La carrera de Fórmula 1 en Las Vegas apunta a desastre económico
Precios demasiado altos y tarifas abusivas por un finde semana que pueden arruinar el Gran Premio
Eso de que lo que ocurre en Las Vegas, se queda en Las Vegas no es para la Fórmula 1. La idea no es otra que lo que pase allí, pase a ser global y planetario. Pero viendo el cariz que están adquiriendo las cosas alrededor del tercer Gran Premio de Fórmula 1 en La Ciudad del Pecado —primero de este siglo—, puede que lo mejor es que de allí no salga mucho, o al menos no todo.
Los propietarios de la categoría, la compañía de medios de comunicación, entretenimiento y eventos deportivos Liberty Media, buscaba crear un megaevento en cada cita cuando en 2017 compró el negocio a Bernie Ecclestone. Quisieron dotar al negocio de una gestión más moderna y lo han logrado. También ampliar el número de carreras, ganar más dinero, y la realidad es que están a punto de duplicar la facturación de cuando se ejecutó la compraventa. En su agenda estaba hacer crecer el negocio en el destino que más conocen, Estados Unidos, y ya tienen tres carreras en suelo patrio con alguna más en mente. Todo funciona mejor que bien, pero en Las Vegas parece que van a pinchar en hueso.
Para que esto ocurriera, Liberty Media hizo la apuesta más grande de todas. Se gastaron nada menos que 240 millones de dólares solo en la adquisición de un solar en pleno centro de la ciudad para construir el edificio de boxes. Sería como levantar una edificación, que se usará durante menos de una semana, en pleno Paseo de La Castellana de Madrid. El problema es que empiezan a llegar señales preocupantes alrededor de la llamada a ser la madre de todas las citas de la F1. La carrera que apuntaba a reventar todos los récords en lo tocante a las cifras puede que acabe siendo un terrible fracaso en el plano económico. Nadie desea que esto ocurra, pero los mensajes que llegan desde Nevada son inequívocos: a una semana del evento las pistas son claras y la atmósfera está lejos de ser la soñada.
Entradas sin vender, y muchas
De manera excepcional y bastante sorprendente, en el resto del planeta se encadenan los ‘no hay billetes’. En el Circuito de Montmeló, sede del Gran Premio de España, recibieron un aluvión tal de peticiones la mañana que se pusieron a la venta las entradas del GP de 2024, que hubo momentos en que no se pudo acceder a la web. El año anterior, la mayoría de las entradas estaban agotadas en Navidad, a cinco meses de la prueba. La organización se guardó un paquete que puso a la venta un mes antes, y volaron en unas horas. Esto ha pasado en varios destinos, pero en La Ciudad del Pecado está ocurriendo justo lo contrario.
Los tickets, carísimos, se acumulan en las taquillas sin venderse. Por eso las están sometiendo a rebajas sin precedentes y descuentos masivos. La aplicación TickPick, que analiza las fluctuaciones en los precios de las entradas, ha detectado una caída notable con respecto a las referencias de hace un mes. En octubre, la entrada más barata de todas, con acceso a los entrenamientos del jueves, costaba 385 dólares. Hoy ya va por 162, con un descuento del 62 %. Para ver la carrera, el billete básico se iba a los 1.685 dólares, y hoy se pueden conseguir a cambio de 1.087, con un descuento del 34 %.
Un reflejo de que no se están colocando como esperaban es que en los hoteles y restaurantes, cuyas tarifas específicas para la fecha del evento también están cayendo en picado, temen quedarse con habitaciones y mesas vacías. Muchos establecimientos están sorteando las entradas a sus visitantes, o directamente regalándolas a sus clientes VIP. El lío no acaba aquí. Todos los establecimientos aledaños al trazado, lugar del que no pueden irse, recibieron una carta de la organización que les exigía un pago de 1.500 dólares por asiento —en el caso de los restaurantes— por ponerles delante un espectáculo para sus comensales. Los restaurantes entraron el cólera y respondieron. Se aprovecharían de ello, pero la cifra no estaba negociada, había un escalado de precios, y les parecía una cifra excesiva, difícil de recuperar. La respuesta organizativa fue amenazar con cubrir con plafones la visión o colocar focos que deslumbraran a los que no pasasen por caja. La codicia del comité organizador ha llegado a límites insospechados. Cuando comenzó el proceso de comercializar la carrera, en otoño de 2022, querían cobrar 1.000 dólares a todo aquel que deseara recibir una newsletter con noticias actualizadas, del tipo de salida a la venta de tickets, fechas, Meet & Greet y eventos varios; eso si, antes que a los no inscritos en este servicio, que suele ser gratuito.
