Tomás Roncero: «En el Madrid, Laporta no habría durado ni seis meses»
Nunca ha renunciado a sus dos grandes pasiones: el Real Madrid y ‘Don Quijote’
Luce una camiseta blanca con el escudo de su equipo, el Real Madrid, y el bronceado de sus recientes vacaciones en una playa del Levante. Comienza una nueva temporada liguera y Tomás Roncero, subdirector del Diario As, colaborador de la Cadena Ser y de El Chiringuito de Jugones, en Mega, llega con las pilas cargadas, dispuesto a vivir tardes y noches de gloria. Preparado para darlo todo en la profesión que más le gusta.
Nació hace 60 años en Villarrubia de los Ojos (Ciudad Real), el pueblo de su padre, aunque pasaba casi siempre las vacaciones en el de su madre, Herencia. Sus padres emigraron a Madrid, siendo él un niño, y se instalaron en el barrio de Carabanchel (Madrid), donde estudió y asimiló los valores del esfuerzo y del sacrificio de sus manchegos progenitores.
Hoy, muchos años después, recuerda en Fuera de Micrófono los mejores y los peores momentos vividos en una profesión que eligió de forma prematura, al ver en el periódico a unos señores con grabadora entrevistar a sus ídolos deportivos. Una de sus frustraciones vitales – asegura – es no haber podido estrechar la mano de Don Santiago Bernabéu, cuando su padre le llevó por primera vez al estadio del Paseo de la Castellana. Y, una de sus grandes alegrías, quizá la mayor, fue el gol de Sergio Ramos en la final de Champions de Lisboa, abrazándose a su hijo y llorando como una magdalena en la noche inolvidable de La Décima.
Se puede estar o no de acuerdo con sus apreciaciones, pero nadie podrá negarle valentía a la hora de desmontar algunos de los tópicos que utilizan aficionados culés y colchoneros contra el equipo español más laureado de la historia. «Soy del Real Madrid y al que no le guste que se chinche», afirma, mientras argumenta que no hay periodista deportivo que se precie sin equipo. Otra cosa es que prefiera ocultarlo. La experiencia le ha enseñado a encajar las críticas, incluidas las de José María García, que hizo un juego de palabras con su apellido y le llamó «ron de noche y cero de día». Cuando se lo dijeron, en lugar de venirse abajo, tuvo un ataque de risa.
Este manchego ejerciente, cuyas grandes referencias vitales son Don Quijote y Don Santiago Bernabéu (Almansa, Albacete), tiene claro quién ganará la Liga 2025/2026 que acaba de comenzar, «si nos deja el nuevo CTA (Comité Técnico de Árbitros». Será ese equipo que viste de blanco, su color favorito. El club que le despertó su vocación por el periodismo deportivo.
PREGUNTA.- ¿Cómo ves la nueva temporada liguera?
RESPUESTA.- Siempre hay una ilusión añadida. En el caso Real Madrid, con nuevo jefe en la oficina, se genera una nueva expectativa. Xabi Alonso es uno de los nuestros, como digo yo, uno de los héroes de La Décima, uno de los jugadores que marcó una impronta por su estilo de juego. Hay ilusión por ver si consigue recuperar el espíritu competitivo del equipo. Aunque, nunca voy a hacer menoscabo de Carlo Ancelotti. Siempre diré que es el mejor entrenador de la historia del Real Madrid. Habría que hacerle dos monumentos por todo lo que ha hecho. Quizá los jugadores tenían el síndrome de la barriga llena y dijeron: hemos ganado todo y ahora, con poco, lo conseguiremos también. Fue una pena. Los fichajes ilusionan, aunque se puede mejorar.
P.- ¿Intentarán desquitarse, después de una temporada casi en blanco?
