La Fórmula 1 impedirá que las escuderías hagan trampas con una nueva arma: la ecología
Lo ambiental será una de las armas pesadas de un deporte cuya fisonomía básica no ha cambiado desde que comenzó
Está siendo gestionada con una enorme inteligencia. La Fórmula 1 es el deporte que mejor se está comportando en su avance dentro del siglo XXI. Está conectando con la gente joven como ningún otro, crece con cifras que otros envidian, y el negocio crece y se expande como pocos. Su siguiente paso adelante, para robar el corazón de millones de aficionados, es algo que siempre se les ha echado en cara: la ecología.
Lo medioambiental será una de las armas pesadas de un deporte cuya fisonomía básica no ha cambiado apenas desde que comenzó: coches que dan vueltas a toda velocidad a un circuito durante hora y media. Es así desde 1950, y solo se han añadido reglas de orden relativamente menor. La batalla, ahora, reside en cómo se percibe, y esa percepción está cambiando de forma radical de un tiempo a esta parte.
Nuevos tiempos, nuevas reglas
En el plano mediático, la popularidad y audiencias crecen, el conjunto está a punto de duplicar su facturación desde que Liberty Media tomase las riendas, y los fabricantes están de vuelta con Ford, Audi, y Cadillac a punto de entrar o pegando en la puerta. Lo mejor de todo es que se está reflejando un masivo rejuvenecimiento de su masa de aficionados, pero esa masa pertenece a una generación que pide cambios. Más redes sociales, mucho video, otro tipo de acceso, la digitalización, su encuentro con la virtualidad de los juegos y simuladores, y la clave de todo: los valores que imperan en el zeitgeist —espíritu del tiempo, en alemán— actual y venidero.
Los rectores de la especialidad saben que en la actualidad, y más aún en el futuro, el público se está descolgando de toda actividad que no albergue elementos relacionados con la sostenibilidad. Hoy día todo aquello que no lleve la etiqueta de «ecológico», «sostenible», o «medioambiental» está pasando a provocar cierto desapego, incluso desprestigio, y esto va a ir a más. Por eso en la Fórmula 1 han decidido que quieren ser un ejemplo para todos, y han buscado las tecnologías necesarias para usarlas de palanca.
Acusados desde que se inventaron los estudios medioambientales de ser un deporte nocivo, van a acabar siendo un referente en la materia, y se están dando los pasos necesarios para caminar por delante de la industria automotriz de la que son un derivado. Para esto, aparte de los reglamentos deportivo, técnico y financiero, la F1 tendrá uno más: el reglamento ecológico… para que nadie abuse.
Una regla para dominarlos a todos
El funcionamiento de la Fórmula 1 está regulado a día de hoy por tres normativas, fiscalizadas todas ellas por la Federación Internacional de Automovilismo (FIA). El reglamento técnico regula todo lo relacionado con medidas, capacidades y características de los coches y lo que los rodea. El epígrafe deportivo legisla el trato en pista entre pilotos, desempeño general, reparto de puntos, y detalles periféricos a cada evento, como por ejemplo, la de la ceremonia de entrega de trofeos. Es desde 2020 que las normas reflejadas en las 53 páginas del reglamento financiero sancionan los excesos a la hora de gastar el dinero. Es una materia muy complicada de controlar, pero no imposible.
Las escuderías son remisas a abrir sus libros de cuentas, pero son las reglas que se aprobaron con idea de recortar diferencias entre los mejores y los menos dotados. De acuerdo con esta normativa, en 2024 los equipos tendrán unos límites presupuestarios aplicables al desarrollo de los monoplazas de 135 millones de dólares, que dicho en euros, son 122.928.000 de acuerdo con el cambio aplicado en la fecha en que se emitió la última versión de este reglamento. No es que no puedan disponer de más presupuesto, sino que en caso de tenerlo —y los equipos grandes tienen tres o cuatro veces eso—, no se lo gasten en mejorar sus monoplazas hasta el punto de arrasar al resto.
La cuarta pata legislativa de la Fórmula 1, la venidera en 2026, regirá las limitaciones medioambientales de los monoplazas. En declaraciones de Nikolas Tombazis, un reputado ingeniero que forma parte del comité técnico de FIA al medio RacingNews365, la idea es que los equipos no abusen de ellas. El ingenio mostrado por sus técnicos durante décadas hace pensar que como les dejes una rendija abierta, se colarán por ella. Lo que no quiere la F1 ni la FIA, es pisar el fango del desprestigio sobrevenido por abusar de una de las que va a ser las principales banderas enarboladas a los cuatro vientos. Se está trabajando desde hace años en ello y el plan pasa porque nadie la manche.
