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Consumo

La segunda 'vida' de los productos caducados

El anteproyecto de la Ley de prevención de las pérdidas y el desperdicio alimentario tiene el objetivo de evitar el despilfarro de comida, para lo cual plantea la distribución de alimentos a punto de caducar, que ya gestionan algunas app, e incluso caducados

La segunda ‘vida’ de los productos caducados

Oren Elbaz (Unsplash)

España es uno de los países que más comida despilfarra del mundo, solo le superan Francia, Japón y Alemania. Lo llamativo es que, aunque Francia desecha más que nadie, sus excedentes de productos alimentarios también se aprovechan más que en ningún otro lugar y no acaban en la basura. En el país vecino los supermercados están obligados por ley a regalarlos a ONG y bancos de alimentos, que los distribuyen entre los más desfavorecidos. En España y en otros países también se donan alimentos, pero la tendencia es diferente y se busca sacarle un último beneficio a artículos aún aptos para el consumo que habitualmente iban a la basura.

«Tres de cada cuatro hogares españoles desperdician alimentos. En 2020 se desperdiciaron 1.364.000 toneladas de alimentos y bebidas», señalaba el ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación, Luis Planas, al anunciar la aprobación en octubre de la medida «concebida para producir una drástica reducción del desecho de alimentos sin consumir que acaba en la basura y fomentar un mejor aprovechamiento de los mismos»: el anteproyecto de la Ley de prevención de las pérdidas y el desperdicio alimentario. Los productos que acaban en la basura no solo se desperdician, se convierten en residuos que impactan en el medio ambiente y la ley «trata de orientar hacia un sistema de producción más eficiente, que enfoque al desarrollo de la economía circular».

La ley plantea incluso la posibilidad de vender productos con la fecha de consumo preferente vencida, algo que no convence a todo el mundo, y recoge que el despilfarro también se produce por un «comportamiento inapropiado de los consumidores». Por ello anuncia que «todos los agentes de la cadena alimentaria deben contar con un plan de prevención para evitar el desperdicio» y que «las industrias alimentarias, establecimientos comerciales y de hostelería y restauración deberán suscribir convenios con las organizaciones receptoras» para la donación de alimentos. Buenas intenciones que deberán derivar en una norma que sea efectiva contra el despilfarro, que es de lo que se trata.

El precedente danés

Lo cierto es que en España han proliferado últimamente las empresas que gestionan esos alimentos que van a caducar y lo hacen de diferentes maneras a través de Internet, aunque también hay tiendas físicas. El primer precedente de establecimiento que exclusivamente tiene a la venta productos que acaban de caducar o cuyo embalaje está dañado fue una tienda Wefood abierta hace seis años en Amager, un isla de Copenhague, la capital de Dinamarca, a la que pronto siguió otra en el barrio de Norrebro. Todo el dinero que se recauda va a parar a una organización benéfica. El negocio cumple con las leyes danesas, ya que la legislación del país permite vender productos caducados siempre que no representen un riesgo inminente para la salud y que su embalaje lo indique de forma expresa.

En España, una de las primeras en apuntarse a esta práctica fue I’m perfect food, un supermercado online y una app que vende productos en buen estado ‘recuperados’ de industria y supermercados con «alguna imperfección de empaque, como roturas o abolladuras, son próximos a la fecha de caducidad o a la fecha de consumo preferente; o bien se consideran ugly food», alimentos que no entran por la vista pero están en buenas condiciones por dentro.

Amplio abanico

Actualmente existe un amplio abanico de aplicaciones similares entre las que destaca Too Goog To Go, que utiliza una práctica muy criticada en redes sociales por los consumidores, los pack sorpresa. Incluyen alimentos sobrantes esa jornada pero no sabemos cuáles. La app no tiene repartidores, sino que ofrece locales próximos donde recoger el paquete comprado previamente mediante a precios muy bajos, en ocasiones por debajo de los cinco euros.

https://twitter.com/TooGoodToGo_ES/status/1474334036252258304?s=20

Otra opción es weSAVEeat, «la aplicación que te ayudará a salvar al mundo», dicen sus gestores. Permite comprar excedentes de alimentos a precios bajos en restaurantes colaboradores de Madrid, Barcelona y Zaragoza. Ni las migas es un proyecto parecido que surgió a finales de 2016 en Madrid con el objetivo de reducir el impacto del desperdicio alimentario también a través de una aplicación móvil basada en la geolocalización. Pone en contacto a clientes con establecimientos que tienen comida en excedente que luego se debe recoger en distintos locales adheridos.

Tapper, la primera en caer

Yo no desperdicio, por su parte, está impulsada por la ONG Prosalus para evitar el despilfarro de comida. Es una plataforma colaborativa para compartir alimentos que se anuncian y se ofrecen a otros consumidores, mientras que Tapper, que era otra app similar ya ha echado el cierre con la esperanza de reabrir en un futuro sin fecha. Todas estas aplicaciones -salvo Tapper, que ha cerrado- son opciones reales para obtener comida aún aprovechable a precios reducidos.

En las redes sociales, cada vez que surge un anuncio de una de estas app o webs se llenan de críticas de los que apuestan por donar ese tipo de alimentos en lugar de buscarles provecho a última ora. Por su parte, las asociaciones de consumidores las contemplan de manera diferente.

Qué dicen las asociaciones de consumidores

La OCU aplaude la medida puesto que considera que «la normativa ayudará a combatir el desperdicio de alimentos, obligando a vender los productos ‘feos'», mientras que Facua critica que el Gobierno autorice la venta de alimentos con la fecha de consumo preferente vencida y advierte del riesgo de que derive en la creación de un mercado paralelo destinado a los consumidores con menos recursos. La asociación rechaza al anteproyecto de ley de desperdicio alimentario que prepara el Gobierno, que posibilitaría que los establecimientos vendan productos con su fecha de consumo preferente vencida a un precio inferior. Es la primera ocasión en la que se plantea una normativa en este sentido.

Facua ve necesario que se articulen soluciones que contribuyan a transformar y poner freno a un sistema de producción y distribución de alimentos que se centra en la puesta en masa de productos en el mercado con elevadas pérdidas y desperdicio consecuencia del propio sistema. Considera positivo que se aborde una norma para evitar el desperdicio de alimentos y fomentar una mayor reutilización y aprovechamiento, pero también advierte de que el actual anteproyecto presenta importantes carencias.

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