R.- Un matiz. Los antimadridistas han creado un mantra muy tramposo. Dicen: el Madrid no ganó nada el año pasado. No es verdad. Ganó una Supercopa de Europa y una Copa Intercontinental, que son dos trofeos a los que sólo puede acceder el vigente campeón de la Champions. Es cierto que luego perdió los otros cinco en los que compitió, pero ganó dos de siete. Cuando los culés me dicen que no ganó nada, les digo: te acabas de cargar tu famoso ‘sextete’. Porque en el ‘sextete’ había una Supercopa de Europa y una Copa Intercontinental. ¡Qué fácil es decir que el Madrid no ha ganado nada cuando te interesa! Esa trampa me la quiero yo quitar de encima.
«Los molinos de viento los veo representados en los enemigos que tiene el Real Madrid»
P.- Tus dos grandes pasiones son el Real Madrid y El Quijote. ¿Siempre te acompaña ese espíritu manchego?
R.- Me acompaña siempre El Quijote y Santiago Bernabéu, manchego de Almansa (Albacete). Son mis personajes de referencia en mi espíritu para afrontar la vida. Los molinos de viento de El Quijote los veo representados en todos los enemigos que tiene el Madrid, que se empeñan en ningunear su historia. Lógico, que quieran derribar al mejor. Santiago Bernabéu me representa en tantas cosas que siempre digo que mi mayor frustración vital – fuera de las cosas muy personales – es no haber podido darle un día la mano y saludarle. Lo tuve a veinte metros en un Real Madrid-Las Palma, primer partido que vi con mi padre y con mi tío en el Bernabéu. Fue lo más cerca que lo tuve. Santiago Bernabéu me representa por su manera de entender la vida. Demostró que, con convicción y firmeza, se puede conseguir todo.
P.- Tu hijo mayor se llama Marcos Santiago. ¿En homenaje al expresidente del Real Madrid?
R.- Mi mujer quería que se llamara Marcos y yo Santiago. Fue una solución salomónica. Ni para ti, ni para mí: Marcos Santiago. Es nombre de culebrón, pero bueno.
«Mi hijo, Marcos Santiago, nació a las 13:30 horas y a las 18:15 ya tenía la camiseta y el carné de socio del Real Madrid»
P.- Le hiciste socio del Madrid nada más nacer.
R.- Sí. Nació en la Clínica San Francisco de Asís, muy cerca del Bernabéu. Curiosamente, frente a la actual vivienda de Florentino Pérez. Nació a la una y media del mediodía y a las seis y cuarto de la tarde, cinco horas después, llegó a la clínica una bolsa con una camiseta de bebé del Real Madrid, con su nombre, y el carné de socio. Tiene ahora veintidós años y dentro de tres le darán la insignia de plata. Yo, por desgracia, no pude hacerme socio hasta los dieciséis, porque había lista de espera. Soy socio desde hace ya cuarenta y cuatro años y me faltan seis para la insignia de oro. Si mi padre hubiera podido hacer conmigo lo que yo he hecho con mis hijos, ya tendría la insignia de oro y brillantes. Es un sueño ir acumulando insignias.

P.- Tu padre llevaba a casa el Diario As y lo leías siendo un chaval.
R.- Tenía ocho o nueve años. Me lo leía porque me apasionaba el deporte en general, especialmente el fútbol. Las páginas del Madrid me las devoraba. Curioseaba las informaciones, lo que se publicaba y quién las firmaba. Normalmente, buscamos solo a los protagonistas. Yo empezaba a ver gente muy célebre, como una entrevista al tenista Manolo Santana. Y, claro, veía a un tío al lado con una grabadora. Luego, una entrevista a Pirri, que fue mi primer ídolo del Madrid, y otro tío con una grabadora. Decía: «en este trabajo hay gente que está al lado de mis ídolos». Un trabajo en el que tienes al ídolo a 30 centímetros de ti. Oye, pues no es mal trabajo ese. Recuerdo que le hablaba a mi padre de ser periodista deportivo y no me hacía caso. Quitando a José María García o Matías Prats Cañete, había muy pocos periodistas deportivos con celebridad social.
