El grito de Bellingham que carga de razón al madridismo: «'It’s a fucking goal'»
Esto merece una investigación a fondo y que el comité de árbitros salga a dar explicaciones con Gil Manzano a la cabeza
Han pasado tres días de la madre de todos los escándalos arbitrales y en el Real Madrid siguen intentando comprender qué demonios sucedió en Mestalla. Para empezar, deben saber que en la Castellana quedaron estupefactos cuando conocieron que el árbitro designado para impartir «justicia» en el Valencia-Real Madrid era Gil Manzano. Trencilla recordado entre todo el madridismo por pitar tres penaltis en contra del conjunto merengue en un mismo partido, precisamente contra el Valencia, y concretamente en Mestalla en el año 2020.
A partir de aquí cabe realizarse varias cuestiones. ¿De verdad no existía una opción más inteligente? ¿Era necesario elegir a ese colegiado en concreto? Y la más importante de todas: ¿tiene Gil Manzano nivel para arbitrar en la élite del fútbol? Su silbatazo mientras la pelota volaba hacia la cabeza de Bellingham, la expulsión posterior del inglés (que nunca lo insultó) y el penalti pitado en contra del Madrid, que tuvo que corregirle el VAR, nos dicen, más bien, que no está ni para mediar en un solteros contra casados.
«Algo inédito»
Y es que Gil Manzano es el árbitro de lo «inédito» como apuntaba Ancelotti. El técnico italiano lleva 29 años en la élite como entrenador y 1.326 partidos dirigidos en los banquillos desde que debutara con la Reggiana a mediados de los 90 y , aun así, afirma «ojiplático» que lo acontecido en el final del partido de Valencia «no le había pasado nunca» en su vasta trayectoria.
La lógica invita a pensar que si el juez extremeño hubiera decretado el final del partido según el Valencia despejaba el córner sacado por Modric, poco se hubiera podido reclamar. Lo que causa sonrojo es que Manzano deje seguir el juego, haga ademán de concluir, pero no se decida, permita continuar hasta que Brahim centre hacia la cabeza de Bellingham y, cuando el balón está en el aire, pite el final del encuentro décimas de segundo antes de que Jude la introduzca en la portería. Acuciado, además, por un embravecido Hugo Duro que sonreía maliciosamente al ver conseguido su objetivo.
Si esto fuera o fuese intencional sería un escándalo y en el caso contrario se trataría de una negligencia con la que no bastaría un castigo a modo de «neverazo». Esto merece una investigación a fondo y que el Comité Técnico de árbitros salga a dar explicaciones con Gil Manzano a la cabeza.
¿Querían darle emoción a La Liga?
Es inevitable hacerse esta pregunta analizando el devenir de los acontecimientos consumados la noche de autos. El Madrid perdía por 2 a 1 al descanso y buscaba la remontada en el segundo tiempo. Tras una mejora evidente los de Carletto siguieron apretando hasta que llegó el segundo. Y como es norma habitual en los tantos del Real Madrid el VAR lo analizó con un celo digno de una lupa espacial de la NASA.
Se comprobó si Vinicius estaba en fuera de juego, que no lo estaba. Se debatió si Joselu estaba en posicional participando en la jugada, pero tampoco hubo suerte. Por último, se escudriñó si el canarinho al rematar la tocaba con la mano cuando se aprecia claramente que la introduce con la cara ya que el balón impacta con tal potencia en su rostro que hasta se le mete hacia dentro.
La estadística nos dice que, desde que se implantó el VAR, el Real Madrid es el club al que más goles le han anulado con una amplísima diferencia. El conjunto blanco y sus aficionados ha gritado gol en 28 ocasiones para que finalmente les hayan chafado la ilusión. El Sevilla es el equipo que les sigue más de cerca con 16 aullidos cercenados. El Atlético de Madrid con 14 y el FC Barcelona con 11 cantan los tantos con una tranquilidad desconocida por Concha Espina.
Tras esta absoluta fiscalización del tanto del brasileño llegó el penalti pitado a favor del Valencia por Gil Manzano en el que el VAR tuvo que intervenir para que lo corrigiera. En la acción se observa con nitidez como Fran García se adelanta, puntea la pelota y la saca limpiamente para evitar la acción de peligro. Si el video arbitraje no hubiera actuado el Valencia hubiera lanzado desde los 11 metros para aniquilar al Real Madrid.
«Bellingham alucina con los árbitros españoles»
Por si esto fuera poco, y después del bochornoso pitazo de la vergüenza, Gil Manzano echó a Bellingham tras sus amargas y lógicas quejas. El británico no entiende nada y, aún hoy, sigue «en estado de shock» y «alucinado con los árbitros españoles». El de Birmingham no entiende como pudo pasar en segundos de meter el gol de la remontada de su equipo a recibir una tarjeta roja y ser expulsado.
Más aún cuando no insultó en ningún momento a la autoridad representada por Jesús Gil Manzano (como así reconoce el acta del encuentro). Simplemente gritó, en un momento de terrible frustración, lo que hubiera clamado cualquier profesional con sangre en las venas y lo que chilló todo el madridismo al unísono con Bellingham: «It’s a fucking goal» [Es un jodido gol].