Un nuevo libro pone en valor la figura de Calvo-Sotelo: «Fue quien consolidó la democracia»
Una biografía del expresidente destaca la transición de poder «modélica y pacífica» que hizo a Felipe González

Leopoldo Calvo-Sotelo, durante su sesión de investidura. | EFE
Leopoldo Calvo-Sotelo es hasta la fecha el presidente más breve desde la vuelta de la democracia a España. Su mandato no llegó a los dos años, desde febrero de 1981 a diciembre de 1982. Sin embargo, un nuevo libro reivindica su figura como el hombre que apuntaló la transición a la democracia. Consolidar la democracia: el Gobierno de Leopoldo Calvo-Sotelo (ed. Marcial Pons), que firman José-Vidal Pelaz López y Pablo Pérez López, se publica este próximo miércoles.
THE OBJECTIVE ha tenido ocasión de conversar al respecto con Pérez López, catedrático de Historia Contemporánea en la Universidad de Navarra y director científico del Instituto de Cultura y Sociedad (ICS) en este mismo centro. Su investigación es fruto de varios años estudiando el archivo personal de Calvo-Sotelo, del archivo de su Presidencia y del testimonio de una docena de figuras que estuvieron cerca del exjefe del Ejecutivo.
PREGUNTA.- Empecemos por la trayectoria de Calvo-Sotelo antes de ser presidente. ¿Cuál fue su importancia en los gobiernos de Suárez y en la puesta en marcha de la UCD?
RESPUESTA.- Podríamos decir que Leopoldo Calvo-Sotelo es un hombre de trayectoria política subterránea hasta que fallece Franco. Es un hombre con gran interés por la política, que se manifiesta en una decidida pasión monárquica y europeísta, pero que se mantiene cuidadosamente al margen de la acción política hasta que no se forma el primer gobierno de la monarquía, el de Arias Navarro. Después, Suárez le pide que se marche para preparar la campaña electoral [de las generales de junio de 1977]. Junto con Martín Villa, prepara las primeras listas de UCD. Dicho esto, Calvo-Sotelo, es muy independiente, muy particular, no pertenece a ninguna de las familias de las que formaban UCD.
Su pasión europea —es un hombre que viajó mucho por Europa por razones profesionales y culturales— lleva a que Suárez le nombre ministro para la Relación con las Comunidades Europeas. Esa entrada en la Comunidad Económica Europea se esperaba que fuese mucho más rápida [no se produjo hasta 1986], pero Francia nos puso el freno con Giscard d’Estaing. Finalmente, en la remodelación de gobierno 1980, pasará a ser vicepresidente económico.
«Calvo-Sotelo sufre un golpe de Estado nada más recibir el poder y, en cambio, se lo transfiere a Felipe González de forma tranquila y habiendo parado otro intento de golpe»
P.- La presidencia de Calvo-Sotelo comenzó de la forma más agitada posible, con la tentativa de golpe de Estado del 23-F durante su sesión de investidura. ¿Cómo afrontó la resaca del intento de toma violenta del poder?
R.- El 23-F fue una sorpresa, ya que los servicios de inteligencia no lo vieron venir. A Calvo-Sotelo el golpe le pareció una farsa y un sainete que puso sobre la mesa algo que a él no le gustaba nada, la presión de los militares sobre el Gobierno. Así, uno de sus logros es poner de manifiesto la supremacía del poder civil sobre el militar de una forma muy clara.
En este sentido, cuando se hizo pública la sentencia de los tribunales militares a los encausados por el golpe, Calvo-Sotelo considera que se les ha tratado con demasiada benevolencia y recurre al Tribunal Supremo, consiguiendo que se impongan sentencias más duras. Esto es muy importante, porque de la época de Calvo-Sotelo, sale el Ejército renovado en su forma de estar en la vida pública española. Esa modernización de las Fuerzas Armadas tuvo su segundo pilar con la entrada en la OTAN.
P.- Además, pocos saben que se frustró otra conspiración en octubre de 1982, precisamente en la víspera de las elecciones que el PSOE ganó con mayoría absoluta…
R.- Efectivamente. Además, iba a tratarse de un intento más violento que el 23-F, con uso de armas y una sublevación generalizada Por tanto, si hubiese tenido éxito, habría sido algo muy grave. Probablemente, las elecciones se habrían tenido que suspender o aplazar. Afortunadamente, los servicios de inteligencia lo detectaron y lo pararon tres semanas antes y nos libramos de que el sistema entrase en una turbulencia importante.
Aunque también hay que decir que a esas alturas el Ejército ya era muy leal al poder civil y que los que encabezaron la intentona fueron un coronel y un teniente-coronel con poca importancia en la jerarquía, que además eran hermanos.
P.- En el título del libro presentan a Calvo-Sotelo como el hombre que consolidó la democracia. ¿Por qué puede decirse esto de él?