«Cuando empecé en Colpisa, llegaba un becario y decían: ¿a este dónde le metemos? Bueno, aunque sea en deportes»
P.- La figura del periodista deportivo no estaba bien valorada.
R.- Cuando yo llegué a la agencia Colpisa, en 1987, y luego en el periódico El Mundo, en 1990, llegaba un joven becario y decían: ¿a este dónde le metemos? «Bueno, aunque sea en deportes». Aunque sea… Como diciendo, para eso vale cualquiera. Hoy es al revés. Deportes quizá sea la sección más especializada. Ahora, con las redes sociales, Wikipedia y Google, los chavales saben mucho. Ya no vale cualquiera para ser periodista deportivo.
P.- Has citado Colpisa y El Mundo, pero te has olvidado de El Mundo Deportivo, del que fuiste colaborador.
R.- Fue una colaboración de los veranos.
R.- ¿Un pecado de juventud?
R.- Sí. Un pecado que yo agradezco porque fue una escuela. Como corresponsales en Madrid de El Mundo Deportivo, también estuvieron Alfredo Relaño, José Damián González y su hermano Jesús Alcaide, que ahora es uno de los grandes tertulianos de Real Madrid Televisión. Jesús Alcaide hizo la carrera conmigo en la Complutense. Era la época de La Movida madrileña y los chavales de nuestra edad solo pensaban en música, en juergas, en fiestas. De los doscientos y pico que éramos en mi clase, cinco – solo cinco – estábamos locos por el fútbol. Nos llamaban los ultraesquinas, porque nos poníamos al fondo y éramos los únicos que llevábamos prensa deportiva. Nosotros hablábamos todo el día de fútbol. Entonces, Jesús Alcaide un día me dice: «¿por qué no me sustituyes en vacaciones en la corresponsalía de El Mundo Deportivo»? Y yo, «vamos Jesús, de cabeza». Tenía que disimular, entre comillas, que era del Madrid porque los que me cogían las crónicas eran del Barça. Y entonces claro, ¿no hay crisis en el Madrid? A veces, lo minimizaba. Fue muy divertido. Recuerdo un partido de homenaje a Goyo Benito, uno de mis grandes ídolos, contra el Tottenham. Era un día desapacible y estaba el Bernabéu casi vacío, unas 10.000 personas. Y yo, por mis narices, puse en la crónica de El Mundo Deportivo que había 25.000 personas, casi un cuarto de entrada. Entonces, me dicen del periódico: «He visto que el As y el Marca hablan de 10.000 espectadores y tú de 25.000. ¿Cómo se explica eso?». Y yo: «mira, hay que ser honesto; a mí el Madrid me da igual, pero, como el tiempo estaba regular, la gente se metió debajo de las tribunas y los vomitorios estaban abarrotados, aunque no se veían». «Yo creo que el As y el Marca no se molestaron en mirar. Esto nos da credibilidad. Para que vean que, aunque se trate del Madrid, no mentimos». Se quedaron un poco alucinados con la explicación. Era mi manera de decir: me niego a admitir que el homenaje a mi Goyo Benito ha sido un desastre. Aun así, lo era. En cuanto pude, entré en la agencia Colpisa y me los quité de encima.
«El Barça fue el gran equipo del franquismo, así de claro»
P.- Niegas que el Real Madrid haya sido el equipo de Franco y recuerdas que ‘el caudillo’ sólo pisaba el Bernabéu cuando tenía que entregar la Copa del Generalísimo.