Y el cabreo de los vecinos
Hay mucho disgusto. No se trata de un circuito permanente y de uso exclusivo para ver carreras, sino que es como si hubieran arrojado una pista de Scalextric sobre la ciudad. Una instalación así requiere graderíos, accesos, instalaciones sanitarias temporales, zonas de almacenamiento de utillaje, grúas, remolques, material de construcción, y fundamental: vallas protectoras por todo el recorrido. Esto no se coloca de un día para otro, y su montaje ha convertido la vida de visitantes y trabajadores en una gymkhana urbanita. Todo este nuevo mobiliario obliga a turistas, visitantes, trabajadores y servicios a dar vueltas absurdas, recorrer calles a contramano, y perder mucho tiempo en recorridos sin mucho sentido. La mayoría tardan más de lo habitual en llegar a sus puestos de trabajo, y en ocasiones no pueden salir de ellos, porque han bloqueado los accesos durante el ejercicio de su tarea y que usaron para entrar.
Por otro lado, los sindicatos del ramo hostelero anda en pie de guerra y amenaza con una huelga de camareros, que podría obligar a los asistentes a servirse a sí mismos sus platos. Los taxistas han anunciado un incremento en las tarifas de un 20% que comenzará el lunes de la semana del Gran Premio, y existe la creencia de que muchas de las edificaciones temporales no estarán a punto para el evento.
Hoteles vacíos
Los que se estaban frotando las manos eran los hoteleros, y parece que el tema les está yendo solo regular. No se pueden mover de donde están, y forman parte del entramado necesario para el éxito de un evento de este calibre; la F1 necesita a los hoteles para acoger a la enorme cantidad de visitantes que recibe. Las ciudades más cercanas con ciertas capacidades en este sentido, Los Ángeles y Flagstaff, están a unas cuatro horas en coche, y nadie se plantea quedarse a dormir fuera de la ciudad. Los asistentes al Gran Premio dormirán en Las Vegas, y, sin embargo, los hoteles no parecen advertir el índice de reservas que esperaban.
Entre la oferta disponible refulge la opción llamada Nobu Sky Villa Emperor Package que ofrece el hotel-casino Caesar’s Palace. El pack incluye la reserva de una suite de tres habitaciones, y mil metros cuadrados, con una terraza a quince metros de altura sobre el circuito, y chef específico dedicado al grupo que sea capaz de abonar los cinco millones de dólares que piden a cambio; eso si, se pueden llevar hasta 75 personas a la terraza, aunque no a dormir. Si alguien se lo plantea y el presupuesto no le llega, tienen otras opciones para seis personas, a cambio de tan solo un millón de dólares, toda una ganga.
El gremio en su conjunto ha querido hacer el agosto, y todos han disparado sus tarifas habituales. Las Vegas resulta un destino de manera usual barato, o al menos poco costoso. Los menús de los casinos tienen precios relativamente bajos, y dormir en los establecimientos de lujo cuesta mucho menos de sus equivalentes en otros destinos. El negocio no reside en vender camas o comidas, sino que la gente se deje el dinero en los casinos asociados. A pesar de esta pauta reconocible, muchos han aprovechado, y ahora el problema es que resulta palpable una caída de precios. Dicha bajada apunta al 58 %, y se cree que irá a más según se vaya acercando la fecha señalada.
De gran negocio a gran porrazo
La Fórmula 1 va como un cohete. Gana más dinero incluso del previsto. Las cuentas no es que salgan, es que va por encima de las previsiones más optimistas. Desde que la F1 corre en bolsa (con el código FWONK, en el Nasdaq de Nueva York) ha de aportar datos de manera pública. El último de estos reportes indica que en el tercer trimestre de este año han facturado 887 millones de dólares, que son 172 más que durante el mismo periodo de 2022; es un incremento del 24 %, una locura. El principal origen de ese beneficio extra proviene del aumento de citas en el calendario. A más carreras, más dinero, y también más para las escuderías. En este periodo van a pasar de repartir 370 millones de dólares a 432, un 17 % más.
De esas cifras tendrá que salir el dinero para enjugar las pérdidas, si las hubiera. No hay que olvidar que, en la mayoría de los casos, es un promotor local el que asume los gastos de organización y abono del canon por los derechos de montar la carrera. En el caso de Las Vegas, al igual que en Miami, el impulsor es la propia compañía organizadora, Liberty. No hay un canon que abonar, pero si hay pérdidas, es la propia compañía la que los asume, algo que no ocurre en los otros casos, donde siempre gana. Si ocurriera un descalabro en las cuentas, esto incidiría en el dinero a repartirse las escuderías.
E incluso hay una carrera
A nivel deportivo, en el Gran Premio de Las Vegas no se jugará título alguno, porque tanto el de pilotos como el de constructores, están ya adjudicados. La pista es una incógnita, con un asfalto de agarre desconocido, y un trazado típicamente urbano; muy llano, mucha recta de muy alta velocidad, y curvas de noventa grados. Siempre puede saltar la sorpresa, pero pocos esperan una carrera increíble, aunque hay un pequeño aliciente inesperado.
En pleno desierto de Nevada, preocupan las muy bajas temperaturas que se prevén, y puede que sea la carrera más fría de todo el año. En carrera nocturna, se esperan entre 5 y 10 grados centígrados en el que los neumáticos tardarán más el adquirir su ventana de funcionamiento idóneo, y un aire más denso que afecte en mayor medida a la aerodinámica. Pero para frío, el de las taquillas, y para eso no hay calentadores de neumáticos que valgan.