Mercedes tiene un arma pesada de la que carece Tesla: la escudería de Fórmula 1
Los jefes de Mercedes tienen a la compañía de Musk en su diana, y piensan que la única manera de contenerla es ofrecer algo de lo que no disponga
La mañana del 12 de abril de 2022 fue la de un día normal para los trabajadores del equipo Mercedes de Fórmula 1. Pero esa apacible tranquilidad se rompió antes de la hora de la comida, cuando la barrera de seguridad fue traspasada por un extraño vehículo cromado que nunca antes había sido visto. Era un Mercedes EQXX, el prototipo de un coche que había partido el día anterior de su factoría en Sindelfingen, y que había realizado un recorrido de más de 1.000 kilómetros con un solo depósito de gasolina. Recorrer esa distancia con un solo tanque de combustible es algo que hacen muy pocos modelos… Lo que marcó el grado de excitación entre los presentes reside en que el EQXX es 100 % eléctrico, así que puede decirse sin espacio al error que eso no lo hace ninguno. Solo este.
La compañía que inventó el ‘carruaje sin caballos’, o sea, el coche, sabe que la mejor manera de estar presente en el futuro es adelantarse a él. Así que el EQXX se convierte de facto en una plataforma de trabajo sobre la que sus ingenieros están escribiendo las bases de sus productos venideros. De esa manera, los técnicos de la escudería que entraban en ese momento de la factoría tenían delante una porción de futuro traída desde Alemania sobre sus propias ruedas.
Imprimir velocidad
Hace poco el presidente de Toyota recibió un informe de sus ingenieros, y llegaron a una conclusión tras haber comprado y desguazado algunos modelos de coches eléctricos de la competencia: van al menos una década por delante. El uso de ordenadores, redes de comunicación, simuladores y todo lo relacionado con la digitalización de la sociedad ha acelerado todos los procesos productivos. Y si todo corre, los fabricantes de coches necesitan acelerar aún más.
Es por ello que en Mercedes han confiado su destino al brazo tecnológico más rápido de todos: su equipo de Fórmula 1, el que gana en los circuitos. Desde que se inició la era híbrida en la cúspide de la velocidad y hasta el Gran Premio de Azerbaiyán se han disputado 186 carreras, y un motor Mercedes ha dominado al resto en 121 ocasiones, dos de cada tres. Es por ello lógico que la marca de la estrella se confíe a los que fueron capaces de desarrollar estas tecnologías; más que por sus resultados, porque están acostumbrados a pelear contra el reloj.
Mercedes no es que tenga necesidades, es que tiene prisa, y mucha. Por ello, el desarrollo de todo lo relacionado con los propulsores eléctricos que irán montados en los Mercedes eléctricos del futuro estará asignado a los de Brixworth. Justo bajo los mismos 75.000 metros cuadrados de techo donde se montan los motores de Hamilton, Fernando Alonso o Lando Norris; todos sus equipos son clientes de Mercedes HPP, que es como se denomina la factoría. Los propulsores que han otorgado seis títulos mundiales a Sir Lewis se divide en dos: el equipo de carreras donde se organiza la escudería, con sede en Brackley, y donde hacen los motores, en Brixworth, a unos cuarenta kilómetros al norte. En la propia factoría producen la mitad de su consumo energético gracias a una red fotovoltaica y una planta CCHP que crean unos 2,5 megavatios.
De megavatios se trata
Aunque los chinos vienen como cohetes e industrialmente son los que están descolocando a la industria, el que marca el paso es Tesla. Es por ello que los responsables de Mercedes les tienen en su diana, y piensan que la única manera de contenerles es ofrecer algo de lo que no dispongan. Su tecnología de baterías y gestión de la energía es la mejor, y en la agenda de los germanos está generar productos más interesantes y con capacidades superiores.
Por eso en la factoría de Brixworth la cascada de contratación de personal ha crecido de forma espectacular en los últimos tiempos. Necesitan mucha ingeniería para fabricar vehículos eléctricos más eficientes, y reducir los tiempos de desarrollo al menos a una cuarta parte de los actuales. La tecnología de la F1 ha viajado de manera tradicional hacia los vehículos comerciales, pero la colaboración directa con los de la F1, incorpora la mentalidad de las carreras.
Que el prototipo EQXX hiciera su primer viaje entre la fábrica donde se montó y la factoría de Brixworth no era por casualidad. Gracias al conocimiento aplicado de su personal, el coche se creó en apenas 18 meses, que es una cifra poco habitual en algo tan novedoso. Un coche producido desde cero suele llevar unos cinco años, con mucha suerte cuatro. Hacerlo en tres ya es todo un récord en la industria moderna. Que solo en año y medio partieran de una idea y tuvieran un coche rodando por las calles en ese periodo de tiempo es señal de que la celeridad de los procesos industriales de la Fórmula 1 es justo lo que necesitan.
Con ella pueden exprimir la eficiencia de los motores eléctricos, la aerodinámica y la resistencia a la rodadura. Por todo ello el director de tecnología de la marca, Markus Schaefer, afirma que «tenemos una ventaja con la Fórmula 1 que otros no tienen. Aplicando el enfoque de la F1, Mercedes ha reducido el tiempo de desarrollo de nuevos vehículos de una media de cincuenta y ocho meses a unos 40. En el caso de los modelos derivados —modelos similares fabricados con la misma plataforma—, el objetivo se sitúa por debajo de los 30».
Competencia implacable
La velocidad es cada vez más importante. Tesla está ajustando las agendas de los fabricantes tradicionales, porque su sistema industrial permite desarrollar o rediseñar modelos mucho más rápido. Los fabricantes chinos de vehículos eléctricos han reducido el tiempo de desarrollo a una media de 2,5 años y están lanzando modelos muy innovadores y más baratos que los construidos en Europa. Reducir los costes, rebajar el peso, mejorar la autonomía y utilizar menos materiales para las baterías, son las metas.
Parte de lo que Mercedes ha aprendido del EQXX se incorporará a una nueva plataforma de vehículos eléctricos que entrará en producción en 2024, incluidos elementos aerodinámicos, piezas de la cadena cinemática y todo el software del vehículo. En Brixworth ya se trabaja en baterías, inversores y nuevas generaciones de motores destinadas al mercado comercial. Piezas hechas allí se montaron en el EQXX, y en su trayecto consiguió un consumo de 8,3 kWh por cada 100 kilómetros… los registros más optimistas de un Tesla Model 3 se va a los 16. Por eso que las estrellas plateadas sonríen.