Jorge Valdano: «Hay mucho cinismo en la defensa de Vinicius»
El campeón del mundo argentino y prestigioso comentarista de fútbol sube a ‘El purgatorio’ para hacer balance de la temporada futbolística
Es difícil dilucidar si Jorge Valdano (Las Parejas, Argentina, 1955) juega mejor al fútbol o domina con más maestría el castellano. Con esa forma que solo él tiene de combinar un verbolario infinito para contar el arte del balompié. De la misma manera que descubrió el tango en España, también empezó a leer a Borges y Cortázar cuando llegó a Vitoria con apenas 19 años y se encontró con el frío de la soledad. Con la que, confiesa, se lleva bien. Se quedó desde entonces, para siempre, en España. Lo ha sido casi todo lo que se puede ser en el fútbol, menos árbitro y balón, confiesa.
Llega a pie. Es un hombre agalgado, de unos considerables 190 centímetros. Unos andares medidos, con un acompasar particular. Sonrisa nívea. Viste americana marrón y una camisa azul que se le ajusta a la perfección. Es elegante y bienhumorado. Ante cada pregunta, va deshilachando argumentos con un delicioso acento argentino. Con una temporada que llegó a su final hace unas semanas, rememoramos el Mundial de Messi, la posible llegada de Mbappé, el caso Negreira, los episodios de racismo en la Liga. Pero a la vez, hay espacio para conocer su pasión por el Real Madrid, su preocupación por la futbolización de la política o la buena idea que mantiene de Florentino Pérez.
PREGUNTA.- ¿Y en qué se parecen los argentinos a los españoles? ¿La sociedad española se parece mucho a la argentina o no tanto?
RESPUESTA.- Se parece un poco porque los flujos migratorios llevaron a cuatro millones de españoles a Argentina. Pero nuestra idiosincrasia es más italiana que argentina. Somos un poco italianos en el exilio. La diferencia está en los dos países. Yo he llegado aquí hace más de 40 años. Estaban ambos países en una situación de igualdad. Uno de los países empezó a decaer y el otro empezó a ascender. Por si hay alguna duda, el que ascendió ha sido España (ríe).
R.- ¿Le da pena la situación de Argentina?
R.- Mucha pena. Es una historia de una larga decadencia que ha cambiado el perfil social del país, que tenía una gran sanidad, un gran sistema educativo y una extendida clase media. Y todo ha ido desapareciendo. Sobre todo la clase media. Y eso ha cambiado mucho Argentina.
P.- Lo que sí es verdad que diferencia Argentina con Italia, con España y con el resto del mundo es la relación que tiene un país con el fútbol, con la bola, con el césped. ¿Es una relación casi enfermiza la de argentina con el fútbol?
R.- Bueno, es una relación exagerada, digamos. La palabra enfermiza no me gusta utilizarla porque he disfrutado mucho del Mundial de Qatar, entre otras cosas, por esa relación tan especial que la Argentina tiene con el fútbol. Es una materia muy popular y nos sentimos con autoridad en esa materia. Un país que ha dado a Di Stéfano, a Maradona y a Messi. Es imposible que no se sienta con un poco de arrogancia con respecto al fútbol.
P.- Como campeón del mundo, es que es usted un campeón del mundo, ¿esto cuando tiene días malos se lo recuerda a sí mismo?
R.- Sí, es que es muy necesario que nos recuerden por la gente que se le está olvidando. El otro día un chico muy pequeño vino a hablarme y bueno, empezamos a conversar. Me hablaba de unos jugadores actuales y en un momento hablo de Maradona y le digo «¿Tú sabes que yo jugué con Maradona?», y me miró con los ojos a cuadro y se fue corriendo y le dice al padre: «No te lo vas a creer, papá, pero Valdano fue futbolista». (ríe)
P.- Voy a enseñar la foto, que la tengo aquí, una foto preciosa de Jorge Valdano con Diego Armando Maradona, ¿esto es México 86?
R.- México 86. El partido frente a Italia. Yo le di un pase en profundidad y este es el momento del agradecimiento. Sé que yo siempre digo que en esa foto él me está diciendo: «Gracias por enseñarme a jugar al fútbol». Yo le dije «bueno…». (ríe)
P.- Asumo que se lo habrán preguntado todo sobre Maradona. ¿Queda algo que no le hayan preguntado de Diego Armando Maradona?
