El 60% de los 'nuevos' empleos son ERTEs, autónomos sin actividad y sector público
Los trabajadores en ERTE, los autónomos en cese de actividad y el ‘dopaje’ de empleo público totalizan 461.000 efectivos que explican el grueso de la subida de 730.356 afiliados en 12 meses
Los aparentes buenos datos de empleo del mes de noviembre encubren una realidad un 60% divergente de la apariencia. Hay 134.000 trabajadores autónomos con ayudas por cese de actividad a causa de las restricciones motivadas por la pandemia, 125.000 empleados aún en expedientes de regulación temporal de empleo (ERTE) y el empleo público ha subido en 202.000 personas. Todas estas circunstancias suponen que hay 461.000 cotizantes que computan como una proeza del empleo en plena ralentización del PIB y suponen un maquillaje del 60% de los datos oficiales y la realidad productiva del país, como confirman a THE OBJECTIVE los expertos consultados, que ponen en cuarentena el aparente buen comportamiento del mercado laboral.
Según los datos del Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, el número de afiliados ha crecido en 730.356 personas en los últimos doce meses, pero gran parte de los registrados como cotizantes no están trabajando, a su pesar, como es el caso de los trabajadores en ERTE (125.000) o el de los autónomos (134.000) que, en la misma situación, no pueden ejercer su actividad por las restricciones y efectos de la pandemia. A ello se suma el dopaje de empleo público en más de 200.000 efectivos no permanentes que maquillan temporalmente las cifras oficiales. En total, 461.000 personas, es decir, el 60% del aumento del empleo del último año no tiene nada que ver con una mayor actividad del sector privado.
Mientras el Gobierno de Pedro Sánchez saca pecho del supuesto mejor noviembre de la historia para el empleo, fuentes patronales trasladan a THE OBJECTIVE que sus servicios de estudios detectan una evolución de los datos de empleo ajena a la realidad de la producción y la estacionalidad de los sectores que predominan en nuestro país, como el turismo y la hostelería, entre otros. Además, desde las patronales consultadas se destaca el hecho de que la prohibición de despedir asociada a los ERTE distorsiona cualquier dato de empleo oficial. Las mismas fuentes destacan a este periódico que, además, la prohibición de despedir impide detectar cuánto empleo del generado corresponde a reactivación económica y cuánto a que los empresarios traten de no exponerse a sanciones o devolver ayudas y bonificaciones.
El economista Javier Santacruz sentencia que «lo que está pasando es un espejismo, el cual durará unos pocos meses más antes de que la economía española vuelva a alcanzar los niveles previos a marzo de 2020. Es un cambio de cromos en el cual no hay apenas creación real de empleo estable», lo cual preocupa al experto porque «antes o después los datos desvelarán la realidad laboral», máxime con una contrarreforma laboral en ciernes que preocupa a los empresarios, quienes trasladan a este diario la ralentización en las contrataciones que constatan ante el temor a una nueva normativa.
Por su parte, el profesor del Centro de Estudios Financieros (CEF) Juan Fernando Robles declara que el empleo no consolida el crecimiento pues todavía hay bolsas de cientos de miles de trabajadores y autónomos que no han salido de los ERTE o ceses por la pandemia y que puede que no lleguen a una situación de normalidad finalmente. Además, apunta que aunque el empleo público ha crecido su consolidación no está asegurada y peligran miles de eventuales a medida que la pandemia se deje atrás. «El menor crecimiento económico puede consolidar las cifras de desempleo por un largo período de tiempo retrasando la normalización del mercado de trabajo», concluye Robles.
Alta temporalidad
Además, el economista de la Fundación de Estudios Financieros (FEF) Miguel Ángel Bernal destaca una debilidad del mercado laboral que evidencia la falacia de los datos de empleo y afiliación a la Seguridad Social de noviembre: «Las horas trabajadas caen un 10% respecto al trimestre anterior y un 2,6% respecto al tercer trimestre de 2019, antes de que la pandemia se produjera». Es más, Bernal destaca que la bajada de 74.381 parados de noviembre encubre una creación de empleo «básicamente precario, formativo o temporal, previa a la aparición de la nueva variante del virus».
Por otra parte, destaca este economista la dudosa fiabilidad de las cifras oficiales ya que en la dicción del propio Ministerio de Trabajo y Economía Social se recoge que «los datos son provisionales y están sujetos a variaciones por la entrada en vigor de la nueva regulación». Y añade que, pese a que se hayan firmado alrededor de dos millones de contratos laborales en noviembre, los indefinidos (282.981) suponen el 14% del total frente al 85% de temporales, rematándose hasta el 100% con 12.111 contratos formativos.
En cualquier caso, como resalta el secretario general de Comisiones Obreras, Unai Sordo, sigue habiendo 3.182.697 personas que no trabajan en contra de su voluntad.
Yolanda Díaz dice que en febrero de 2020 vio venir la pandemia tras los casos de Italia y empezó a preparar medidas. La vicepresidenta segunda ha señalado que el 15 de febrero del año pasado convocó a su equipo del Ministerio de Trabajo para pensar medidas frente al coronavirus, dado que ya se veía que la pandemia «azotaba fuertemente a Italia» y que podía pasar también en España. Además, ha apuntado que a principios de marzo de aquel año ya tenían preparados posibles medidas de protección social, como es el caso del mecanismo de los ERTE. Concretamente, esbozó un documento con consejos para las empresas en orden a prevenir contagios e implantar el teletrabajo.