Estas últimas dos semanas ha sido muy convulsas para Pedro Sánchez. La solicitud de Vivendi para hacerse con hasta el 29,9% del grupo Prisa cursada ante el Gobierno no pilló por sorpresa al presidente, pero sí que le ha generado cierta inquietud ya que la información que tenía en su poder hablaba de que la operación no se plantearía al menos hasta el año 2022 y que, por tanto, no era inminente.
Sánchez sabe desde el pasado mes de enero que Vivendi -actualmente con el 9,9% de Prisa– quiere ser protagonista del panorama mediático español. Así se lo manifestó en una reunión de alto nivel el propio CEO y director general de la compañía, Arnaud de Puyfontaine, en un viaje relámpago a Madrid días después de que comprasen su primer paquete accionarial en Prisa. El directivo francés fue claro y le dijo a Sánchez que el interés del dueño de la compañía, Vincent Bolloré, era crecer en Prisa «hasta donde fuese posible».
En este encuentro también constató que Vivendi quiere invertir en el mercado audiovisual y que para todo ello quiere utilizar la plataforma que le puede dar el diario El País y la Cadena Ser. El presidente también sabe de primera mano, aunque por otras fuentes, del histórico carácter intervencionista del grupo francés con sus inversiones y de su línea editorial marcadamente conservadora.
Una situación que podría perjudicar la estrategia mediática del Gobierno de cara a eventuales elecciones y que pondría en riesgo el actual control de los medios de Prisa por parte de Moncloa. Y es que durante el último año el Ejecutivo ha realizado el asalto definitivo a El País y la Ser convirtiéndolos en su mejor herramienta ante la opinión pública.
Ello gracias a los pactos de diciembre entre el fondo Amber Capital (29,8%) y Telefónica (9,4%) que -con el plácet de Moncloa– acordaron destituir al entonces presidente no ejecutivo Javier Monzón y cambiar las tornas en el control de la compañía. Hasta ese momento Monzón era el gestor con el apoyo del Banco Santander (4,2%) y los Polanco (7,4%), pero tras el cambio se nombró presidente al dueño del fondo Joseph Oughourlian.
Control de Moncloa
Del mismo modo, Telefónica colocó a Rosauro Varó en la vicepresidencia y se creó un consejo sin hostilidades y con nuevos miembros como el excolaborador de José Luis Rodríguez Zapatero e histórico afín al PSOE, Miguel Barroso.
Movimientos que han reforzado la influencia de Pedro Sánchez en El País y la Ser, con marcadas directrices del entorno de Presidencia a estos medios que piden constantemente editoriales y enfoques informativos afines con el ala socialista del Ejecutivo.
Para conservar este control, durante estos últimos meses Moncloa lleva preparando un plan de emergencia ante la posibilidad de que Vivendi tome el control del grupo e intente modificar su línea ideológica. En este sentido, y según ha confirmado THE OBJECTIVE, existen diferentes escenarios y diques de contención para evitar que finalmente el diario y la radio más influyentes de España terminen convirtiéndose en un arma de la centroderecha, como lo es en Francia.
En todos estos escenarios se da por hecho la autorización a la operación. Como ya contó este diario el Ejecutivo no puede rechazar que Vivendi aumente capital en Prisa porque sería un pésimo antecedente para posibles extranjeros que quieran invertir en el sector audiovisual y de medios de comunicación español.
Fuentes del sector con las que ha hablado este periódico indican que rechazar a Vivendi, una compañía industrial de capital europeo, podría ser un torpedo en la línea de flotación de la estrategia del propio Sanchez, que lleva meses intentando convencer al capital foráneo de las bondades de invertir en España como palanca del plan de recuperación y de la gestión de los fondos europeos.
La ‘fórmula Naturgy’
En por ello por lo que Sánchez aprobará la entrada (tiene seis meses de plazo), pero con sus condiciones y siempre asegurándose de que Vivendi se comprometa a mantener la línea editorial progresista en El País y Cadena Ser. La justificación oficial será que España necesita la pluralidad que le da tener un grupo fuerte de centroizquierda.