R.- Es que es un personaje tan popular que se sabe todo, pero la memoria sigue deshilachando cosas. Hace poco estuve en el Estadio Azteca rememorando el día de la final y se me cayó un recuerdo muy bonito de Diego. O sea, cuando yo meto el gol, que fue una jugada muy larga y estaba muerto en el festejo y cuando estábamos todos en el suelo, abrazándonos, él me dice al oído «no te preocupes que en los próximos minutos del jabalí me ocupo yo», porque el jabalí era Briegel, el jugador alemán campeón del pentatlón al que yo le tuve que hacer hombre a hombre todo el partido.
Y bueno, en ese momento Diego se apiadó de mí y se hizo cargo del marcaje durante unos minutos, no demasiado. Pero ahí hay dos datos sobre Maradona. Primero, que no jugaba su partido, jugaba el partido y tenía una visión muy general de la cosa. Y lo segundo, que dentro de la cancha era muy feliz. La gente que es muy feliz es valiente, es generosa, es humilde y ahí adentro daba gusto estar con él.
P.- Ser Maradona, entiendo, es una bendición y un castigo al mismo tiempo.
R.- Es imposible ser Maradona, es imposible. Bueno, yo pensaba que era imposible, pero de pronto surge Messi, que es una persona muy contenida, que a la noche mete tres goles y a la mañana lleva a sus hijos al colegio. Creo que es más difícil ser Messi que Maradona. Entiendo mejor todo lo que le ocurre a Maradona que todo lo que le ocurre a Messi, que se le cae el mundo encima y parece que no va con él.
P.- Y además hay una cosa en la fama de Messi, que es mundial, que tiene diferencia con Maradona. Las redes sociales lo cambiaron todo. Ahora todo el mundo tiene móviles en todos lados y a cualquier parte del mundo que vayas te pueden grabar, te pueden pedir una foto. Son niveles de fama que deben ser muy difíciles de gestionar. Pero se gestionan.
R.- Bueno, como se puede. Yo siempre decía de Diego que no puede vivir con la fama sin la cual tampoco puede vivir. Yo me acuerdo un día en Suiza que salimos a pasear a las diez de la noche. Estábamos prácticamente solos. Los dos íbamos hablándole, le dije «que privilegio pasear sin que nadie te moleste». Y respondió: «¿Privilegio? estos son unos aburridos, suizos, levántense». Empezó a gritar en medio de la calle, pues es que no hay manera.
P.- Y como campeón del mundo, como campeón del mundo que marcó en la final del campeonato del mundo y como argentino, obvio, ¿cómo ha vivido que Argentina gane un Mundial diferente, emocionante y polémico, pero glorioso?
R.- Con mucha emoción. No sabía que el fútbol me iba a deparar esa emoción a estas alturas, pero me ha pasó el año pasado con el Real Madrid, al que le ocurrieron cosas que generalmente no ocurren. Además, durante varios partidos, y ahora en Qatar con la Selección Argentina, también porque para mí fue inesperado. Si no ganaba Argentina haría 20 años que el fútbol sudamericano no se impone en un Mundial y eso empezaba a ser preocupante.
Y pensé que Argentina le iba a costar mucho ganarle a cualquier país europeo y de hecho le costó. Fue a los penaltis con Holanda, a los penaltis con Francia. Pero fue muy emocionante, porque es verdad que con el tiempo Argentina ha perdido un poco el estilo que lo caracterizaba. Lo que no perdió es la cultura futbolística y el oficio del futbolista para salir de situaciones muy pero muy complejas. Y eso sí que está. Y me dio mucho orgullo recordarlo.
«Es más difícil ser Messi que Maradona»
P.- ¿Pegó algún grito?
R.- Estaba en el palco FIFA, pero sí que perdí un poco los papeles. Bueno, como los pierdo yo, un poquito. Ya me gustaría ser un poco maradoniano con esas cosas, pero no me sale. (ríe).
P.- Es verdad es que usted no es una persona volcánica, por así decirlo.