R.- Estuvo también en la final de la Copa de Europa de 1957, contra la Fiorentina, porque se jugó en el campo del Madrid y tenía que entregar el trofeo el Jefe del Estado anfitrión. Ganó el Real Madrid, pero, si hubiera ganado la Fiorentina, se la hubiera dado a la Fiorentina. Pese al prestigio del Real Madrid en aquellos años, nunca verías a Franco allí. Es más, el Real Madrid dio a conocer el franquismo en Europa. Era un equipo monárquico y tenía buena relación con la Casa Real. En el primer partido de Copa de Europa, contra el Servette (Suiza), Don Santiago Bernabéu organizó una visita a Don Juan de Borbón y la foto solo salió publicada en el Boletín del Real Madrid porque el franquismo no quería que se viera. ¿Cómo va a ser el Madrid el equipo de Franco? En los catorce primeros años del franquismo, no gana ninguna Liga. Gana cinco el Barça, el Atlético de Bilbao, el Atlético de Madrid, el Valencia, el Sevilla. Todo dios ganaba la Liga, menos el Real Madrid. Como digo siempre, en broma: si Franco era del Real Madrid, lo disimuló muy bien. Ha habido presidentes del Madrid perseguidos por el franquismo, como Rafael Sánchez Guerra. El Real Madrid era un equipo hecho a imagen de Don Santiago Bernabéu, una persona que no era del régimen de nadie. Era del régimen del Real Madrid y de los madridistas. Por eso el Santiago Bernabéu, entonces estadio Chamartín, lo pagaron los madridistas, pese a la hambruna que había en los años cuarenta. Ni una peseta del franquismo para hacer un estadio de 120.000 personas en plena posguerra. Chapó por Bernabéu.
«A la inauguración del Camp Nou asistieron los ministros de Franco cantando el ‘Cara al Sol’»
P.- Sin embargo, Franco sí tuvo algunos detalles con el Barcelona.
R.- Tuvo muchos detalles. El presidente del Barça (Josep Maria Bartomeu) le impuso la insignia de oro y brillantes en una final de Copa. En el momento de euforia, en el palco, después de ganar el Barça esa final. Tuvo, en total, tres recepciones en el Pardo, una más que el Real Madrid. O sea, el Real Madrid, el equipo del centralismo, fue recibido menos veces en el Pardo que el Barça. A la inauguración del Camp Nou fueron los ministros, todo el franquismo, con sus chaquetas blancas y todas las medallas…. Todos cantando el Cara al Sol con el brazo en alto. Los Requetés y la Falange en el Camp Nou, con el obispo de Barcelona bendiciendo la obra. Por cierto, una obra que se hizo con el dinero del franquismo: una subvención de 242 millones de las antiguas pesetas. Un pastizal para evitar la quiebra del Barça, porque Franco sabía que para Cataluña el Barça es más que un club. Quería tener contentos a los catalanes y les salvó de la quiebra económica. El Barça fue el gran equipo del franquismo, así de claro; el equipo ayudado por el régimen de Franco durante décadas. El mantra de que el equipo de Franco era el Madrid les viene muy bien a los culés para justificar su situación de segundones respecto al Real Madrid. Siempre ganaba el Madrid… Pues chico, haber sido mejores que nosotros. El régimen ayudó incluso a Kubala para que pudiera fichar por el Barça, cuando estaba suspendido por la FIFA porque había huido de Hungría. La historia se ha escrito como se ha escrito, pero la realidad es la que es.
«El Real Madrid es un grandioso equipo que genera envidia por ser el mejor»
P.- ¿De dónde crees que proviene el antimadridismo?
R.- Creo que es una cuestión geopolítica. El Madrid está en el centro, en la capital, y no deja de ser el equipo donde está el poder, o donde presuntamente está el poder. Siempre se ha dicho que era el equipo del régimen. Como dice el veterano del Real Madrid, José Luis Peinado (‘Pepe Goles’): «el Madrid ganaba las Ligas con Franco; en la Transición, con la UCD; con el PSOE de Felipe González, con el PP de José María Aznar y ahora con Pedro Sánchez». Para ser el equipo del poder – dice Peinado – hemos ganado Ligas y Copas con todo el crisol político. Es una manera muy sarcástica de subrayar que todo eso es una estupidez. El Real Madrid es un grandioso club deportivo que genera la envidia hacia el mejor. Así de simple y de sencillo. Joan Laporta habla del madridismo sociológico y yo le hablo del antimadridismo sociológico. Algunos padres, en lugar de decirle a sus hijos: ‘yo, por lo que sea, no soy del Madrid, pero tú tienes que ser feliz; tienes que tener el derecho a ser feliz: hazte del Madrid’. Cuando creas una cuna educativa que consiste, primero, en desear que pierda el Madrid y, luego, que gane tu equipo, estás creando una filosofía de vida con un complejo peligroso. Conozco muchos culés y amigos del Atleti a los que no les importa que pierda su equipo, si también pierde el Madrid. Lo que les da más felicidad es que pierda el Madrid.
