THE OBJECTIVE
El purgatorio

Alberto Olmos: «Me fascina esa prostitución de los que siempre apoyan a Sánchez»

«Con 52 años y dos hijos, puedo decir que en la vida sólo importa el dinero y quiénes son tus padres»

Vivió en Japón dos años, lee muchos libros, ha escrito algunos, tiene dos hijos, vive en Carabanchel, nació en Segovia, pero se siente más madrileño que español, sabe que es difícil ser un santo en la gran ciudad y puede decir, a estas alturas de la vida, que es un tipo honesto. Podrá estar equivocado, podrá decir bobadas, pero no se vende, no se compra, no dice lo que otros quieren que diga. Quizá por esa libertad que tan raramente vemos en las tertulias, en los comentaristas de partido, en los cronistas con las orejeras ideológicas puestas, gusta lo que dice Alberto Olmos (Segovia, 1975). Un Olmos que viene cabreado por el asunto fiscal.

PREGUNTA.- Podemos empezar directamente con el asunto de los autónomos.

RESPUESTA.- Vengo con ganas de hablar de los autónomos porque es un servicio social. Parece que entró por Twitter una historia de terror que siempre es llamativa.

P.- ¿Es usted el defensor de los autónomos en España?

R.- Ahora mismo tengo esa sensación. A todo el mundo que le cuento, como es tu caso, de qué va esto de los autónomos, con la cuota nueva, no se entera. Entonces me siento responsable, tan responsable que llamé al Servicio de Información de la Seguridad Social y ellos sabían menos que yo. Es alucinante. No se puede ser más antiburocracia y antiestado que yo ahora mismo.

P.- ¿Se siente…?

R.- Como basura.

P.- ¿Cómo una minoría discriminada que debería ser protegida?

R.- Totalmente. Lo pensaba antes, pero estoy dando muchas vueltas. En principio, la derecha, míticamente, aborrece a los obreros, y la izquierda aborrece a los empresarios. Los autónomos son como un tercer sexo laboral que recibe el odio de ambos. Para una Yolanda Díaz, que no recuerdo que haya mencionado a los autónomos, al menos para bien. Date cuenta que el teletrabajo no vale para los autónomos, la reducción de jornada no vale para los autónomos, y nada vale para los autónomos. De hecho, creo que no teníamos ni paro hasta hace unos años.

Es una falta de derechos increíble. Para la derecha, los autónomos son simplemente freelance, fotógrafos, diseñadores de su taller, también los ven como una especie de obreros. Entonces es una minoría que no cuenta con un respaldo político, salvo cuando estaba Ciudadanos en sus primeros compases. No sé si recordarás, ahí la palabra ‘autónomo’ aparecía para bien de vez en cuando. Y luego tenemos el problema de que un amigo me decía: «Hagamos huelga». ¿Cómo hace huelga un autónomo? Somos tres millones, pero parece que solo somos dos. En fin, comparado con los nueve millones de pensionistas y los tres millones de funcionarios, siempre salimos perdiendo.

P.- ¿Te has planteado irte a Andorra alguna vez?

R.- Sí, total. De hecho, me iría a Andorra hoy mismo si no tuviera hijos. O a Portugal. Sí, me iría, tengo una sensación de maltrato continuado. Sí, es maltrato. A mí me parece gracioso. La cuota, la van a subir, la van a cambiar. La noción de autónomo hay que entenderla como gente que normalmente tiene alguna inquietud. Por eso el enemigo principal del autónomo es el funcionario, y por eso, la pareja más explosiva que puede existir es un autónomo con una funcionaria. Yo no solo lo he vivido en mis carnes, sino que lo veo en amigos o amigas que dicen: «Claro, yo llego a casa y tengo a mi marido, pongamos funcionario, y hoy me cuenta una mañana, otra, y son todo privilegios y desvergüenzas. Y yo aquí picando piedra sin parar». Es muy poco sostenible.

