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Woody Allen, de cineasta vetado a debutante «indie» en la novela con 90 años

Publica en septiembre, en una pequeña editorial, la historia de “un intelectual neurótico” que besa a una periodista

Woody Allen, de cineasta vetado a debutante «indie» en la novela con 90 años

Woody Allen.

En el gremio artístico abundan quienes ven su dedicación como una suerte de terapia, algo más barato y seguramente tan ineficaz como la visita al psicólogo. La idea viene de lejos, al menos, que yo sepa, desde Robert Burton. El erudito inglés escribió su monumental Anatomía de la melancolía (1621) precisamente «para estar ocupado en la manera de evitar la melancolía». Tan en serio se lo tomó que le salieron tres volúmenes. 

Woody Allen siempre ha bajado al piso esta idea romántica. Su empeño en hacer una película al año mientras pudo parecía casar con el concepto, más aún viniendo de un señor monomaníaco y neurótico. Sin embargo, el cineasta ha declarado en repetidas ocasiones que hace cine porque no sabe hacer otra cosa y eso lo tiene entretenido buena parte del año. A lo más para distraer a la muerte, no pensar en ella, lo cual es ya otra forma de terapia.

El caso es que el neoyorquino no sabe estarse quieto -a la manera pascaliana- disfrutando del prestigio adquirido y hay quien cree que lo ha malbaratado justamente por no saber hacerlo y entregar durante décadas un film al año. De todos modos, el cine parece cada vez más lejos para Woody Allen desde que a finales de la pasada década se reavivó el caso de abusos a su hija adoptiva Dylan -del que salió inocente en los 90- y que le valió la cancelación pública. Desde entonces ha tenido que arañar sus películas, dos en cinco años.

Dicen que cuando Dios cierra una puerta abre una ventana. Esa ventana ha sido para Allen la literatura, una actividad que ha retomado con fuerza y que parece ser su manera de seguir entreteniendo a la Parca a sus casi 90 años. Un vicio menos caro que el cine y que no necesita de productor, sonidista, iluminador ni elenco actoral. Apenas un editor que se atreva a publicar a un apestado. 

Su autobiografía, A propósito de nada, estuvo en el alambre editorial y salió finalmente en 2020. El grupo Hachette canceló su publicación, pero la editó la pequeña Arcade. En 2022, regresó al formato cuentístico, que tan bien le había resultado al inicio de su carrera, con Gravedad cero.

Ahora, Allen persiste en las letras, esta vez convertido en novelista debutante. A la vejez, viruelas. La novela, titulada What’s with Baum? -literalmente ¿Qué pasa con Baum?-, llegará a las librerías estadounidenses el 23 de septiembre. Son 192 páginas y la editorial la describe como «ingeniosamente entretenida, una proeza satírica que hará que los lectores se pregunten quién es quién». El argumento podría pasar perfectamente por uno de sus guiones y esconde sorpresas de gran audacia. Esta es parte de la sinopsis:

«Asher Baum está perdiendo la cabeza silenciosamente. ¿Se le puede culpar? Un periodista judío de mediana edad convertido en novelista y dramaturgo, consumido por la ansiedad por todo lo que existe. Sus rimbombantes libros filosóficos reciben críticas tibias y su prestigiosa editorial neoyorquina lo ha abandonado. Su tercer matrimonio está en crisis y sospecha que su apuesto y exitoso hermano menor podría haber seducido a su esposa, educada en Harvard. Le incomoda la estrecha relación de ella con su hijo, un autor más exitoso que él, y sospecha de su cercanía con su vecino de Connecticut. Y en un momento de irracionalidad, ha intentado besar impulsivamente a una joven y guapa periodista durante una entrevista que está a punto de hacer pública».

Dos cosas se desprenden de las circunstancias de esta publicación. La primera es que Allen parece no temer al escándalo y apuesta por mantener el sarcasmo y la parodia con un argumento arriesgado, en especial en lo tocante al «beso impulsivo» a la periodista y los guiños autorreferenciales a su caída en desgracia y sus problemas con la industria editorial. A falta de leer la obra, se antoja que el neoyorquino esté jugando con los fundamentos de la cultura contemporánea de la cancelación.

La segunda circunstancia atañe al sello editorial. Post Hill Press de Simon & Schuster es una firma independiente, una colección pequeña que, según The Guardian, mantiene una línea de publicación conservadora y cristiana. Su rango es amplio y con poca representación de narrativa. La editorial edita, sobre todo, según su web, obras sobre «cultura pop, negocios, autoayuda, salud, actualidad, memorias y política». 

No cabe duda de que Allen ha tenido que buscar acomodo en una editorial pequeña y conservadora ante las dificultades que ha encontrado también para hacer circular sus libros. El regreso al cine, por su parte, parece igual de complicado. Sus dos últimas películas las tuvo que rodar en España y Francia, con producción europea. Aunque Allen ha asumido que su larga historia con las películas está en las últimas, España podría volver al rescate.

Al director y su esposa Soon-Yi Previn se los vio en noviembre del año pasado en el restaurante Ca l’Isidre de Barcelona y hay noticias que apuntan a que vendría a la ciudad condal este año para rodar, como ya hiciera con Vicky Cristina Barcelona en 2008. No se sabe mucho más de este proyecto que contaría con financiación española y tampoco está claro que llegue a ejecutarse. Por lo pronto, Allen saca libro en septiembre, que presumiblemente llegará poco después a Europa y España, donde aún suscita más interés. Sus libros anteriores, replicando el modelo de sus películas, han tenido mejor acogida en el Viejo que en el Nuevo continente. Allí, en su país, Allen es una vieja gloria del cine y un joven novelista de 90 años.   

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