THE OBJECTIVE
El buzón secreto

Cómo blanquear Qatar gracias al fútbol y a gente como Xavi Hernández

La FIFA se puso de rodillas ante el dinero de un país que no respeta a mujeres, homosexuales o trabajadores

Cómo blanquear Qatar gracias al fútbol y a gente como Xavi Hernández

Xavi Hernández en un partido entre el Inter y el Barcelona. | Europa Press.

El entrenador del Barça y uno de los mejores futbolistas españoles de la historia, Xavi Hernández, hizo unas declaraciones hace años que guardé por lo incomprensibles que me resultaron. En mayo de 2019, había colgado las botas y pasó a ser entrenador del club Al Sadd, de la Qatar Star League. Sus palabras fueron: «Qatar es un país muy fácil para vivir: cómodo, acogedor y seguro».

Las reacciones no se hicieron de rogar. Nicholas McGeehan, investigador experto en derechos humanos, comentó: «Sorprende ver a alguien tan sumamente consternado por la situación de los políticos presos en Cataluña convertirse en una máquina de relaciones públicas para Qatar y no expresar nunca preocupación por la situación de los trabajadores».

La contratación de deportistas famosos como Xavi es una de las iniciativas habituales de las autoridades qatarís, desde hace ya unos cuantos años, de cara a utilizarlos para el blanqueamiento del régimen. Una iniciativa que también llevan a cabo otros países de la zona como Arabia Saudí y que han bautizado como sportwashing (lavado deportivo, es decir, lavado de imagen mediante el deporte).

A punto de comenzar el mundial, muchísima gente se pregunta cómo las autoridades de la UEFA eligieron para la celebración un país en el que no se podrían celebrar los partidos en verano y obligaría a paralizar a mitad las sagradas ligas de todos los países. Casi todo el mundo piensa en la corrupción, algunos lo insinúan y todos miran hacia otro lado.

La realidad del país: la discriminación

La realidad del país, dicho de una forma escueta, va contra los principios de igualdad que defiende el mundo libre. Las mujeres están discriminadas en la legislación y en la práctica del día a día. Las menores de 25 años siempre han tenido que buscar y conseguir el permiso de sus tutores varones para hacer esas cosas que todos consideramos habituales en nuestro día a día como poder viajar fuera del país.

Imagino, deduzco, que los homosexuales extranjeros van a ser recibidos con manga ancha por las autoridades, aunque se les aconseja que no hagan muestras de cariño en público. Qatar entraría en problemas si durante el mundial se produjeran detenciones contra este grupo de hombres y mujeres. Pero la realidad del país es que a cualquier homosexual le pueden detener, juzgar y condenar a siete años de cárcel.

La tercera discriminación que quiero resaltar habla de los trabajadores extranjeros, que son los que en Qatar y en otros países de la zona llevan a cabo los mastodónticos trabajos que los han convertido en el paraíso súper apetecible de la buena vida y el disfrute.

La mano de obra barata procede de países como India, Nepal o Bangladesh. Eso no solo no es malo, sino que sería buenísimo si con eso contribuyeran al reparto de la riqueza con países menos afortunados. Lo grave es la falta de consideración y respeto por esos trabajadores. Los sueldos son bajos, pero es verdad que es la ley de la oferta y la demanda, aunque un salario digno sería mucho mejor. 

Lo tremendamente denunciable son las condiciones laborales, que no son pésimas, sino aún peores. Durante los años en los que han construido a un ritmo endiablado estadios de fútbol, carreteras, hoteles… los empresarios les quitaban los pasaportes a los obreros que contrataban para que no pudieran pensar en abandonar el país y carecieran de alternativa a seguir trabajando en las condiciones en las que estaban. ¿Cuáles eran? Jornadas interminables al aire libre a pesar del calor agobiante, escasez de agua para beber, comida en pésimo estado, maltrato… ¿En todos los casos? Seguro que no, pero son muchísimas las denuncias que hablan de este tipo de explotación permitida por las autoridades.

Durante estos años las organizaciones de derechos humanos han conseguido con sus denuncias poner coto a algunos excesos, pero la esencia se ha mantenido. Yo veré los partidos de España y disfrutaré lo que pueda. Pero no perderé de vista cuál es la auténtica realidad del país. Les aconsejo que, al menos, hagan lo mismo.

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