Un autónomo, en principio, tiene una inquietud, lo que le diferencia de los funcionarios, que son seres que tú imagínate lo que tienes en la cabeza para meterte de funcionario. Sinceramente, hay un poco de vocación en profesores, pero todo lo que sea un auxiliar de la Administración… Si te das cuenta, no hay ningún artista que sea funcionario. Prácticamente son gente muy gris. Entonces tienes una serie de personas que tienen su afición fotográfica y todas son freelance. Luego habrá pintores, escritores, músicos también, etcétera. Y en los bajos de los edificios veo que hay chicas pintando y con su propio tiempo se dedican a crear su taller de costura. Esa es la imagen real. Me acuerdo de un artículo increíblemente abyecto de Eldiario.es, que señalaba que los autónomos eran los toreros y los notarios.

Hay 3.000 notarios en España y hay tres millones de autónomos, pero trataban de enturbiar la imagen real del autónomo, que es una persona sufrida que por su pasión decide trabajar miles de horas. Pero por lo menos hago lo que quiero y no tengo jefe. Vale, entonces en ese punto había una cuota que era el mínimo, eran 300 euros, y había una sensación general de que esto te iba a dar una pensión un poquito más alta que la no contributiva.

Pero la mayoría de autónomos pagaban esos 300 euros porque, bueno, ellos se gestionarían y no se ven jubilados porque hacen lo que les gusta y más o menos eso ayudaba a que la gente pudiera sacar adelante su vocación de fotógrafo, su taller de cerámica, lo que sea, sus obras literarias. Y aun así, era como una buena hostia, cualquier presupuesto de mileurista o dos mileuristas con tu propio oficio.

P.- Esto lo escribí hace un tiempo en THE OBJECTIVE, un artículo en el que dije algo así como: «Si la mayoría de la población española estuviese un tiempecito de autónoma, igual cambiaba algunas ideas que tienen ancladas en su manera de entender el Estado español y la fiscalidad».

Porque claro, no es lo mismo decir ser hijo de dos padres que son profesores de colegio de toda la vida, que son funcionarios y han hecho su trabajo fenomenalmente y toda la vida han vivido de ser funcionarios, a que tu padre sea transportista y sea autónomo, esté todo el día en la carretera y tu madre sea una limpiadora de hoteles. Entonces te cambia esa percepción del dinero, del dinero público, de los impuestos.

R.- Sí, pero 300 euros ya eran duros de pagar para mucha gente. Porque te hablo de músicos que tienen su grupito pop desde hace años, que tienen ahora 50 años y que con cuatro conciertos y cuatro cosas, pues tienen una vida muy austera, pero es la vida que han elegido y esos 300 euros ya les caen mal. Alrededor de esos 300 euros había quejas. Entonces, con una insolencia fascinante o una falta de tacto impresionante, han decidido que vamos a ajustar esa cuota a tus ingresos brutos.

Y a lo que voy con todo esto, es a que esto es de 2023 y yo solo en 2025 he decidido informarme, y cuando me he informado y me he puesto a informar a los demás, nadie está informado de que le viene encima una especie de multa, un atraco a mano armada, que es lo del 2023, lo del 2024 y en 2025 tienes que estar pagando ya más. Y en muchos casos, cuando factures 3.000 euros brutos, que no es nada porque no te quedas ni en 2.000 euros netos, pues básicamente te doblan la cuota y eso son 3.000 euros un año, 3.000 euros otro año y 3.000 euros este año.

Alberto Olmos durante la entrevista en ‘El purgatorio’. | Foto: Víctor Ubiña

P.- Ahora habrá gente que diga, porque en este debate siempre tenemos a los típicos que dicen: «Bueno, pero la sanidad y la educación…».

R.- Sabes que esto va directo para las pensiones, pero de todos modos es complicado, porque ya estamos en un panorama de falsedad y estupidez… Por ejemplo, el Decreto Ómnibus que ha sido noticia estas semanas, eso es explicable en dos frases y todo el mundo debería entender que está mal, pero no. Esto, igual, es explicar en dos frases que no solo hay impuestos para Sanidad y Educación, sino para miles de cosas, muchas de ellas innecesarias, y que hay un dispendio generalizado, evidente, y que los políticos, cuando cuestionas sus impuestos, lo primero que te dicen es: «Ah, ¿quieres bajar los impuestos? Primero recortamos en sanidad».

Y eso parece que queda hasta bien, como tú estás diciendo: «Bueno, si tienes que recortar, lo mejor sería recortar en asesores, en fastos, en las luces de Navidad de La Coruña». Sin embargo, te toman como rehén, toman como rehén la Sanidad en plan: «Si queréis que quitemos un impuesto, lo primerísimo que vamos a fastidiar es la Sanidad y la Educación».

