Las últimas víctimas de la gestión económica de Laporta
Dimisiones, despidos y pérdidas millonarias marcan el convulso historial del presidente del FC Barcelona
La gestión económica de Joan Laporta es tan desastrosa e incoherente que, en la misma semana en la que vende la explotación de los 475 palcos VIP del nuevo Camp Nou por 100 millones durante 30 años a unas empresas cuya identidad el presidente oculta, se gasta 50 millones en una comisión —que nadie considera justificada— a su intermediario de confianza, Darren Dein. Este mismo intermediario ya cobró otra millonada por el gran contrato con Spotify. Es la manera de ir sacando dinero del Barça.
Nunca antes ningún presidente del club azulgrana había pagado dos millonarias comisiones por firmar contratos con patrocinadores que se morían por asociarse al Barça y que habrían firmado igualmente sin su intervención. Estas comisiones tampoco son habituales en el Real Madrid, ni en el Atlético, City o PSG, lo que ha motivado la dimisión del vicepresidente de marketing del club, Juli Guiu, nueva víctima que huye de la sospechosa gestión económica de Laporta. Otros de los últimos damnificados son los auditores del Barça, Grant Thornton, que además han sido fulminantemente despedidos por Laporta a pesar de que les quedaba un año más de contrato, pues le instaron a provisionar como pérdidas los impagos de la palanca fantasma llamada Barça Studios –como es preceptivo legalmente– en el último ejercicio 23-24, cerrado con 91 millones de pérdidas. En otras palabras, Laporta quería manipular las cuentas, conducta que ya cometió anteriormente y supuso que la UEFA impusiera una multa de medio millón de euros al FC Barcelona.
Pero en todo caso, las discrepancias con el auditor no deberían ser nunca motivo para sustituirlos porque precisamente están para eso, son profesionales externos independientes que controlan que los gestores cumplan con la normativa contable. En el caso del Barça, los auditores defienden el interés general de la institución, es decir, el interés del patrimonio del club y de sus propietarios, que son los socios.
A Laporta siempre le ha gustado gestionar la economía manipulando las cuentas. En 2003, cuando empezó su primera etapa como presidente, pactó con Gaspart que no levantaría las alfombras a cambio de que le dejase que le cargara más pérdidas en las cuentas del presidente saliente a base de hacer provisiones innecesarias. Años más tarde, la Audiencia provincial de Barcelona condenó a Laporta y le atribuyó parte de esas pérdidas a su gestión, lo que provocó que los socios interpusieran una demanda de acción de responsabilidad contra Laporta por cerrar sus dos mandatos con 47 millones de pérdidas. En 2021, cuando volvió al club, repitió la misma estrategia con Bartomeu pero la Liga encargó una auditoria externa que acabó demostrando que Laporta infló discrecional e innecesariamente las pérdidas en 250 millones de euros. Esto podría llegar a ser un delito fiscal. Si todas las empresas pudieran inflar sus pérdidas, devaluando activos discrecional y artificiosamente, ninguna tendría nunca beneficios, y así se ahorrarían tributar por el impuesto de sociedades.
Al llegar, Laporta consiguió que los socios derogaran sine die los artículos de los Estatutos que impiden a las directivas generar pérdidas o aumentar la deuda. Y también recibió el favor político del PSOE, que retiró la obligación, prevista en la anterior Ley del Deporte, que tenían las directivas de los clubes que no fueran SAD de prestar un aval personal como garantía de unos buenos resultados económicos. Sin ataduras legales, Laporta está cerrando los ejercicios con pérdidas, está sobre endeudando el club y vendiendo patrimonio sin ninguna limitación.
Todavía, los socios del Barça deben dar gracias de que la Liga de Tebas haya establecido el control del Fair Play financiero, de lo contrario, Laporta se hubiera vendido hasta el solar de la ciudad deportiva. Es muy significativo que todos estos organismos hayan advertido las irregularidades cometidas por el presidente en palancas fallidas, al que no han parado de dimitirle ejecutivos y directivos discrepantes con su manera de gestionar económicamente el club.
Jaume Giró, que debía ser el vicepresidente económico del club, dimitió antes de empezar el mandato. El otro vicepresidente económico, Eduard Romeu, también decidió marcharse. El director General, Ferran Reverter, también renunció a los pocos meses de asumir el cargo. Lo mismo que la directora corporativa, Maribel Meléndez, que también dimitió. El presidente de la Comisión económica del club, Jaume Guardiola, también puso pies en polvorosa. Es muy significativo que todos hayan querido alejarse de la gestión económica que está llevando a cabo Laporta.
Además, en el último informe de informe ‘Football Money League’ elaborado por Deloitte, ha determinado que el Real Madrid es el club con más ingresos del mundo del fútbol, mientras que el Barça ocupa la sexta posición del ranking, descendiendo dos posiciones y colocándose por detrás del Manchester United y el Bayern de Múnich. En cambio, Josep Maria Bartomeu, el presidente que precedió a Laporta, consiguió colocar al Barça en el número uno del ranking como el club con mayores ingresos del mundo del fútbol. Está visto que el modelo de Laporta de gestionar el Barça como una empresa familiar no acaba de dar buenos resultados.