Médicos del Mundo ha expuesto los escenarios en los que viven las mujeres en el ámbito de la prostitución. Está, por un lado, el que protagonizan aquellas que han dejado el trabajo por el fuerte impacto psicológico vivido durante la pandemia y un segundo en el que otras, ante la pérdida de empleo y la absoluta falta de ingresos, se han visto abocadas a ejercerla.
En contexto: el temor a contraer el virus, las amenazas de sus explotadores y las deudas que acumulan han provocado que durante esta crisis sanitaria muchas mujeres se hayan visto sumidas a aceptar prácticas más violentas y a precios más reducidos en un clima de inseguridad sanitaria constante.
La ONG ha comprobado de primera mano que cada vez más mujeres quieren poner punto y final a esta violencia de género y para ello han reclamado alternativas reales que les permita dar un portazo a la prostitución. «Ellos (los puteros) no tienen miedo, nosotras sí. Este miedo ha hecho que muchas mujeres digamos hasta aquí, no queremos seguir en la prostitución», ha detallado Cristina, una mujer que busca otras salidas a esta explotación sexual.
Pero también hay otras que ya habían salido de la prostitución y que se plantean volver «porque, por ejemplo, tienen a sus familias confinadas en sus lugares de origen sin poder trabajar, y tienen que ayudarles», ha señalado la portavoz de Médicos del Mundo Navarra, Maite García, que ha apuntado a que son muchas las mujeres que se lo proponen ante situaciones económicas desesperadas.
Desde la declaración del estado de alarma por la emergencia sanitaria del coronavirus [contexto id=»460724″], ha apuntado Médicos del Mundo, «las personas prostituidas han tenido que hacer frente al pago de los pisos o habitaciones de los clubes donde han estado confinadas, en ocasiones con sus propios explotadores». Esta situación se agrava en el caso de las víctimas de trata con «una deuda contraída con sus contratantes y el riesgo a ser expulsadas a la calle por estos, sin redes familiares o sociales de apoyo», ha añadido la organización.
Ahora, en la nueva normalidad y con unas normas menos restrictivas, vuelven a ser prostituidas y a los riesgos que ya sufrían —violencia, riesgo de contraer enfermedades de transmisión sexual, abusos — se suma la indefensión ante el contagio. «¿Qué medidas de higiene y distancia de seguridad se pueden guardar en la prostitución? La única distancia en la prostitución es la que el Gobierno y la sociedad guarda con estas mujeres invisibles que sufren una forma más de violencia de género», ha detallado Médicos del Mundo en un comunicado.
La organización, que trabaja con estas personas desde hace casi tres décadas en España, exige «alternativas reales en un país que sigue siendo el feudo de la prostitución en Europa y el tercero del mundo con mayor consumo de prostitución». Por ello reclama un apoyo estructural que ayude a estas víctimas de la explotación a salir de ella, con medidas como el reconocimiento como población vulnerable para que puedan acceder a las ayudas públicas o oportunidades laborales y de formación.