R.- No, es una cosa que he ido controlando con el tiempo, pero el autocontrol yo creo que es malísimo para la salud, pero malísimo. Conviene muchas veces expresar lo que uno siente.
P.- Ya que estamos en El purgatorio, Jorge, ¿cuál es su relación con Dios?
R.- Nula, no creo. Soy agnóstico para hacer un poco más amable el concepto. De una familia católica muy religiosa. Me llamo Francisco porque nací el día de San Francisco. Tenía una abuela de misa de siete todos los días. Me resulta inolvidable escuchar sus pasitos en la ventana de donde yo dormía a primerísima hora de la mañana para ir a misa. La pobre mujer italiana que no cometió un pecado en toda su vida. Pero yo desde los 11 años no encontré razones científicas para explicar a Dios. Soy muy racional y bueno, entiendo que Dios es una necesidad muy humana, pero me falta un escalón, el de la fe, que no sé subirlo.
P.- Jorge Valdano ha sido casi todo lo que se puede ser en el fútbol. Empezando por ser aficionado, pasando por ser jugador, estrella de Argentina, entrenador, director deportivo del Real Madrid y comentarista. ¿Le queda alguna parcela del fútbol sin tocar?
R.- Árbitro y balón.
P.- ¿También es Jorge Valdano una persona solitaria?
R.- Me llevo bien con la soledad, me llevo muy bien con la soledad. Y a eso ayuda la lectura. Yo llegué a Vitoria con 19 años, una ciudad muy fría. Las tardes eran muy largas. La soledad no tenía remedio. En aquellos momentos donde yo tenía muy pocas relaciones sociales aún y los libros fueron un buen refugio.
P.- ¿Qué leía en aquella época?
R.- Bueno. De la misma manera que descubrí el tango en España, descubrí aquí a Borges, a Cortázar, a todos aquellos que en Argentina eran demasiado obvios. Pero apenas llegué yo creo que me acuerdo que me deslumbró mucho Umbral. Empezó a editarse el diario El País y escribía una columna en la última página y me resultó deslumbrante. Entonces, bueno, siempre hago lo mismo cuando alguien me deslumbra. Leo desde el primer libro hasta el último libro de los publicados. Y bueno, hasta hoy la lectura sigue siendo un buen refugio.
P.- ¿Por qué nos sigue extrañando que haya jugadores de fútbol que lean libros o que tengan un interés intelectual?
R.- Es que no sé si es cierto que no tengan interés intelectual. Lo que sí es cierto es que no hablan del tema, porque las declaraciones las hacen siempre en defensa propia. No quieren que se sepa demasiado de su vida o de meterse en líos, que luego se convierten en la red en una carnicería. Entonces siempre se refugian en los lugares comunes.
«Me ofende mucho que intenten relacionar a Franco con el Madrid»
P.- Hace 47 años Jorge Valdano llegó a España con apenas 19 años de edad. Jovencísimo. ¿Cómo ve a la sociedad española hoy políticamente, socialmente, culturalmente y cómo la ve en comparación con esos años anteriores?
R.- El español tiende a estar indignado. Si es madridista, todavía más. Cuando no está entretenido con una remontada, se indigna. Ha cambiado mucho. Una vez le preguntaron a Churchill que qué opinaba de los franceses y dijo «no sé porque no los conozco a todos». Yo puedo decir algo parecido. Lo que sí es que en 47 años el cambio ha sido rotundo. El cambio físico del país y el cambio social. En aquel momento la Iglesia tenía muchísimo protagonismo, uno decía la palabra sexo y faltaba que la gente se tirara al suelo. Luego era otro mundo.
Cuando a mí me contratan, me pasé una mañana buscando Vitoria en el mapa y cuando llegué no encontré a Lola Flores, que era la representación misma del españolismo. Pero bueno, efectivamente, no teníamos redes y recuerdo que para comprar un periódico tenía que pasar por Madrid e irme a la Puerta del Sol. Y allí había un quiosco que por ahí encontrabas un periódico argentino de hacía cinco o seis días. Hoy leo el periódico antes que mi familia por el cambio horario. Bueno, ha cambiado todo, absolutamente todo. Y que uno cambia con la época.