«El Real Madrid ha sido víctima del sistema arbitral»
P.- ¿Consideras, de verdad, que el sistema arbitral está en contra del Real Madrid?
R.- Fíjate con Enríquez Negreira. Lo vengo diciendo. Desde las dos Ligas perdidas en Tenerife (año 1992 y 1993), lo digo sin rubor: el Madrid ha sido víctima del sistema arbitral. Desde Negreira, hay una sensación de favoritismo y de simpatía hacia el Barça, que incluso se llegó a extrapolar a Europa. Los arbitrajes en Tenerife de García de Loza y Gracia Redondo – al que yo llamo, con ironía, Desgracia Redondo -, fueron arbitrajes escandalosos contra el Madrid. Perdió dos Ligas seguidas a favor del Barça. Curiosamente, el linier, Puentes Leira, que anuló un gol legal a Luis Milla, se tiró luego tres décadas formando parte del Comité de Designación Arbitral. O sea, te equivocas gravemente, le quitas una Liga al Madrid, pero tranquilo, que vas a ser de los tres que designan a los árbitros durante treinta años. ¡Vaya castigo! Y así todo. Negreira ha confirmado lo que en el As llamamos El Villarato. Decían: qué pesados sois con El Villarato, para intentar así justificar las derrotas del Madrid. ¡Oye!, pues nos quedamos muy cortos.
P.- ¿Qué te parece el nuevo modelo arbitral establecido ahora?
R.- Más de lo mismo. Pusieron al chaval este, el hacker madridista Chema Alonso, y el antimadridismo sociológico ha conseguido que dimita en dos semanas. ¡Qué casualidad! Con lo de Negreira, que es bastante más grave, aquí no dimitió nadie. Porque, encima, este chico había sido elegido para asesorar en temas de Inteligencia Artificial (IA). No iba a estar en la sala VOR mirando si la raya marca fuera de juego o no. Él no iba a estar allí, pero se lo han cargado. Pero, qué curioso, con Fernández Borbalán, el nuevo jefe del Comité Técnico de Árbitros (CTA), el Barça ganó el 90% de sus partidos y el Real Madrid solo el 55%. Prieto Iglesias, que es su segundo, nada menos que el del VAR, fue antepenúltimo en Segunda División, en el año en que tenía que haber bajado por malo a Segunda B, y Negreira, que según el Barça no pintaba nada, le salvó de manera inexplicable y al año siguiente lo ascendieron a Primera.
«Las redes son un pozo de odio, donde mucha gente descarga sus frustraciones»
P.- Cuando viajas a Barcelona, supongo que te dirán de todo, menos bonito.
R.- No. Para mi sorpresa – Barcelona es una ciudad muy abierta –, he estado sentado en terrazas y la gente en general me ha saludado sorprendida por verme. «¡Hombre, Roncero!». Me han pedido hacerse una foto conmigo, cariñosa y educadamente. Alguno me ha dicho: ¡Visca el Barça! Vale, pues ya está. ¡Visca el Barça! Una vez iba con unos compañeros de la delegación del As en Barcelona y el conductor de un autobús que iba lleno de gente me empezó a pitar, bajó la ventanilla, y gritó: «Roncero, ¡qué grande!». Hay un poco de leyenda, pero la gente es más civilizada de lo que parece. Las redes sociales son – con perdón -, un pozo de odio, donde mucha gente descarga sus frustraciones personales. Y, claro, quienes nos mojamos, somos la diana. Si fuera verdad lo que ahí ves, daría miedo salir a la calle. Pensaría que me iban a dar de leches. La gente luego es muy normal.