R.- Consolidar la democracia es el resumen de la tarea de Leopoldo Calvo-Sotelo. Tradicionalmente, se ha tendido a resumir la Transición diciendo que el centro político trajo la democracia y que los socialistas la consolidaron cuando llegaron al poder pacíficamente en 1982. Nuestra tesis, fruto de mucho estudio, es que el centro no sólo trajo la democracia, sino que también la consolidó. Eso lo hizo con la tarea de gobierno de Adolfo Suárez, que queda incompleta, y después con Calvo-Sotelo.
Calvo-Sotelo y su gobierno consolidan la democracia porque hacen una transición modélica al PSOE, entregándole una democracia consolidada. Es llamativo, además, cómo Calvo-Sotelo sufre un golpe de Estado nada más recibir el poder y, en cambio, se lo transfiere a Felipe González de forma tranquila y habiendo parado otro intento de golpe [el ya mencionado de octubre de 1982].
P.- ¿De qué otras formas consolidó el sistema Calvo-Sotelo?
R.- Contribuyó a reformar el Estado, la política económica, la política autonómica. También completó la transición exterior, presentando a España internacionalmente de otra manera. Incluso, proyectos como la Expo de Sevilla o los Juegos Olímpicos de Barcelona se inician en su mandato, aunque Felipe González los llevase a término. También tenía muy clara la necesidad de que España ganase en independencia energética y fue el último presidente en inaugurar una central nuclear, la de Almaraz, que ahora precisamente está en vías de cerrarse.
«La historia le ha dado la razón completamente a Calvo-Sotelo, hasta el punto de que ahora la gente piensa que quien nos metió en la OTAN fue el referéndum de Felipe González»
P.- Durante el breve Gobierno de Calvo-Sotelo se terminó de concretar el sistema autonómico que había quedado dibujado en la Constitución. Hoy en día, una de las grandes críticas que se le hacen a la Transición es precisamente la de haber transigido demasiado con los nacionalistas en la distribución de competencias entre el Estado y las regiones. ¿Estaría hoy de acuerdo el propio Calvo-Sotelo con ese reproche?
R.- Probablemente no, porque él estaba muy convencido de que esa era la solución al problema autonómico. Sin embargo, algunos de sus ministros sí harían ese reproche. Calvo-Sotelo tenía claro que la cuestión autonómica precisaba de un gran pacto con todas las fuerzas políticas. Alianza Popular y el Partido Comunista no le siguieron, pero el PSOE sí se avino. En su visión, si los dos grandes partidos de la época, la UCD y el PSOE, conseguían ponerse de acuerdo, eso bastaba para que el problema autonómico quedase arreglado.
P.- Entonces, ¿por qué se ha reabierto la herida autonómica?
R.- Porque hemos perdido ese acuerdo entre los dos principales partidos, algo que las formaciones nacionalistas han detectado como una oportunidad para obtener ventajas y arrebatarle competencias al Estado. Ese consenso lo rompieron tanto Felipe González como después Aznar, que, cuando necesitaron apoyos, prefirieron buscarlos en los nacionalistas y no en el otro gran partido.
«Calvo-Sotelo tomó medidas muy importantes contra el terrorismo. Además, empezó a hacer algo que Suárez no había hecho: asistir a los funerales de las víctimas»
P.- Con Calvo-Sotelo en la Moncloa, España entró en la OTAN. El PSOE se opuso frontalmente a esa decisión, pero Felipe González cambió de parecer cuando llegó a presidente. ¿Se demostró que Calvo-Sotelo tenía razón?
R.- La historia le ha dado la razón completamente a Calvo-Sotelo, hasta el punto de que ahora la gente piensa que quien nos metió en la OTAN fue el referéndum de Felipe González. Además, la entrada de España en la OTAN fue algo digno de una película o de una serie. El PSOE trató de dinamitar la decisión hasta el final a través de gestiones con el gobierno griego. La negociación fue delicadísima, con Calvo-Sotelo viajando a Atenas y logrando arreglar la situación.
La decisión contrarreloj de depositar en Washington el documento de ingreso en la OTAN se hizo un domingo. Fue un triunfo por unas pocas horas, ya que el lunes habría entrado en las Cortes una moción del PSOE que seguramente habría conseguido deshacer la decisión del Parlamento de autorizar al Gobierno la entrada en la OTAN.
P.- ¿Cuál es el legado de esa decisión?
R.- La decisión de que España entrase en la OTAN manifiesta una visión histórica de larga distancia, que nos colocó definitivamente en el seno de Occidente. Si España se hubiera quedado en esa especie de tercer mundo internacional, hoy seríamos algo parecido a Cuba o Venezuela.
P.- La crisis económica marcó los meses de gobierno de Calvo-Sotelo. ¿En qué situación se encontraba España y cómo trató el entonces presidente de enderezar la situación?
R.- La situación muy mala. Los expertos en economía hablan de 1982 como el peor año después de la Segunda Guerra Mundial, ya que confluyeron las consecuencias de la crisis del petróleo de 1973 [que llegó a España con retraso] y la de 1980, con la guerra entre Irán e Irak. Esa crisis terrorífica se manifestó en un gran crecimiento del paro. Es más, antes de su discurso de investidura, sus asesores le transmitieron que el riesgo para la democracia no estaba tanto en el seno del Ejército, sino en que la situación económica derivase en una desafección de la sociedad por el sistema.
