculada a ETA, como fue Terra Lliure. Hoy, como veremos al final, sus miembros son homenajeados.

Los documentos del servicio de inteligencia de los años 60 confirman la tajante división que existía entre los catalanistas partidarios del autonomismo, como Josep Tarradellas, y los independentistas de Carles Pi i Sunyer y Josep Batista i Roca. Los nacionalistas autonomistas, asentados en Francia, defendían el «entendimiento con otras fuerzas políticas y sindicales». Así lo escribió Tarradellas en una carta a Jesús María Leizaola, Lehendakari del gobierno vasco en el exilio, fechada en París el 31 de diciembre de 1970, y presente en los papeles desclasificados en el Archivo General Militar de Ávila.

En la carta, Tarradellas señalaba que los opositores a Franco debían unirse para que «España forme parte del conjunto de los pueblos que viven en un régimen de democracia y libre albedrío». Tarradellas, además, insistía en que no había que caer en esas «endémicas conspiraciones» violentas que solo causaban «graves daños al país». 

Estos autonomistas de Tarradellas no consideraban «ni útil ni necesario constituir en Francia ni fuera de ella un Gobierno de Cataluña». El motivo, decía Tarradellas, no solo era evitar las luchas políticas entre facciones por los supuestos «ministerios», sino ser realista: no había nada que gobernar. Esto lo escribió Tarradellas a José María Gibernau Bertrán, procurador en las Cortes franquistas, y vicepresidente del FC Barcelona, en una carta fechada el 7 de junio de 1968. 

El ánimo conciliador de este catalanismo autonomista de Tarradellas era muy distinto del proyecto violento de los independentistas de Josep María Batista i Roca, instalados en el Reino Unido y con importantes ramificaciones en asociaciones culturales y deportivas en América y en Cataluña. Vamos a contar un poco la biografía de este personaje.

Josep María Batista i Roca, nacido en Barcelona en 1895, pasa hoy por ser uno de los etnólogos y antropólogos más importantes del siglo XX catalán. Sin embargo, Batista i Roca se distinguió por sus planteamientos racistas y eugenésicos. En 1925 publicó en la «Revista de Catalunya» un texto supuestamente «científico» en el que animaba a interpretar la historia de la Humanidad como la historia de las razas humanas; en este sentido, consideraba que la raza catalana no se había alterado en 5.000 años. Por esto, Batista i Roca animó a la Generalitat en 1934 a emprender medidas médicas eugenésicas para evitar su mezcla con los pueblos del resto de España.

Ese tipo de catalanismo estuvo vinculado con la violencia desde el principio. Batista i Roca colaboró con el grupo terrorista «Bandera Negra», grupo ligado al Estat Català, el partido de Francesc Macià, que intentó matar a Alfonso XIII en 1925. Batista se hizo cargo después de la Societat d’Estudis Militars (SEM), por orden de Macià, y la transformó en una banda armada, la Organización Militar Catalana (ORMICA), que se integró en el Grupo 1640, en referencia al año de la revuelta de los segadors

Ya en la Segunda República se convirtió en lo que el historiador Ucelay-Da Cal llama «promotor cultural»; esto es, una persona que actuaba sin filiación partidista concreta, pero que se encargaba de reclutar nacionalistas en defensa de la cultura propia en organizaciones parapolíticas. Creó así el grupo «Palestra» bajo la presidencia de Pompeu Fabra, como una asociación deportiva juvenil para formar a una élite física e intelectual catalanista. 

No se detuvo ahí: en 1931 organizó una Guardia Cívica Republicana para, decía, defender Cataluña de la República española. Por supuesto, Bautista i Roca estuvo implicado en el golpe de Estado de 1934, y llegó a culpar a Companys de su fracaso, por lo que formó parte del complot para su asesinato en noviembre de 1936. Luego vivió en el exilio como profesor en el Trinity College de la Universidad de Cambridge.

Batista i Roca siempre pensó que era necesario adoctrinar a las nuevas generaciones en el nacionalismo, por lo que creó el escultismo, la versión catalana de los boy scouts. La idea era el encuadramiento de los menores para que aprendieran y difundieran la cultura y el paisaje catalanes. Esa práctica resurgió en los años cincuenta ligada a asociaciones clandestinas inspiradas por Batista i Roca, como forma de contrarrestar el empeño falangista por educar a la juventud en Cataluña. El escultismo logró su legalización en 1966 por mediación del episcopado catalán, y a partir de ahí constituyeron escuelas para educadores y padres de familia. El plan de Batista era utilizar la organización como un modo de preparación física y doctrinal de élites que pudieran desempeñar acciones armadas para defender la futura independencia de Cataluña.  