P.- ¿Le preocupa la futbolización de la política? El hecho de que convirtamos la política en las bajas pasiones del fútbol, que las tiene buenas, y convirtamos las ideologías casi en clubes de fútbol, en sentimientos, en una lucha fratricida, en un odio. ¿Eso le preocupa?
R.- Sí. Durante mucho tiempo estuve preocupado por la politización del fútbol, pero este es el momento de preocuparse por la futbolización de la política. La emotividad se está apoderando del discurso y eso se lleva a las urnas. Me parece un muy mal síntoma. Las redes están contribuyendo a llevarnos hacia los extremos y los algoritmos también. Los algoritmos no hacen más que darnos la razón, no aquello que te qué te interesa determinan descubriéndote, van ametrallando y cada vez te vas armando de más razones. Y eso es peligrosísimo. Tener razón es muy peligroso.
P.- Entiendo que le preocupa menos la politización del fútbol y le preocupa más la futbolización de la política.
R.- De todas maneras, el fútbol sigue siendo un fenómeno amable del que se vale en muchos países para intentar mejorar su imagen internacional. Estamos viendo ahora a Arabia Saudí como está yendo al mercado para fichar grandes estrellas. Hemos visto a Qatar como a través del Mundial se ha vendido al mundo. El fútbol sigue siendo un gran embajador, pero a mí me da más miedo la mercantilización que la politización. El dinero empieza a mandar. Europa es ya una especie de imperialismo futbolístico. Pero ahora empiezan a competir los países árabes, que no tienen una gran cultura futbolística, pero tienen más dinero que nadie.
P.- ¿Estamos llegando al punto en el que todo vale por dinero en el mundo del fútbol?
R.- Bueno, hay jugadores que están en plenitud y que están rechazando ofertas extraordinarias, pero en el sentido literal de la palabra, fuera de lo ordinario. La oferta de 400 millones por año que le han hecho a Messi está fuera de toda proporción. Ha preferido ir a Estados Unidos por cuatro veces menos, pero pensando en sus hijos, en su familia, en su reputación, incluso, supongo.
P.- Y el cambio en los futbolistas desde hace 47 años. Yo, personalmente, noto dos cambios, no sé si lo comparte. Primero, el hecho de que viven mucho más aislados del aficionado medio, y después que tienen una cohorte de personas que le nublan la visión crítica del jugador. ¿Cómo ve este cambio de los jugadores, de los futbolistas?
R.- Sí, es que son verdades las dos cosas. Primero está la cantidad de medios, llamémosle clásicos y los digitales, que es imposible que los jugadores se abran a todo. Y luego es verdad que están rodeados de un grupo muy numeroso de gente que viven del jugador y que no se pueden permitir ser críticos, porque si son críticos a lo mejor pierden el trabajo. Y sin espíritu crítico es muy difícil. Vivir con normalidad. Si tú haces el gilipollas y alguien no te dice que estás haciendo el gilipollas, pues a lo mejor terminas consagrando eso como normal. Es peligroso no tener espíritu crítico.
P.- Es importante para cada jugador y para cada persona que alguien te llame gilipollas.
R.- Cuando hace el gilipollas, eso generalmente es más fácil encontrarlo en el ámbito familiar que en el ámbito laboral y hay que agradecerlo.
«La llegada de Mbappé al Madrid sería una afirmación del poder del club»
P.- ¿Los futbolistas han perdido el sentimiento de clase?, ¿Los que vienen de clases bajas lo han perdido?
R.- No tanto. El fútbol da la sensación de que ha perdido el sentimiento de clase. Antes era una materia que se aprendía en la calle. Ese escenario ha desaparecido prácticamente, salvo en algunos ámbitos en Sudamérica, donde todavía es más fácil encontrar un jugador que salga de la clase baja. Yo no conozco a ningún futbolista terrateniente, pero ahora es más académica la cosa. Ahora el futbolista tiene que pasar por una especie de escuela, de universidad y bueno, eso lógicamente, ha cambiado el perfil del del futbolista.
P.- ¿Por qué motivo se han acabado más carreras de futbolistas prometedores, por la vanidad o por las fiestas nocturnas?
