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Los entresijos del Gran Premio de Madrid de Fórmula 1: política, empresas, poder… y dinero

El Circuito de Montmeló ha acogido esta cita las tres últimas décadas, con el apoyo de entidades públicas catalanas

Los entresijos del Gran Premio de Madrid de Fórmula 1: política, empresas, poder… y dinero

Circuito de Barcelona en el Gran Premio de España | Pablo Guillen (Zuma Press)

Todo indica que está casi hecho, a falta de la aprobación de la parte legal del organizador. Liberty Media, propietarios de la Fórmula 1 han dado el visto bueno, las autoridades madrileñas han otorgado su bendición, y los promotores locales avanzan a toda máquina. El Gran Premio de Madrid corre en trayectoria de hacerse realidad. Pero hay detalles de su viaje que dejan claro que la empresa es compleja. 

La fecha del estreno será un año muy remarcado para la especialidad: 2026. Lo es porque es cuando llegan las regulaciones más ecológicas de la historia en un deporte que es tildado, de manera tradicional, como altamente contaminante. Ese año los monoplazas generarán sobre la marcha la mitad de su energía a base de recuperarla en las frenadas, y la otra mitad a base de consumir combustible ecológico y de muy bajas emisiones. En la actualidad no existe ningún sistema parecido en todo el mercado comercial. A partir de esa temporada, los coches en la cúspide de la velocidad planetaria serán neutros en emisiones de carbono. 

Cambio de paradigma en el negocio 

Los propietarios de la categoría están rehaciendo el negocio desde que llegaron, y le están dando la vuelta de arriba a abajo. Están cambiando a la audiencia rejuveneciéndola, llevando las carreras a nuevos destinos, y en menos de una década van a duplicar la facturación de cuando se quedaron con los trastos. Lo medioambiental y sostenible es uno de sus ejes, y al ecologizar el producto, el interés entre los participantes se ha disparado. 

Llegan Audi y General Motors como motoristas; el primero además con equipo propio, y los segundos de la mano del prestigioso equipo de carreras de la familia Andretti. Honda reingresa como marca motorista de forma oficial, y se sabe que escuderías como Alpha Tauri, que hace unos años costaban unos 100 o 150 millones de euros, han rechazado ofertas de hasta 1.200. La cola de destinos solicitantes es larga, y Liberty Media aprovecha para dar un cambiazo a la fisonomía de los eventos.

El éxito de los grandes premios callejeros de Arabia Saudí, Miami y Las Vegas, junto a otras carreras urbanas como las de Bakú o Singapur, invitan a los organizadores a pensar que hay espacio para este tipo de cita. Es por ello que quieren crear del Gran Premio de Madrid un experimento al estilo de las carreras estadounidenses, a las que deben mirar como un espejo en el que reflejarse. 

Trasfondo político

Un evento de este calibre es tan costoso que necesita del apoyo público para su ejecución. Han sido entidades públicas catalanas, y en especial la Generalitat, la que ha encarnado este papel durante los más de tres décadas que el Circuito de Montmeló ha acogido el Gran Premio de España. Su carrera suele ser modélica, los equipos de trabajo están muy pulidos, el índice de profesionalidad es indiscutible, todos saben lo que tienen que hacer, y el grado de entendimiento entre las partes es muy alto. 

A los catalanes se les ha pedido ya en varias ocasiones que mejoren su cita. La pista cumple con lo requerido, pero a la F1 le gustaría ver más graderíos, servicios auxiliares más prestacionales, y sobre todo los accesos. Construidos hace décadas, y pensados para otros volúmenes de asistencia, se están mostrando insuficientes para eventos de este calado. Quieren ver más y mejores accesos, una salida desde la autopista cercana más amplia, y un acceso más directo en tren desde la capital.

El trazado está a unos 30 kilómetros de Barcelona, y en las carreras de última hornada, la gente va en autobús de línea o metro hasta el circuito. A Montmeló se puede llegar en tren de cercanías, pero la estación queda alejada y la caminata lleva una media hora; mucho más si tienes algún tipo de discapacidad, impedimento físico o vas con niños. Se ha pedido en varias ocasiones que se ponga una estación más cercana a la pista, o exista algún tipo de lanzadera oficial y pública, que de momento, no existe. 

