Amélie Nothomb y las aristas de lo políticamente correcto
‘Los aerostatos’, novela sobre la relación entre una profesora y un adolescente, desafía las convenciones morales
Amélie Nothomb (Kobe, Japón, 1967) vuelve a cumplir con su compromiso anual con los lectores, tal y como lleva haciendo tres décadas. Sin embargo, su última obra en castellano no es su último libro, sino el penúltimo, pues ahora Anagrama saca a la venta la traducción de Los aerostatos, su novela número 29, mientras que el año pasado publicó Primera sangre, la 30.
Las novelas de Nothomb suelen ser historias breves, pero intensas y trascendentes, a pesar de la aparente simplicidad de alguna de ellas. Este es el caso de Los aerostatos, una historia en principio insignificante, la relación entre una joven profesora particular y su pupilo adolescente, pero que nos permite recoger a través de su lectura multitud de interrogantes que ponen en entredicho parte de los convencionalismos morales de la sociedad actual.
Ange es una estudiante de filología que vive en Bruselas. Para ganarse algún dinero, acepta el encargo de dar clases de apoyo a un estudiante llamado Pie que, según su padre, con el que tiene muy mala relación, es disléxico y tiene problemas de comprensión lectora. El chico vive en una apatía absoluta y detesta a los libros tanto como a su padre. Solo le interesan las matemáticas, las armas y los zepelines.
Ange le va proporcionando lecturas a su alumno, mientras el padre espía clandestinamente las sesiones a través de un espejo sin azogue situado en una habitación contigua. Al principio, los libros propuestos solo generan en Pie rechazo. Pero poco a poco Rojo y negro, La Ilíada, La Odisea, La Princesa de Clèves, El diablo en el cuerpo, La metamorfosis, El idiota… empiezan a causarle curiosidad y, finalmente, un entusiasmo que crece de forma paralela al interés que la joven profesora va despertándole.
Lo que parece en un principio un canto de amor a la literatura clásica, acaba convirtiéndose en una especie de película de terror en la que se intuyen soledades, frustraciones, obsesiones y relaciones tóxicas en una tensión constante que, en algún momento, acabará por explosionar de alguna manera. Como es habitual en la novelas de Nothomb, la historia discurre de forma rápida a través de diálogos, que en este caso acaban tocando de forma implícita zonas grises de la moral: la atracción disimulada del padre por la joven, la ausencia de amor entre padres e hijos o la tensión sexual entre profesora y alumno menor de edad son algunas de ellas.
Final inesperado
La literatura es fundamental en la narración. Homero, Kafka o Stendhal van salpicando sus páginas, acabando por atrapar a un joven que acabará teniendo la capacidad de leer y comentar en tiempo récord las grandes obras de la literatura universal. Sin embargo, frente a la idea generalizada en parte de la intelectualidad de que el arte nos salva, la tesis de Nothomb es que la lucidez que alcanza Pie a través de los libros no tiene por qué llevarle a un final feliz. Las letras no le salvan de sus fantasmas familiares, que acaban por devorarlo aunque sea capaz de recitar La Ilíada de memoria. La Literatura es para la escritora belga un arma peligrosa y un pretexto para hablar de otras muchas cosas.
Huyendo en este caso de lo autobiográfico, una constante en muchas de sus obras, en el debe de Los aerostatos destacamos lo artificioso de los diálogos que, si bien están muy bien construidos, resultan chocantes, pues resulta difícil imaginarse a dos jóvenes de 19 y 16 expresándose de la manera en la que lo harían dos catedráticos. Por el contrario, esto, extraño al principio, contribuye conforme avanzan las páginas a hacer más denso ese ambiente de suspense y tensiones diversas que acabará en un final inesperado.
Gran parte del éxito en nuestro país de Nothomb se debe a su traductor, Sergi Pàmies (París, 1960), que ha traducido para Anagrama casi toda la obra de la escritora francófona. Esta edición de Los aerostatos coincide en el tiempo con la publicación de A las dos serán las tres, un libro de relatos publicado por Pàmies en la misma editorial.
El escritor catalán, traductor de otros autores como Apollinaire o Pennac, publica un conjunto de diez cuentos, textos breves en los que los géneros se difuminan siendo difícil para el lector diferenciar la realidad de la ficción, diez confesiones íntimas con un regusto de humor e ironía que hacen reflexionar desde lo cotidiano y que son una delicia para el lector.