Era necesario tomar medidas muy duras, y Calvo-Sotelo acometió una suerte de reedición de los pactos de la Moncloa, pero esta vez no con los partidos, sino con los sindicatos y la patronal. Al mismo tiempo, se empieza la reconversión industrial y se procura que España sea más independiente en materia energética, tratando de conseguir petróleo más barato. El gobierno consiguió contener la inflación, pero no el paro.
«Suárez o Calvo-Sotelo tenían un sentido de Estado por encima de su condición de hombres de partido»
P.- Su mandato también coincidió con los años de plomo de ETA. ¿Cómo encaró Calvo-Sotelo el problema del terrorismo?
R.- Tomó medidas muy importantes, fundamentalmente reformó la forma en que el mando policial encaraba la lucha contra el terrorismo, haciéndola más efectiva. También se mejoró la preparación de las fuerzas de seguridad. Además, empezó a hacer algo que Suárez no había hecho: asistir a los funerales de las víctimas.
Asimismo, pidió la colaboración en la lucha antiterrorista tanto de EEUU como de Francia (estos últimos no la dieron). Por último, procuró abrir el camino a que algunos abandonasen la lucha armada, algo que sucedió con ETA político-militar [una de las dos ramas de la banda]. En contraste, el mayor fracaso de Calvo-Sotelo en esta materia fue la rendición del Gobierno central en relación con la central nuclear de Lemóniz, después de que ETA matase a dos de sus ingenieros jefes. El Gobierno transigió ante la decisión de paralizar las obras por parte del recién estrenado ejecutivo vasco del PNV y de Iberduero [hoy Iberdrola].
P.- La figura de Calvo-Sotelo aparece intercalada entre dos grandes personalidades como las de Adolfo Suárez y Felipe González. ¿Pudo contribuir su carácter más discreto a que su mandato durase poco?
R.- Su carácter tiene que ver con cómo ha pasado a la historia. Pero esa personalidad aparentemente más anodina fue muy importante para conseguir logros efectivos para consolidar la democracia española. Es verdad que no tenía la capacidad de Suárez o González para conquistar al público, pero tampoco diría que eso contribuyese a que su gobierno durase menos.
Eso más bien se debió a la división interna de UCD y a la marcha de Adolfo Suárez para crear el CDS. La salida de Suárez fue como si el fundador de Coca-Cola se marcha y funda Pepsi: estás perdido. Calvo-Sotelo decía de Suárez que era el «clavillo del abanico» que mantenía unidas todas las varillas que formaban la UCD.
P.- En los últimos años, varios dirigentes del PSOE, incluido Pedro Sánchez, han atribuido a su partido la aprobación del divorcio. Sin embargo, fue la UCD de Calvo-Sotelo quien lo sacó adelante (con un proyecto que ya venía de la etapa Suárez). ¿Qué cree que hay en esa adulteración histórica, error o malicia?
R.- Probablemente, haya parte de error, de malicia y también de verdad. Lo cierto es que el proyecto de ley de UCD fue cambiado y el ministro que lo abanderó, Francisco Fernández Ordóñez, luego terminó en el PSOE. Además, el Partido Socialista votó a favor de la ley, mientras que el voto de UCD quedó dividido. Se podría decir que la cuestión del divorcio fue en parte una operación para introducir un submarino en UCD y romperla, para demostrar que era incapaz de mantener su mayoría parlamentaria y que, por tanto, no debía seguir gobernando.
P.- Calvo-Sotelo adelantó las elecciones ante los pobres resultados de la UCD en las elecciones gallegas y andaluzas, y ante la división en el seno de su partido. Además, renunció a presentarse como cabeza de lista. ¿Qué nos dice ese desapego por el poder de la figura del expresidente y cómo se compara con la de ciertos políticos de hoy?
R.- Se demuestra que era otro tiempo. Adolfo Suárez es el único presidente que ha dimitido y su sucesor, a la vista de la situación, considera cumplido lo que ha venido a hacer. En efecto, estos hombres tenían un sentido de Estado por encima de su condición de hombres de partido. Cuando se pierde esa noción de Estado en los gobernantes, se termina llegando a una partitocracia, a una búsqueda del interés personal o del partido por encima del interés del Estado.
P.- Es famoso el epitafio en la tumba de Adolfo Suárez, «La concordia fue posible». ¿Cómo podría resumirse el legado de Calvo-Sotelo?
R.- Diría «la alternancia fue posible». El hecho de dar paso al adversario político de una manera pacífica y amigable demuestra que la democracia se ha consolidado. Además, Calvo-Sotelo pactó muchas cosas con el PSOE y tuvo una relación extraordinariamente cercana con Felipe González: es sorprendente la cantidad de veces que se ven y lo bien informado que tuvo al entonces líder de la oposición.