Usas mal la esponja de cocina: una ingeniera en alimentos explica cada cuánto desinfectarla
Estas recomendaciones, aunque parezcan simples, tienen un impacto directo en la seguridad e higiene de la cocina

Esponja de la cocina | Canva pro
Mantener la cocina limpia no empieza por el lavavajillas ni por los fogones, sino por un objeto que parece inofensivo: la esponja para lavar los platos. Esta herramienta, indispensable en cualquier hogar, puede convertirse rápidamente en uno de los focos más contaminados de la casa, debido a su contacto constante con restos de comida, grasa y humedad. Un entorno perfecto para que bacterias y microorganismos proliferen sin control. Montse Meléndez, ingeniera en alimentos y conocida en redes como @monalimentos, advierte: «Antes de lavar los platos es importante que tengas una esponja limpia». Por eso, mantener una rutina de desinfección adecuada es fundamental no solo para evitar malos olores, sino también para prevenir la contaminación cruzada que puede afectar a toda la familia.
¿Por qué desinfectar la esponja es imprescindible?
Desinfectar la esponja no consiste únicamente en enjuagarla o exprimirla. La limpieza profunda elimina microorganismos invisibles que podrían transferirse a los platos y utensilios, comprometiendo la higiene de la cocina. Según Meléndez, la frecuencia ideal es una vez a la semana. Además, advierte sobre un error común: dejar la esponja sumergida en jabón. La combinación de humedad constante y restos de alimentos genera un caldo de cultivo perfecto para las bacterias.

Métodos eficaces para desinfectar la esponja de la cocina
Para desinfectarla, la experta propone varios métodos eficaces adaptables a distintos hogares:
- Microondas: colocar la esponja húmeda durante un minuto, evitando que tenga partes metálicas.
- Hervido: sumergirla en agua caliente durante cinco minutos para eliminar la mayoría de los microorganismos.
- Solución desinfectante: aplicar un producto siguiendo las instrucciones del fabricante, ideal para quienes prefieren evitar el calor.
Cómo almacenar la esponja correctamente en la cocina
El cuidado de la esponja no termina con la desinfección. Montse Meléndez aconseja que, después de cada limpieza, la esponja se deje en un lugar seco, alejada de restos de comida y de la humedad de la pila. Mantenerla ventilada permite que se seque completamente entre usos, lo que reduce significativamente la proliferación de bacterias y hongos que causan malos olores y posibles contaminaciones. Además, es recomendable usar soportes que permitan que el aire circule alrededor de la esponja, como rejillas, ganchos o recipientes perforados, evitando dejarla sobre superficies planas donde el agua se acumula. Nunca se debe dejar la esponja sumergida en jabón o en agua, ya que la combinación de humedad constante y restos de comida crea un ambiente ideal para el crecimiento bacteriano.
Este hábito, aunque sencillo, es clave para prolongar la vida útil de la esponja y garantizar que cada lavado de platos sea seguro y efectivo. Una esponja bien almacenada mantiene la cocina más higiénica, previene olores desagradables y asegura que los utensilios queden realmente limpios después de cada uso.
Cuándo reemplazar la esponja
Incluso con una rutina de limpieza estricta, las esponjas tienen fecha de caducidad. La ingeniera Montse Meléndez recomienda reemplazarlas cada dos a cuatro semanas, dependiendo de la frecuencia de uso y del material con el que estén fabricadas. Las esponjas de celulosa, por ejemplo, suelen desgastarse más rápido que las de espuma sintética, por lo que requieren un control más frecuente. No basta con esperar al tiempo recomendado: hay señales claras que indican que es hora de cambiarla antes. Si la esponja comienza a deshacerse, se rompe con facilidad, desprende olores fuertes, se ve decolorada o acumula restos de comida imposibles de eliminar, se convierte en un foco de bacterias que puede contaminar los platos y utensilios.
Además, reemplazar la esponja con regularidad no solo evita riesgos para la salud, sino que también mejora la eficacia del lavado: una esponja en buen estado retira mejor la grasa y los residuos de los platos, haciendo la tarea más rápida y segura. Mantener este hábito es una de las formas más sencillas de proteger a toda la familia de posibles contaminaciones cruzadas y malos olores en la cocina.