P.- Tienes millones de seguidores en Twitter (ahora X). ¿Cuántos seguidores calculas que puedes tener del Barça o del Atleti?
R.- En X, como se llama ahora, tengo casi dos millones de seguidores, trescientos y pico mil en Instagram y en Facebook un millón y medio. Tengo muchos haters que me siguen. Hay gente que me dice: no entiendo por qué te siguen. Supongo que les da morbo ver lo qué digo, para que no se les escape una. Yo me mojo, claro. Soy activo. Publico cada día en Twitter una media de entre 15 y 20 tweets. En Instagram pongo fotos y algún vídeo. En otro plan. Soy muy activo en las redes sociales porque les he cogido el tranquillo. Era reticente al principio y ahora me divierten. Me lo tomo como un pasatiempo.

«García nunca dijo que era del Madrid porque perdía la mitad de su audiencia»
P.- Alguna vez has comentado la admiración, en tus comienzos, por José María García. Sin embargo, él se ha metido mucho contigo por ponerte la camiseta del Madrid.
R.- Él lo negará, pero yo sé por qué. Me lo ha contado la gente que le conoce. Me metí en la profesión porque dije: «García es un tío al que se le pone hasta el Rey». Le escuchaba a veces echar a un entrenador en directo. Tenía al presidente del club y al entrenador en el programa lanzándose reproches y veías cómo el primero echaba luego en directo al entrenador. García presumía de ello. Chapó por él. Tuvo su momento, pero creo que abusó de ese poder. ¿Qué ocurre conmigo? Pasan los años, entro en el Diario As en el 2001, y un día voy a un programa de Telemadrid para hablar de La Séptima del Madrid. Llevaba una cazadora de esas americanas, que pone Ucla o Kentucky, pero con el nombre del Real Madrid, sin más. Ni siquiera llevaba el escudo. Sólo el nombre de Real Madrid, para recordar la final de Ámsterdam. Esa cazadora me la compré como amuleto para aquella final y, como ganamos, la tenía mucho cariño. Pues, a los dos días, José María García dice en su programa de radio: «¿Qué pueden esperar del Grupo Prisa, cuando uno de sus redactores jefes se atreve a salir en la televisión pública madrileña con una zamarra del Real Madrid? Patético. Penoso. ¿Qué vas a esperar, si le llaman ron de noche, cero de día?». A mí, sinceramente, me dio un ataque de risa cuando lo escuché. Cada vez que puede me da caña, el hombre. Ya me lo han dicho muchas veces. ¿Sabes por qué te da caña? Porque tuviste, con perdón, los bemoles que él nunca tuvo. Porque él, que es del Madrid, nunca se atrevió a insinuar que lo era. Al contrario, machacaba a Ramón Mendoza, machacaba a La Quinta del Buitre, que se atrevió a llamarles Las Trillizas porque no le daban una entrevista en exclusiva a las doce de la noche. Cosa lógica, porque Butragueño, Míchel y Sanchís, a las doce de la noche, estaban durmiendo, como debe ser. García nunca quiso decir que era del Madrid porque perdía la mitad de la audiencia. Entonces, él se preocupó de su audiencia y no fue libre. Y yo me he jugado hasta despidos porque me ha importado tres narices. Soy del Madrid y al que no le guste que se chinche. García dice: este tío tiene más valor que yo, porque ha tenido lo que yo nunca tuve. Se me pone el Rey, sí, pero no he tenido valor a hacer lo que ha hecho Roncero, un pobre hombre manchego y de Carabanchel. García, en la vida hay que ser valiente, cosa que tú no fuiste.
«No conozco a ningún periodista deportivo que no tenga equipo»
P.- Otros periodistas deportivos tienen sus colores, pero los ocultan.