Es por ello que Tombazis afirma que la idea pasa por evitar que las escuderías hagan lo que les venga en gana, y las limitaciones medioambientales serán un freno a los excesos. El deseo es poder alcanzar la huella de carbono cero y para ello, igual que se regulan medidas, pesos, y capacidades, se controlará todo lo relacionado con los límites medioambientales.
En FIA, los encargados de controlar el cumplimiento de la legislación deportiva, saben que en 2026 no se llegará al programado equilibrio medioambiental, y su idea mira hacia 2030. Para entonces, uno de sus programas más ambiciosos, el llamado Net Zero, estipula que ha de encontrarse un equilibrio medioambiental, en el que sí no es posible dejar de contaminar, al menos que se compensen por otro lado y no se añadan emisiones extra a la atmósfera. En las reuniones preliminares con los equipos parece haber cierto consenso, pero los protagonistas no podrán poner las reglas; solo presentar propuestas para acompasarlas a sus desempeños industriales y empresariales. En caso de no cumplirlas, las sanciones —aún por determinar— acabarán condicionando los resultados y sus economías. El año pasado Red Bull y Aston Martin pagaron fuertes multas, millonaria en el caso de los primeros, por haberse sobrepasado en las limitaciones presupuestarias.
Más asignaturas que estudiar
Una de las claves en la vitalidad de la Fórmula 1 es su cambiante normativa. Cada año las regulaciones reciben un lavado de cara, pequeñas actualizaciones, y cada seis u ocho temporadas cambian de arriba a abajo para aprovechar la evolución tecnológica global, el uso de nuevos materiales, e intentar reiniciarlo todo para repartir de nuevo las mismas cartas. En 2026 llega una revolución ecológica, pero también otros cambios de fisonomía de orden mayor en los monoplazas. Los motores pasarán a tener solo dos elementos de generación de energía. Uno será el actual bloque motor de seis cilindros y 1,6 litros, que será alimentado por combustible sintético, prácticamente exento de emisiones a la atmósfera. De ahí saldrá la mitad de la energía, pero la otra mitad saldrá de sus frenadas. Sí, la mitad.
De acuerdo con la tercera Ley de Newton, si para hacer andar un coche hacia delante hay que aplicarle una fuerza determinada, para frenarlo hay que ejercer la misma pero en sentido contrario. El sistema de frenos, vagamente similar al de la dinamo de una bicicleta, recuperará esa energía que hasta hoy se disipaba en forma de calor, rozamiento y ruido. Ese dispositivo, denominado ERS, ya se utiliza en la F1, pero desde 2026 será capaz de recaudar el equivalente a 470 caballos, por los 160 actuales; triplicará sus capacidades. Necesitará baterías más grandes y pesadas, pero tendrá menos espacio, porque los coches serán más pequeños.
Más seguridad, más peso
Desde la muerte de Ayrton Senna en 1994, los coches han ido mejorando su seguridad de forma exponencial, y eso está muy bien. El problema que los monoplazas se han ido recargando de sistemas antivuelco, vigas de protección, estructuras de supervivencia, y todo ello ha llevado a añadir cerca de 200 kilos a coches que hace dos décadas se movían con otra agilidad. Lo proyectado es hacerlos más estrechos, cortos y ligeros, para recuperar aquellos comportamientos.
Otras ideas pasan por reducir la carga aerodinámica, que basculen más valor a las suspensiones y menos a algo tan poco visible como el aire, y que sean más difíciles de conducir para los pilotos. Para conseguir esto, habría que hacerlos más inestables e impredecibles, y una de las propuestas es volver a neumáticos más pequeños. Que se retorne a las gomas de 16 pulgadas —desde las de 18 actuales— está sobre la mesa, y es una posibilidad.
La sorpresa última bien podría ser la aerodinámica activa en el tren delantero, con alas frontales que se abran a voluntad como lo hacen hoy las traseras para adelantar. Todo esto son propuestas, y si las reglas para motores están muy definidas, a esto aún le queda tiempo. Para el comienzo de la temporada 2026 quedan poco más de dos años, y la Fórmula 1 tiene que disputar unas 48 carreras. Esta, la de lo sostenible, será una más, pero con otra meta: el equilibrio ecológico y medioambiental. Sí, todo esto es un negocio y con unas metas comerciales, pero esta vez nos beneficiaremos todos; el premio del podio va a estar más repartido.