Francia duda de la utilidad del gasoducto Midcat: «No respondería a la crisis actual»
El Gobierno de Macron considera que los tiempos de construcción del proyecto son demasiado extensos como para ser una solución a corto plazo
El gasoducto con el que Alemania pretende resolver la crisis en el suministro de gas en Europa y con el que España busca convertirse en un actor relevante en el comercio energético en el continente se ha encontrado con un nuevo-viejo obstáculo en su desarrollo: Francia. El Gobierno de Emmanuel Macron ha expresado sus dudas acerca de la utilidad del proyecto y de su conveniencia en la actualidad, ya que sostienen que no paliaría el desabastecimiento que sufre el continente fruto de la guerra de Ucrania al tener unos tiempos de construcción prolongados.
No es la primera vez que el país galo se opone a este proyecto, paralizado con anterioridad por la negativa del norte de financiar el tramo de gasoducto que le correspondía, lo que llevó a la Comisión Europea a desaconsejar en 2019 su construcción ante el «ruinoso» coste que entrañaba en un momento en el que el mercado energético no se encontraba tan volátil como ahora.
Las desavenencias en 2022 han quedado expresadas en un correo del electrónico, el Ministerio francés de Transición Energética desvelado por el diario El País que reza que un proyecto como Midcat «requeriría, en todo caso, numerosos años para ser operativo (el tiempo de estudios y de obras para este tipo de infraestructuras toma siempre muchos años) y no respondería, pues, a la crisis actual».
Francia quiere romper con la energía fósil
A estas dudas logísticas hay que añadirles un nuevo escollo: las políticas climáticas del Gobierno francés. «También hay que integrar los desafíos climáticos, pues nuestro objetivo es prescindir de las energías fósiles de aquí a 2050. Para estar a la altura tanto del desafío energético actual como del climático, habrá que disminuir nuestro consumo de gas y acelerando el desarrollo de energías libres de carbono».
La alternativa gala pasaría por una solución más a corto plazo y con una mayor dependencia exterior tal y como la construcción y desarrollo de terminales para buques cargados de gas natural procedentes de los países del golfo Pérsico o de Estados Unidos, lo que según la fuente del citado medio supondría «inversiones menores y más rápidas».
Las negociaciones a cinco bandas se mantienen abiertas. Mientras Portugal, España y Alemania avanzan hacia un punto común para el transporte de gas al interior de Europa —lo que según la ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, podría estar resuelto en «ocho o nueve meses»—, la Unión Europea media para tratar de avanzar en el proyecto, lo que pasa por convencer a los franceses de los beneficios de plan.
Desde Bruselas se ha instado a una reunión entre todos los actores implicados en el proceso para alcanzar un consenso definitivo. Cuestionada acerca de la negativa de París, la ministra Ribera ha pedido al Ejecutivo de Macron que ceda en la causa en pos de la unidad entre estados: «Está en buenas condiciones de entender que construir Europa pasa por esa apuesta en común de las infraestructuras».