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Fernando Alonso vuelve al podio tras un final de infarto en el Gran Premio de Brasil

El asturiano se sobrepone al mal tiempo y saca las garras ante los Red Bull

Fernando Alonso vuelve al podio tras un final de infarto en el Gran Premio de Brasil

Fernando Alonso celebra la victoria.

Lo necesitaban. Aston Martin no ganó pero dio igual. Fernando Alonso se subió al pódium por primera vez desde el Gran Premio de Holanda, en su octava visita al cajón este año. Lo mejor no fue lo logrado, sino como lo hizo, porque fue producto de un trabajo espectacular, sobre todo en unas últimas vueltas que quedaran grabadas en la memoria de todos durante mucho tiempo. 

Brasil ‘maravillao’

Se temía la presencia de la lluvia durante el fin de semana brasileño, y solo asomó en la tanda cronometrada pero no en los periodos de reparto de puntos. Tanto la carrera, como la Sprint y tandas previas, fueron todas con pista seca, tanto el sábado como el domingo. Como es habitual, el público abarrotó el graderío, con un enorme recuerdo del jamás olvidado Ayrton Senna. Es tal el peso del desaparecido piloto local que corredores inscritos, como Lewis Hamilton, llevaban cascos y vestimenta alusiva al astro de São Paulo. En las tribunas, fotografías, banderas y imágenes del tricampeao que parece seguir vivo en Interlagos.

Fue otro tricampeón, Max Verstappen, el que se llevó la victoria del Gran Premio —también de la prueba al sprint del sábado—, y es ya la decimoséptima victoria de veinte citas, diecinueve de ellas para su equipo, Red Bull. En la temporada más dominante en lo que llevamos de siglo, y a falta de dos carreras, las han ganado todas menos una. Pero sin duda el que se llevó la tormenta de aplausos más fuerte en el pódium fue el que nadie esperaba al inicio del fin de semana: Fernando Alonso, que acabó tercero. Pero para comprender el mérito de su logro, hay que entender todo lo que fue ocurriendo en carrera.

Salida accidentada 

El GP de Brasil empezó de una manera algo tumultuosa antes incluso de arrancar. En el trayecto en la vuelta de formación, Charles Leclerc —que salía segundo— perdió el control de su Ferrari y lo estampó contra las protecciones. La hidráulica le falló y con ello diversas funciones, como el cambio de marchas; perdió todas las posibilidades antes de empezar la prueba. En la salida, el Williams de Alex Albon se tocó con los dos Haas, y tanto él como Kevin Magnussen quedaron apeados de la prueba antes de llegar a la primera curva. No solo eso, sino que el McLaren de Oscar Piastri y el Alpha Tauri de Daniel Ricciardo quedaron dañados. La prueba se detuvo, estos dos últimos pudieron reparar sus coches en periodo de bandera roja, y hubo un nuevo inicio de la prueba.

Max Verstappen, el verdadero Señor de los Anillos del asfalto, no dejó nada para los demás desde el inicio, con un brillante Lando Norris que le siguió de cerca pero sin posibilidades de poder hacer más durante toda la prueba. El tercer puesto estuvo en manos de un Alonso que empezó a avisar de su suerte desde el viernes. En un fin de semana con esquema de Sprint Race, la tanda clasificatoria fue en la primera jornada, y los dos Aston Martin se colaron en la tercera y cuarta plaza. Que el asturiano lograra un papel estelar en ese pequeño escalafón de consumo interno es lógico, pero que su compañero Lance Stroll llevase su AMR23 hasta la cuarta plaza denotaba que algo han cambiado en ese coche y ha funcionado. 

La suerte de cara

Con esos mimbres, el asturiano se mantuvo con firmeza en una tercera plaza durante casi toda la prueba, con los lógicos desvaríos provocados por las paradas en boxes. Su equipo no falló en ellas, la elección de neumáticos con blando al final —y esto es importante— fue la correcta, y su estrategia funcionó. 

Que uno de los dos Ferrari quedase fuera de juego fue uno de los elementos externos que ayudó, y que el de Carlos Sainz estuviese siempre por detrás fue un escollo menos. Si partimos de la base que en la tabla clasificatoria de constructores están un par de peldaños más arriba, se sobreentiende que tiene un coche mejor. Otros que podían aguar la fiesta, los Mercedes, sufrieron de un excesivo desgaste de neumáticos y muy poca velocidad punta en el trazado paulista. Es más, el monoplaza de George Russell abandonó la prueba a pocas vueltas del final. Si en las últimas carreras los Mercedes respondían con genio al ritmo impuesto por los Red Bull, en Interlagos han estado muy diluidos. 

Y las manos del arte

Si las circunstancias ayudaron, la clave del retorno de Alonso al pódium no fue otra que su capacidad al volante, que puede tildarse casi de sobrenatural en esta cita. Su salida fue buena, su gestión de carrera fue la habitual, constante y sólida, pero fueron las últimas diecisiete vueltas las que mostraron que a sus cuarenta y dos años aún puede marcar una diferencia. 

El mexicano Checo Pérez salió noveno desde parrilla, y su avance fue constante, aunque algo lento para tener el coche que tenía. Avanzaba, adelantaba a otros, paraba en boxes, salía y tenía que volver a adelantar a los mismos, como le pasó con Lewis Hamilton, uno de los pilotos más rocosos de la pista. Perdió tiempo y consumió más goma de la deseada en peleas como esta, pero a diecisiete vueltas del final se puso a tiro de Alonso, que viajaba tercero sin demasiados sobresaltos. El azteca le fue comiendo terreno poco a poco hasta ponerse a su altura a falta de algo menos de dos vueltas, en que con la ayuda de su DRS —el ala trasera abierta—, dio caza a una de las piezas más deseadas. El asturiano había escapado de los embates con acierto, pero era evidente que pilotaba una mecánica menos dotada. A pesar de eso estuvo cerrando trayectorias, utilizando con inteligencia la distribucíón de energía, y huyó como pudo para evitar que Pérez entrase en periodo de DRS, aunque al final cayó en sus garras. 

Bueno, sucumbió como lo hacen solo los campeones: prometiendo guerra hasta el final. El de Oviedo apretó los dientes, no se despegó de la caja de cambios de Checo, y recuperó su tercer puesto en la última vuelta. El bicampeón entró en la última curva del circuito por delante del RB19 de Pérez, que pudo abrir su alerón trasero, y con el que consiguió una velocidad punta de 26 kms/h superior; llevaba una catapulta. A pesar de la desventaja, aguantó hasta el final del final que marca la línea de meta. Alonso cruzó justo 0,053 segundos por delante del Red Bull número 11. El sistema de cronometraje midió 302 del monoplaza verde por 328 del azul. Alonso probó el champan de nuevo por cuatro metros.

Foto finish del Aston Martin y el Red Bull.
Foto finish del Aston Martin y el Red Bull.

En su escudería lo celebraron como si hubiera sido una victoria. Tras unos cuantos abandonos, la pérdida de varios puestos en la tabla de constructores, y meses sin ver a uno de sus pilotos en lo más alto, el sentir de los de Silverstone era más bien lúgubre. No es que lo merezcan, sino que lo necesitaban. Bien por ellos, y enorme un Fernando Alonso que no deja de sorprender. 

Próxima parada: la más esperada de todo el año, el Gran Premio de Las Vegas, el 18 de noviembre, sábado y el Día de Acción de Gracias estadounidense. A ver a quién se las tenemos que dar ese día, que en Brasil ya lo sabemos.

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