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Un año de pesadilla eléctrica: lío con la lavadora, facturas que no llegan y precios disparados

Los cambios de compañía eléctrica han aumentado un 50% en dos años

Un año de pesadilla eléctrica: lío con la lavadora, facturas que no llegan y precios disparados

Un hombre apaga una largadera con varios enchufes. | Alberto Ortega (Europa Press).

Hace un año que entró en vigor la nueva tarifa eléctrica con la que los consumidores pasaron a tener precios diferenciados por tramos horarios, para la potencia y el consumo. La idea era que el consumidor pudiera obtener ahorros trasladando el uso de electrodomésticos hacia periodos más baratos.

En concreto, el consumo se diferencia en tres periodos: hora punta —entre 10 y 14 horas, y entre 18 y 22 horas—, con precios más caros, hora llana —de 8 a 10 h, de 14 a 18 h y de 22 a 00 h—, con precios intermedios, y hora valle —de 00 a 8 h, y todo fin de semana y festivo—, con precios más baratos.

Con estos cambios, la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) aconsejó a hogares y empresas que redujeran el consumo en el periodo punta y lo trasladaran a periodos llanos y valle. Esto creó un gran desconcierto entre los consumidores e incluso fueron muchos los que plantearon poner la lavadora o el lavavajillas durante la madrugada.

En este sentido, desde el Ministerio para la Transición Ecológica promocionaron la nueva estructura tarifaria como una manera de fomentar el ahorro energético, la eficiencia, el autoconsumo y el despliegue del vehículo eléctrico, aunque para muchos usuarios ha supuesto un auténtico calvario cambiar sus patrones de consumo.

Ribera defendió la tarifa por tramos

La vicepresidenta tercera y titular de Transición Ecológica, Teresa Ribera, dijo en su día que las críticas a la nueva estructura tarifaria eran «exageraciones» y defendió que se establecieron tramos «muy razonables» para usar los electrodomésticos. «Yo no recomendaría a mi madre que se levantara a las 2.00 horas para planchar, ni para atrás», llegó a afirmar.

A los consumidores domésticos también se les daba la opción de contratar dos potencias diferentes: una para los periodos punta y llano y otra para el periodo valle. Esto se pensó, sobre todo, para los usuarios con coche eléctrico, ya que pueden efectuar una recarga más rápida sin tener que contratar otro punto de suministro.

Pero la nueva tarifa eléctrica no llegó sola y trajo consigo un enorme lío para los consumidores. Muchas distribuidoras dejaron de pasar las lecturas de los contadores a las comercializadoras —que son las que preparan y emiten el recibo— debido a que los sistemas informáticos no estaban adaptados a la manera a la que pasaron a facturarse los peajes y los cargos.

Las distribuidoras denunciaron que no se dio el plazo suficiente para la implantación de tanto cambio y que el sector se vio obligado a hacer múltiples ajustes que derivaron en los retrasos de emisión de facturas. De hecho, las tres grandes —Iberdrola, Endesa y Naturgy— tuvieron problemas y Competencia les ha pedido que oferten fraccionar el pago de las facturas atrasadas.

De hecho, desde las organizaciones de consumidores subrayan que los afectados tienen derecho a reclamar a las eléctricas que fraccionen el pago por el mismo periodo que han estado sin facturar. Facua advierte de que si se ha producido un funcionamiento incorrecto de los contadores o un error de tipo administrativo que haya provocado retrasos en la facturación o el cobro de cantidades inferiores a las que correspondían, los consumidores tienen derecho a realizar los pagos «en tantas facturas mensuales como meses transcurrieron en el error»

Por otro lado, el tercer capítulo que completa este último año de ‘pesadilla eléctrica’ es el de los altos precios. Nunca antes en España se había informado tanto de los precios de la electricidad en el mercado mayorista (pool). Día tras día han copado titulares desde el verano pasado.

En este tiempo, el precio del gas se ha disparado en los mercados internacionales —ahora más si cabe con la invasión de Rusia a Ucrania—, el precio de los carburantes ha escalado a niveles que no se veían desde hace varios años y los derechos de emisión de CO2 alcanzan ya los 83 euros por tonelada.

Bajo este contexto, el Gobierno aprobó una rebaja fiscal a la luz, que ha prorrogado recientemente hasta septiembre junto con el descuento a los carburantes. Con el objetivo de amortiguar el impacto sobre el recibo de los consumidores finales, se aplica una disminución del 10% del IVA, la suspensión del 7% del impuesto a la generación y una reducción del 0,5% del impuesto especial de electricidad. También se está pendiente de que se ponga en marcha el tope al precio del gas que se usa para la generación eléctrica.

Cambio de compañías de luz

Todo este cóctel ha provocado que un 11,1% y un 7,2% de usuarios cambiaran de proveedor de luz y gas, respectivamente, en 2021. En el caso de los clientes de compañía eléctrica, el cambio creció casi cuatro puntos porcentuales en dos años, lo que supone un aumento del 50%, según la última oleada del Panel de Hogares de la CNMC.

El organismo que preside Cani Fernández destaca que en un contexto de precios excepcionalmente altos, «los usuarios cambiaron más de compañía de electricidad y gas que hace un año, en un intento de abaratar su factura». Asimismo, el panel refleja que el 23,1 % de los hogares españoles se declaró insatisfecho con su servicio de electricidad, siendo el peor valorado por las familias, seguido del gas natural y la banda ancha fija.

Otro debate abierto a causa de todos los vaivenes en el precio de la electricidad es si contratar tarifa eléctrica regulada (PVCP) o una del mercado libre, en la que usuario y empresa pactan un precio fijo. Una de las condiciones que ha impuesto la Comisión Europea (CE) a España para que pueda aplicar el tope al gas es una modificación de la PVPC.

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