Y se quedan tan panchos, como si fuera una actitud. Es que es muy impresionante. Yo vengo aquí postdepresivo porque después de enterarme de lo de la Seguridad Social es claro. Tú dices: «Vamos a ver cómo puede ser buena esta medida, si a mí me quitan las ganas de trabajar literalmente. Si la mitad se lo va a llevar el Estado». Bajo los brazos, digo que tengo dos hijos y 50 años, paso ya de todo. Que te quiten las ganas de trabajar en cosas que te gustan por el modo en el que la Administración te trata es bastante desesperante.

P.- No cree en Dios, no tiene esa fe, pero ¿en qué cree Alberto Olmos? ¿Cuáles son tus creencias firmes sobre la vida, sobre las personas, sobre la bondad del ser humano?

R.- No sabría decirte. Tengo mi labor como columnista y trato de ser gracioso y circense, pero cuando me toca atacar, digamos, la actualidad, creo que el valor fundamental que es muy desagradable defender es el de la verdad, porque como cada uno tiene su verdad y cada uno tiene su mentira. Los que llegamos con una formación del siglo XX, una formación ilustrada de tratamos de llegar a lo que es cierto, pues estamos en una gran desventaja. Me fascina ver algunas figuras de la opinión pública opinando siempre a favor de, en este caso, por ejemplo, del Gobierno. Me fascina esa prostitución, porque yo vengo aquí, me va a preguntar cosas según tenga el día y te voy a contestar unas u otras. Pero no voy a cambiar de opinión dentro de 24 horas.

De hecho, con Trump, que es un temazo que acaba de arrancar, hay gente, los periódicos españoles, en concreto, que antes de que fuera presidente ya saben cómo va a ser todo su mandato de cuatro años. Ya, ya está hecho. O sea, ellos ya saben lo que va a hacer y tan solo lo van confirmando. Todo lo que haga que esté bien no lo vamos a nombrar y cada vez que meta la pata o cualquier cosa circense lo ponemos en titulares. Pues ya está determinado. Eso no es sensato. Yo cuando empezó Pedro Sánchez, que ya no me acuerdo de cuándo ni cómo, pero si tú repasas mis estupideces, yo he ido odiando el personaje según el personaje hacía cosas.

Entonces, antes de que Pedro Sánchez gobernara, no dije: «Va a ser horrible, va a llevar el país a la ruina o algo así». Vamos a ver qué hace. Incluso sus primeros gobiernos alguien los calificó como un gobierno bonito, parecía así como profesional. Y luego cuando vas viendo pues indultos, amnistías, cuotas de cupo catalán y vas viendo mentira tras mentira. Y no dije lo de Podemos y no dije lo de que pidan ayuda si la necesitan. Partiendo de todo eso, una persona sensata con un poquito de valores y honradez, tiene que ver que esa persona no es de fiar y no es un buen líder. Entonces, poco a poco te vas oponiendo.

P.- ¿Su nivel de animadversión hacia Pedro Sánchez es máximo?

R.- Sí, sí, no puede ir a más. No sé quién está a mi lado, pero hay mucha gente que dice: «Yo no he sido nunca beligerante, pero Sánchez saca lo peor de mí». Estamos hablando de un mentiroso patológico, de un engañabobos, de un falso, de una persona sin escrúpulos. Es muy fuerte que esto esté presidiendo un país. Me parece impresionante. Y todas las trapacerías que hace y todos los juegos de manos electoralistas y la falta de vergüenza. Este medio, THE OBJECTIVE, junto con el que yo escribo ahora, El Confidencial, me da la sensación de que hacen periodismo precisamente porque encuentran algo y lo sacan.

Sin embargo, los medios que no hacen periodismo y que siempre adulan a Sánchez y que siempre salen a cubrirle por los distintos casos que sacan otros medios, son considerados el periodismo de verdad. Y estos medios que hacen periodismo, pseudomedios. Es todo de una irracionalidad tremenda. O sea, lo normal será que el que saca con pruebas un caso de tu hermano, de Begoña, o de Ábalos, pues sea periodismo. Y el que no es periodismo es el que nunca saca nada, digo yo. Y así todo.

