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Historia Canalla

La República quiso vender Baleares a Mussolini

En ‘Historia Canalla’, Jorge Vilches repasa la trayectoria de personajes polémicos y desmonta mitos con ironía y datos

La República quiso vender Baleares a Mussolini

Ilustración de Alejandra Svriz.

Seguro que tienen en mente la famosa foto de Franco con Hitler en Hendaya en 1940. Cuántas veces la ha utilizado la izquierda y los nostálgicos de la Segunda República para demostrar que el dictador español ponía a la venta el país a los nacionalsocialistas. Pues ahora sabemos por algunas investigaciones que el gobierno republicano negoció la soberanía de las Islas Baleares, las Canarias y el Marruecos español con la Italia de Mussolini y la Alemania de Hitler. El plan era arrebatar estos dos aliados a Franco a cambio de ceder territorio nacional.

España fue un juguete de las potencias europeas. El MI6 británico ayudó a organizar el golpe de Estado de julio de 1936. Lo contó Peter Day en su libro Los amigos ingleses de Franco (2015), relatando que el Reino Unido temía que en España sucediera lo mismo que en Rusia en 1917; es decir, tras la caída de la monarquía, la República cayera en manos de los comunistas por debilidad. Todo apuntaba a que esto podía pasar en España, y el MI6 intervino para salvaguardar los intereses de su país. De hecho, en diciembre de 1935, Gil Robles advirtió a Henry Chilton, embajador británico, que una victoria electoral de la izquierda en febrero de 1936 supondría una revolución social, pero que la derecha se deslizaba hacia el golpe militar.

Al estallar la Guerra Civil, las potencias se dedicaron a buscar su beneficio propio, no la paz entre españoles. Por ejemplo, Francia compró a bajo precio un tercio del oro que puso a la venta el Banco de España. Pero el gran negocio estaba en quedarse con parte del territorio español, o explotar sus riquezas naturales. Hay que decir aquí que el gobierno republicano, gran custodio de la soberanía nacional, fue quien más hizo para que ese sueño de las potencias extranjeras se hiciera realidad y España perdiera parte de su territorio.

Lo cuenta, entre otros, Manuel Aguilera Povedano en su libro El oro de Mussolini. Cómo la República planeó vender parte de España al fascismo, publicado en 2022. Lo que demuestra la obra es que la República intentó ganar a Franco cediendo territorios a Italia y Alemania para dejarle sin aliados.

Esta idea fue de Luis Araquistáin, embajador socialista en Francia y amigo de Largo Caballero. Araquistáin creía que Italia y Alemania no estaban con Franco por una cuestión ideológica, sino por beneficio particular, por sus ganas imperiales de obtener territorios. Araquistáin convenció a Largo Caballero, y este se lo comunicó a Álvarez del Vayo, ministro de exteriores, y a Manuel Azaña, que aprobó la operación. La manera de comprarlos era ofrecerles partes de España. Fue así que se iniciaron negociaciones para vender territorio español a los aliados de Franco. La operación se llamó «Schulmeister», que era el alias que pusieron a José Chapiro, el espía español que negoció.

Con el gobierno de Hitler se negoció en tres ocasiones. Los alemanes querían las Islas Canarias, y los españoles estaban abiertos a hablar. El asunto lo contó Federica Montseny, anarquista y ministra de la República entre noviembre del 36 y mayo del 37, a Burnett Bolloten, el historiador británico de la Guerra Civil. La negociación se detuvo, cuenta Manuel Aguilera en su libro, porque los nazis quisieron que el pacto quedara por escrito. Los republicanos no querían dejar rastro de aquello y se truncó el negocio. Lógico: la noticia de que el bando antifascista negociaba con los fascistas la cesión de territorio español arruinaba la propaganda. Luego, en 1939, Hitler quiso tomar las Canarias, pero esa es otra historia.

Esa cesión de soberanía territorial a cambio de apoyo no acabó con el negocio que se intentó con los nazis. Más tarde, Juan Negrín, con la complicidad de Manuel Azaña y de Indalecio Prieto, repitió la operación con Francia y el Reino Unido. El gobierno republicano intentó comprar la colaboración francesa y británica cediendo la soberanía de Cartagena y Mahón.