R.-Mira, creo que antes que la falta de adaptación futbolística, lo que hay es una falta de adaptación social. He visto mucho fracaso de jugadores que no supieron adaptarse socialmente e incluso que no supieron adaptarse las mujeres de los jugadores. Pero eso también está cambiando. Antes había jugadores de países que se adaptaban mucho mejor. Argentina, por ejemplo, siempre sale todo muy bien. Uruguay siempre se adaptó muy bien. A Colombia le costaba más porque tiene una cultura muy cerrada. Pero ya el jugador con el colombiano empieza a pegar saltos a Europa y a mostrar su categoría.
P.- Hablamos de fútbol ahora que está todo en calma, en calma en los terrenos de juego. No en los despachos.
R.- Está electrificada la situación en los despachos.
P.- Le voy a hacer la pregunta del millón, ¿qué supondría para Jorge Valdano la llegada de Kylian Mbappé al Real Madrid?
R.- Una afirmación del poder del club. De la gran capacidad para seducir a grandísimos jugadores por encima incluso del dinero, porque cualquier equipo de la Premier está en este momento en condiciones de competir económicamente con el Madrid. Son 40 goles durante los próximos diez años. La fascinación de ver todos los partidos a un talento superior. Son muchas cosas las que están implícitas en un jugador de esa categoría. Por eso hay uno o dos, no hay más.
P.- Esto es como quién se compra un Ferrari que no solamente se lo compra para que corra, sino porque es una muestra de poder.
R.- No conozco a nadie que se compre un Ferrari para que corra. (Ríe)
P.- En cuanto al fútbol y esta temporada. No sé si tiene la sensación, yo al menos la tengo, de que esta temporada futbolística se ha hablado más de lo que ha pasado fuera de los terrenos de juego, del VAR, del caso Negreira o de los episodios de racismo, más que de lo que ha pasado en el terreno de juego. ¿Tiene esa sensación?
R.-Sí, también porque hace apenas cinco años teníamos a Messi y a Ronaldo, que eran muy entretenidos. Dos jugadores de esa dimensión dan para hablar mucho.
P.- ¿La Liga se ha vuelto más aburrida?
R.- Un punto más aburrida, sí, en beneficio de la Premier. Hay chicos de 10 o 12 años que te pueden decir diez jugadores del Manchester City y pídele que te diga un jugador del Cádiz y ya verás el éxito que tiene. Y eso tiene que ver también con la influencia de las redes, de cómo ha ido cambiando el fútbol, que se ha globalizado totalmente.
P.-Sobre los insultos en el fútbol, ¿que le llamen al jugador «hijo de puta» está en el sueldo del jugador?
R.- Sí, los jugadores, quién que haya pasado por el fútbol no fue llamado hijo de puta 10.000 veces.
P.- ¿Está en el sueldo del jugador?
R.- Digamos que está en la idiosincrasia de un juego eminentemente emocional, sí.
P.- Y sobre el racismo a Vinicius, y hablamos de Vinicius, digo, como epítome de una víctima del racismo. Ha habido otros casos de racismo. Me pareció interesante leerte en una columna en el diario El País, donde decías: Vinicius no es el problema sino el síntoma. Se trata de un jugador que tiene fama, reconocimiento, voz y que, por eso, pudo poner la lupa para agigantar un tema sensible. Esto también tiene correlación con la política. Personas que llevan una semana indignados por el caso Vinicius votarán mañana a Vox, siempre dentro de la Constitución, muy sueltos de cuerpo. ¿Hay mucho cinismo en la defensa a Vinicius?
R.- Sí. Hace unos días se jugó un partido de baloncesto y al parecer hubo gritos racistas de madridistas a ojo. O Gavi vino a festejar el título a Madrid y por su condición de barcelonista digamos que ni siquiera lo dejaron hablar. Bueno, lo que a mí me preocupa por encima de todo, es que dentro de un estadio afloran cosas que están escondidas en la maraña social del día a día, pero si asoman en el estadio levantemos la guardia porque es algo que se está moviendo ahí abajo, que conviene que ataquemos.
P.- ¿Es un detector de lo que va a venir?