«Irene Montero nos ha hecho creer que si tú naces hombre en un Usera, con padre en paro y madre limpiadora, ya naces con muchos privilegios»

P.- ¿Entiendes el odio al gremio de periodistas? Vemos cómo unas cuantas veces hemos salido bien posicionados en las encuestas de profesiones más odiadas.

R.- Entiendo la desconfianza, porque aunque Elon Musk la está agitando junto a diversa gente de extrema derecha, esto que llaman los americanos legacy media. Es cierto que a veces te das cuenta de que el periodismo no es periodismo, es propaganda del poder. Àngels Barceló, no escucho mucho la radio, pero me llegan clips de Barceló en la Ser y cuando el PSOE incumplió su palabra de la amnistía, ella tuvo una intervención que a mí me dejó fascinado de lo que es la pirueta intelectual, cuando no tienes ningún respeto por ti mismo. No sé si lo escribiría ella o alguien le argumentaría, porque todo en la prensa va de cómo podemos argumentar a favor siempre de los mismos y en contra de los mismos, eso no es sensato. Alguna vez alguien tiene que decir esto es objetivamente malo.

Entonces, si tú has dicho que no vas a conceder la amnistía y concedes la amnistía porque es lo único que puedes hacer para que te voten y ser presidente, pues has mentido y has engañado y no hay nada que decir. Barceló dijo: «El PSOE ha sacrificado su palabra por los españoles». Fíjate qué argumento, hay cierto talento en la manipulación. Es decir, eres capaz de decir que en el PSOE, pobrecito mío, por salvarnos del fascismo va a poner en cuestión su palabra, va a incumplirla por nosotros. No creo que la gente tenga que confiar en los en los periódicos ni en las televisiones, porque es muy descarado.

P.- ¿Cómo se vive sin televisión?

R.- En ese sentido, soy como cualquier persona joven de hoy. Entre el móvil y el ordenador, no necesito la televisión.

P.- ¿No ve La isla de las tentaciones, por ejemplo?

R.- Ahí sigo siendo bastante elitista. Creo que la telebasura existe, por mucho que haya suavizado su impacto y que el mundo ahora diga que Sálvame está bien, de puta madre, aunque ya no existe Sálvame. Habrás notado que en un momento dado la gente culta sabía que eso era malo y se puso en su contra. Y ahora hay como una coquetería de dar a entender que puedes estar escuchando a Debussy por la tarde y por la noche ver un programa de Gran Hermano.

P.- De hecho, hay una cierta recuperación de figuras como Belén Esteban que ahora va con Broncano, va a La revuelta, o María Patiño. Hace no sé, cinco años, no hubieran ido a la televisión pública porque eran consideradas telebasura.

R.- Broncano es algo superficial, o sea que tampoco me choca. Pero lo que sí que veo es que antes yo recuerdo que incluso el fútbol había un alargamiento de este adagio de que eso era el opio del pueblo. Todo lo que pudiera parecer a los intelectuales que anestesiaba el sentido crítico general de un país como la telebasura o el fútbol, pues por lo menos tenía la gente la decencia de hacer una columna de vez en cuando en contra. Pero ahora eso está mal visto.

«La derecha aborrece a los obreros y la izquierda a los empresarios. Los autónomos son como un tercer sexo laboral que recibe el odio de ambos»

P.- Televisión no, pero sí tiene Twitter. De ahí no se va.

R.- Sí, y no acabo de entender el odio a Twitter. No acabo de entender marcharse de Twitter. No acabo de entender el odio a Elon Musk. Y no acabo de entender que la gente no entienda que Twitter es un producto de éxito que funciona, porque está hecho para que sea adictivo. Es decir, yo no estoy en Twitter para mover mis columnas aunque las mueva, o para informarme o para promocionarme, estoy porque me gusta. Parece que eso la gente lo elude. Es entretenido, es divertido, me mantengo informado, conozco cosas, no es una especie de obligación laboral. Y cuando la gente se va de Twitter, parece como que renunciara a una cosa que hacía obligada o un sitio donde hay que estar, no sé. Nunca he tenido un perfil en Facebook, sin embargo, Twitter me parece que funciona realmente como inteligencia colectiva del país.