R.- Lo respeto y aplaudo. Cada uno elige su camino. Yo discutí mucho con un profesor de Redacción Periodística en la Facultad, sobre la objetividad. Él decía: ¿cómo se puede ser objetivo, si el que traslada la información es un ser humano? El ser humano es intrínsecamente subjetivo y la objetividad es subjetiva, porque es imposible que el que transmite la información sea un robot. Al final, es inevitable que te dejes llevar por lo que tú piensas, por muy de las cinco ‘uves’ que seas. Por muy objetivo que intentes ser, siempre habrá una parte de tu cerebro que te lleve a ser subjetivo. Creo que es mejor ser honesto. Yo no engaño a nadie: soy del Madrid. Pero, curiosamente, he tenido disputas muy gordas hasta con los presidentes del Madrid. No conozco a ningún periodista deportivo, que se precie, que no tenga equipo. Al que le gusta el fútbol, tiene equipo desde pequeño. Respeto que no lo quiera decir. Está en su derecho. Solo faltaba.
«Cuando marcó Ramos, en la final de Lisboa, mi hijo me abrazó y me puse a llorar como una magdalena»
P.- ¿Cuál ha sido el momento más feliz que te ha deparado tu equipo?
R.- El gol de Sergio Ramos en La Décima. Porque hay una connotación añadida que no tuvo el gol de Mijatovic, en La Séptima. En el de Ramos estaba a mi lado mi hijo, que entonces tenía diez añitos y llevaba todo el partido sufriendo, después de un viaje muy pesado en autobús. En el minuto 90 – no se me olvidará en mi vida – me dice: «papá, papá, desde que nací me hablas de La Décima, y nunca llega». El nació justo el año en que ganamos La Novena y yo le decía: «este año ganamos La Décima». Más que por el Madrid, me sentía frustrado como padre. Yo estaba nervioso y le decía: «hijo, aunque sea con el culo o con la mano – ahí no me hubiera importado que los árbitros nos ayudaran -, pero vamos a marcar». Cuando marcó Ramos, fue una sensación de liberación. Él pegó un salto, que no olvidaré en mi vida, se me subió a los hombros, y yo, a la velocidad del sonido, me puse a llorar como una magdalena. Luego, mi mujer se me abrazó y sentí una felicidad interna que es difícil de explicar. En ese momento, se podría haber parado el mundo porque la vida que ya había tenido merecía la pena haberla vivido. Después de esto, ¡cómo se puede ser más feliz! Fue una noche maravillosa, sentir aquello al lado de mí hijo. Encima, ahora tengo la suerte de que es también periodista deportivo y está casi más pirado que yo con el fútbol y con el Madrid. Ha hecho doble grado en Periodismo y Comunicación Audiovisual. Otro momento inolvidable fue el gol de Carlos Santillana al Borussia Mönchengladbach, en la remontada del 4-0, en el último minuto. Ha habido momentos increíbles.
P.- ¿El momento más triste o más duro?
R.- Las Ligas que perdimos en Tenerife. Fueron las dos en el último partido y jugando con luz solar. Los grandes días de fútbol se juegan por la noche y con luces de neón. Lo del sol ya era una cosa rara. Perder dos Ligas seguidas en el mismo campo, ante el mismo rival, con el Barça como beneficiado y con arbitrajes escandalosos, es duro. Teníamos en El Mundo dos cuadernillos especiales de doce páginas, preparados por la redacción de deportes, y tuvimos que tirarlos a la papelera. Fue una frustración.
«El Estadio Bernabéu es la octava maravilla del mundo»
P.- ¿Quién es en tu opinión el jugador más importante en la historia del Real Madrid?
