Juan Luis Camacho y la salvación de la arquitectura tradicional
El arquitecto ha sido reconocido con el premio Rafael Manzano por su rehabilitación de edificios históricos

El arquitecto Juan Luis Camacho. | Pablo Sevilla
El arquitecto Juan Luis Camacho ha sido galardonado con el XII Premio Rafael Manzano de Nueva Arquitectura Tradicional. Este reconocimiento nace con el objetivo de homenajear la labor de arquitectos abocados en preservar el patrimonio español. Entre las obras de Camacho destaca la restauración de la Plaza Mayor de Colmenar de Oreja o la rehabilitación del Ayuntamiento de Villarejo de Salvanés. Además, Camacho se caracteriza por el uso de materiales respetuosos con el medio ambiente, utilizados tradicionalmente en municipios. «Mi principal objetivo es intentar salvaguardar las arquitecturas tradicionales donde intervengo y encontrar a alguien que se enamore de ellas para rehabitarlas», nos cuenta.
PREGUNTA.- Ha restaurado la Plaza Mayor de Colmenar de Oreja, rehabilitado el Ayuntamiento de Villarejo de Salvanés y en Chinchón, viene trabajando en edificios emblemáticos hace mucho tiempo…
RESPUESTA.- Sí, es el área donde he desarrollado mi carrera. Chinchón pertenece a la Comarca de las Vegas, que la conforman 23 municipios. Su origen se sitúa en la vera del río Tajuña, afluyente del Jarama, donde se han encontrado restos etruscos. En un momento determinado, la población se trasladó a la parte superior de esta vera y así se conformó un pequeño poblado en la parte alta del municipio. Chinchón, como lo conocemos, surge alrededor del siglo XIV e inicios del XV. Mi primer trabajo lo hice apenas terminé la universidad, la primera intervención ni la pude firmar, mi cercanía con la comarca es de procedencia, mi bisabuelo ya era chinchonense. Mientras que la primera obra que dirigí fue en Colmenar de Oreja, desde entonces todo lo que he desarrollado hasta ahora, ha sido por la comarca.
P.- ¿Durante qué siglos se construyeron las zonas más emblemáticas de Chinchón?
R.- Lo más antiguo es una parte de la pequeña ermita de San Antón, que fue construida en el siglo XIV, se sitúa en la parte de arriba de la comuna, también la zona de la Iglesia de Santa María, que estaba en la parte media del municipio. La plaza se terminó en el siglo XVII, una de las transformaciones más importantes se da con los primeros Marqueses de Moya y con los Condes de Chinchón, cuando se funda el condado. A partir de ese momento hay un crecimiento importante de casas señoriales y aparecen las zonificaciones más singulares, como el castillo de los condes y una serie de conventos. Así se empieza a conformar la arquitectura más popular y rural del municipio en el siglo XVI.

«Nos formaban para enfrentarnos a grandes proyectos, no se tocaba la escala pequeña, que es la humana»
P.- Dice que al terminar sus estudios quería hacer una arquitectura distinta a la que le enseñaban en la universidad…
R.- Porque nos formaban para enfrentarnos a proyectos que eran como ensoñaciones de grandes proyectos, tenían poco que ver con edificaciones sencillas, no se tocaba la escala pequeña, que es la humana. Siempre eran museos, auditorios, proyectos muy grandes que llevaban a una arquitectura más relacionada con el movimiento moderno de principios del siglo XX. Se sentía mucho el modernismo internacional, que dura hasta la posguerra española en los años cincuenta o sesenta, y que tiene mucha influencia en toda la arquitectura urbana basada en bloques de viviendas. En Chinchón veía que todo eso empezaba a pasar, aparecían bloques de vivienda que respondían a tipologías del Madrid de los sesenta, setenta y hasta los ochenta. Terminé la universidad en el año 92 y había visto muy poco de construcción y urbanismo, que era lo que en verdad me interesaba.
P.- Uno de los espacios que ha restaurado ha sido la Casa Dusmet, un edificio histórico del siglo XVII. ¿Qué trabajos realizaron?
R.- Los trabajos los iniciamos en el año 95, con el levantamiento de planos muy fidedignos de la casa. Estaba en bastante mal estado y había que recuperar muchas cosas, la compró la Fundación Arauco para la que hicimos la rehabilitación. Lo primero fue estudiar la edificación y los espacios, para restaurar las estructuras y ver cómo podíamos recuperar los espacios más interesantes como los balcones, las bodegas, lagares o salones. Fue un trabajo muy de oficios y de respeto por los materiales. Actualmente, es un ejemplo notable de la arquitectura histórica de Chinchón.
P.- ¿Cómo se rehabilita una instalación tradicional, como lo puede ser un lagar?
R.- Depende del estado de conservación de la estructura y sus materiales. Los lagares eran los espacios de fabricación y almacenamiento de vinos, pequeñas fábricas que tenían muchas casas, en las que había una prensa romana. Al recoger el mosto, se llevaban a los remostadores en las bodegas. En la zona se producía tanto vino, que se repartía entre las casas aledañas.
P.- De las plazas de Chinchón y de Colmenar de Oreja, llaman mucho la atención sus balcones…
R.– Yo restauré los de la plaza de Colmenar de Oreja, que en realidad son más terrazas que balcones y son típicos de la arquitectura castellana. La construcción de la plaza se inició en 1676, se asienta sobre un túnel de piedra conocido como el Puente de Zacatín, que cruza bajo la plaza y conecta los dos lados del valle. Los balcones de la plaza de Chinchón son más volados, y se conforman con la propia estructura de las viviendas y se sujetan porque la estructura de madera ya está asentada en las casas.
«La actual necesidad de vivienda es una oportunidad para la recuperación de esa España vaciada»
P.- Habla de la importancia de generar identidad desde la arquitectura, y ha propuesto un modelo para crear pueblos dentro de pueblos…
R.- Sí, tiene que ver con que habitualmente en cualquier tipo de promoción inmobiliaria, la repetición genera dinero. Si se repiten las casas y son todas iguales, el precio final de construcción es más barato, pero también se genera una monotonía al ser todas las casas iguales. Nuestra propuesta siempre ha sido que, pese a pertenecer a una zona, se pueda tener, aunque sea una pequeña diferenciación. Hubo que hacer que los promotores entendieran este valor, aunque en un principio pareciera un sobre coste, pero la ventaja es que la gente se interesa más por este tipo de edificación.
P.- En Chinchón viven aproximadamente 6.000 personas y en Colmenar de Oreja cerca de 9.000, siguen siendo pequeños municipios, aunque que cada vez cobran más interés turístico…
R.- El turismo también lo genera la arquitectura. Actualmente, hay muchos restaurantes, actividades culturales, y la cercanía a Madrid y al aeropuerto también han sido elementos importantes. Las transformaciones se deberían dar de forma complementaria a las que ya existen, porque de lo contrario solo se harían edificaciones sin ningún contexto, enfocados únicamente al turismo sin consonancia con lo que ya existe. Esto está sucediendo en muchos lugares y hay que tener cuidado con el turismo, porque al final se generan espacios inhabitados, pueblos fantasmas que viven únicamente de día para acoger al turismo. Si no se asienta población, las casas no tienen vida y no se crea comunidad. Es verdad que también hay que aprovechar el turismo, pero de manera responsable, a mí me gusta que sea reversible, por ejemplo, el hacer algo turístico pero que se pueda convertir en viviendas. Creo que la actual necesidad de vivienda, es una oportunidad para la recuperación de esa España vaciada y la restauración de muchos entornos arquitectónicos en peligro.