Hay un artículo absurdo de Muñoz Molina en el que daba a entender que lo malo de Twitter es todo Twitter. Yo estoy convencido de que las personas más inteligentes de España están en Twitter, todas. ¿Sabes la cantidad de gente que sabe de cine más que muchos críticos? Apasionados del cine que hacen unos hilos preciosos, perfectos, estupendos. Y sobre cine lo mismo te puedo hablar sobre arquitectura, sobre millones de cosas. Y luego, claro, Antonio Muñoz Molina, como no está en Twitter, puede escribir constantemente cosas de una simpleza regular.

Escribe una simpleza detrás de otra, porque no tienes que enfrentarte a lo que yo me enfrento en Twitter cada día. Sale un tema como Karla Sofía Gascón y claro, tienes a mucha gente opinando y tú haces repaso del timeline, te das cuenta de que va creándose una capa de opiniones, van agotando todo lo que puede decirse sobre ella, a la hora de hacer una columna por la que la que te pagan y por lo tanto supuestamente tiene que superar una opinión de un tío de su casa. Yo me siento con mucha presión de que hay que decir algo distinto. Hay que decir algo nuevo porque en Twitter realmente está agotado el asunto.

Hay gente muy ingeniosa. De repente, alguien se da cuenta de que lo de Gascón tiene que ver con o se puede relacionar con lo que le pasó a nosequién en otra época. A veces, te genera cierto agobio que el opinador profesional pueda ser menos interesante que un montón de tuits, pero esa es la batalla en la que estamos ahora. Por eso hay mucha gente que está, particularmente El País, denigrando las redes sociales con trazo grueso, porque necesita que la gente siga creyendo que los medios son mejores que Twitter. Y por eso Elon Musk está diciendo todo el rato que los medios han muerto. Twitter es el lugar donde te informas mejor.

El segoviano en el plató de THE OBJECTIVE. | Foto: Víctor Ubiña

P.- Hace unos días, el presidente del Gobierno presentó el Observatorio de Derechos Digitales para evitar que las redes sean «el salvaje Oeste».

R.- Eso lo eran antes y ahora no lo son casi nada. Esto es como todo, es como cuando lees algunos libros sobre el Madrid de los años 90 -y yo viví en los 90-, y te recuerdan que Madrid era muy violento en los 90, o como cuando está todo el día todo el mundo haciendo sus manualidades antifascistas, dices: «¿Pero tú te das cuenta de cómo era esto hace 30 años? Que subías en el metro, entraban unos skins y se ponían a patear delante de tus ojos al primero que les parecía.

P.- Hablando de Madrid, veo en redes que hace ironía sobre lo horrible que es vivir aquí.

R.- Sí, odiar Madrid es otro tópico, pues iros todos de Madrid, estaría encantado porque podríamos comprarnos pisos en el centro. A mí me encanta Madrid. Aparte de que no tengo fe, tampoco soy muy españolista, aunque lo llevo bien. Ser español está bien, pero sí es verdad que aunque sea de Segovia, a mí lo que me pone en términos patrióticos es Madrid, la ciudad de Madrid.

P.- Tiene escrita en su encabezado de Twitter una frase en inglés que, traducida, dice: «Es difícil ser santo en la ciudad»

R.- Me puse un día un disco de Bruce Springsteen que no me gusta especialmente, es uno de sus primeros discos, y hay una canción que se titula así y me gustó. Me gustó el concepto porque es el sentimiento reflejado, porque he llegado a un punto también por edad y por los golpes de la vida, en la que no tengo ningún problema en afirmar que soy una persona honrada. Eso antes quedaba mal porque todo mundo se supone que es honrado. Pero ahora no, ahora tengo muy a gala ser estúpidamente decente.

Entonces es muy difícil ser estúpidamente decente en un contexto como el que tenemos ahora. Tanto opinando, tanto pagando impuestos. En todo sentido, intelectualmente, fiscalmente. Cuando veo, por ejemplo, a figuras como Bob Pop, una persona que traté hace muchos años en el mundo de los blogs, me fascina. Y él deberá está fascinado también conmigo. Me considerará un facha. Recuerdo a alguien con un cierto brillo intelectual, Daniel Bernabé, cuando publicó su libro La trampa de la diversidad, parecía un intelectual. Pero cuando ves lo que opina y que siempre defiende al Gobierno, es muy decepcionante.

