Carlos Sainz explota en Singapur, logra su segunda victoria y corta la racha de Red Bull
El madrileño ha sido el San Jorge que liquidó al dragón con nombre de bebida energética
Inalcanzable, impagable, imperial. Carlos Sainz ganó el Gran Premio de Singapur, la segunda victoria de su carrera deportiva, y estuvo soberbio por las calles de la ciudad-estado. Sainz llegó mostrando sus cartas al ser más rápido el viernes, el mejor del sábado, y era de esperar que ganase el domingo, aunque fácil no fue. El madrileño no cometió ni un solo fallo, administró sus neumáticos como un broker de Wall Street, manipuló a los pilotos que le persiguieron limitando sus fortalezas, y acabó en lo más alto en el pódium.
Su segundo triunfo llega en un periodo de especial brillantez tras la carrera de Monza. Allí tuvo un comportamiento similar en entrenamientos, donde logró su cuarta pole position —segunda consecutiva con esta quinta en Singapur—, aunque su Ferrari SF-23 no dio como para sujetar a los Red Bull de Max Verstappen y Checo Pérez.
En Singapur sí que le dio, y corta en seco una increíble cabalgada de los coches azules, con 14 victorias consecutivas en una racha que no parecía tener fin. Carlos Sainz ha sido el San Jorge que liquidó al dragón con nombre de bebida energética. Visto el imparable ritmo de los bólidos austriacos durante todo el año, no se esperaba otra cosa que una decimoquinta victoria. Algo exótico les ha ocurrido en tierras asiáticas, y sus dos pilotos han estado bastante grisáceos durante todo el fin de semana. Una quinta plaza final para Max Verstappen y una octava para el mexicano Checo Pérez es un bagaje muy escaso para los que están acostumbrados a no bajarse de la madera. A pesar de ello, no pierden sus posiciones en la clasificación, y siguen primero y segundo, al igual que su escudería, que sigue líder.
La carrera perfecta
Carlos realizó una carrera que pareció escrita en una tabla de Excel desde que se apagaron los semáforos. Todo ocurrió a pesar de los coches de seguridad, los accidentes a su alrededor, las paradas en boxes inesperadas, el seguir en pista cuando los Mercedes que casi le arrebatan la victoria al final pararon, el aprovecharse de las valías y características del McLaren de su perseguidor Lando Norris para defenderse de los Mercedes… El llamado ‘racecraft’ de Sainz será motivo de estudio por muchos pilotos, porque desempaquetó una cascada de trucos, habilidades, y capacidades en manos de muy pocos corredores en activo; algo solo propio de campeones.
Salió en la pole position lograda el sábado, con la suerte de tener justo detrás a su compañero Charles Leclerc. Con neumático blando, dio buena cuenta de un George Russell que salía segundo y goma de dureza media. El monegasco, con más agarre, llegó antes a la primera curva, y se metió entre el británico y su compañero de equipo, pero sin atacarle. Fue el comienzo de las 62 vueltas programadas, con una temperatura de 30 grados y más de 70% de humedad. Sin duda una prueba dura, con pilotos abriendo la visera del casco en las rectas para respirar mejor.
Los dos Ferrari corrieron en bloque durante los inicios de la prueba, y se fueron intercambiando las vueltas rápidas. Como puntos de interés, Fernando Alonso avanzó algún puesto al principio, y los Red Bull sufrían para avanzar con gomas duras tras la arrancada. En la vuelta 21, un accidente de Logan Sargeant desplegó el primer coche de seguridad. Casi todos entraron a cambiar gomas, menos los Red Bull que se mantuvieron en pista. Verstappen se coló en la segunda posición, pero perdió velocidad de forma paulatina según le iban alcanzando otros corredores con neumáticos más frescos.