En la caja 21.650 del Archivo General Militar de Ávila se ha desclasificado un documento del servicio de inteligencia que relaciona a Batista i Roca con la organización del terrorismo en Cataluña en los últimos años del franquismo. El texto da cuenta de la reunión de la tercera Conferencia Nacional Catalana, grupo dominado por Batista, celebrada entre el 24 y el 26 de mayo de 1969. El informador dice que ahí se encontraba el «sector más exaltado y violento del separatismo catalán», mientras que los de Tarradellas, decía, «no han asistido». 

El agente de inteligencia que mandó su informe desde Barcelona relata que en la reunión se planteó la necesidad de organizar en Cataluña grupos terroristas. En esa reunión Batista i Roca manifestó que existían «4.000 muchachos jóvenes en cuadros de Minyons de Muntanya», que era su asociación de escultismo, con «posibilidades de ser integrados en grupos de acción tipo ETA». Batista encargó entonces a Jaume Martínez i Vendrell la constitución de una organización armada: Exèrcit Popular Català (EPOCA), con unos 50 activistas jóvenes, adiestrados con armamento enviado por un exiliado suizo, y cerca de 200 simpatizantes. 

El grupo terrorista EPOCA asesinó el 9 de mayo de 1977 a José María Bultó Marqués, empresario, poniéndole una bomba en el pecho que detonó en su casa, destrozando por completo su cuerpo. Fue encontrado por su hijo, en una escena que, relatada en el juicio, dejó a las claras la crueldad del terrorismo independentista. Lo mismo ocurrió el 25 de enero de 1978 con Joaquín Viola Sauret, exalcalde de Barcelona, y su esposa Montserrat Tarragona Corbella. Los mataron a pesar de que las víctimas habían cedido a entregarles dinero: Bultó 500 millones de pesetas y 18 al matrimonio Viola.

Tras cometer dos asesinatos, el cerco policial se estrechó, pero no cesaron sus actividades. La necesidad de supervivencia hizo que los miembros de EPOCA, el grupo inspirado por Batista i Roca, se uniera a otras dos organizaciones para fundar el grupo terrorista Terra Lliure en 1978. Tras varios atentados mortales, la banda se disolvió y algunos de sus dirigentes se incorporaron a ERC. Otros fueron juzgados.

En el juicio celebrado a principios de la década de 1980, el terrorista Jaume Martínez Vendrell (condenado y fugado, pero que hoy tiene una calle en Santa Coloma), Manuel Viusà (homenajeado por Pascual Maragall en 2010), Lluís Montserrat Sangrà (cuya fortuna está hoy entre las 200 mayores de España), Montserrat Tarragó, y Carles Sastre (quien ya era miembro de Terra Lliure, pasó solo nueve años en prisión, y es hoy dirigente de la Intersindical que apoya el «proces» y miembro de la CUP), declararon que el creador y autor intelectual había sido Josep María Batista i Roca.

Batista i Roca volvió a España tras la muerte del dictador, fundó Unió Democrática de Catalunya, y murió en 1978. Dos años después, los cómplices de EPOCA delataron su protagonismo en los atentados terroristas. Pasó el tiempo, y la Generalitat de Jordi Pujol le realizó un homenaje en 1993, y publicó sus textos políticos con un prólogo del propio Jordi Pujol que decía que era un «luchador incansable a favor de la causa nacional de su país». Tres años después, siendo Pasqual Maragall alcalde de Barcelona, se erigió un monumento a su persona en la calle que lleva su nombre. En Cataluña existen lugares públicos dedicados a esta «personalidad humana —escribió Pujol— rica en valores del espíritu». Desde 1988, el bien subvencionado Institut de Projecció Exterior de la Cultura Catalana otorga los Premios Batista i Roca a la presencia catalana en el mundo, que se entregaron durante un tiempo en el ayuntamiento de Barcelona por decisión de Xavier Trias (CiU).

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