Y vamos con el tercer mercadeo. Primero, Canarias a los nazis. Segundo, Cartagena y Mahón a británicos y franceses. Y tercero, las Islas Baleares, Canarias o el Marruecos español a Mussolini. Pero la perla deseada eran las Baleares.

Las islas Baleares eran un lugar estratégico. Siempre lo han sido. Recordemos que los británicos la ocuparon en 1708, durante la Guerra de Sucesión Española, y estuvieron hasta 1783, cuando Menorca fue devuelta a España tras la firma del Tratado de París. Luego, Gran Bretaña volvió a ocupar Menorca en 1798, pero la devolvió a España en 1802 con el Tratado de Amiens.

Al estallar la Guerra Civil en julio de 1936, casi todas las islas se pusieron de parte de los sublevados. Por eso la Generalidad de Cataluña quiso conquistar Baleares en agosto de 1936 y, tras bombardear Palma de Mallorca en varias ocasiones, con 150 muertos, 35 de ellos niños, llevó a cabo un desembarco. Lo hizo por su cuenta, sin apoyo del Gobierno de la República.

A principios de agosto, los sublevados de Baleares marcharon a Italia para pedir ayuda a Mussolini, quien envió al falso ‘conde Rossi’, un teatral y pendenciero italiano llamado en realidad Arconovaldo Bonaccorsi. La presencia italiana consiguió echar a los invasores, cuya retirada fue ordenada por Largo Caballero, y el conde Rossi se presentó como «el Salvador». A partir de ahí, Franco permitió la ocupación de las Baleares porque servían de punto de partida para los bombarderos italianos.

Mussolini quería tener una ventaja geoestratégica en el Mediterráneo en previsión de una guerra con Francia. Qué mejor que las Islas Baleares. El plan que llevó adelante fue la compra de terrenos, la inmersión cultural y la colonización. El proyecto era italianizar ese territorio español para luego incorporarlo a Italia.

El conde Rossi se puso al mando de la italianización, aunque fue el capitán Margottini quien dirigió los hilos por orden de Mussolini. No solo renombró calles, sino que creó campos de aviación y acondicionó el puerto. Mallorca se convirtió en una base militar y comercial italiana. En 1938 el Estado italiano compró más de 2.320 hectáreas y 120 propiedades agrícolas en Mallorca para construir casas coloniales y crear un «centro de italianidad». Además, a través de una empresa pantalla llamada Celulosa Hispánica, adquirió cinco kilómetros de costa.

En esta situación, con las Baleares en manos de Mussolini, el socialista Luis Araquistáin propuso negociar con Italia. El gobierno republicano lo hizo a través del espía José Chapiro, nacido en Kiev y doctor en Filosofía. La primera reunión tuvo lugar el 7 de marzo de 1937 en Mónaco. El gobierno republicano ofreció a Mussolini quedarse con Marruecos, pero el italiano no quiso saber nada de esa posesión africana. Quería Baleares, así que propuso enviar 100.000 italianos a las Islas Baleares, lo que suponía un tercio de su población, y el derecho a instalar bases aéreas y una relación económica preferencial. El caso, como decía, era quitar un aliado a Franco a cambio de ceder territorio español al enemigo.

Las negociaciones fueron secretas hasta que las denunció el Reino Unido. Mussolini las negó en el periódico Daily Mail y el asunto quedó frustrado. En ese momento, la Italia fascista pensó que su presencia en las Islas Baleares podía alertar a Francia y a Reino Unido, y decidió dar un paso atrás. Así, Mussolini cedió a Franco la gestión de las islas. Esta negociación del gobierno republicano con el fascista italiano fueron desactivadas por el Reino Unido, al igual que las que tuvo para ceder las Canarias a Hitler. Quién sabe qué habría pasado si esas negociaciones con los fascistas autorizadas por Manuel Azaña hubieran tenido éxito. Y quién sabe si el Reino Unido y Francia no apoyaron más a la República, no solo porque cayó en manos de los comunistas al servicio de la URSS, sino porque la República no hacía ascos a pactar la soberanía del territorio español con la Italia fascista y la Alemana nazi.

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