Delante, Sainz estuvo administrando sus neumáticos sin correr más de lo necesario en el primer tercio de carrera, ni tampoco en la parte intermedia, cuando aún no tenía a nadie que le atacase. En la que tuvo que poner pies en polvorosa fue en el último tercio, cuando los Mercedes entraron a cambiar sus gomas durante un periodo de Virtual Safety Car, y hubo momentos en los que avanzaban a más de un segundo por vuelta, un ritmo demoledor. Carlos pisó su acelerador todo lo que pudo.
Las últimas vueltas fueron un pillapilla, con un Carlos Sainz que empezaba a notar la escasez de agarre de su tren delantero, mientras que veía cómo llegaban los Mercedes como un obús. Sabía que él solo no podría con ellos, y traían ritmo como para alcanzarle. Su solución fue la de dejar de acelerar en algunas partes del circuito, las justas para dejar que el segundo clasificado, Lando Norris, recuperase espacio y tuviera acceso a usar su DRS.
Ayuda externa, gestión interna
Si el piloto que va justo detrás está a menos de un segundo, puede abrir su ala trasera, lo que le acercaría al líder —Sainz—, pero le daría cierta ventaja contra los Mercedes de Russell y Hamilton que venían disparados. Pocos son capaces de entender esto y ponerlo en práctica con éxito; a Carlos le funcionó. Para agitarlo todo un poco, Russell, que quería ganar la carrera a toda costa porque se veía capaz, estrelló su monoplaza en los giros finales. Lástima por el británico, que estuvo cerca y no mereció esa suerte, pero fue la que se ganó. Lewis heredó su tercer puesto, y así fue como acabaron en el pódium final: Sainz, Norris y Hamilton. Carlos Sainz dio todo un recital de pilotaje, dominio, control, administración de recursos y manejó un coche que nunca tuvo durante la primera mitad de la temporada.
Ferrari es otra Ferrari
Si hay quien piensa que Charles es el llamado a liderar la Scuderia, no cabe duda de que es Carlos el que lleva un tercio de temporada demostrando cada fin de semana que está por delante. En tres años lleva cinco pole positions, y sin menospreciar a Alonso, el asturiano hizo una menos en los cinco que vistió de rojo, con un panorama deportivo similar. Esto debería ser una señal para los que deciden las renovaciones en Maranello. El entorno de Sainz quiere saber qué puede ocurrir tras 2024, cuando caduca su actual acuerdo, y es momento de premiar logros.
Los italianos demuestran algo de lo que han carecido hasta antes del verano: su coche se comporta bien en pista rápida como Monza, y lenta como Singapur, esto es, va bien en todas partes. Por otra parte, parecen haber dejado atrás, o en gran medida, su voracidad por las gomas, en especial las traseras.
De la misma forma, es la primera vez que vemos a su director, el francés Frederic Vasseur, en lo más alto del pódium. Llegó en un momento malo del equipo, se tuvo que tragar una retahíla de sapos, y, sin embargo, se empiezan a apreciar resultados dentro de unos plazos razonables como para pensar que forman parte de su gestión. Bien por Ferrari, que planta cara a los líderes, y que anima a suponer que las ocho citas que resta del calendario no van a ser un pasacalles azul.
Alonso, con problemas
Alonso recibió una sanción de cinco segundos al no seguir las instrucciones de dirección de carrera correctamente. En su siguiente parada, lenta y con incidentes, tuvo que abonar ese tributo, lo que le relegó al final de la tabla. Al final de la prueba se supo que corrió casi toda la carrera con un problema en su suspensión delantera. Lo que se atisbaba como un posible éxito, acabó siendo una cita tortuosa en la que acabó en decimoquinta posición. Pierde la tercera plaza en el mundial de pilotos y pasa a ser cuarto en beneficio de Lewis Hamilton.
Y algo más. Muy meritoria la carrera de Oscar Piastri, que avanzó diez puestos desde su salida en parrilla, y Liam Lawson, banquillero del banquillero Daniel Ricciardo en Alpha Tauri, cuya solvencia sigue sorprendiendo a pesar de su escasa experiencia en la categoría.
Próxima cita: Gran Premio de Japón, el fin de semana próximo, con carrera el domingo 24 de septiembre.