P.- ¿Tuvo relación con Bop Pop?

R.- En su momento, por los blogs y nos hemos conocido en persona.

«Casi toda la bohemia y el artisteo son niños mantenidos por papá»

P.- Y entiendo que no tienen relación.

R.- No, pero esta falta de relación no tiene nada que ver con el día a día de la política, sino con el proceso de la vida. La vida va y viene. Pero te juro que me interesa mucho cuando veo a Daniel Bernabé defender a Begoña, digo: «Tronco, que hay mil pruebas, mil datos», esa cerrazón. O cuando veo a Bernabé dar un repaso a lo cojonudamente bien que va España económicamente. Y tú sabes perfectamente que si ahora estuviera ganando el PP, con esos mismos datos, él diría que España va fatal porque se fijaría en los datos negativos. Ese tipo de prostituta intelectual a mí me da mucha vergüenza. Porque yo puedo decir, y creo que también le pasa a Soto Ivars, que las tonterías que yo digo te pueden gustar o no, pero son fruto de una aproximación limpia a la realidad.

Puedes intuir prejuicios, pero nunca hay una conciencia de «estoy mintiendo, estoy favoreciendo a un grupo». Pero claro, tú sabes perfectamente que se ha comentado mucho y algún día me gustaría que fuera más visibilizado lo de los tertulianos en la tele. Que tienen el móvil y les dicen: «Oye, argumenta aquí esto o lo otro». Luego dices que la gente desconfía de los medios tradicionales.

O sea, tú me estás diciendo que tienes una tertulia de gente que va a opinar sobre los temas, por ejemplo, Karla Sofía Gascón o sobre la presidencia de Trump. Y llevas a gente que puede ser inteligente, tener buena oratoria, conocimientos interesantes, y que va a opinar libremente sobre ese asunto. Entonces yo veo la tertulia y me informo. Y veo que ese señalado viene por Ciudadanos, este viene por el PP, este por el PSOE, y este por Podemos, y van a defender lo que les han dicho los que les han puesto ahí a cobrar ¿Qué tertulia es esa?

P.- Hablaba de la decencia. ¿Qué es peor para usted, el mediocre, el cobarde, el trepa?

R.- Pueden ser la misma persona con todo eso, pero la gente inteligente prostituida es la peor.

P.- La supuesta élite intelectual.

R.- No hay ninguna supuesta élite eventual, hay una élite. Porque si no, ¿para qué estamos aquí? Yo no estoy aquí compitiendo con un fontanero a ver quién hace mejor las tuberías. Es muy difícil, es muy complicado y requiere mucho tiempo y muchos años de vida leerse 3.000 libros y conocer toda la filmografía de Tarkovski. Los que siguen la política, leerse mogollón de ensayos de política. En un momento dado, alguien es de élite porque es el que sabe de algo. A mí lo que me parece más peligroso es una persona muy inteligente que se pone al servicio del mal, solo por dinero. Por ejemplo, hay una cosa que te iba a comentar, que es que mi conciencia de columnista, me ha puesto a veces en tesituras, digamos, de vecindad con el otro lado.

Es decir, que parece que hay un pasadizo no muy largo entre escribir columnas y escribir discursos para un político, como que parece que no está tan lejos. Y por un lado, me pondría como reto escribir para convencer a la gente de que voten a esta persona o algo así, pero de primeras poner tu inteligencia, tu buena fe lectora, tu habilidad, una metáfora, al servicio del poder, si no es que eres un fanático de ese poder, cosa que es muy difícil, pues obviamente es que me parece prostitución.

«Sigo escribiendo libros, pero no me siento parte del mundo editorial»

P.- ¿Usted vota?

R.- No voy a votar nunca más. A veces, voto. Pero otra cosa que me parece curioso es que es hábil la demoscopia cuando pregunta por el recuerdo de voto, porque a mí realmente se me olvida mucho lo que he votado. O sea, a Sánchez no lo voté nunca, pero por lo demás, ya no me acuerdo si voté otras cosas.

P.- ¿Llegó a votar a Felipe alguna vez?

R.- Cuando perdió González con Aznar era en el 93, ¿no? Ahí seríamos todos rojos y votaríamos a Anguita, a Izquierda Unida.