R.- Puedo decir, aunque no lo vieron mis ojos y hablo por los ojos de mi padre, que el mejor ha sido Alfredo Di Stéfano. Cambió la historia del Madrid. Ganamos cinco Copas de Europa seguidas y él marcó en las cinco finales, cosa que Messi no ha conseguido ni en sueños. Messi ni siquiera jugó dos finales seguidas de Champions y, encima, en una no marcó, contra la Juve en Berlín. Di Stéfano fue, junto a Santiago Bernabéu, el gran hacedor del Real Madrid. De lo que yo vi, a nivel más emocional, está bien Juanito. Sé que hizo muchas travesuras, pero entró en mi corazón como en el de muchos madridistas. Butragueño fue un revolucionario. Inventó la jugada del segundo parado. Un tipo que se para en el área, con el rival hechizado, hipnotizado, eso solo lo ha hecho él. Raúl ha sido un tipo con el que, en una época de teórica hambruna, ganamos tres Champions. Coraje, pundonor, nunca rendirse… Valores del Real Madrid. Y luego, para mí, está Cristiano Ronaldo. Maldigo cada día que se fuera del Madrid porque lo adoro. Celebro cada conquista que sigue haciendo, su perseverancia, su resiliencia. Se ha empeñado en llegar a los mil goles y lo va a conseguir. El primero de la historia. Todos los jugadores buenos deberían fijarse en Cristiano Ronaldo como profesional. Es único. Siempre será el más grande.
P.- De los jugadores de los últimos años, ¿con cuál te quedas?
R.- Con Luca Modric. Es otro de los que ha entrado en mi corazón. En la última temporada ha jugado prácticamente todos los partidos y en muchos de ellos salvó al equipo. Cuando él salía, el equipo jugaba mejor. Pidió seguir un año más. Creo que el Madrid se ha equivocado. Modric, por lo que hizo, y por lo que todavía seguía haciendo en el campo, se merecía la renovación. Ojalá no nos tengamos que arrepentir. El Madrid necesita a alguien con su creatividad. Falta una aguja de compás. Modric, con casi 40 años, no tiene que envidiar a nadie.
P.- A Florentino Pérez se le critica, pero ahí están los resultados.
R. Siete Copas de Europa. El que más. Florentino come en la mesa de Bernabéu.
P.- ¿Manda mucho, incluso en el periodismo deportivo?
R.- Como a todos los presidentes, le gusta que su club reciba una crítica amable. Pero, eso pasaba también con Ramón Mendoza, Lorenzo Sanz o Ramón Calderón. Florentino, por el poder empresarial que tiene, puede parecer que controla más. Yo he tenido una relación con él de casi segundo padre. Fui de los pocos que, en el año 2000, aplaudió su llegada a la presidencia porque me convenció de que iba a levantar a nivel institucional y económico al club, que le hacía falta. A nivel deportivo, estaba bien, pero en el plano institucional y económico iba a la deriva.
P.- ¿Joan Laporta y Florentino Pérez son dos polos opuestos?
R.- Laporta… Me he encontrado tres veces con él, y es un bon vivant. Un tío simpático. Nos hemos dado un abrazo. «Roncero qué majo eres». Madre mía, con los palos que le he dado yo a este hombre. Entiendo que tiene don de gentes y eso hace que los culés le perdonen sus múltiples pecados capitales. Es la manera de ser culé. Joan Laporta en el Real Madrid habría durado seis meses. Lo digo por la forma de gestionar que tiene. Florentino responde más a lo que es un presidente del Real Madrid: a nivel institucional, imagen de respeto, señoría, imagen del club… A nivel económico, el Madrid es un transatlántico y el Estadio Bernabéu la octava maravilla del mundo.
P.- ¿Quién ganará la Liga esta temporada?
R.- Si nos deja el maravilloso y nuevo CTA, el Real Madrid. El año pasado no nos dejaron. El Madrid le sacaba en el ecuador de la Liga siete puntos al Barça y hubo un factor corrector que hizo el CTA. Así de claro. De Medina Cantalejo y Cruz Gómez, con tres arbitrajes escandalosos. Eso se llama el negreirato que sigue vivo y coleando.