En este punto, las fuentes consultadas indican que Vivendi no tendrá problemas en aceptar una condición de este estilo, por un simple hecho de racionalidad económica. El País y la Ser se han hecho fuertes y rentables como reflejo de la opinión pública más escorada a la centroizquierda, por lo que en aras de su salud financiera y de mantener a sus lectores y oyentes, el grupo francés no debería hacer grandes modificaciones.
Diferente situación es que Sanchez intente exigir fidelidad a Vivendi, algo que los franceses no aceptarían. En este sentido y ante este escenario, Moncloa activaría el segundo cortafuegos intentando evitar que una vez formulada la oferta, la compra definitiva de acciones no llegue al 29%.
Se trata de utilizar la fórmula Naturgy, es decir, asegurarse que los actuales accionistas no acudan mayoritariamente a la oferta. En el caso de la compañía energética, la opa planteada por el fondo IFM fracasó tras convencer sólo al 10,83% de accionistas, lejos del 22,7% del capital al que estaba destinada. Algo que se produjo porque Criteria Caixa y los fondos GIP y Rioja rechazaron frontalmente la entrada de los australianos.
En este caso, y como también ya contó este diario, la oferta está dirigida principalmente a Telefónica (9,4%) y a los accionistas que se alinearon con el Santander en la anterior etapa y que están desencantados con el nuevo rumbo de la compañía. Estamos hablando en primer lugar del banco cántabro (4,2%), pero también al jeque Khalid Thani Abdullah Al Thani (5,1%), el mexicano Roberto Alcántara (5,1%), Carlos Slim (4,3%), Carlos Fernández (4%) o los fondos Melqart (2,2%) y Polygon (1,1%).
Vivendi necesita un 20% para lograr sus objetivos, lo que se conseguiría solo con la participación de Telefónica y dos de los cinco accionistas que tienen sobre el 4% del capital. Sin embargo, la participación de la operadora de telecomunicaciones es una de las armas de Moncloa para torpedear el porcentaje de aceptación.
La buena relación entre Sánchez y su presidente ejecutivo de Telefónica, José María Álvarez Pallete, hace prever que lo que se haga con este paquete accionarial dependerá en gran medida de lo que se acuerde con Moncloa. Y si Moncloa no quiere dar altas a Vivendi es probable que la teleco no venda su participación.
En este sentido, las otras opciones pasan por el Santander, que ve en esta operación una buena oportunidad para salir de Prisa como hizo anteriormente CaixaBank. Si el banco se marcha abriría la puerta a que también lo hiciesen otros accionistas cuyos títulos están pignorados tras recibir préstamos de Santander en la última ampliación de capital de Prisa. Es el caso de los mexicanos Roberto Alcántara y Carlos Fernández que suman un 9,1% del capital.
Tampoco sería una mala opción para Al Thani, que nunca ha considerado su 5,1% en Prisa como una opción estratégica. De esta manera, ya se estaría sobre el 15%, aunque con pocas posibilidades de seguir creciendo sin el paquete de Telefónica. Ello porque Carlos Slim no tiene interés de vender por el momento y los Polanco no estarían por la labor de abandonar la empresa fundada por su padre Jesús de Polanco y de la que fueron principales accionistas hace una década.
En cualquier caso, el objetivo del Gobierno es que Vivendi no llegue a tener nunca el control de Prisa y que no supere el 29,8% que actualmente tiene Amber Capital. Este diario ya contó del acuerdo entre este fondo y Vivendi para repartirse Prisa, dejando los galos con El País y la Ser y Santillana para Oughourlian, aunque el pacto solo se haría efectivo si es que los franceses llegan al 29,9% previsto.
Sánchez y Oughourlian
Esto significa que todo lo que esté debajo de esta participación será un freno para que Vivendi pueda tomar el control efectivo de los medios de comunicación del grupo Prisa. Algo que además reforzará la posición de control de Amber, situación vital para Moncloa que con el fondo controlando el editor de El País se asegura la actual fidelidad.
Aquí será clave el poder de convicción que Pedro Sánchez tenga sobre Oughourlian para asegurarse que, pese a sus planes de quedarse solamente con Santillana y de pactar con Vivendi, sigan con su posición de control el máximo tiempo posible. En definitiva, de esto depende que Moncloa pueda seguir pilotando los destinos de El País y la Ser. Se vienen meses intensos.