R.- Sí, el estadio digamos que exagera la sociedad, pero la está expresando en su parte más enfermiza.
P.- Y entiendo tras leer la columna que quiere decir que hay quienes defienden a Vinicius, no porque sean antirracistas, sino porque son madridistas.
R.- Sí, digamos que hay dos maneras de querer al juego. Una queriendo al fútbol y otra queriendo al equipo. Son dos maneras totalmente distintas de aproximarse al fútbol. Si quieres al fútbol no puedes no querer a Messi porque nace un genio cada 20 años y ¿qué? te lo vas a perder. Es como decir «bueno, no quiero a Picasso porque me gusta más Manet». Te lo pierdes tú. Ahora, si quieres a un equipo es muy difícil querer a Messi siendo del Madrid.
P.- Caso Negreira. ¿Ha habido una pérdida de la inocencia de cierta parte de la afición con respecto a lo que pasa en la Liga española de «no me creo lo que pasa» o de «tengo muchas sospechas, tengo muchas dudas»?
R.- Sí, pero no es un problema que alcance solamente al aficionado español. Me alcanzó a mí, a mi inocencia. O sea, me costó creerlo que cuatro presidentes hayan sido testigos de un hecho estético tan feo y que nadie lo haya atacado con la decisión que correspondía. Es imposible no creerse que aquello se hizo con una intención, que no sé si luego tuvo reflejo en el terreno de juego. Pero como haces siendo un aficionado normal, para no sospecharlo con estas informaciones. Ha sido algo que yo no había visto anteriormente. Lógicamente, entiendo que el aficionado vaya al campo ahora siendo menos inocente de lo que era.
«Es el momento de preocuparse por la futbolización de la política»
P.- Escribió una columna en la que terminaba escribiendo: Mañana hay clásico. ¿Y qué, si ya no nos lo creemos?
R.- Ese es el peligro de informaciones de estas características. Yo mantengo la inocencia, fíjate que después de estar 50 años dentro del fútbol profesional, que estas cosas me sigan escandalizando. Bueno, señal de que no hay tantas. Por lo menos yo no la he visto, no he sido testigo de ella, pero por eso me parece que es un tema muy delicado.
P.- Tengo por aquí esta camiseta de Karim Benzema.
R.- (con la camiseta en sus manos) 14 años con el 9 del Madrid es importante. Qué bonita. Fíjate, ayer me trajeron una camiseta del Mundial del 66 de un jugador de Portugal. Pesaba dos kilos. Además, yo pensaba si esta camiseta te la pones un día de lluvia, ya no pesan dos kilos, pesa cuatro. Y fíjate esta. Esta es una maravilla al tacto. Claro, por eso cuesta lo que cuesta.
P.- Hay unos cuantos clubes importantes en el mundo, pero ¿qué tiene ese escudo?, ¿qué tiene esa camiseta?, ¿qué tiene el Real Madrid? ¿Cuál es esa idiosincrasia que le hace tan diferente al resto del mundo y que no tiene parangón?
R.- Es una mística que ha ido creciendo a lo largo del tiempo y que tiene la virtud de que ya se la creyeron también los rivales. Y eso tiene su efecto.
P.- ¿Es un club obsesionado con la victoria?
R.- Sí, que se lleva muy mal con la derrota, es la otra manera de verlo. Estar dentro del club un lunes de derrota es una experiencia.
P.- ¿Cuál fue su etapa más feliz en el Real Madrid?
R.- La de jugador. El jugador cuando empieza el partido se libera. El juego es liberatorio. En cambio en cualquiera de los otros lugares acumulas angustia desde afuera.
P.- ¿Cuándo se enamoró Jorge Valdano del Real Madrid?
R.- A mí me fue a contratar a Argentina para el Alavés José María Zárraga, que fue capitán del Real Madrid de las cinco primeras Copas de Europa y me lo metió en vena. No hablaba de otra cosa que no fuera del Real Madrid. Pero claro, empezó ahí mi relación con el club. Hasta ese momento, mi identificación con el Real Madrid pasaba por una entrevista anual que le hacían Alfredo Di Stefano en una revista que era una Biblia y que se llamaba El Gráfico.