P.- A Aznar entiendo que nunca le votó.

R.- Soy de esa gente que no ha sido criada en su hogar políticamente, pero llegando a Madrid con 18 años, en la facultad de información y en el mundo de la cultura, es muy difícil que no seas algo así como de izquierdas, y es muy difícil que las siglas PP me entren bien. Es muy complicado.

P.- ¿Ahora está en la fase de que no tiene ninguna sigla?

R.- Es desesperante. Uno de los descubrimientos que hice hace años es una especie de concepto de rodeo intelectual. Es decir, tú hablas con cualquier cabrero de pueblo y te diría una serie de tópicos que suenan como muy de cuñado: «Los periodistas son mentirosos» o «Todos los políticos son iguales». Entonces tú avanzas en tu vida, lees, estudias, aprendes, te informas y concluyes: «Los periodistas son mentirosos y los políticos son todos iguales». Es alucinante todo el rodeo que damos hasta el mismo punto. Todo el rodeo ilustrado para acabar concluyendo que tiene razón un señor de 70 años con una cachaba en el pueblo, ¿sabes? ¿Qué diferencia hay entre un político y otros? Es que es gente muy mediocre.

De hecho, he tenido algún encuentro reciente. De vez en cuando protagonizo escenas sociales antológicas. Y tuve un encuentro social, una especie de fiesta donde sabía que iba a haber un político o política con el que alguna vez he hablado, y no sé qué noticia de actualidad me tenía muy encabronado. Entonces pensé: «Voy a ir a Andrea Levy y le voy a preguntar si no le da vergüenza ser política».

Pero casualmente, la circulación humana en una fiesta hizo que fuera a otra política a la que se lo dije. Una política del PSOE con la que también puedo tener, digamos, esta confianza. Y se lo solté, y su respuesta no te lo puedo contar porque seguramente era una especie de exclusiva, pero me fascinó de pronto cómo puede ser político nadie. Realmente, fue muy agresivo, entonces tenía ganas de eso y le dije brutalmente: «¿No te da asco ser política?»

Sabes que es un enjuague, que votáis todos lo mismo, lo que dice la dirección. No tenéis ningún valor, no tenéis ninguna ética, no respetáis nada, no respetáis a los votantes. O sea, ¿qué tipo de persona tienes que ser para ser político? En serio, es muy lamentable que dejemos algo tan importante como la gestión de lo público en manos de la peor gente de entre nosotros. Eso es así. Ya lo ves, Sánchez, que es el peor de entre nosotros, el que es capaz de tener menos escrúpulos que nadie, es el presidente del Gobierno. Y de ahí para abajo. O Ábalos, enchufa a uno, enchufa a otro. No doy crédito, tío.

Olmos posa en la sede de THE OBJECTIVE. | Foto: Víctor Ubiña

P.- Amigos políticos no tiene, imagino.

R.- No, yo tengo amigos en general (ríe). Me costaría tener un amigo político de este nivel en los que en lo que no hay nada más que cálculo. O sea, yo creo que, por ejemplo, la dana fue un caso en el que se nota la insensibilidad del político, sea del PP de allí o el Gobierno central que es «ha pasado esto en Valencia» y cualquier persona normal piensa: «Ayudar, ayudar, ayudar». El político piensa: «¿Me beneficia, me conviene? ¿Qué hago, qué no hago?». Son inhumanos.

P.- Déjeme preguntarle por Karla Sofía Gascón, la actriz española nominada al Oscar por su actuación en Emilia Pérez. Y es que me interesa mucho este caso, ya saben por esos tuits rescatados donde mezclaba racismo con opiniones de muy mal gusto. Pero me interesa especialmente por la brutalidad. Por supuesto que la cultura de la cancelación, esa que muchos niegan hasta que se les aplica, no conoce el perdón, sigue sin conocer la misericordia, la capacidad de redención.

R.- Ahí estamos, es que es tan obvio que no tendría mucho que decir, pero como no parece obvio. Vamos a ver, he visto la película un par de veces y no soy fan de ella como actriz, no me parece que sea el sostén de la película, pero viéndola la segunda vez, la verdad es que mejora mi impresión de ella. Es una película que tiene mucho interés y que ha defendido gente tan variopinta como James Cameron o Fernando León de Aranoa. ¿Es un peliculón o no? Tiene trece nominaciones, que ganen los premios que sean. Karla es fundamental, es central como actriz trans. Recuerdo que hace años no sé si fue a Kate Winslet, no sé qué actriz tuvo que rechazar un papel de trans porque ella no es trans.

