Los expertos creen que la reforma laboral ensanchará la brecha entre empresas
Los expertos consultados por THE OBJECTIVE, a la espera de la redacción definitiva, creen que se ha llegado a un buen acuerdo pero temen el efecto de los convenios sobre las pymes
La reforma laboral que finalmente ha conseguido acordar la vicepresidenta segunda y titular de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz, con los sindicatos y la patronal agravará la diferencia entre empresas grandes y pequeñas, aparte de no constituir en ningún caso su pretendida derogación de la reforma laboral de 2012 auspiciada por el Partido Popular y dirigida por la exministra Fátima Báñez. En este sentido se pronuncian a THE OBJECTIVE los expertos más relevantes del país en materia laboral.
En este sentido se pronuncian, entre otros expertos, el catedrático Benito Arruñada, los economistas Javier Santacruz y Miguel Ángel Bernal, el profesor Juan Fernando Robles y el abogado Antonio Méndez Baiges, de Mercer y miembro de Ocopen.
Para Arruñada el consuelo supone que «las expectativas sobre la nueva normativa laboral eran muy malas, luego es bien recibida». Aunque estima que desandamos un camino que luego volveremos a recorrer. En la misma línea se postula el eurodiputado Luis Garicano, quien traslada a THE OBJECTIVE que «podría haber sido peor» y desgrana que el sector de Podemos amenaza con reformas y luego salen «reformistas», lo cual es «un alivio». Cree Garicano que la reforma no resuelve los problemas, pero al menos no los empeora.
El abogado Méndez Baiges estima que la reforma de Díaz no constituye en ningún caso una derogación de la reforma laboral preexistente y celebra el hecho de que pretenda una mayor estabilidad en el empleo, clave para que las familias puedan decidir sobre su ahorro, apuntalar sus pensiones y tomar decisiones acerca de la natalidad.
El experto en Derecho del Trabajo Juan Carlos Arce cree que la reforma solo tenía como objetivo la recuperación del poder para los sindicatos más representativos, con la negociación salarial como primer puntal, algo en lo que coincide Arruñada al destacar que la primacía concreta del convenio sectorial en algunas facetas eleva el poder de los sindicatos especialmente en empresas de gran tamaño, no en las pymes, que suponen más del 90% del tejido productivo español.
«Lo que se ha pactado como reforma laboral amplía la brecha entre las grandes empresas y las pymes»
Por su parte, el economista Javier Santacruz destaca que «lo que se ha pactado como reforma laboral amplía la brecha entre las grandes empresas -prácticamente no afectadas por los cambios, dado que el convenio sectorial es casi lo mismo que el convenio de empresa a la hora de fijar salarios, por sus posiciones oligopolísticas o de enorme poder de mercado- y las pymes, las cuales sí se pueden ver afectadas especialmente por los límites a la contratación temporal» y añade que «la cuestión de la temporalidad ya tiene muy poco que ver con si el contrato es temporal o fijo. De hecho, la nueva forma de temporalidad» es la modalidad de contratación fija pero a tiempo parcial, que fue la figura más usada de creación de empleo desde la reforma laboral de 2012».
Coincide con Santacruz el profesor de la Fundación de Estudios Financieros (FEF) Miguel Ángel Bernal, quien apunta que «esta reforma laboral abre la brecha entre las empresas grandes y las pequeñas. Deja trabajadores de primera, los de las grandes, y de segunda, de las pequeñas y micro empresas». Añade Bernal que no aprecia dónde está la pretendida derogación de la reforma del PP que pretendían Díaz y los sindicatos y destaca que se ha hecho un parche para contentar a la Unión Europea, todo ello a la espera de la dicción definitiva del texto.
«En la reforma laboral ninguna de las partes puede adjudicarse victoria alguna, sino más bien haber evitado un desastre»
El profesor del CEF Juan Fernando Robles estima que «como en casi todo acuerdo adoptado por consenso, en la reforma laboral ninguna de las partes puede adjudicarse victoria alguna, sino más bien haber evitado un desastre». A su juicio, el hecho de que Bruselas impusiera la participación de los empresarios en el acuerdo, algo que se prendía obviar desde Trabajo, ha moderado muchísimo la reforma aprobada. Aunque es cierto que los empresarios han mostrado una cierta falta de consenso en su aprobación por motivos sectoriales, pero sobre todo políticos internos, la verdad es que las cesiones que se plasman en la reforma no modifican sustancialmente el marco para la inmensa mayoría de las empresas. En cuanto a la temporalidad, el tiempo dirá si las reformas en contratación resultan efectivas o traerán mayor litigiosidad en el futuro.
Por parte de Trabajo se hizo mucho hincapié en la prevalencia de los convenios colectivos frente a los de empresa y a la ultraactividad, pero es cierto que aquella afecta principalmente a las condiciones económicas y que, de hecho, no supone una especial modificación con lo que, de hecho, venía sucediendo en la actualidad. Es por eso que esa cesión a los empresarios no les ha dolido especialmente aunque satisfaga a los sindicatos que, sobre el papel, ven reforzado su posición, concluye Robles.
Con todo, y a la espera de la redacción final, los expertos saludan la reforma por haber rebajado el maximalismo previo de las aspiraciones de Díaz y los sindicatos, pero descartan que resuelva problema estructurales de la economía española, y creen que agrava la diferencia entre empresas grandes y pequeñas en detrimento de las segundas, algo que poco encaja con las pretensiones originales de Díaz.