P.- ¿El Real Madrid es la compañía que mejor vende a España en el mundo?
R.- Sí, para mí fue la primera gran multinacional española, una multinacional sin trascendencia económica, una multinacional emocional, pero muy potente, hasta el punto de que cualquier gobierno que pasa por aquí lo termina convirtiendo en embajador.
P.- ¿Le cabrea cuando algunos de manera espuria intentan relacionar Franco y el franquismo con el Real Madrid?
R.- Mucho, mucho, mucho. Porque soy consciente de lo que cuesta ganar un título y que me digan que me benefició no sé quién, me ofende, me pone muy mal. Y además hay datos que son concluyentes. El Real Madrid cuando llega Franco está 14 años sin ganar la Liga. O sea que si Franco era madridista, lo disimuló un fenómeno. Pero es que además luego gana cinco copas de Europa seguidas cuando Franco en Europa era un apestado político.
Entonces, ¿dónde está la influencia de Franco? O sea, lógicamente el Madrid era una especie de embajador de un país que tenía las fronteras prácticamente cerradas a la diplomacia. Pero eso por la capacidad que tuvo el Madrid de trascender internacionalmente gracias a gente que supo imaginarse el futuro antes que los demás. No olvidemos que el Madrid está dentro de los que fundaron la FIFA y cuando se fundó la FIFA no existía la Federación Española de Fútbol y sin embargo, el Madrid ahí estaba y estuvo entre los creadores de la Copa de Europa. O sea, que siempre tuvo la mente mirando hacia el futuro.
P.- ¿Qué le pareció aquel vídeo de respuesta del Real Madrid cuando Laporta relacionó el poder y el Real Madrid?
R.- Fue una respuesta. Fue una respuesta a un discurso muy, muy agresivo. Y el que empieza con las agresiones no tiene por qué quejarse si las agresiones tienen una respuesta proporcional o desproporcionada. O sea, si yo te pego a ti, me arriesgo a que tú me pegues un tiro. Bueno, pues ten en cuenta eso cuando te metes en la guerra. Ahora yo también estoy un poco cansado de ese cuento y me pareció que empezaba a ser necesario una cierta contundencia en el discurso para poner las cosas en su lugar.
P.- Que no siempre se puede poner la otra mejilla.
R.- No siempre conviene poner la otra mejilla. Aunque yo soy muy partidario del consenso.
P.- Y en el Madrid pasan las estrellas, pasan las victorias y las derrotas, pasan los entrenadores, pero ahí sigue Florentino Pérez.
R.- Sí, está bien. Bueno, ya ganó Copas de Europa suficientes como para sacarle un empate a Santiago Bernabéu. Está haciendo un estadio que será un centro emocional de la ciudad, no del madridismo, sino de la ciudad. Tenemos la mejor ciudad deportiva del mundo, posiblemente. O sea que todo lo que ha hecho está a la altura del Real Madrid.
R.- La gran pregunta que siempre todo el mundo se hace, ¿qué pasará después de Florentino en el Madrid? Claro, porque suceder a Florentino será como suceder a Santiago Bernabéu. Es una tarea hercúlea.
R.- Así es, pero el Madrid siempre encuentra al personaje providencial. Lo que creo es que tenemos Florentino para rato. No creo que se jubile.
P.- Hay gente que no se jubila nunca.
R.- No, y está bien. Yo, por ejemplo, lo tengo como una aspiración no jubilarme nunca. Quiero seguir trabajando, o sea, teniendo el tiempo ocupado, la agenda llena, viviendo como a mí me gusta vivir. Yo soy un hijo de la clase media argentina. De hecho, cuando gané el Mundial me preguntaron una vez que había sentido y dije «la satisfacción del deber cumplido». Y mi hijo me dijo «pero tú estás loco, ¿qué te pasa? ¿y la felicidad?», y dije, «pues para un hijo de la clase media argentina la felicidad es eso».
P.- Para cerrar unas cuestiones breves, ¿consume mucho periodismo deportivo o el justo?
R.- El justo, y escrito.
P.- ¿Cómo hace para mantenerse tan bien?
R.- Soy un deportista de gimnasio. Voy al gimnasio cuando puedo. Mi frase de cabecera es que voy por el placer de terminar la carrera. Pero voy, tengo una cierta disciplina.