Pero los mayores problemas no vienen de la ejecución, sino de la tarea del poder. Cuando el gobierno de Mariano Rajoy aplicó el 155 que despojó de ciertos poderes a los mandatarios regionales, muchas decisiones de orden económico fueron congeladas. El canon de acceso a la franquicia del evento se abonó, pero tarde y fuera de los plazos recogidos en los contratos, lo que dejó una atmósfera enrarecida entre las partes. Esto no hizo gracia a los organizadores, y desde entonces las cuantías se cubren, sin embargo los contratos tienden a firmarse sobre plazos cortos, algo que no ocurre con otros destinos. 

Las autoridades autonómicas quieren expandir el acuerdo por plazos más longevos, y de momento su actual acuerdo llegará justo hasta las puertas de 2026. Las dos próximas carreras se disputarían en el trazado de Montmeló, pero en principio no hay un contrato firmado más allá de la carrera que se corra en 2025. En Liberty tampoco quieren más de una carrera en territorios nacionales porque tienen decenas a elegir, y todo hace pensar que el Gran Premio de España podría desaparecer del lugar que lo ha acogido desde 1991. En el caso del posible Gran Premio de Madrid, el acuerdo sería por 10 años, con un contrato de cinco más cinco si las dos partes llegan finalmente a un acuerdo. 

Las empresas ya huelen el dinero

Liberty desea que los pagos del citado canon, en discretas pactos de los que se rumorea que circundan los 35 millones de euros, sean avalados por gobiernos centrales. Muchos creen que el actual gobierno catalán tendría todo el apoyo del estado central, que no miraría con los mismos ojos a un evento celebrado en un municipio y una región gobernada por sus rivales políticos. Esto no sería un problema para los madrileños, porque tendrían el apoyo de una entidad bancaria española de toda solvencia, que ya ha tenido relación con el deporte; dinero privado que avala a un proyecto privado. 

No solo eso, sino que el Formula One Group (FOG) ya negocia con varios posibles patrocinadores como Telefonica, Vodafone o incluso la mexicana Telmex, que ha mostrado interés. Repsol, sabedora del peso de Aramco en la operación, se mueve con calma y no quiere mover ficha aún. En Londres, donde tiene sede operativa el FOG ya han recibido la llamada de varias empresas españolas, nunca antes relacionadas con la especialidad, que quieren formar parte del elenco de firmas asociadas a la fiesta, algunas bastante pintorescas.

Nadie quiere perderse algo así: novedoso, asociado a una capital emergente, que está acelerando como pocas, y en la que sería muy fácil invitar a VIPs, y personas de interés para estas compañías. Podría convertirse en una prolongación del palco del Bernabéu para las relaciones públicas. 

Dinero privado (pero con ayuda pública)

Un evento de este tipo cuesta una locura de dinero, no escapa a nadie. Las instalaciones temporales de graderíos, servicios auxiliares, aseos, o vallas de seguridad que se comenzarían a montar un par de meses antes y se empezarían a desmontar el lunes posterior a la carrera, que son carísimas y habría que almacenar y transportar.

Liberty y su brazo ejecutivo, el Formula One Group, no quieren que ocurra lo de Valencia. Con mayor o menor éxito como prueba, estuvo salpicado de acusaciones de corrupción, con juicios de por medio, y con algunos de sus protagonistas tras las rejas (por otros motivos, pero quedaron marcados). 

La ecuación elegida por el proyecto liderado por Jose Vicente de los Mozos, expresidente de Renault España y actual de IFEMA, se basa en una aportación 100% privada. Por defecto y de manera habitual, un Gran Premio de F1 es deficitario, pierde dinero. La forma única de financiación es la taquilla, y muy rara vez se cubren los gastos generados con la recaudación. Es por esto que se desconoce como serán capaces no de ganar dinero, sino de no perderlo, y en enormes cantidades. 

Que el promotor sea privado no implica que no cueste dinero público, que a priori, serían cantidades ‘menores’. La seguridad de esos días, cortes de calles, servicios médicos y de bomberos puestos a disposición del evento, señalética, licencias, etc. no serán gratis, y entraría dentro de un todo más grande. Costará dinero al contribuyente madrileño, pero en principio, relativamente poco. 

Si la carrera se acaba disputando en Madrid, servirá como experimento y avanzadilla de fórmulas comerciales norteamericanas que acabarían siendo implementadas en el Viejo Continente si es que funcionan. Tener una pista, con historia y tradición, ya no basta, y la capital parece ofrecer lo que la Fórmula 1 busca.

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