Quiero decir, hasta ahora, hasta los tweets de Karla desenterrados, la película era canónicamente moral. Es decir, porque pones a una trans a hacer de trans, todo cojonudo. Entonces, si le vas a dar un Oscar, pues lo tienes que seguir dando. ¿Qué más da que lo que haya dicho no haya dicho? Es que ese es el ridículo de nuestros tiempos, pero también la extraña gestión que uno puede hacer de Twitter. Porque yo llevo en Twitter no sé cuántos años y he publicado ahora 30.000 tweets y yo no tengo tuits así.

Y luego me fascina que aunque tengas esos tweets, cuando de repente alguien como Karla se hace famosa planetariamente, algo en tu cabeza no diga: «Esos tuits. Voy a borrarlos por si acaso». De hecho, cuando sonaba Echenique ministro o no sé quién como ministro -por eso Twitter es tan fascinante, porque siempre hay alguien que te cuenta algo- alguien va a decir: «Oye, Echenique ha borrado 30.000 tuits». Esto quiere decir que le van a nombrar algo, ¿no?

«En una fiesta, a una mujer del PSOE, le dije: ‘¿No te da asco ser política?’»

P.- ¿Alberto Olmos tiene odio de clase?

R.- Es probable, sí. Yo estoy educado en cosas, no educado en mi familia ni por el sistema, sino ambientalmente. Antes de que llegara el disparate woke, todo el mundo tenía claro que aquí lo único que importa es el dinero y lo que tienes o no tienes. Ahora, con 52 años y dos hijos, es evidentísimo que sólo importa el dinero y quiénes son tus padres. Hay muchísima gente en Madrid, tengas o no tengas los privilegios que sean, y siendo de fuera eres consciente de que es muy distinto para empezar llegar a Madrid.

Porque por un lado están los privilegiados de Madrid que suelen ser los que los que fundaron Podemos, y luego están los privilegiados de provincias, que sus padres les pueden comprar un piso y dan un dinero mensual para que sean escritores o lo que sea. De hecho, yo me doy cuenta que en el mundo de la literatura joven gente que conocí en los 80, la miro ahora, y te das cuenta de que casi todos los autores jóvenes conocidos en los 80 no han trabajado nunca en nada, con lo cual es imposible.

Y luego, cuando quedas con alguien y hablas de temas y te das cuenta de que uno tiene pisos alquilados, que el otro tiene unos padres que le dan dinero directamente y es decepcionante. En ese sentido, yo sigo escribiendo libros, pero no me siento parte del mundo editorial, del mundo de los libros, por suerte. Pero es muy decepcionante descubrir tarde que toda la bohemia y todo el artisteo casi siempre es de niños a los que sus padres mantienen. Y esto venía sobre el odio de clase. Yo lo que defiendo es la lógica, digamos, del pasado. Es una lógica tan aplastante que por eso resulta tan agotador el tiempo moderno.

La hija de Emilio Botín tiene más privilegios que cualquier hombre del mundo, es evidente. La hija de Amancio Ortega tiene más privilegios que el 99% de los hombres de España. Pero nos han vendido, sobre todo cuando estaba Irene Montero dando la matraca 24/7, que si tú naces en un Usera de padre en paro y madre limpiadora, si eres hombre, naces con muchos privilegios, más que Ana Botín. Eso lo hemos oído tal cual. Pues no, lo más importante es donde naces y que son tus padres.

P.- Tenemos una última pregunta para cerrar. Si tuvieras que elegir un epitafio para tu lápida…

R.- «Es difícil ser un santo en la ciudad», me parece que quedaría bien.

[¿Eres anunciante y quieres patrocinar este programa? Escríbenos a [email protected]]

Publicidad
MyTO

Crea tu cuenta en The Objective

Mostrar contraseña
Mostrar contraseña

Recupera tu contraseña

Ingresa el correo electrónico con el que te registraste en The Objective

L M M J V S D