P.- ¿Es Jorge Valdano un buen perdedor?
R.- Soy buen perdedor, como dice el himno cuando pierdo doy la mano.
P.- El deporte que más le gusta después del fútbol, ¿cuál es? Y no vale el fútbol sala.
R.- Baloncesto, tenis, vóley. Todo lo que se practique con una pelota. No soy jugador de golf, por ejemplo. Como dice un amigo mío, no hago deporte donde la pelota me espera. (Ríe)
«Tenemos Florentino Pérez para rato»
P.- A los que le acusan de cursi, ¿qué les dices?
R.- Seguramente tendrán algo de razón. Cuando te acusan de algo, por algo será.
P.- ¿Un líder nace o se hace?
R.- Un líder napoleónico nace.
P.- He leído que no tiene guardado apenas ningún recuerdo de su etapa de jugador.
R.- No, no soy nada fetichista y creo que la vida está ahí adelante. No me gusta mucho mirar hacia atrás. Y sí, es verdad. Me lo reprocha mucho mi hijo que no tengo una camiseta del Mundial del 86, por ejemplo. Empecé a regalarla a cualquiera que me lo pedía. Porque además siempre he pensado que aquel al que se la regalas le va a dar mucho más valor que tú mismo. Tú ya tienes los recuerdos con eso ya era un poquito más feliz durante toda tu vida.
P.- ¿Alguna vez se ha cansado de ver fútbol o alguna temporada que diga me apetece menos ver fútbol?, ¿eso le ha pasado alguna vez?
R.- Me pasa todos los días que miro un partido y a los diez minutos ya sé si es para mí o no es para mí. Porque a veces un partido es una repetición constante de los cinco minutos que acabas de ver. Porque cada día es más metodológico, además. Y ahí me voy. No tengo por qué ver un partido en donde los protagonistas no hacen nada por divertirme.
P.- Es verdad que ahora lo argumentan muchos analistas del fútbol. Como el fútbol se ha vuelto tan igualado físicamente, hay pocos dobladores, pocos jugadores que alboroten un partido con su entrada en el campo.
R.- En primer lugar está el tema físico y el tema táctico. Cada día se le da más importancia a lo colectivo. Y luego hay un efecto indeseado del tiqui taca. El tiqui taca ha llevado a tal extremo el control y el pase. Tú ves en un entrenamiento de chicos de 12 años y el entrenador lo único que dice suéltala, suéltala, suéltala. Y bueno, de tanto soltarla nos hemos quedado sin regateadores, sin jugadores imaginativos, sin gente que tome decisiones dentro del campo y eso me parece una perdida muy grave.
P.- ¿Sigue jugando al fútbol?
R.- No, pero porque no puedo ya. El fútbol es muy exigente, físicamente es muy exigente. La gente no se imagina lo exigente. Y llega un momento que el cuerpo no te acompaña.
P.- ¿Le da pena?
R.- Mucho, porque es una especie de sesión con un psicoanalista. Ir a jugar un partido de fútbol es muy liberador. Para quien ama el juego.
R.- Eso me parece curioso. La vida de los futbolistas que sacrifican mucho tiempo en prepararse para su vida futbolística y al final la vida de un futbolista es relativamente corta. Y la suya fue especialmente corta por el asunto de la hepatitis y a los 30 años lo tuvo que dejar. ¿Quizá el hecho de no pensar mucho en el final de su carrera le vino mejor?
R.- Sí. Es un tema ese. O sea que los futbolistas somos viejos dos veces en la vida. Uno cuando toca dejar el fútbol y otra ahora. (ríe) Pero hay otro tema muy interesante. Los futbolistas no hablamos jamás del día después. Jamás. Nunca es una conversación. Como la gente tampoco habla de la muerte. Pero el futbolista le da la espalda al día después. Y sí, el hecho de haberme encontrado con el final sin haberlo preparado al final fue una suerte.
P.- A Jorge Alberto Francisco Valdano Castellanos se le conoce como Jorge Valdano. Y le agradezco su visita a El purgatorio.
R.- Hasta yo me conozco como Jorge Valdano.